Está inspirado en la continuación imaginaria del especial: Buon San Valentino, les juro que por unos segundos olvide como escribir y esto es lo mejor que salió. Es mi primer Fic de Hetalia, así que lo siento mucho si no están en el carácter.

Palabras: 1000 (Y no me fueron suficientes x_x)

Palabras en cursiva y dentro del guion corto son pensamientos.


Alemania estaba paralizado, ni una palabra podía salir de él. Era un milagro que siguiera respirando porque todos sus sentidos parecían perdidos.

—¡Alemania, Alemania! —escuchó los gritos que le llamaban con urgencia.

Frente a él estaba Italia, preocupado, aterrado y llamándole sin parar. La imagen de una niña con vestido de sirvienta muy parecida al italiano, rodeada de flores, se había esfumado de su mente. Alemania de pronto, recuperó sus sentidos.

—Italia…yo—tartamudeó Alemania, sin saber muy bien que decir. Todos aquellos consejos que leyó, los había olvidado por completo. Alemania no sabía que hacer a continuación.

—¿Estás bien?, ¿Te duele algo? —Italia cuestionó, colocando la mano en la frente del alemán. Acto que provocó que las mejillas del alemán se tornaran rosadas.

—No, esto-estoy bien—respondió.

—¿Seguro?

—Seguro—fueron las únicas palabras que pudieron salir del confundido rubio, que temía arruinar todo hasta ahora.

Italia le dio una última mirada y apartó su mano para dar su atención a los otros del restaurante.

—Scusi, scusi, todo ha sido un malentendido. Mi amigo aquí no se siente muy bien—se disculpó Italia.

- ¿Malentendido? – pensó Alemania. Por primera vez, observando detenidamente el lugar; Todos los presentes los miraban con incredulidad, sorpresa y el mesero completamente horrorizado. ¿Tan mal se había propuesto?

Italia se acercó a la mesa que compartían y sacó la billetera. Alemania no podía evitar pensar que eso estaba mal, fue él quien lo invitó, era él el que tenía que pagar.

—¡Italia no, yo voy a…! —Alemania buscó en sus bolsillos para sacar la cartera, pero se detuvo al ver el terror en el rostro del italiano, talvez no debió de haberle gritado. Quería disculparse, pero Italia sonrió nerviosamente, dejando el dinero sobre la mesa.

—Vamos a casa, Ludwig—dijo Italia, caminando hacia él y tomándolo del brazo. Guiándolo hacía la salida.

—…Ja—acordó, avergonzado por la cercanía del italiano y porque utilizó su nombre humano, aunque seguía sin entender plenamente lo sucedido y lo que tenía que hacer ahora-. Verdammt, no debí olvidar los pasos- se regañó.

Alemania se dejó guiar por Italia, una vez lejos de todos. Alemania se sintió más relajado, no estaba acostumbrado al afecto en público, todo lo había hecho por Italia. Sin embargo, no podía dejar de estar aliviado por ya no tener ojos juzgadores.

Estando solos, en un camino con bello paisaje e iluminados por la luz de la luna. No podía ser momento más romántico. Alemania tenía que seguir siendo un buen amante. Se ajustó más al agarre de Italia, sorprendiendo al hombre más bajo, y caminó más despacio con su mente trabajando a la velocidad de la luz para encontrar las palabras correctas. Finalmente se detuvo en cuestión de segundos y posó toda su atención al italiano.

—Ita-Italia…—murmuró, las palabras siendo difíciles de pronunciar.

Italia lo miraba extrañado, preocupado —. Alemania, ¿estás bien?, ¿estás enfermo?, Actúas extraño—habló Italia, interrumpiéndolo.

—¿Qué? —Alemania estaba incierto -. ¿Extraño? -La palabra fue suficiente como para distraerlo de sus pensamientos, ¿Por qué Italia seguía creyendo que seguía enfermo? ¿Acaso estaba siguiendo mal los pasos?

—¿Alemania estás enfermo?, has estado actuando extraño y tu cara está muy roja, ¿Tienes fiebre? Podemos ir con España, o Austria, o Hungría o... —Italia comenzó a decir todos los nombres de los países que pudieran ayudar para la afección de Alemania.

La genuina preocupación en el rostro y voz del italiano, eran desconcertantes para Alemania. Se supone que no debería de actuar así, en el libro no mencionaban eso: ¿Qué hacía mal? ¿Por qué no recibía las reacciones esperadas por parte de Italia? Incluso en eso, Italia era tan extraño.

—Nein—Alemania negó, pero Italia seguía tan ocupado hablando. Aunque la última oración, terminó por dejar más que desconcertado al alemán.

—No me gusta que Alemania este enfermo.

¿Italia ya no lo quería por enfermo?, Alemania estaba angustiado por el pensamiento, no sé supone que los prometidos están en la salud y en la enfermedad juntos.

—¡Alemania, tengo una idea! —exclamó Italia, emocionado— Ya sé que te hará sentir mejor, vamos a comer gelato. El gelato es muy dulce y delicioso, te quitará todo malestar.

Pero Alemania ya no le prestaba atención, cuestionándose como Italia tenía tan poco honor para dejarlo por una simple enfermedad, peor aún, ni siquiera estaba enfermo, eso solo era la suposición del italiano—. Pero Italia, tú me regalaste rosas…

—Vee, Oh sí, eran bonitas, ¿Verdad? —Italia interrumpió, recordando las rosas rojas—. Quería conseguir unas para Japón también, pero ya no tenían. Eso me puso muy triste, pero logré conseguir para Alemania—Italia sonrió con alegría.

- ¿Para Japón también? - reflexionó Alemania, porqué Italia le daría Japón, acaso también…-No, eso no- se regañó el alemán.

Italia se encogió de hombros en el nerviosismo y timidez, el silencio que había y el comportamiento raro de Alemania le daba miedo.

Alemania sin querer quedarse con la duda, preguntó: —¿Ibas a regalarle rosas a Japón también?

—Sí, vee, era San Valentino, tenía que conseguir algo para mis mejores amigos. Pero sólo conseguí un ramo y pensé en Alemania—explicó Italia, con una sonrisa triste, creyendo que a Alemania no le gustaron por su expresión.

-Así que era eso, sólo eran regalos para sus mejores amigos, después de todo, Italia sí me ve como un amigo- Alemania se dijo, sin embargo, aquella noticia no le traía la tranquilidad esperada, en realidad, se sentía mal. Desganado, repentinamente triste, quería que la tierra se lo tragará. Nunca se había sentido tan miserable y avergonzado.

—Voy a casa—murmuró, ya no queriendo estar ahí más.

—Sí, prepararemos pasta y…

—No, Italia, tú no vendrás—sonó demasiado duro, haciendo que el italiano temblara de temor por el tono utilizado.

—Pero…

Alemania ya no quería escucharlo, le dio la espalda, dijo un rápido adiós de despedida en alemán y fue a casa. Sintiéndose más estúpido de lo que hizo al salir para la cita. Y, por primera vez en todos sus años, con un dolor en el corazón.

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N/A: ¿Muy triste? :c, perdonen, no era mi idea original, pero a las 2 am la inspiración sobre esta historia llegó y no pude evitar escribirla. Pero no se preocupen, este es el primer capítulo de siete, así que aún faltan 6 para arreglar las cosas.

Gracias al Foro de "Yo amo Hetalia, ¿y tú?", que me dio la oportunidad de participar en el reto (espero ganar), y a mi impulsiva decisión de inscribirme que me animó a escribir la historia, pero sobre todo a ti que estás leyendo esto. Suerte a los participantes. Saludos y mis mejores deseos.

Cualquier comentario, critica, duda u opinión es bienvenida.