Fecha: Martes, 11 de Mayo de 2004.

Capítulo No. 1

یEN EL HOSPITALی

Notas de la Autora: Un martes, 13 de mayo, hace exactamente 364 días... apareció por vez primera este mi FF en una página de foros, llamada HarryLatino, no lo terminé allí... pero ahora lo haré. Les dejo pues, el primero de los capítulos de este FF, es muy especial para mi, ya que me dio la oportunidad de conocer a magníficas personas... es por ellas que he decidido corregir mis errores y reiniciar una vez más. Si deciden que debo corregir algo más... déjenme sus comentarios... siempre serán más que bienvenidos. Cálidos saludos de... Magic

Era de noche... el rostro de un joven de cabellos castaños desaparecía entre muchos rollos de pergaminos, y libros... en algunos de ellos se lograba divisar la forma grotesca de un ser... mitad lobo, mitad humano... un licántropo.

Sin siquiera mirar lo que hacían sus manos, el joven tomó un recipiente de vidrio a su izquierda... lo aproximó a su rostro y lo sacudió.

Si todo está correcto –dijo- la poción debe ser de un color marrón –separó los ojos del pergamino y dirigió su mirada al recipiente, en cuyo interior aún se removía un líquido marrón. Una amplia sonrisa se formó en los labios del joven, se puso de pie y al hacerlo botó el mullido sillón donde estaba sentado hacía unos momentos; toda su habitación estaba repleta de objetos viejos y usados, algunos remendados, pero eso no evitaba que la habitación reflejara la calidez de un hogar.

Remus J. Lupin, el nombre del joven, estaba bordado en una vieja capa al lado de una chimenea sucia y repleta de notas.

El joven no podía ocultar su felicidad- luego de tres lunas llenas... lo he conseguido –susurraba con alegría, se pasaba el frasco de una mano a la otra, aún sonriente- con esto... con esto lograré dominarme un poco más cuando sea la hora –hablaba para sí- no lo puedo creer... lo conseguí –acercó el rostro al recipiente y lo examinó cuidadosamente- después de todo... no soy tan malo en pociones –sonrió placenteramente.

¡YA ES HORA! –gritó una persona justo detrás de Remus, éste del susto por la interrupción botó el recipiente con la preciada poción, el envase cayó al suelo haciéndose añicos y salpicando todo a su alrededor con el líquido color marrón, el cual al contacto con el suelo se vaporizó en el acto.

Remus miraba atónito aún cómo subía hacia el techo un vapor color plateado- meses, meses de investigación y arduo estudio –susurró, pero conforme avanzaba en su explicación aumentaba el tono de su voz- todo perdido en un momento –lentamente se volteó y le dio la cara a su interruptor- tenías que ser tu... ¡SIRIUS BLACK! –gritó con un dejo de conformismo en la voz.

El recién llegado miraba a los pies de Remus- ¿era algo importante? –preguntó mientras sonreía nerviosamente, sus negros cabellos caían elegantemente sobre su rostro, su vestimenta era impecable, en extremo formal... aunque había algo extraño, todo estaba bien, a excepción de que la corbata llevaba un nudo que más bien parecía ser una araña gigante.

Remus no se entretuvo en la corbata de Sirius, ni mucho menos es su interesante nudo, de hecho... pareció no notarlo. Bajó la vista y suspiró, ya un poco más tranquilo y resignado, parecía que esta no era la primera vez que Sirius lo interrumpía de esa manera... y seguramente no sería la última- me decías, Canuto, que ya es hora... ¿de qué? –preguntó con curiosidad mientras levantaba la vista y se encontraba con la mirada de Sirius.

Parecía que el recién llegado había olvidado la razón de su visita, pero pronto lo recordó, una hermosa sonrisa se dibujó en sus labios- ¡YA ES HORA! –Gritó con alegría- ¡MI AHIJADO VA A NACER... JAMES ACABA DE AVISARME Y PIDIÓ QUE LO ACOMPAÑÁRAMOS!

Remus también sonrió y la noticia recibida hizo que se olvidara completamente de lo ocurrido a su preciada poción- tenemos que ir por Peter –aconsejó y tomando su vieja capa siguió a Sirius a través de unas enormes llamas verdes que salían de su chimenea.

¿En verdad es buena idea entrar así a la casa de Peter? –Preguntó un no muy convencido Remus a un can negro que sigilosamente caminaba delante de él- Sinceramente, Sirius, tus recientes ideas han resultado en un desastre total... y yo creo... -no pudo terminar la frase, ya que tropezó con una mesa que estaba en el pasillo y cayó estrepitosamente al suelo.

Donde antes había estado un can, ahora estaba Sirius- Lumus –susurró el joven e iluminó el rostro de Remus con la punta de su varita- ¿te encuentras bien? –preguntó entre risas al ver el rostro adolorido de su amigo.

Remus se puso de pie inmediatamente, la mesa se había quebrado por el peso del joven; éste sacó su varita- reparo –susurró y la mesa se armó nuevamente ante sus ojos y tomó su posición original. Siguieron caminando a lo largo del interminable pasillo.

Pronto llegaron al final, ahora Remus iba preparado junto a Sirius con una luz que salía desde el extremo de su varita. El joven miró confundido cada una de las cuatro puertas que estaban al final del pasillo- ¿Sabes cuál es? –preguntó Remus preocupado a su compañero, curiosamente Sirius sonreía.

Es extremadamente fácil saberlo –respondió Sirius sonriente- ¿Conoces a alguien más cobarde que Peter? –preguntó mientras con su varita señalaba una puerta frente a él y miraba de soslayo los artículos que la adornaban.

Remus dirigió su mirada a donde le señalaba la varita de Sirius. Había un espejo... un reflector de enemigos y dos chivatoscopios colgando de las esquinas del marco de la puerta- obvio –susurró el joven y extendió su varita- alohomora –dijo y la puerta se abrió.

Lupin extendió su mano para abrir la puerta, pero antes de que pudiera pasar una sombra se deslizó hacia dentro y sin darle tiempo a nada se abalanzó sobre la cama, de hecho cayó justo encima de un cuerpo cubierto de sábanas.

El joven, que hacía un momento dormía placenteramente, cayó de bruces a un lado de su cama- no me hagas daño –imploraba entre sollozos lastimeros- toma lo que quieras y vete, pero no me lastimes, te daré lo que quieras... -susurraba suplicante mientras todo su cuerpo temblaba e intentaba ponerse de pie.

Remus miraba atónito la escena, pensaba en la suerte que había tenido en que Sirius lo encontrara despierto aún, de lo contrario... él hubiese pasado por lo mismo que estaba pasando su amigo en ese instante.

Cuando Peter al fin se puso de pie y logró mirar a su atacante, se encontró a un viejo conocido.

Sirius Black reía mientras balanceaba su varita entre los dedos de su mano derecha- dos en una misma noche –dijo sonriente- y volteó a ver a Remus, quien aún tenía la mano extendida para abrir la puerta y le miraba desaprobatoriamente. Sirius se bajó de la cama- debemos apresurarnos –añadió con un semblante serio mientras se aproximaba al tembloroso cuerpo de Peter- James nos espera.

¿Ahora? –Preguntó Peter con rostro soñoliento y alterado- ¿para qué? –añadió entre un bostezo.

¡MI AHIJADO NACERÁ EN CUALQUIER MOMENTO! –Gritó Sirius- ¡NO TENEMOS TIEMPO PARA PERDER! –e inmediatamente le lanzó una capa a Peter.

James Potter era un joven que por lo regular tenía reflejada en el rostro una gran despreocupación, siempre tenía esa hermosa sonrisa que hacía que cualquiera persona que la mirara sintiera una gran paz.

James tenía ese algo especial, además de tener un cabello color negro azabache, siempre alborotado. Pero esta noche, estaba más que preocupado y en extremo asustado.

Junto a él en la sala, estaba un anciano ataviado de una manera muy formal, pero con algo peculiar... una larga y plateada barba; el anciano miraba sonriente como James caminaba de un extremo de la sala al otro, hacía tiempo ya que se había resignado a que tratar de tranquilizar a James era algo más que una misión imposible, así que ahora únicamente se limitaba a mirarlo.

Deberían estar ya aquí –pensó James- si tan solo... -el fuerte estruendo que retumbó en toda la sala interrumpió sus pensamientos y al voltear su vista hacia la derecha, observó a una enfermera que miraba aterrada hacia él... Tres personas habían aparecido detrás suyo.

James se volteó lentamente y miró ensimismado la cara sonriente de Sirius.

El anciano se encaminó lentamente hacia la enfermera, quien miraba como petrificada a las tres personas aparecidas de la nada y la dirigió por los pasillos, alejándola de la sala donde se quedaron únicamente los cuatro amigos; James escuchó que a lo lejos el anciano pronunciaba un hechizo.

¡SIRIUS BLACK! –Gritó James fuera de sí cuando salió de su asombro y miró que no había nadie más en la sala- ¿cómo te has... -se detuvo cuando observó que otra enfermera ingresaba a la sala con una tablilla entre manos.

La enfermera miró a los presentes, bajó la vista hacia su tablilla, la abrió y rebuscó entre las hojas que tenía dentro, leyó mentalmente una hoja, luego levantó la vista- ¿quién de ustedes es James Potter? –preguntó seriamente sin levantar la vista de su tablilla.

James suspiró, estaba pálido y parecía como que pronto iba a perder el conocimiento- soy yo –susurró más preocupado que nunca.

La enfermera levantó la vista y lo miró fijamente –es tan joven como su esposa –susurró para sí y luego volvió su vista a la tablilla.

James sintió como si hubiese sido examinado de pies a cabeza, volvió a suspirar, en espera de información.

Su esposa... Letty –comenzó a hablar la enfermera... pero fue interrumpida.

¿Lily? –preguntó James extrañado.

Sí, Lily –dijo la enfermera- acaba de dar a luz a un niño; ambos, la madre y el pequeño, se encuentran en excelentes condiciones, no ha habido complicaciones, podrían dejar el hospital mañana mismo si así lo desean –añadió- puede pasar a verlos, sígame –y sin siquiera esperar a que James la siguiera, empezó a caminar.

James se quedó paralizado, en medio de la sala, sólo se escuchó que susurró algo.

La enfermera dejó de caminar y se volteó hacia James- ¿va a seguirme? –preguntó.

Sirius se aproximó a su ensimismado amigo y le dio una palmada en el hombro- James, reacciona –dijo sacudiendo un poco a su amigo. No pudo ocultar una gran sonrisa en su rostro.

Sí... sí, claro –dijo al fin James, y así ambos, la enfermera y él, se perdieron en un pasillo, el cual James sintió eterno. Pronto conocería a su hijo, el fruto del amor que él y Lily se tenían.