Hola! Hace muchísimo tiempo que no publicaba nada :( pero bueno, esta es la primera historia de la que alcanzo a escribir un capítulo completo en mucho tiempo :D ojala les guste, sobre todo a los que siempre leen y dejan reviews n.n En verdad que sus comentarios me animan a escribir *u*
Muchas gracias por leer y por favor dejen Review o PM ;)
Overdosing
Roy sostuvo la jeringa entre los dientes mientras se buscaba la vena del brazo izquierdo con el dedo índice y medio de su mano derecha. El torniquete mediocre que se había hecho no ayudaba mucho pero la verdad es que estaba demasiado decidido como para que eso fuera un impedimento. Él siempre, siempre estaba solo pero pocas veces se sentía tan molesto al respecto…
Esos últimos meses habían sido el colmo. Oliver siempre había sido un imbécil irresponsable pero esque nunca antes había llegado al punto de dejarlo totalmente solo casi tres meses, y como si con eso no fuera suficiente, al llegar sólo pasó esa noche en la casa antes de tomar un vuelo a primera hora rumbo a Rusia, o a donde fuera que estuviera en ese momento, para una serie de juntas y negociaciones que ya llevaban más de dos semanas…
Lo peor es que no debería ni siquiera afectarle, es decir, tenía casi quince años. No debería de molestarle pasarse todo el día en aquella enorme casa vacía y solitaria, tampoco era como si debiera importarle mucho comer cereal o sándwiches solo todos los días o no escuchar más voces en casa más que las de la televisión.
No obstante, sí le afectaba. Sí le afectaba porque se sentía, sólo, triste, desanimado, molesto… Y esque no era justo, es decir, él no le había hecho nada a Oliver como para que de la noche a la mañana ya no quisiera ni verlo…
Roy era plenamente consciente que para Oliver había sido un tanto difícil la separación con Dinah… pero había sido duro para él también. Muy a su pesar, ya había comenzado a hacerse ilusiones con la idea de tener una madre y una hermana, o lo que sea que Artemis fuera, en casa…
Al diablo, Oliver no era el único que se la había pasado mal. Aparte, eso no era excusa, es decir, Oliver y Dinah se la pasaban terminando y volviendo, así que no debería ser nada nuevo con él.
No, tanto Green Arrow como Oliver Queen sólo estaban luciéndose y ocupándose de sus propios asuntos. Al demonio con Roy, él se podía cuidar solo, ¿no?
Roy se insertó la aguja en la vena algo descuidadamente.
Cuidarse sólo, pensó mordazmente, sí claro….
Sin embargo, no mucho después ya su mente estaban divagando en un colorido torrente de pensamientos, tan turbio y al mismo tiempo relajante como pocas cosas podían ser.
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Oliver entró a la casa y metió las maletas en el recibidor antes de cerrar de un portazo. Estaba literalmente cayéndose de cansancio y lo único que quería era tirarse a dormir, pero claro que no podía; eran apenas las 4 y media de la tarde y tenía mil cosas que hacer. Para empezar, quizás pedir algo de comer porque se moría de hambre.
-¡Roy, ya llegué!- le avisó a gritos al muchacho mientras subía todas sus cosas por las escaleras- ¡¿Qué quieres comer?!-
Normalmente, Roy siempre salía de donde estuviese, ya fuera para saludar o discutir por algo. No obstante, en esa ocasión no se escuchó un solo ruido.
-¡Roy!- lo volvió a llamar, impacientándose un poco- ¡Hijo, ¿qué quieres que pide de comer?!- dejó las maletas en el pasillo, recargadas contra la pared.
Pero de nuevo no le contestó nadie.
Oliver exhaló con cansancio. Quizás Roy estaba en casa de un amigo o con alguien y le había avisado a Dinah, así que lo único que debía hacer era llamarla para confirmar y listo. Aunque bueno, pensándolo bien Roy siempre estaba dormido en las tardes... no le había dicho que llegaría antes porque ni siquiera él mismo lo había sabido antes, así que de seguro Roy estaba de lo más tranquilo en sus asuntos.
-Roy- lo volvió a llamar antes de tomar la manija de la puerta.
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Finalmente, las cosas se fueron aclarando y tanto los colores como los sonidos se fueron separando y ordenando en la cabeza del chico. Gradualmente volvió a sentir como su mente aterrizaba de nuevo en su cuerpo y a cada segundo tenía los pies más firmes sobre la tierra… figurativamente, claro, porque se encontraba sentado en el piso con las piernas cruzadas, prácticamente desplomando todo el peso de su espalda contra la cama de su habitación.
Aun se encontraba medio estupidizado, si bien era plenamente consciente de todo lo que pasaba a su alrededor, todo su cuerpo aún se sentía algo pesado como para moverse. Aun ni siquiera se había sacado la jeringa de la vena.
De nuevo todos aquellos mordaces y grises pensamientos se abrían camino hasta su subconsciente, empujando fuera esa pacífica sensación de bienestar que apenas hace algunos instantes lo recorría por completo. Aun sentía un poco acelerados los latidos de su corazón pero éstos poco a poco se iban normalizando… todo en su patética vida estaba volviendo a la normalidad.
No sabía, ni siquiera tenía una idea aproximada de cuánto tiempo había pasado desde que se inyectó, pero si ya se le estaba pasado pues calculaba que talvez unas tres o cuatro horas. Pensando en ello, con mucho esfuerzo levantó la mano y se sacó la jeringa un tanto descuidadamente. Claro que sintió el leve tirón en su vena del brazo izquierdo, pero no le dio mucha importancia; le quedaban un par de días antes de que Oliver llegara a casa y entonces tendría que esperar un poco antes de que el tipo volviera a irse, así que mejor aprovechar bien su tiempo.
Claro, la puerta abriéndose repentinamente fue el incentivo suficiente como para volver casi del todo al mugroso mundo real.
-Roy, ¿estás ahí? Acabo de llegar y…-
Mierda…
El celular que Oliver ya se había sacado del bolsillo del saco cayó al piso con un sonido estridente, pero ninguno de los dos pareció notarlo. Mientras que Roy se quedó como congelado sin saber si era por el miedo o porqué, Oliver cambió su expresión atónita por una ciertamente mil veces más furiosa… peligrosamente contenida como si toda la ira del mundo estuviese a punto de estallar.
Para ser justos, Roy fue el primer valiente en romper la tensión… al dejar caer al piso la jeringa.
-Mierda… puta mierda!- reaccionó de pronto el hombre.
Roy se levantó tan pronto como pudo mientras Oliver maldecía por lo bajo y evitaba mirarlo.
-Esto debe ser una jodida broma!- espetó sinceramente más molesto que nada- Un chiste de mal gusto, Roy!-
-Yo…- al fin las palabras parecían querer salir de su boca, retrocediendo instintivamente un par de pasos para alejarse aunque fuera un poco de la evidente molestia de Oliver.
-Tú ni me hables!- bramó, cortándole todo deseo de defenderse- No puedo creerlo…-
Roy se quedó callado un momento, mirándolo precavido. Aun no decidía si tenía más miedo o vergüenza. Sabía que ningún secreto podía mantenerse por siempre, pero enserio que la última persona que necesitaba que lo descubriera era Oliver.
-Es…- se sintió un poco mareado.
-Y para colmo estás todavía estupidizado con… con esa… basura- escupió con desdén, dirigiéndole una mirada que hasta a Roy le dolió un poco.
-No, yo…-
-¿Sabes qué? No voy a lidiar con esta versión tuya tan patética hasta que se te pase lo idiota- fue lo único que declaró antes de volver a salir, cerrando la puerta tras él.
Roy se estremeció un poco al escuchar el estridente portazo y se desplomó en su cama sintiendo como si el mundo quisiera estrangularlo. Todo se le había caído encima al mismo tiempo…
Aunque claro que la culpa se le olvidó cuando escuchó el inequívoco sonido de una llave girando dentro del cerrojo de la puerta… y eso no era lo peor: su mochila.
¡Joder, su mochila estaba afuera de su habitación! ¡Agh, la necesitaba! Ahí tenía todas sus cosas y las necesitaba, se sentía muy mal…
No… no, no, no, no, no….
-¡Oliver!- el muchacho se levantó tan pronto como le fue posible para llegar a la puerta lo mejor que pudo, pero al intentar abrir confirmó sus terribles sospechas.
-¡Oliver!- volvió a gritar, ahora también golpeando la gruesa madera con el filo de ambos puños.
No, tranquilo… tranquilo, Roy… respira más lento y piensa claro… respira…
¡Al diablo!
-¡Oliver, no me encierres!- entró en pánico ahora abiertamente- ¡Papá, déjame salir!-
No tenía sus llaves- las había dejado en la mochila-, las ventanas tenían protección desde antes que Oliver se fuera por ahí en sus viajes estúpidos, sus armas y herramientas estaban en el gimnasio y con la daga que tenía bajo su cama no podría hacer mucho…
-¡Oliver, por favor sácame!- volvió a golpear la puerta frenéticamente.
¡¿Qué demonios?! Oliver nunca lo encerraba! ¿por qué ahora sí? Ni que hubiera hecho algo tan grave, o bueno, al menos nada que le importara al tipo…
-¡Oliver, abre la puerta!-
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El playboy y Vigilante de Star City caminaba de un lado a otro de la sala de estar, tan furioso como un león enjaulado. La ira le abrumaba la mente, nublándole los pensamientos y creando un torbellino de rabia en la cabeza.
¿Cómo había podido el muy ingrato? ¡Lo tenía todo! Todo lo que un adolescente pudiera querer, el chiquillo ese lo tenía… Ah, pero eso sí, ¿cómo se lo pagaba? Aprovechando la primera oportunidad para hacer estupidez y media!
El hombre se llevó ambas manos al rostro y sofocó un grito de frustración.
¡Drogas! ¡De todas las tonterías que Roy pudo haber hecho, se le ocurría al muy… se le ocurría meterse drogas!
Oliver maldijo por lo bajo antes de quitarse las manos del rostro, pero justo al regresar su vista a la habitación, se encontró justo con una razón perfecta para no pensar más en… pues en nada.
Avanzó un par de pasos y alcanzó su maletín con documentos de la oficina. Sacó sus llaves del bolsillo de su saco junto con el celular que usaba para cuestiones de negocios y se dirigió a la puerta principal de la casa tan pronto como pudo.
