Jigoku
-Summary: "El Seppukku era simplemente el camino más fácil y él, preferiría el difícil" One-Shot.
-Advertencias: Centrado en Okita Souji (de nuevo, porque estoy enamoradísima de él) y tiene Spoilers de lo que pasó luego de la serie.
-Rated: K+
-Parejas: Ninguna.
-Personajes: Okita Souji, Yamanami Keisuke; menciones Hijikata Toushizou.
Okita Souji no podía negar que él pensaba que el Seppukku era un acto que no tenia punto, simplemente el de un camino más fácil por eso, aunque muchas veces se vio tentando a acabar con su miserable vida, cortando de una sola zanjada con su wakizashi o katana, da igual, su delgado estómago simplemente la idea no le agradaba.
Pero, recordaba que de pequeño su maestro Kondo Syüsuke le había dicho que aquel acto no era una cobardía, era simplemente morir por el camino fácil y en vano por eso, aunque estuviera por demás dispuesto a lo que sea, simplemente no podía hacerlo, porque él no era así, no lo era.
Pero aun así no había podido evitar sentir un dolor punzante en su corazón cuando Yamanami se hizo el Seppukku, ante la mirada sin expresión de Hijikata y la débil y triste del chico, pues por más que fuera quizá, el más importante de los capitanes, eso no lo libraba de tomarle cariño a alguien, como se lo tomo a Yamanami, quien para Okita era como un hermano, la única persona que hubiera preferido saliera ileso se hizo frente al comandante y al primer capitán aquel acto.
Al chico por las noches le gustaría que aquella tos que había descubierto en el incidente de la posada de Geishas Ikeda lo matara de una vez, en vez de seguir sufriendo silenciosamente durante la noche. Ya que se trataba de una enfermedad incurable, iba a morir, morir. Aquella palabra no despertó en el chico ningún sentimiento más que la indiferencia, pues mientras pudiera hacer algo por el Tokugawa, lo demás no importaba, simplemente luchar por lo que él creía.
Iba a morir, la muerte lo llevaría, no había esperanzas y a Souji, tampoco le interesaba si las había. Solo y muerto, como una estatua quedaría su alma en las noches en pena.
Okita ladeo una sonrisa débil mientras mira en la inmensidad que la noche estaba tan fría como si se fuera a congelar—Al parecer el frio aumentó—murmuro tal niño indefenso, mientras se arropaba un poco más con aquellas delgadas mantas que simplemente no le era suficiente para estar caliente.
Miró de reojo su wakizashi mientras se levantaba torpemente y caminaba hacia él, a la vez que sus pies se enfriaban aun más por el suelo frio y desnudo que pisaba a cada paso que caminaba hacia quizá, el único objeto que tenia algo de valor personal hacia Okita.
Lo empuño con destreza mientras este iba dirigido a su yukata de intachable blanco inmaculado en la parte donde se encontraría su estómago y cerró los ojos con fuerza, mostrando impotencia hacia aquel rostro amable y de lentes que lo miraba desde la inmensidad, con algo de tristeza.
"Okita, si alguna vez presencias un Seppukku frente a ti, por favor, no pienses en él como una liberación, no lo hagas, no quiero que termines como ellos, quienes no pudieron disfrutar la vida y tú, que aun eres joven si puedes" Le había dicho el sub jefe Yamanami mientras un pequeño Okita de once años lo miraba ladeando la cabeza tal niño pequeño, sin comprender el porque su superior le decía aquello pero Souji solo le respondió con una sonrisa y asintiendo, mientras recordaba sus palabras.
—Al parecer ya entiendo de que hablaba Yamanami-san—se dijo así mismo mientras una amarga sonrisa iluminaba sus facciones, Yamanami había hablando acerca de él y de que ya sabia que algún día tendría que cometer ese ritual, al igual que muchas personas, pues se había arrepentido de su manera de vivir.
Dejo el arma y con paso lento se dirigió de nuevo hacia su futon y se arropo con vehemencia, sabiendo que si le daba más frio sus días estarían contados y no seria un año lo que viviría, sino quizá algunos meses. Prefirió optar por dormirse de una vez, pues mañana tendrían mucho trabajo y quizá si Hijikata viera lo pálido y soñoliento que se encontraba el capitán de la primera división, no lo dejarían salir y eso es algo que no se podía permitir, después de todo, Okita jamás le gustó que le tuvieran lastima, ni ahora ni nunca y tenia que demostrarles que él, Okita no era ningún inútil.
Sus ojos se abrieron momentáneamente, mientras recordaba el porque se encontraba en aquel hospital y recordó momentáneamente como su enfermedad había hecho que se desangrara…
Vio caras. Ninguna la reconoció pero hubo una, que se encontraba detrás de los médicos que hacían lo que sea por mantenerlo vivo se encontraba. Vio un hombre con rostro simpático y amable y de grandes y redondos anteojos que se mecían graciosamente junto con su cabello.
El hombre negó con la cabeza y miraba entristecido al pobre chico muriendo, mientras los parpados de Okita se cerraban y se volvían a abrir, pero de manera lenta y agonizante, mientras volvía repitiendo el mismo proceso...
Sus ojos se cerraron, y ya no hubo más que hacer, sollozos se escucharon mientras el cuerpo ahora frio y ensangrentado de Okita Souji se encontraba inmóvil.
Okita Souji se encontraba ahora de lado de Yamanami, mientras miraba su cuerpo sin vida y lleno de sangre que se encontraba frente a sus propias narices dándose cuenta de que había perdido la vida en el campo de batalla.
Una sonrisa triste se formo en la cara fantasmal de el ahora muerto Okita Souji mientras miraba a Yamanami con una sonrisa que significaba nada, y a la vez todo.
—Al menos cumplí la promesa, Yamanami-san. Nada de Seppukku o cualquier suicidio.
Un silencio tensó el ambiente mientras el espíritu de Yamanami le respondía—Creo que tienes razón, aun así, eres un idiota—Hablo antes de que ambos espíritus salieran del lugar, dispuestos a encontrarse con Saito Hajime para que les diera el descanso eterno.
"Okita Soujiro Fujiwara no Harumasa"
Kin y Mitsu sollozaban mientras miraban la tumba de su hermano menor con tristeza por su muerte a la vez que Mitsu puso algunos claveles blancos en la tumba de su hermano, aun con saladas lágrimas cayendo de sus mejillas.
—Prometo que nos reuniremos Souji. Toma estas flores, siempre te han gustado y creo, eran tus favoritas ¿No es…así, Souji…?—le pregunto a la tumba con voz quebrada, no encontrándose su hermano menor mejor puesto que no podía siquiera articular palabra. Mientras las dos se daban la vuelta, no dándose cuenta de que una familiar figura se encontraba detrás de la tumba, mirando con aire ausente las flores.
—Esto no es un adiós, es un hasta luego… ¡Nos vemos, Souji…!—Alcanzó a decir Kin con voz estrangulada mientras la pelinegra se daba la vuelta decididas ambas a regresar con sus maridos, que tampoco habían salido bien librados de la guerra.
—Tienes razón, son mis favoritas, pero se equivocais en algo Mitsu, Kin...no nos volveremos a encontrar— Eran palabras oídas únicamente por el viento que revoloteaba y Souji miro hacia atrás, dándose cuenta de que su maestro se encontraba al lado de él poniendo una mano sobre su hombro.
—Tenemos que irnos Souji, este no es nuestro lugar.
Lo único que el viento capto luego fue un suave y dulce—Lo se—Mientras ambas almas se iban para su juicio, muy probablemente a recibir el castigo que, justamente, se merecían por ser unos pecadores y acabar con tantas vidas inocentes.
Owari...
Notas: Soy sádica ToT me encanta hacer sufrir a Souji, y eso que es mi personaje favorito y no solo del Anime/Manga, sino que se ubica en el séptimo puesto de mis personajes favoritos del Anime en general.
