Disclaimer: Joss Whedon es el dueño de Buffy, por suerte. Él creo a Willow y a Dawn, y aunque ambas repateen un poquito son geniales, así que no pretendo robar a Joss. Bueno, si quiere darme su cerebro, no diré que no XD
N/A: Primer intento con la pareja. Algo fluff. A ver qué tal.
Querido diario
Cuando tenía doce años, una de sus compañeras de clase, una tal Jessica, dijo que se había enamorado de una chica. Dawn recuerda haberlas visto besándose en los pasillos, con mucho labio y poca lengua y con ese descaro que sólo da la inocencia de la infancia (y que, por supuesto, ella compartía).
Ella también recuerda a Tara. Tampoco es que sea posible olvidarlo, con todo lo que ocurrió. Recuerda las miradas entre Willow y ella, recuerda haberlas visto cogerse las manos bajo la mesa y recuerda los primeros besos que ella vio, casi a escondidas.
Lo que Dawn no recuerda es la primera vez que ella extendió la mano bajo la mesa. O, bueno, quizás sí. Quizás fue aquella vez en que Willow lloraba porque había discutido con Kennedy, y estaban solas en casa y… Sí, puede que fuera aquella vez. Puede que aquel día se acercara y la tomara de la mano. Puede que aquel día ella se acercara a besarla suavemente y puede que le hubiera gustado. Todo suposiciones, claro.
-No, no fue esa vez.
-¿Qué?
-Que esa no fue la primera vez que me diste la mano.
Dawn levanta la mirada de su diario. Porque sí, sigue escribiendo en su diario y tiene la impresión de que lo hará siempre, aunque sólo sea porque ser la hermana de la Cazadora da para contar muchas cosas. Se pregunta cómo puede haber sabido ella lo que estaba escribiendo y luego recuerda que es una bruja y un leve oh escapa de su boca. La pelirroja ríe y se estira en la cama.
-Ven, anda.
-Buffy estará aquí pronto.
-No lo creo, estaban teniendo problemas con esos vampiros que Faith encontró.
-En cuanto termine esto.
Ya lo recuerda. Fue cuando llegaron a aquella casa. Inglaterra era tan diferente de Sunnydale que incluso mirar el cielo permanentemente grisáceo le producía escalofríos. Y no fue ella, fue Willow la que la tomó de la mano aquella mañana, mientras miraban a ninguna parte desde la ventana del piso superior.
-Sí, fue ésa…
-¿Podrías intentar no averiguar lo que escribo?
-¿Me dices a mí? -la mira con toda esa picardía que posee, la misma que los demás no son capaces de ver, y le pide que se acerque.
Y cuando se acerca, confiada y se sienta junto a ella, la besa. Y ella ya debería estar acostumbrada a que le tiemblen las piernas, y tendría que haber dejado de mirar de reojo por si acaso aparece Buffy (que no va a hacerlo, porque si Will dice que no va a aparecer… es que no lo hará), pero sigue sintiéndose la misma niña insegura que la primera vez. Y aunque a veces se pregunta si no estará mal, si eso no molestará a Buffy o a Kennedy (que no parece querer irse, a pesar de todo), luego simplemente se deja llevar.
Porque Dawn no sabe qué pasará mañana o al día siguiente, porque todo cambia demasiado cuando vives a merced de vampiros y demonios, pero lo que sí sabe es que los besos de Willow son dulces y que también lo son sus abrazos, que se siente protegida y que, ahora mismo, no hay nadie en el mundo que le parezca más perfecto que Willow Rosenberg.
-Espera un segundo.
Dawn se levanta, se echa el pelo hacia atrás y se sienta en su escritorio. Porque aunque le gustaría estar allí en la cama, echada junto a ella, hay algo que debe escribir, algo de vital importancia.
Querido diario,
Estoy total y absolutamente enamorada de Willow. (Y no me importa ni me importará lo que diga Buffy).
Dawn.
