¡Buenas! No sé si este fandom es muy leído en Español, supongo que sí... al fin y al cabo Harry Potter es una de las secciones de Fanfiction más escritas y comentadas. Yo fui (supongo que sigo siendo) una lectora asidua de los libros de Harry Potter, aunque mi obsesión por ellos disminuyó con aquel parón entre el cuarto libro y el quinto (Quizás incluso crecí entre estos dos libros). Debo confesar que el epílogo no me gustó en absoluto, me resultó demasiado final feliz de Disney. Si J.K Rowling le daba por escribir más libros, preferiría que lo hiciera sobre los merodeadores y la conversión de Tom Riddle a Voldermort en lugar de la Nueva Generación (¿Qué haces escribiendo sobre ellos, entonces? os preguntareis). Hace mucho mucho tiempo comencé a escribir uno muy largo sobre los merodeadores pero me di cuenta de que no iba a terminarlo así que lo borré (Por eso ahora tiendo a hacer fics más cortos, para asegurarme de que los termino). Después de ver la séptima película (Es genial!) me dio un mono por HP y entré en Fanfiction- Harry Potter, hacía mucho tiempo que no paseaba por aquí. Leí un Scorpius-Rose en inglés que me pareció muy entretenido. De hecho los considero similares a los Lilly Potter-James Potter (Los primeros) pero añadiendo a un joven Draco Malfoy (Adoro a Draco), encarnado en su hijo Scorpius. Finalmente, atraída por la posibilidad de hacer lo que quisiera con los personajes (puesto que no existe el canon) y por jugar con las similitudes y diferencias entre padres e hijos me decidí a escribir un fic Rose-Scorpius. He oído muchas críticas sobre lo cliché que suelen ser los fic de esta pareja, no sé si el mío podría considerarse igual. Hay odio y hay atracción sexual, escribir sobre ello es demasiado divertirlo como para huir de él a favor de hacer algo no cliché.
Espero que disfrutéis del fic, será un mini fic compuesto por 4 capítulos (Aproximadamente, aún no lo he terminado como para poder garantizarlo)
TABACO
Capítulo 1: Actores de un teatro improvisado
Eran una celebridad, un grupo de jóvenes famosos por aquellas heroicidades o pecados que sus padres habían cometido. Estaban acostumbrados a recibir miradas de asombro, a que algún alumno de primero los señalara sin discreción y a las recriminaciones de los profesores cuando no se comportaban como lo hubieran hecho sus progenitores.
El pelo pelirrojo y las pecas se había convertido en una seña de valentía, el apellido Weasley, a la vez que el de Potter, era un sinónimo de héroe. Por el controlario, la tez pálida y el pelo platino correspondía a la cobardía, al mal, a todo aquello que resultaba siniestro. Como si estuvieran protagonizando un teatro improvisado, los hijos de aquellos que salvaron el mundo intercambiaban palabras hirientes con el único heredero de Draco Malfoy, como sus padres habían hecho años atrás en aquellas mismas paredes.
La rivalidad entre Scorpius Malfoy y los Potter y Weasleys era pura, no estaba presionada por lo que reperesentaban sus apellidos, sino que todos sentían dicha antipatía con profundidad.
Rose Weasley caminó por los pasillos de Hogwart acompañada por su primo Albus Potter. Éste estaba haciendo un monólogo sobre Quidditch, sobre el nuevo equipo de Gryffindor, el capitán, el torneo del año pasado y las nuevas estrategias. Rose se limitaba a asentir, jamás había sentido interés por el Quidditch (seguramente había herededado esa indiferencia de su madre). Mientras fingía que escuchaba a su primo, Rose reconoció a la delgada figura de Scorpius Malfoy cruzando el pasillo. Rose se mordió el labio, lamentándose de aquel encontronazo puesto que no estaba de humor para batallas verbales y sabía que en cuanto Scorpius pasara por su lado lanzaría algún ingenioso insulto.
Por supuesto. No se equivocaba.
Malfoy le golpeó el hombro con el suyo, obligándola a apartarse para dejarle paso. Rose meneó la cabeza pero se resistió a hablar. Albus, sin embargo, parecía preparado para las usuales disputas.
- ¿No te enseñó tu padre que es de mala educación empujar a las damas en lugar de cederles el paso?
Scorpius Malfoy se detuvo en seco. Rose pudo ver cómo contraía los músculos de su espalda, preparado para contraatacar. Tardó segundos en darse la vuelta, seguramente tratando de imponer un efecto dramático a su contestación.
- No veo a ninguna dama cerca, Potter- respondió Malfoy.
Rose sonrió ante aquel insulto directo, se hubiera esperado algo más imaginativo. Malfoy no se sintió satisfecho y añadió- Weasley, si siguen creciéndote pecas te saldrán en el blanco de los ojos. He visto elfos con la piel más suave.
Rose frunció la nariz, Albus le puso una mano en su brazo como si intentara detener un ataque de furia por parte de su prima.
- No todos tenemos la suerte de tener una piel blanquecina como la de un cadáver- le espetó Rose con sarcasmo.
Malfoy, debajo de su túnica, sujetó su varita de nervio de dragón. Mantuvo su fría mirada sobre los dos primos. Albus, adivinando la pose de su adversario, se apresuró también a aferrarse a su varita. Ambos desenfundaron sus varitas casi al mismo tiempo, preparándose para un duelo. Parecían pistoleros del oeste, contando en voz baja los segundos necesarios antes de batirse en un duelo justo.
Rose se mordió el labio y miró su reloj muggle (mecánico puesto que cualquier aparato eléctonico no hubiera funcionado en las inmediaciones de Hogwart). Si empleaban hechizos para derribarse mutuamente, llegarían tarde a transformaciones y la Profesora McGonaggal no aceptaba excusas.
Malfoy advirtió el gesto de Rose, cómo se mordia los labios y dirigías sus pupilas hacia arriba en un gesto de meditación. El Slytherin bajó levemente la varita adivinando cómo iba a ser el desenlace de aquella situación. Tal y como había imaginado, Rose dio voz a su preocupación:
- Deberíamos irnos ya, Albus. No deberíamos llegar tarde a transformaciones…
Albus miró a su prima, dudando si hacerle caso. Mantuvo la varita señalando hacia Malfoy durante algunos segundos más. Scorpius, sin embargo, bajó su brazo creyendo con arrogancia que si Potter se decidía a atacarle él sería lo suficiente rápido como para alzar la varita nuevamente para defenderse. La mirada de Scorpius se desvió desde Albus hacia Rose, que también estaba mirándole aliviada de que Scorpius hubiera decidido dar fin a aquel duelo que aún no había empezado.
- Yo tengo pociones- dijo Scorpius.
Albus mantuvo su posición de duelo durante algunos segundos más, desconfiando de su enemigo. Rose le instó a bajar la varita, colocándole la mano en el hombro. Por fin, Albus se dio la vuelta para continuar el camino. Rose envió una longeva mirada hacia Scorpius y siguió a su primo pasillo abajo.
Su rivalidad les servía como entrenamiento y también para dar via de escape a sensaciones y frustaciones que les habían nublado la semana. Si Rose sacaba una nota insatisfactoria en alguna asignatura, lo cual era bastante inusual, siempre buscaba de forma casi desesperada a Scorpius Malfoy para poder insultarle, para poder lanzar contra él la energía negativa que había surgido de aquella decepción. Pero sus disputas siempre se mantenían en el campo verbal, nunca se lanzaban hechizos, al contrario que Albus y Scorpius cuyos duelos se habían hecho famosos en el colegio. Los prefosores creyeron que darían fin a esta tradición si convertían a Malfoy en premio anual, se habían equivocado.
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¡ 50 a favor de Potter, 34 a favor de Malfoy!
La voz de Fred Weasley se oyó con claridad en la sala común de Gryffindor. Estaba utilizando algún hechizo que simulaba un altavoz. Uno de los alumnos de segundo, cuyo nombre Rose no recordaba, levantó la mano mostrando 10 sickles.
- ¡Apuesto 10 Sickles por Potter!
Fred aceptó el dinero y escribió en su libreta la nueva apuesta. Rose puso los ojos en blanco al ver un ejemplo más de cómo Fred convertía toda actividad suya en un evento lucrativo.
¡51 a favor de Potter, 34 a favor de Malfoy!
Rose tenía la seguridad de que el duelo no se había pospuesto sino que se había cancelado. Aquellos insultos que habían intercambiado en el pasillo antes de transformaciones no habían surgido por una confrontación verdadera, sólo estaban comportándose como debían comportarse, siguiendo la rivalidad que se había convertido en hábito desde el primer curso. Fred tendría que esperar a que otra situación, como un partido de Quidditch entre Gryffindor y Slytherin, los empujara a batirse en duelo. Este viernes Slytherin se enfrentaba a Hufflepuff en el campo de Quidditch y Gryffindor tendría que esperar dos semanas para jugar contra la casa de la serpiente.
Rose bostezó mientras releía La revolución de los duendes, el tema que estaban cubriendo en Historia de la magia en esos momentos. Se inclinó hacia su libro, intentado buscar una posición cómoda. Su cabello ondulado pelirrojo cayó sobre sus hombros como si se tratara de un velo. Era la única que estaba intentando estudiar puesto que los exámenes acababan de terminar, pero como buena hija de Hermione Granger, Rose consideraba que el estudio debería ser constante durante todo el año. Evidentemente, a nadie le había sorprendido cuando la habían nombrado prefecta pero sí, cuando el premio anual femenino había pasado a manos de Alice Abbot de Huflepuff.
Afortunadamente, no tendrás que compartir sala común con Malfoy, le había animado James Sirius Potter, el hermano mayor de Albus. James había finalizado su séptimo curso hacía dos años y el puesto de capitán había pasado a manos de su hermano Albus. Su hermano pequeño aunque era muy buen cazador, era mucho más impulsivo que James y le tenía mucho menos respeto a ganar con justicia. Jugaba limpio pero Rose estaba segura de que Albus pretendía descubrir las estrategias del equipo de Slytherin. Estaba deseoso por realizar un partido impecable y mostrarse como un jugador tan brillante como James. Rose prefería mantenerse al margen de los planes de su primo, si desconocía las intenciones de su primo no se vería obligada a restarle puntos a Gryffindor.
Su primo Albus se inclinó hacia ella, poniendo los ojos en blanco al ver el aburrido libro de historia en las manos de Rose. Se sentó junto a ella con un suspiro, se metió la mano en el bolsillo y sacó un paquete de cigarros, sacó un cigarrillo de él pero se quedó durante dos segundos mirando en el interior de la caja, con el ceño levemente fruncido.
- Juraría que tenía más cigarrillos. Estoy comenzando a pensar que alguien me los roba- comentó Albus. Él se cambió del lado donde estaba sentado junto a Rose para evitar que la brisa enviara el humo sobre su prima. Sabía que ella detestaba el tabaco. Albus encendió un cigarrillo y miró con desconfianza a su primo Fred, el único de la familia del que él tenía constancia de que fumaba.
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Unas plantas carnívoras se movían con violencia dentro de la jaula, frente a los veinte alumnos que las miraban con asombro, sintiéndose seguros ante el férreo material de los barrotes. Rose pensó que aquella planta carnívora parecía estar desperezándose después de un mal despertar.
- ¿Alguien sabe decirme el nombre de la planta que tienen ante ustedes?- preguntó el profesor Crane.
Rose pudo ver desde su posición cómo Scorpius Malfoy observaba la planta carnívora como si estuviera hipnotizado. Rose aprovechó para levantar la mano todo lo alta que pudo, balanceándola en el aire.
Los ojos del profesor se posaron sobre Rose con una sonrisa propia de un maestro orgulloso- Señorita Weasley.
- Dionaea Miscupula es su nombre científico, profesor.
- Muy bien. Un punto para Gryffindor. ¿Qué puede decirme más sobre la Dionaea Miscupula, Señorita Weasley?
- Es una planta carnívora originaria de Norteamérica. El primer mago que se interesó por su estudio fue el italiano Maximo Morelo, que trabajó con un grupo de muggles biólogos. Morelo interpretó erróneamente el nombre, apodándola Donna Miscupula. La sabia de esta planta carnívora es esencial para algunas pociones coagulantes, muy utilizadas en el ámbito de la medicina mágica.
- 5 puntos más para Gryffindor. Pero de hecho, Señorita Weasley, la Donna Miscupula es…- El profesor Crane se quedó en silencio al ver como Scorpius Malfoy alzaba la mano con calma. Rose tragó saliva, estaba segura de que estaba a punto de observar una muestra de la brillante mente de Scorpius Malfoy y su imbatible memoria- ¿Señor Malfoy, tiene algo que añadir?
- Weasly acertó al decir que Maximo Morelo es el primer mago que utilizó la Donna Miscupula para objetivos médicos y que apodó erróneamente a esta planta como Donna en lugar del latín Dionaea. Pero posteriormente en su estudio se dio cuenta de que había dos tipos diferentes de esta planta, una de ellas tiene un tamaño superior y su sabia es mucho más poderosa en pociones coagulantes. Esta versión superior es conocida como Donna Micuspula en honor a su descubridor, mientras la planta que consta en la clasificación muggle de plantas carnívoras es la Dionaea Miscupula, de inferior tamaño y con habilidades mágicas que no duran más de un cuarto de hora.
- Excelente, Señor Malfoy. Realmente impresionante ¡15 puntos para Slytherin!
Rose le mandó una mirada furiosa a Malfoy que ni siquiera parecía orgulloso de su propia victoria. Eso era lo que más detestaba de él, su inexpresividad. Mientras ella no podía dejar de enorgullecerse cada vez que le superaba ante la pregunta de algún profesor, él siempre se mostraba indiferente.
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El frío de la noche se calaba por las paredes y Rose se abrazó a sí misma, maldiciéndose por no haber cogido una rebeca que abrigara más. Como prefecta estaba haciendo la natural ronda, casi nunca solía encontrar a nadie fuera de sus habitaciones con la excepción de algún grupo de alumnos de primero que aún consideraba divertido escaparse por la noche para explorar el castillo. Rose consideró irónico que aquellas rondas supusieran para los prefectos una oportunidad de romper las reglas, al fin y al cabo estaba a altas horas de la noche fuera de sus salas comunes. Aquella noche era especialmente tranquila, Rose razonó que debido al frío los alumnos habían decidido dejar las travesuras para otro día. Volvió a abrazarse a sí misma y miró al reloj de su muñeca.
Asistiría, de eso no tenía ninguna duda.
Rose comenzó a andar con más ligereza, en su camino se cruzó con Alice Abbot que también estaba haciendo rondas. La saludó con un movimiento de cabeza. La certeza de que Alice Abbot no se encontraba en la sala común de los premios anuales la reconfortó. Llegó allí en cuestión de segundos, la armadura que cerraba la entrada a la sala común de los premios anuales estaba medio abierta. La estaba esperando.
- No sabía si vendrías- Si no hubiera sido por silencio, Rose no hubiera sido capaz de escuchar ese susurro. Rose asintió con una expresión facial irreconocible. Scorpius Malfoy se encontraba delante de ella, en su habitación, de espaldas a la ventana.
- ¿Por lo de la Donna Micuspula?- Rose negó con la cabeza, guardándose para sí que estaba exactamente por ello o quizás, ésa sólo era su excusa- El profesor Crane tenía razón, una respuesta brillante. No sabía que estabas interesado en la herbología.
- No especialmente- reconoció Scorpius, encogiéndose levemente de brazos.
En otro momento aquello hubiera exasperado a Rose, pero no en aquel momento. En aquellas noches, el nerviosismo y el temblor imperceptible de todo su cuerpo era suficiente para ocupar todos sus sentidos, no había sitio para la exasperación. Ambos se sentían como desconocidos que se habían visto obligados a sentarse juntos en un tren, había ocurrido así desde hacía meses, cuando todo había comenzado. No eran Rose Weasley y Scorpius Malfoy, sólo eran desconocidos y aquella creencia les hacía más sencillo el recuerdo de aquellos encuentros nocturnos.
Scorpius giró levemente la cabeza, mirando a una jarra de agua y un bol de frutas que había recogido en la cocina. Rose se acercó a la cama de Scorpius y se sentó en el borde. El rubio se acercó con lentitud a ella y se puso de rodillas delante de donde ella estaba sentada, para que sus rostros estuvieran a la misma altura. Malfoy se inclinó hacia ella y se detuvo en seco cuando sus narices estaban a milímetros de distancia.
- ¿Querrías algo? ¿Agua?
Rose negó con la cabeza y sujetó a Scorpius por la nuca, acercando sus labios a los suyos. Eso era mucho más fácil que los incómodos minutos iniciales en los que su conciencia les hacía ver lo extraño que resultaba la intimidad en la que se iban a envolver en cuestión de segundos. ¿Rose Weasley y Scorpius Malfoy? ¿Quién lo hubiera supuesto? Nadie. Rose había optado por considerarlo como una dimensión aparte que no existía, que no era real. Como si aquella posición en la que se encontraban ahora (Scorpius sobre Rose, sus manos sobre su nuca) estuviera ocurriendo en un lugar más palpable que los sueños pero menos terrenal que su realidad. Como los sueños, no había ocurrido de verdad y por ello no era necesario preocuparse por su significado o por las posibles consecuencias.
Siempre ocurría así, uno de ellos era el que se encontraba más irritado, más necesitado (En esta ocasión, Rose) y el otro se preocupaba por mantener el equilibrio, por dejarse llevar sin ceder completamente a los instintos animales. Era casi obligatorio que éste último se esforzara en detener los avances, intentando devolverlos a la realidad aunque en todas las ocasiones habían desembocado en la sumisión mutua, este desenlace también era obligatorio.
Scorpius giró levemente la cabeza, alejando sus labios de los de ella (fingiendo que se resistía, como era obligatorio). Rose dejó escapar un gruñido.
- ¿Cómo se siente al pertenecer a la familia más amada del mundo mágico, Weasley?- su voz era ronca, hablaba mientras inspiraba aire profundamente intentando recuperarse del beso. Sabía que aquella pregunta solía enfurecer a Rose y eso era lo que ella estaba pidiéndole en silencio- Todo el mundo te admira, todo el mundo te adora.
Rose intentaba que los labios de Scorpius volvieran a su posición anterior, los buscaba con desesperación. Scorpius continuaba hablando, su tono de voz se volvía cada vez más severo. Rose estaba acostumbrada, siempre ocurría cuando Scorpius recordaba su pésima situación familiar. Cómo había tenido que defenderse de los dedos acusadores que lo señalaban como el hijo de un mortífago, que lo miraban con desprecio al ver que compartía la arrogancia de su padre como si aquel defecto significara que buscaba alguna forma de resucitar a Voldemort. Él era un mortifago en potencia y ella una heroína.
- Supongo que te dan todo lo que deseas ¿verdad? ¿Hay algo que tengas prohibido, Weasley?
- Sí, tú- respondió en un susurro.
Scorpius prefirió no meditar aquella respuesta y la única forma era dejarse llevar en aquel abrazo que compartían. La besó con más furia y Rose lo apretó más contra su cuerpo.
Habían cambiado las reglas del juego, se habían adentrado en otro teatro improvisado en el que los insultos no eran las armas elegidas. Las nuevas armas eran las caricias y los besos. Era una violencia diferente, más animal y humana al mismo tiempo. Rose separó sus brazos de la espalda de Malfoy para intentar desabrochar los pantalones vaqueros que llevaba bajo la túnica de Gryffindor. Scorpius comenzó a besarle el cuello, lo que provocó que Rose se apresurara aún más en librarse de sus pantalones. Los insultos ya no eran suficiente, necesitaban algo que llegara más profundo, que los dejara sin aliento. Habían descubierto una nueva forma de odiarse.
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Rose pensó que jamás había conocido a alguien que pudiera camuflarse con las sábanas blancas. La piel de todo su cuerpo era de un blanco perla y su pelo plateado brillaba aún más bajo la luz de la luna. La desnudez de Scorpius siempre la dejaba estupefacta a la mañana siguiente, no se acostumbraba al color blanco en todo su apogeo. Era irónico que todo en Scorpius Malfoy fuera blanco, un color que designaba la pureza y la luz. Scorpius no era pureza, ni era luz. Era picardía, oscuridad, misterio, desenfreno, arrogancia, sabiduría…
Si los inicios eran incómodos y se repetían noche tras noche como si fuera aquella la primera vez que fuera a cometer tal indiscreción, la mañana siguiente les confería seguridad y confianza. No parecían los mismos adolescentes temblorosos que se sentían culpables por el modo en el que se tocaban.
Rose apartó la mirada de su rival para dirigirse a sus pantalones vaqueros que estaban colgados en una esquina del armario. Rose no recordaba cómo habían llegado allí pero no le importaba tanto como para romper el silencio con aquella pregunta. Su cuerpo desnudo se deshizo de las sábanas y Scorpius lanzó una furtiva mirada a las distantes pecas que cubrían sus hombros. Tenía el largo cabello pelirrojo tapándole parte de los pechos y permitiendo que se viera su espalda por completo. Rose alargó el brazo para hurgar en los bolsillos del pantalón hasta sacar unos cigarrillos. Le ofreció uno a Scorpius aunque sabía que lo rechazaría.
- No fumo- respondió el rubio.
Rose volvió a sentarse en la cama, encogiéndose de hombros- Yo tampoco- respondió con tranquilidad.
- Sólo fumas cuando estamos los dos aquí- dijo Scorpius, mirándola extrañado- Nunca lo haces en fiestas.
Rose le miró con una ceja alzada- ¿Me observas en las fiestas?
Scorpius apartó la mirada, fingiendo que observaba el paisaje del bosque prohibido que podía divisarse desde la ventana.
- Nunca compras cigarros, tampoco- añadió aún mirando la ventana.
- Son de Albus- respondió con simpleza Rose- Él no lo sabe, por supuesto.
Se quedaron en silencios durante un tiempo largo, el silencio no les incomodaba como para necesitar romperlo. El olor a sudor, menta y tabaco los envolvía. En condiciones normales no hubiera sido un olor agradable, pero se habían acostumbrado a él y se aferraban a ese olor con cierta nostalgia. Los minutos pasaron y el cigarro de Rose fue consumiéndose poco a poco, ella no volvió a hablar hasta que apagó el cigarro en un cenicero (No quiso reconocer con palabras que ese cenicero estaba allí, en el cuarto de Scorpius Malfoy, para que sólo ella lo utilizase. Siempre estaban allí sus cenizas, nunca había otras).
- El miércoles también tengo ronda- dijo Rose con simpleza.
- Eso significa quitar puntos a alumnos con un severo cuadro de insomnio. Suena divertido.
Rose aplastó aún más el cigarrillo contra el cenicero, eligiendo cuidadosamente sus palabras.
- También puede significar…- Rose decidió que no era el mejor principio de frase que podría haber elegido. Cuando estaba con Scorpius se sentía como si estuviera realizando una redacción o un examen, cada palabra y cada tono contaban- Puedo encargarme de ti y de tu insomnio, eso suena más divertido.
Lo había dicho sin mirarle, aún atenta del cigarrillo, su tono no era en absoluto sugerente como si acabara de confesarle que le iba a dejar sus apuntes. Pero sus palabras eran claras. Era la primera vez que Rose usaba la palabra divertido para describir aquello que estaban haciendo a escondidas, era el adjetivo adecuado, supuso.
Malfoy frunció las cejas (sin exageración, sus gestos siempre eran sutiles, tanto que a veces era difícil mirar más allá de su rostro impasible)- ¿Quieres venir aquí?
Rose se encogió de hombros pero sus mejillas adquirieron cierto color. Se sentía avergonzada por su petición, por ser la primera que afirmaba con palabras (o al menos lo sugería) que le agradaba sus encuentros, que lo haría también con planificación.
- ¿Será Abott un problema?
Scorpius negó con la cabeza- No se dará cuenta de que pasas la noche aquí. Nunca lo ha hecho. Nadie lo sabe. Duerme como un lirón, si Hogwart se incendiara, Alice seguiría soñando plácidamente.
- ¿Alice?- preguntó Rose extrañada. Había poca gente a la que Malfoy llamara por el nombre de pila, ni siquiera a ella por la noche cuando le susurraba al oído le decía Rose. Siempre era Weasley para él, como sus otros tantos hermanos y primos.
- ¿Te extraña? Prácticamente vivo con ella, lo raro sería que continuara llamándole por el apellido.
- En la torre de Astronomía mejor, por si acaso. Nadie irá allí, es mi deber vigilar aquella área el miércoles.
Rose se colocó el cigarrillo en los labios, a pesar de que estaba apagado. Se permitió estar dos segundos sentada más, disfrutando del relajante estado de su cuerpo. Sabía que en cuanto se colocara sus pantalones y la túnica la presión de ser una Weasley, la presión de ser prefecta y una de las alumnas más prometedoras volvería a hundirle los hombros. Suspiró antes de incorporarse para ponerse los pantalones, la blusa y la capa. Malfoy la miraba en silencio. Al marcharse, Rose se limitó a despedirse con un hasta el miércoles. No había besos ni caricias porque con la luz del sol volvían a ser Rose Weasley y Scorpius Malfoy, enemigos. Mañana se verían en los pasillos, en el gran comedor y en la clase de pociones que compartían pero no sería hasta el miércoles cuando los desconocidos se reencontrarían.
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Eran actores de un teatro improvisados y como tales, apenas les costaba esfuerzo cambiar de papel. Era de día y por tanto, se miraron con la misma antipatía de siempre. Aquel día había correspondencia y el Gran Comedor se llenó de miles de lechuzas de distintos pelajes que buscaban a sus dueños por las cuatro mesas. La lechuza parda de Rose dejó caer sobre su regazo un paquete redondeado, Rose supo qué era de inmediato.
- ¿Es la recordadora?- preguntó Albus a su lado.
Rose la desenvolvió con rapidez, sonriente.
- No necesitas una recordadora. Tú nunca te olvidas de nada- dijo Albus con la boca llena de pasteles de calabaza.
Rose miraba a su recordadora como si fuera un diamante en bruto. Negó con la cabeza ante el comentario de su primo- No puedo estar completamente segura de que no estoy olvidando nada, podría olvidar realizar alguna tarea o corregir mi redacción sobre Nicholas Flammel. La recordadora me será muy útil.
Antes de que Rose finalizara su explicación, la bola se volvió de un color rojizo.
- Oh- murumuró Rose confusa. A pesar de su monólogo, estaba casi segura de que en aquellos momentos no había olvidado nada. Suavizó su mirada suponiendo que no sería nada importante, no llegaba a comprender cómo después de tanto tiempo ningún mago se había molestado en mejorar la recordadora para que informara a su dueño de qué era exactamente lo que había olvidado- ¿Ves? Parece que he olvidado algo.
- ¿El qué?- murmuró Albus.
- ¡Si lo supiera no lo habría olvidado!
- ¿Una recordadora?- dijo una fría voz a su espalda- ¡Pensaba que habían dejado de fabricarlas!- Malfoy le arrebató la recordadora y la miró con interés.
- Malfoy, devuélvemela- le exigió Rose. Malfoy no le hizo caso y Albus se puso de pie, intentando intimidarlo.
Malfoy miró a Albus sobre el hombro y desvió su mirada hacia Rose- ¿Quieres una recordadora para que te recuerde lo patética que eres, Weasley? Este tipo de artefactos sólo lo compran gente realmente lamentable, patosos, víctimas de hechizos desmemorizantes, estúpidos, despistados o incluso Hufflepuffs.
Al pasar a las manos de Malfoy la niebla que había en el interior de la bol regresó a su color blanquecino natural. Rose no se sorprendió de que Malfoy no hubiera olvidado nada, era el hombre más controlador que había conocido jamás.
- Pensemos un poco ¿Qué podrías haber olvidado?- dijo Malfoy, saboreando cada palabra. Albus aprovechó que Scorpius fingía que estaba meditando para arrebatarle la recordadora y devolverla a las manos de su dueña. El color rojo volvió a inundar su interior y Malfoy miró el tono rojizo con satisfacción- ¿Quizás has olvidado que hoy tenemos una importante prueba?
- No hay ningún examen hoy, Malfoy- respondió Rose con simpleza.
- Quizás te olvidaste el sujetador en la habitación de alguno de tus amantes. Lo complicado sería adivinar en la habitación de cuál de ellos…
Albus se acercó aún más a Malfoy, apretando los puños de una forma muggle amenazante. Malfoy le miró con las cejas alzadas como si no creyera que Albus Severus Potter pudiera derribarlo con un puñetazo. Rose miró impasible al miembro de Slytherin, sabía que no había olvidado su sujetador por ello su rostro no adquirió ninguna expresión de sorpresa.
- Vuelve a insinuar algo así sobre mi prima y haré que ingreses en San Mungo por largos meses…
- Quizás era otro objeto de menor importancia….- finalizó por decir Malfoy. Se giró parcialmente para encarar a Albus- Tus amenazas muggles apenas me intimidan, Potter, cuando consigas lanzar un encantamiento en condiciones comenzaré a temblar de miedo.
Albus era muy bueno en encantamientos pero debido a los múltiples duelos en los que Potter y Malfoy se habían enfrentado, ambos siempre disfrutaban insinuando que los encantamientos del otro nunca eran eficaces.
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El jueves, después del almuerzo, Rose reconoció a Scorpius Malfoy caminando con rapidez por uno de los laberínticos pasillos del colegio. Rose apretó los puños enfurecida, como dos días antes había hecho Albus Severus Potter cuando Malfoy les había arrebatado la Recordadora. Aquel día había sido un martes y la semana ya había llegado al jueves, pero parecía que algo tan sencillo como el orden de los días de la semana era algo que Scorpius Malfoy no acababa de comprender.
- ¡Malfoy!- exclamó enfurecida Rose pero el rubio continuaba su camino, incluso aligeró el paso para huir de la presencia de Rose.
Rose dio largas zancadas hasta sujetarlo del brazo y obligarlo a girar sobre sí mismo para mirarle a los ojos.
- ¿Qué día es hoy, Malfoy?
- Jueves- dijo Malfoy, frunciendo las cejas desconcertado. Su rostro parecía más expresivo que de costumbre y Rose pudo ver algunas muestras de inseguridad o incluso miedo.
- ¿Y qué día viene antes del Jueves, Malfoy?- preguntó Rose.
Malfoy continuó mirándola con las cejas alzadas, como si pensara que ella había perdido repentinamente la cordura. Rose miró hacia los lados buscando alguna zona desierta donde pudieran hablar en privado. Finalmente encontró una clase vacía. Mientras ella se preocupaba por cerrar la puerta, Malfoy respondió. Parecía haber recuperado su natural indiferencia:
- El Miércoles viene antes que el Jueves.
Rose se dio la vuelta con brusquedad, su cabello pelirrojo cayó con violencia sobre sus hombros.
- 10 puntos más para Slytherin- dijo Rose con sarcasmo.
- ¿Por qué…?- Malfoy parecía indeciso- ¿Por qué me lo preguntas?
- Miércoles. Medianoche. Torre de Astronomía. ¿No te suena de algo?
Malfoy entrecerró los ojos.
- Habíamos quedado- parecía una pregunta más que una afirmación- ¿Por la noche?
- Por la noche, joder, como siempre sí- Rose casi nunca decía palabrotas, pero la presencia de Malfoy siempre hacía que se comportara como si fuera un persona diferente. Apenas se reconocía a sí misma. Hurgó en sus bolsillos, aún azotada por el enfado, y sacó un cigarrillo y un mechero.
- Tú no fumas- dijo Malfoy. Rose se rió recordando que era justamente lo que ella había dicho la última noche que habían estado juntos. Al menos no había olvidado también los juegos de palabra. Pero ¿Qué esperaba realmente? ¡Era Scorpius Malfoy! No era amigo, ni novio, ni nada similar. Eran desconocidos, al menos en aquellas noches ¿verdad? No podía pedir el motivo de su ausencia, ni siquiera disculpas.
- No, no fumo- dijo intentando aún encender su cigarrillo. El mechero muggle se resistía a encenderse y Rose tuvo que usar la varita. Cuando por fin probó la primera calada, miró hacia Malfoy. Él la miraba sorprendido, Rose meneó la cabeza- Ya lo sé, ya lo sé. Normalmente sólo fumo después. Cuando estamos desnudos entre tus blancas sábanas…
Rose prefirió no mirar hacia Malfoy. Supuso que él estaba mirando hacia otro lado, evitando su mirada. Era lo que siempre hacía cuando ella decía algo que él no quería escuchar o incluso cuando ella se atrevía a expresar con palabras la íntima situación que compartían durantes algunas noches.
- Esas sábanas son tan jodidísimamente blancas que se funden con tu blanquecina piel. Pareces un espectro cuando estás desnudo sobre blanco- Una vez más había dicho una palabrota, eso es lo que le provocaba el enfado y Malfoy cuando estaban mezclados.
- Tú pareces…- Scorpius intentaba encontrar la palabra adecuada que pudiera aplacarla- simplemente pelirroja.
Rose se obligó a mirarle y suspiró- Ya recordé qué había olvidado en tu habitación, eran mis pendientes. Eso era lo que quería decirme mi Recordedora- Rose se retiró un mechón detrás de la oreja. Se había tranquilizado no porque Malfoy le hubiera ofrecido ninguna excusa, tampoco esperaba eso, eran Rose y Scorpius al fin al cabo. Ella lo había buscado con la única intención de descargar su enfado sobre él. Se habían utilizado para eso durante años.
Malfoy asintió- Sí, sí. Se trataba de tus pendientes. No era el sujetador.
Rose sonrió- Sabía que no me había olvidado el sujetador. Iré a recoger los pendientes pronto. No mañana porque sé que tienes partido contra Hufflepuff pero sí el sábado. Iré directamente a tu habitación, así no podrás plantarme otra vez.
Rose esperó alguna respuesta, Malfoy siendo conciso como era costumbre dijo:
- Estaré allí.
Rose asintió y Malfoy salió de la clase vacía con paso firme, dejando a su espalda a Rose Weasley. Una vez sola Rose suspiró, no se había esperado una excusa o una disculpa pero le hubiera gustado. Miró hacia la puerta donde segundos atrás había pasado Malfoy, se lamentó al pensar que quizás ella estaba convirtiéndose en la más dependiente de aquella insana relación. No le sorprendía, al fin y al cabo él era todo control y ella era frustración, nervios y una enferma necesidad de autosuperación. Dio una calada más a su cigarrillo, casi había olvidado que lo tenía encendido entre los dedos.
