-Doscientos sesenta y uno doscientos sesenta y dos, doscientos sesenta y tres -contaba concentrada mientras caminaba por la calle donde se encontraba su casa -Doscientos sesenta y cuatro, doscientos sesenta y cinco -suspiró satisfecha al terminar su cuenta. Miró alrededor del lugar donde había dado su último paso. Observó su casa, la casa de los Koyuki, los ancianos que eran sus vecinos de al lado. El terreno baldío de enfrente. Todo parecía normal… excepto por ese auto. Escaneó el vehículo. Un Lexus en color negro, último modelo que estaba estacionado en la acera contraria, ¿De quién sería? Se preguntó por un momento, sin embargo luego encogió en hombros. Probablemente una visita de alguien del vecindario. Hizo un ligero movimiento con uno de sus pies atrapando así en sus manos una pequeña piedra que se encontraba en la acera. La lanzó directo al manzano de los Koyuki para que segundos más tarde recogiese el fruto que había caído de la rama. Se acercó al sitio donde cayó el objeto y luego lo talló ligeramente con su chaqueta para limpiar los rastros de polvo. Dio una mordida a la fruta y levantándose de ahí se encaminó hacia la propiedad donde vivía, pasando así por el lindo jardín que su madre había plantado hacía apenas cuatro meses cuando se mudaron al lugar, abrió la puerta de la contemporánea casa y seguido la cerró.
Lo primero que hizo al entrar fue descalzarse, seguido se quitó la correa del su bolso de piel estilo mensajero que usaba a modo de mochila escolar. Abrió la bolsa y miró el contenido de la misma. Hizo una mueca de dolor al ver el estado de las prendas que estaban dentro ¡Ya qué! Puso encima de la mesita que estaba al lado del teléfono, junto con la manzana. Se detuvo un momento para mirarse en el espejo que estaba colocado en la pared. Alisó ligeramente el mechón de la trenza. Con sus dedos índice y pulgar tomó la parte inferior de la trenza en la que se había peinado y observó detenidamente el contraste del negro azabache con el rojo intenso de aquel sólo mechón de cabello que sobresalía de su cabellera.
-¿Ma? -llamó a su madre que por supuesto estaba en casa, no por nada la puerta estaba abierta -¿Mamá?
-¡Por aquí! -contestó -¡Estoy en la sala!
La joven se condujo hasta la habitación donde se encontraba su madre. Ingresó por la entrada que la dirigiría hacia la amplia sala estilo occidental. Cuando por fin entró en el lugar miró que dos mujeres estaban sentadas en el sillón dándole la espalda. A la que había notado era indiscutiblemente su madre, ya que lo primero que su vista notó fue el largo cabello negro azulado que caía en el delicado dorso. La segunda, la cual le hacía compañía a la ya mencionada, era la figura de una mujer de corta cabellera castaña que no podría ser más ni nada menos que…
-¡Tía Nabiki! -soltó emocionada y sonriente al reconocer de quien se trataba.
-¿Quién más? -sonrió segura de sí misma, como siempre al momento de levantarse del sillón.
-¿Qué haces aquí? -interrogó contenta al momento de abrazar a su tía ¡Pero sí era la misma! Confiada y distinguida, como siempre había lucido para ella.
-¡Preciosidad! Mira, qué grande estás -dijo extasiada al ver a la joven. Hacía casi un año y medio que no la veía. Pero las cosas que hacen un año, pensaba al ver la chica que estaba frente a ella, simplemente era tan herm -Espera un segundo -su ánimo decayó en el momento en que se percató de algo.
-¿Eh?
-¿Qué traes puesto? -dio vueltas en círculo alrededor de la esbelta joven -No, no -movía negativamente su cabeza -No entiendo -decía confundida mientras seguía inspeccionando con algo de disgusto la ordinaria vestimenta que llevaba su sobrina.
-Es que tuve una pequeña complicación -contestó con simpleza y enseguida miró de reojo a su mamá que no se veía muy contenta con esa respuesta. Ya se imaginaba la reprensión que recibiría.
-Espero que así sea -respondió aún conmovida de no encontrar la visión de la sofisticada sobrina que hace más de un año todavía tenía en su memoria y también en las fotografías que Akane les había enviado a la familia. Aún parecía normal en los retratos. Esperaba que como había dicho, sólo hubiera sido una pequeña complicación.
-Sí, no te preocupes -aseguró sin poder evitar dar un vistazo a su sencilla ropa y el contraste que ahora existía entre su actual arreglo y el de su madre y tía. Ambas impecables y hermosas de pies a cabeza. Eso claro con sus respectivas diferencias. El estilo de su madre era sencillo pero único. Como decían por ahí "menos es más". Ahora mismo llevaba una falda un poco más arriba de la rodilla con detalles de pequeñas flores en tonos pasteles y una blusa blanca de cuello redondo el cual estaba adornado con unas sutiles detalles de rosas pálido. Un estilo muy dulce, así como su personalidad, muy al contrario de su sagaz tía que llevaba un conjunto de un bien confeccionado pantalón y blazer en un tono oscura de purpura -Me siento tan pequeña -lamentó para sus adentros al estar consciente del estado de su apariencia.
-No pareces nada tú, pareces una…
-Aldeana -completó la frase.
-Exacto -tronó su dedo al escuchar la palabra.
-Eso pensé -dijo resignada lanzando un suspiro de derrota. A veces se gana, a veces se pierde. Sin embargo prefería ganar todo el tiempo.
-Maya, ya te dije que no me gusta que te expreses así -reprendió la mujer de cabello negro azulado.
-Ay, cálmate Akane -comentó con fastidio Nabiki. Su hermana siempre sería la misma -En fin, a pesar que no me gusta esto, debo…-hizo una pausa dando otro breve escaneo -Debo aceptar que aun así te ves bien -sonrió con complacencia lo cual hizo también sonreír con alivio a su sobrina ¿Cómo era posible que se viera tan bien en esa simple ropa deportiva de pants y chaqueta? Probablemente era la gracia natural con la que había sido dotada desde que era tan sólo una bebé. Reflexionó un poco haciendo memoria de esa criatura de grandes ojos azules, piel de nieve y nada de cabello sobre su cabecita. Sonrió un poco conmovida, pero sólo eso. La hija mediana de Soun nunca podía bajar todas sus defensas, sin embargo ¿Cómo no hacerlo por ella? La miró de nuevo pero esta vez su sonrisa se desdibujo un poco al estar consciente de algunas cosas -Misma nariz, mismos pómulos y sobre todo los mismos ojos… cuanto te pareces a…
-¿Por qué no me dijiste que vendrías? -la joven interrumpió sus pensamientos -¿Mamá por qué no me avisaste? -preguntó de forma lastimosa.
-Llegué de improviso -esclareció Nabiki -No culpes a Akane -dijo mirando brevemente a su hermana -En fin -suspiró -Me alegró tanto verte -dijo con algo de calidez a la chica.
-¿Ya tan pronto te vas? -mencionó con decepción.
-Es que tengo un asunto que atender ahora, cosas de tu tío -contestó -Si no le resuelvo yo la vida, ¿entonces quién lo hace? -mencionó con cansancio pensando en su Tachi -No te preocupes, que aún no me voy de la ciudad -esclareció - Ya tengo una reservación para que juntas vayamos a cenar esta noche -anunció contenta.
-Entonces no te entretengo más -le correspondió el gesto.
-Nos vemos más tarde -anunció la mujer.
-Cuídate Nabiki -aconsejó su hermana menor.
-Hasta la noche -se despidió devolviéndole la sonrisa antes de dar media vuelta y se hiciera paso por el camino que conducía hacia la salida.
-Vaya, no esperaba verla -pronunció la chica cuando se hubieron solas.
-Yo tampoco -contestó la joven madre de casi treinta y cuatro años -¿Cómo te fue en la escuela? -interrogó antes de tomar asiento en uno de los sillones de la blanca y moderna sala de estar.
-Ah -articuló vacilante la tomó desprevenida -Es decir, bien -rio despreocupadamente sin poder evitar que un brillo se apoderara de su mirada ante la pregunta -Nada fuera de lo normal -sentenció antes de emitir una muy femenina risa.
-¿De verdad? -le dijo no muy convencida, sin perder detalle de lo que hacía la mirada de la chica.
-¿Por qué lo dices? -enunció tratando de sonar imperturbable.
La mujer la miró detenidamente y se puso más cómoda en el sillón -Porque tal como lo dijiste, una pequeña complicación hizo que llegaras vestida diferente a cómo saliste esta mañana de esta casa -explicó -Supongo que eso es normal para ti -finalizó sonriendo con suficiencia.
-¿Por qué no pensé en una coartada ?… o entré por la ventana de mi cuarto -masculló para sí.
-Quiero escucharlo -dijo con entereza.
-Mamá dejémoslo así -enunció de forma lastimosa.
-Ay Maya… -lamentó para sí llevándose una mano a su frente -¿Qué habría hecho esta vez? ¿Se habría pasado con su "sentido del humor"…? ¿De nuevo? ¿La habrían sacado del aula por haberse hecho la lista? Confiaba en que no había utilizado la fuerza, no ella no haría eso… al menos no lo habría hecho si no se hubiera visto amenazada o si tal vez hubiese metido las manos por alguien más débil. Sintió un poco de calor en su corazón pensando en esas ocasiones en las que el castigo se aminoraría un poco debido a que había cumplido con el deber de defender al indefenso.
-¡Ay ya! -se cruzó de brazos -No te van a mandar a hablar -cerró sus ojos fingiendo indiferencia -Creo -murmuró haciendo una mueca.
-Eso espero y todavía no te salvas de decirme lo que hiciste.
-Hmph -articuló haciendo un puchero.
-Pero antes de eso quiero…-suspiró y guardó por un momento silencio.
-¿Qué? -abrió uno de sus ojos al notar el tono en el que había hablado -¿Pasa algo? -interrogó ahora sí viendo a su mamá. Sí que estaba algo aprensiva.
-Este, no…-respiró con algo de dificultad -Es decir…-arrugó ligeramente su falda.
-Oye…-se sentó a su lado y la tomó de la mano.
-Sí me pasa algo -confesó.
-Suéltalo -dijo de lo más jovial con una sonrisa, intentando que se relajara.
-Bien, yo…-exhaló ahora sí más tranquila sin soltar la extremidad de su hija -Nosotros…
-¿Sucede algo malo? -preguntó ya un poco preocupada.
-Es que -volvió a callarse -Ahí va -anunció -Lo que tengo que decirte es que nos mudamos -finalizó desahogando la carga.
-¿Otra vez? -interrogó con calma, como si fuera algo de lo más cotidiano para ella.
-Sé que esto es sorpresivo p-
-Después de la quinta mudanza todo dejó de sorprenderme -comentó con humor tratando de contagiar a Akane -Lo que quiero saber es por qué -sentenció con curiosidad, en un intento por indagar en el motivo de su estado de ánimo.
-Tengo que arreglar un asunto en Tokio -contestó.
-¿Tokio? -arrugó la nariz al escuchar eso -¿Es en serio? -dijo con total extrañeza. Esto sí era una sorpresa.
-¿Por qué lo dudas? -dijo ella.
-Porque siempre has evitado regresar a Tokio a toda costa -explicó. Sabía que a su madre no le agradaba la ciudad, de hecho nunca habían viajado juntas allá. Muy apenas conocía el lugar debido a los torneos o competencias en las que viajó cuando era niña y algunos otros viajes que había realizado en la secundaria y preparatoria.
-Nunca lo evité, es sólo que Tokio es tan… -hizo una breve pausa mientras peinaba ligeramente su cabello -Tokio es una ciudad tan concurrida, demasiado movimiento, personas…
-Debe existir una razón de peso como para que hayas decidido esto -¿Qué es? -interrogó -¿Te ofrecieron trabajo en alguna dependencia deportiva? ¿Universidad? O…
-Tiene que ver con asuntos de papá, ya sabes, su escuela -interrumpió explicándole el motivo a la muchacha.
-¿Qué hay con eso? -interrogó Maya.
-Tu abuelo, tus tías y yo tenemos que firmar unas cuantas cosas, esclarecer asuntos. Mientras eso se arregla también trabajaré con él… -entrelazó sus dedos con los de su pequeña -Tu abuelito está preocupado y…
-¿Pero no está mal de salud o algo así? -dijo de inmediato con total inquietud.
-Nada de eso -negó con la cabeza -Sólo quiere prevenir problemas que podrían presentarse en un futuro.
-Bueno, entonces ¿cuándo nos vamos? -preguntó a la mujer.
-Este fin de semana -contestó su madre.
-O sea que a partir de mañana nos moveremos -dijo a su mamá quien asintió ante lo dicho -Bien, que se haga -dijo animosamente al levantarse de su lugar. Estiró sus extremidades y colocó ambas manos detrás de su cabeza totalmente relajada. Luego escuchó a Akane reír levemente -¿De qué te ríes? -interrogó ante la acción que apenas acaba de hacer ella.
-Es que como dijiste después de la quinta mudanza todo dejó de sorprenderte -sonrió de nuevo -Cualquier muchacha de tu edad no se tomaría para nada bien la noticia. Yo no lo hubiera hecho -finalizó pensando en el berrinche que hubiera hecho. Habría descargado inmediatamente su molestia por medio de los típicos arrebatos que solía hacer cuando era joven.
-Mamá, estoy acostumbrada a estas cosas -recordó que toda la vida se habían movido constantemente de lugar -No es nada nuevo para mí -expresó con sosiego.
-Sí…-enunció algo pensativa.
-¡Voy arriba! -anunció sonriente y con paso triunfante.
-¡Alto! -la paró en seco y con voz firme la mujer de cabello azulado.
-Creí que me había salido con la mía -musitó por lo bajo al momento que bajaba la cabeza en señal de derrota.
-No creas que te saldrás con la tuya -dijo fría al momento de levantarse del sillón -¡Ven acá!
-¡Aigh! -gritó de dolor al sentir el tirón que su madre le había dado a su coleta.
Entre la realidad y el sueño se encontraba recostado en una butaca un hombre de cabello negro de incipiente cola de caballo. Estaba ya entrado en sus años treinta, se podía apreciar que también era un sujeto de alta estatura y aparentemente también tenía una buena condición física. Mientras, a su lado se encontraba encorvado y con ambas extremidades en el rostro otro sujeto de ojos color miel que sólo miraba el espectáculo con gran pesar. Por fortuna el réferi dio por terminada la mediocre batalla entre aquellos dos muchachos que desde hacía una hora se disputaban el triunfo de aquel encuentro.
-Qué desperdicio -dijo para sí el hombre peinando hacia atrás su corta cabellera. Suspiró apesadumbrado mientras que en su mente pensaba si los otras posibles chicos a los que medio había visto serían buenos. Podría s- frunció el entrecejo al haber escuchado el ronquido de su amigo -¡Ese bobo! -pensó molesto -¡Ya despiértate, quieres! -gritó frustrado al perezoso de su amigo, el cual se movió ligeramente en un intento por despertar de aquel letargo -Mmm -estiró sus brazos y emitió un bostezo -¿Aún estamos en Aburrilandia? -preguntó tallándose los ojos. Una vez que se hubo recuperado de aquel sopor, abrió por completo la característica viveza de sus azules orbes.
-Gracioso -dijo entre dientes.
-Vaya, y eso fue lo mejor que pudiste encontrar -comentó mirando al incipiente y aburrido jovencito que se preparaba para salir del área de combate.
-Aja…-contestó sin darse cuenta de lo que había dicho -¡No! -exclamó apresurado -Es decir, todavía falta ver más chicos -articuló con nerviosismo sin mirarlo a los ojos.
-¿No me digas? -pronunció incrédulo.
-¡Ya cállate! -vociferó con enojo -¿Y tú cuántos tienes, eh? -retó a que le dijera lo que por supuesto ya sabía.
-Mejores que tú tendré -sentenció seguro enfocando su vista en otra dirección.
-¡Ja! -rio con sorna -No tienes a nadie -sonrió burlón -Como siempre -se cruzó de brazos con complacencia. Como era usual, él estaba sacando el trabajo, no como el quejoso de su amigo, el cual se encontraba por decir algo pero no pudo hacerlo debido a que una voz se hizo presente.
-¡Señor Hibiki! ¡Señor Saotome!- -dijo un entusiasmado muchacho que venía subiendo las escaleras para llegar a sus asientos.
-¡Hola joven Kobayashi! -saludó lo más atento que pudo.
-Todo tuyo -murmuró el hombre de ojos azules al ponerse de pie -¡Niño! -gritó llamando la atención de un chico que vendía sopas.
-Ese Ranma -pensó con molestia Ryoga mirando a su compañero de trabajo perseguir al vendedor. Mientras tanto el muchacho por el cual habían venido llegó a sus lugares.
-Me alegra tanto que vinieran -decía de lo más entusiasmado -¿Qué les pareció? -interrogó con ilusión.
-Entretenido -contestó con su mejor sonrisa.
-¡Qué bien! -exclamó con emoción -Pertenecer al convenio de Furinkan y su escuela es un gran sueño para mí -manifestó el chico con gran júbilo. Todas las oportunidades que se desprenderían al pertenecer a esa reconocida y prestigiosa escuela -Entonces…
-Nosotros te llamaremos -le interrumpió sin dejar su positiva expresión sin importar que su amigo le hubiese dicho silenciosamente hipócrita al haber escuchado la respuesta que había otorgado -Ya sabes cómo son estos asuntos de logística -dijo emitiendo una risa -¿Verdad Ranma? -comprometió al hombre que ahora estaba muy ocupado con su sopa.
-Seg -tosió dándose un golpe en el pecho pasando lo que había ingerido -¡Seguro! -dijo esta vez con voz clara -¡Por supuesto joven Hayashi! -mencionó con gran entusiasmo sosteniendo su sonrisa por más de la cuenta debido a que Ryoga se veía de lo más aprensivo, ¿Qué? ¿Había dicho algo malo?
-Kobayashi -corrigió el muchacho con evidente decepción y el hombre sólo se rascó con su mano libre el revés de su cabeza y miró hacia el lado opuesto con vergüenza por la metida de pata que había cometido.
-¡Bueno! -intervino Ryoga antes que el otro bobo lo arruinara todavía más -¡Estamos en contacto! -se despidió del chico con paso rápido, arrastrando a su zoquete amigo con él.
-¡Oye! -exclamó -¡Esa era mi sopa! -lamentó el desperdicio que estaba en el suelo, atizándole un golpe en la cabeza al bobo de Ryoga por haberlo estirado de esa forma.
-¿Por qué hiciste eso P-Chan? -volvió a reclamar ya en el estacionamiento esperando una respuesta por parte de su amigo. Espera un momento, miró en derredor cerciorándose que este era el sitio ¡Sí lo era! Ryoga había tenido un chispazo de genialidad al haber dado con el lugar sin perderse. Esto era tan raro. Y hablando de otras cosas más raras, no le había devuelto el golpe. Algo andaba mal por aquí -¿P-Chan? -volvió a llamar al hombre que le daba la espalda -¿Ryoga?
-¡Tu comida es lo de menos Ranma! -expresó furioso -¡Nunca sabes cuándo es el momento oportuno para hablar! -
-¿Eh? -articuló confundido, ¿Por qué estaba tan molesto? ¿Pues qué había hecho?
-Mira como quedamos con ese chico -manifestó con fastidio.
-¡Bah! -expresó despreocupado -Da igual, no daba el ancho -dijo sin tomarle importancia, presionando el botón que desactivaba la alarma de su auto y abría la puerta para introducirse en el mismo.
-Y sigues con lo mismo -continuó con su molestia sentándose en el asiento del copiloto.
-¿Por qué le das tantas vueltas al asunto? -encendió el auto -Te lo advertí desde un principio, ese chico no tenía oportunidad -hizo el cambio en la velocidad neutral -Por una vez en tu vida deberías seguir mi consejo -sentenció con una sonrisa arrogante.
-¿Tu consejo? -pronunció incrédulo -¿Te atreves a brindar un consejo a quien termina haciendo tu trabajo? -enunció de lo más indignado.
-Si como no -musitó tratando de ignorar el comentario y concentrándose en mirar por el espejo del retrovisor si el lugar estaba despejado para salir.
-¡Claro que lo hago! -gritó energúmeno, deshaciéndose del estrés que Ranma había provocado con su típica actitud ¡Esto ya era el colmo!
-Tú no haces mi trabajo, ni te debo nada -articuló con voz firme mirando muy de cerca a Ryoga -Mucho he trabajado para tener lo que tengo y no necesito a un inútil como tú, que lo único que hace es provocar que pierda mi tiempo -sentenció eso último con gran desdén -¿Sabes qué? -se estiró para abrir la puerta del auto -¡Bájate! -ordenó -¡Anda! ¡Qué esperas! -gritó energúmeno.
-Iba a hacerlo de todos modos -contestó secamente antes de salir -Ni quien te soporte -dijo azotando la puerta del vehículo, el cual arranco a toda velocidad dejándolo ahora sí a su suerte.
Salió del auto con propiedad, alisando aquella acinturada falda color salmón. Al estar sobre la acera acomodo la corre de cadena dorada que contrastaba con el blanco encaje de la blusa que estaba vistiendo. Cerró cuidadosamente el vehículo. Se dio la vuelta y su expresión serena cambió inmediatamente a una de admiración ante lo que sus ojos veían. Sonrió ampliamente al mirar la majestuosa propiedad tradicional que había sido el hogar de su madre. Sí así de bonita era lo que apenas se podía apreciar por afuera, ¿Cómo sería al verla por completo?
-¿Te gusta? -preguntó con una gran sonrisa una mujer de cabello negro azulado que se encontraba ataviada en un bello conjunto el cual consistía de pantalón de talle largo en color camel y de una colorida blusa floreada.
-Es muy hermosa -contestó correspondiendo el gesto.
-¿Verdad que sí? -dijo encantadora colocándose al lado de la chica tomando en sus manos el bolso café que había puesto sobre el techo del auto -Cuanto la extrañaba -mencionó en un suspiro lleno de nostalgia.
-Debiste haberme traído antes -dijo en un tono de ligera protesta.
-Bueno -tomó por el hombro a su joven hija y se encaminó con ella cruzando el portón de la propiedad -ahora ya podemos recuperar el tiempo perdido -advirtió en un tono cómplice -¿Por qué no vamos adentro de una vez y le damos la sorpresa a tu abuelito? -sugirió antes de abrir la entrada.
-¿Hay alguien en casa? ¡Papá!
Soun Tendoparpadeo un par de veces y dejó el periódico que estaba leyendo sobre la mesa al haber escuchado a lo lejos que lo llamaban -¿Pero quién podía ser? -se preguntó. No tenía ninguna visita programada el día de hoy. Esa voz había sonado como su pequeña hija, sonrió melancólico pensando en su niña. Sería increíble volverla a tener en casa, pero…-suspiró -Eso es imposible -pensó para sí. Tal vez era tanto su anhelo que todo volviera a ser como hace tantos años que ahora imaginaba cosas.
El sujeto movió su cabeza de forma negativa y regresó su atención al diario. Leyó el último párrafo de la columna que había dejado pendiente. Cuando estaba por hacerlo la tibieza de unas manos sobre sus ojos se lo impidió.
-¿Adivina quién soy? -preguntó juguetonamente una dulce voz que hace tiempo no había podido escuchar. Sonrió débilmente en un intento por contener el desborde emocional por el que se caracterizaba.
-¿Pero quién podrá ser? -dijo a tono de juego.
-Te daré una pista -emitió una risita después del comentario -Soy tu nieta favorita -mencionó con presunción.
-¿Nanami? -tentó.
-¡Abuelo! -rezongó indignada, retirando sus manos de su cara. Ante la reacción el hombre sólo tiró una carcajada.
-Hmph -se cruzó de brazos en un gesto aniñado.
Soun sólo sonrió al escucharla resoplar. Aclaró un poco su garganta. Volteó el rostro hacia la dirección donde estaba su nieta -¡Pero mi niña no te enoj-
-¿Mmmm? -la joven miró en su dirección -¿Abuelo? -miró con detenimiento al jefe de la familia Tendo.
El hombre sólo mantuvo su mirada fija sobre el rostro de la joven.
-¿Te pasa algo? -pronunció preocupada la chica al ver el rostro pálido de su abuelo.
-Es sólo que…-la palabra murió en su boca mientras observaba a su nieta. Esto no podía ser verdad…
-¿Sí? -le tomó del brazo y se sentó a su lado.
-Yo… -enunció mientras miraba los brillantes y profundos ojos azules de la chica -Hace mucho que no te veía mi niña -musitó con dulzura -Es todo -finalizó olvidándose de aquello y sólo miró con cariño a la linda jovencita. Pero sí ya estaba tan grande, pensó con ternura haciendo memoria de esa inquieta pequeñita que poco le importaba ensuciarse de tierra los vestidos en los que su madre se esforzaba por engalanarla.
-Abuelo -enunció con dulzura al tomarle de ambas manos esbozando una linda sonrisa para él.
-Vaya, parece que ustedes dos ya se reunieron -mencionó Akane al entrar a la habitación.
-Hi…-enunció el patriarca Tendo con un hilillo de voz -¡Hijita! -exclamó no soportando más el contener su emoción. Enseguida su hija fue a consolarle y por fin volvía a ser feliz, después de tanto tiempo. Era lo único que pensaba el hombre mientras abrazaba a su pequeña.
-¿Dónde rayos estoy ahora? -pensaba Ryoga mirando la oscura noche -No puede ser… no puede ser… ¿Por qué? ¿Por qué? ¡Por qué no puedo encontrar la calle diez! -pronunció con gran frustración el punto de partida que lo llevaría a la estación de trenes más cercana -Es inútil -dijo con pesar. Tal vez era hora que llamara a su esposa ¡Ay pero qué fastidio! Ya se imaginaba los reclamos al teléfono respecto a lo distraído que era -¡Ya qué! ¡No hay más remedio! -dijo metiendo la mano en el bolsillo donde llevaba su teléfono. Cuando estaba por comenzar a marcar el número, el sonido del gadget se hizo presente. Sin ver quien era contestó y lo que escuchó fue una familiar voz que inmediatamente provocó que frunciese el entrecejo.
-¿Estás perdido? -dijo de lo más juguetón el sujeto.
-¡Qué te importa! -gritó enronquecido al reconocer quien era el que le llamaba ¡Siempre aprovechando cada oportunidad para burlarse de él!
-¿Puedes darme señas de dónde te encuentras? -preguntó ignorando la molesta replica -¿Qué es lo que ves a tu alrededor?
-…-
-Anda.
-¡Agh! -articuló con molestia y miró los sitios que estaban en su entorno -Estoy en un parque -mencionó con reserva no olvidándose de la grosería de hace unas horas -Doblando la esquina hay una lavandería -luego se movió observando hacia la esquina -Y en la acera de enfrente de se encuentra un auto en color plata como el t-
-¡Hola P-Chan! -saludó de lo más entretenido presionando el claxon del auto -¡Ven! ¿Qué esperas? -le alentó -No seas orgulloso. Los niños se van a preocupar si papito cerdo no llega a casa -dijo con sorna.
-¡Sólo lo hago por ellos, que te quede claro! -expresó acalorado colgando el teléfono y caminando hacia el auto.
-¿No era tan difícil, verdad? -dijo con ironía al momento en que Ryoga entró en el auto.
-…-
Al ver la seriedad de su amigo, decidió cambiar un poco el tono. Sí qué se había enfadado… bueno, ¿Quién no lo haría? Se había portado mal al abandonarlo así, sabiendo que el pobre andaría deambulando por la ciudad -Este, yo…-comenzó a decir con la mirada clavada en su regazo - Ryoga…ah… -suspiró ahora sí mirando al hombre -Sí me excedí un poco contigo -reconoció que se había pasado de la raya.
-Dijiste que me llevarías a mi casa -volteó orgulloso su rostro hacia la ventana.
-¡P-Chan por favor! -dijo impaciente -De acuerdo, te ofrezco una disculpa -expresó sincero.
-Da igual Ranma -restó importancia -Tu mal humor y tus desplantes son pan de cada día -movió la cabeza de forma negativa -Deberías preocuparte por ti y ya -sugirió.
-¿De qué hablas? -enarcó una ceja.
-¿Hace cuánto no te dedicas a algo o a alguien? -decidió sacar el tema del que se había abstenido a mencionar.
-¿Eh? -articuló no comprendiendo a lo que se refería -Trabajo contigo -dijo con énfasis -Te ayudo con los chicos -hizo referencia a su trabajo como entrenador.
-Pero son míos -recordó -Hace mucho que tú no tienes estudiantes a los que puedas llamar propios.
-No los he encontrado -expresó mientras encendía el auto -Tan simple como eso -le sonrió con sosiego -No te estreses tanto pensando en sí los tengo o no -mencionó una vez que arrancó el auto -Somos un equipo, después de todo, ¿no? ¿Qué importa quién los haya traído?
-Todos nos señalan, Ranma -mencionó con pesadumbre recordando su nada satisfactoria situación en el trabajo.
-P-Chan, no me digas que las ideas de los otros bobos, bobos como Takeda te están llegando -pronunció con desagrado evocando al palurdo que tenía bajo su mando a chicos y chicas que su ascenso iría acompañado con mucho dinero ¡Qué horror!
-El señor Tendo está impresionado con el número de chicos que tiene ese bobo al que llamas.
-El señor Tendo no está al tanto de lo mal que escoge ese obtuso -dijo con desdén asqueado de su forma de proceder -Sería un insulto para mí que me consideraran la ruta hacia al dorado -enunció con disgusto -Prefiero quedarme así como estoy antes de caer tan bajo -concluyó y movió la cabeza de lado a lado pensando en aquel tema ¡Bah! Ya nadie tomaba en serio el arte ni el deporte…
-Si tú lo dices -resopló cruzándose de brazos. Aunque lo que decía tenía cierta verdad, a veces pensaba que esos argumentos y su falta de esfuerzo sólo eran excusas para evadir la realidad. Una muy cruda realidad que atosigaba a su amigo, porque la verdad era que Ranma no le hallaba sabor a la vida hacía bastante tiempo.
Fue una gran sorpresa para todos y para él haberle escuchado decir que se retiraba del combate. Había dicho que sería temporal, pero ya habían pasado más de seis años y hasta ahora no se le veía mejor desde aquella vez. Insistía mucho en que su enfoque era seguir con el proyecto de Furinkan y la sociedad de la escuela Saotome-Tendo. Sin embargo con sus acciones demostraban todo lo contrario, tal como se había suscitado hoy, no presentaba ningún ápice de interés en el trabajo -Pobre Ranma… -decía con tristeza en sus pensamientos Ryoga evocando el verdadero motivo por el cual su amigo la juventud se estaba hundiendo cada vez más y más en ese abismo y el no poder hacer nada para ayudarlo ya que… desgraciadamente estaba atado de manos respecto a ese asunto.
-¿Qué pasó? -mencionó Ranma mirando un momento hacia Ryoga. Estaba muy callado desde hacía casi diez minutos.
-¿Mmm? -le miró distraído.
-Estás muy pensativo -dijo antes de doblar el volante a la izquierda.
-Es que… -exhaló antes de peinar su cabello hacia atrás con su mano -Estaba pensando en algo.
-¿En qué? -inquirió.
-En que el lunes tenemos reunión a primera hora -contestó.
-¿Por qué? -arrugó la frente ante la noticia que le había comunicado Ryoga, ¿Por qué no sabía eso? En la mañana cuando se presentó a trabajar no lo mencionaron nada al respecto.
-No lo sé, pero el señor Tendo me llamó cuando…
-¿Estabas perdido? -completó la frase -¿Por qué no le pediste ayuda? -preguntó con cierta burla.
-Ranma si hubiera querido que alguien me ayudara, hubiese llamado a mi esposa y ya-refunfuñó.
-De acuerdo, no te molesto más -suspiró -Continua -le invitó a proseguir.
-El señor Soun dijo que quería a toda la dirección reunida. De hecho su secretaria mandó un correo electrónico -mencionó mirando su teléfono con el mensaje la pantalla -Un correo que por supuesto ya sé que no revisaste -le miró acusatoriamente.
-Nunca revisó esas cosas, ya lo sabes -enunció con serenidad. Nunca había sido amante de la tecnología ni de las computadoras.
-Exacto, por eso te lo digo yo -enunció sarcástico.
-¿Por qué nunca puede llamarme a mí directamente? -resopló hastiado. Siempre era lo mismo con el señor Tendo. Sino era un intermediario, entonces era a través de un memorándum redactado por su asistente. Sólo en las juntas le dirigía la palabra, nada más porque estaba obligado a hacerlo.
-Creo que tú ya sabes la respuesta Ranma -contestó con seriedad.
-Aja…-respondió secamente arrugando ligeramente el ceño al momento en que estacionaba el vehículo.
-Sólo levántate temprano el lunes ¿quieres? -sugirió Ryoga antes de abrir la puerta.
-Sí, P-Chan -contestó con humor.
-Hasta luego -se despidió apretando la mandíbula, conteniendo sus deseos de replicar.
-Adiós -agitó su mano -Salúdame a Ukyo.
-¿Para qué nos quiere aquí? -preguntó curioso Ranma sin dejar de toquetear con sus dedos la mesa tal como lo seguía haciendo desde que se había sentado.
-Por décima vez, ¡No lo sé! -expresó con irritación.
-No entiendo por qué pidió puntualidad si no llega a tiempo -pronunciaba mientras hacía un estiramiento con sus brazos.
-Apenas han pasado quince minutos -dijo con lo último que le quedaba de paciencia.
-Quince minutos son suficientes para invertirlos en algo más entretenido -golpeó con su puño la mesa provocando que la pluma que estaba en su lugar saltara disparada hacia el piso.
-Más vale que te calles y que te quedes quieto que me estás comenzando a fasti-
No pudo completar la frase ya que el señor Tendo hizo su aparición por la puerta. Muy sonriente y vivaz ingresó el recién entrado hombre en la tercera edad. Se sentó en su lugar muy contento y eso que se había sentado al lado de Genma Saotome.
-¿Se sacó la lotería Tendo? -preguntó el robusto y calvo hombre.
-Claro que no Saotome -esclareció con una risa -Desafortunadamente aún tengo que verles la cara -contestó sin perder su buen humor.
-Buenos días señor Tendo -le saludó demasiado amable aquel sujeto Takeda que nadie soportaba, el cual era el encargado del departamento de eskrima -Se le ve muy bien esta mañana.
-Buenos días a todos -saludó encantador -Pero qué magnifico amanecer tuvimos el día de hoy, ¿no creen? -comentó de lo más positivo causando asombro de los que estaban sala.
-¿Qué le pasa? -preguntó Ryoga mirando con extrañeza al señor Tendo.
-No lo sé, hace mucho que no se le veía así -mencionó Ranma sin perder detalle de la nueva actitud del que una vez consideró su tío -Parece que se quitó como dos décadas de encima.
-Probablemente se preguntarán por qué estamos aquí -comenzó a decir -Pero antes de comenzar ¿por qué no comemos algo suculento? -anunció con generosidad señalando con su mirada el magnífico desayuno que venía entrando por la puerta.
-Gracias -masculló con alivio el hombre de ojos azules.
-Cállate zopenco -murmuró Ryoga, ¿Ese Ranma nunca iba a aprender a comportarse?
-Nunca es tan esplendido Tendo -mencionó Genma a Soun mientras las auxiliares del piso se encontraban sirviéndoles la comida -¿A qué se debe? -preguntó con curiosidad.
-Yo siempre he sido esplendido -contestó sin dejar su contentamiento -Te mantuve en mi casa sin que pagaras un solo centavo ¿no? -comentó antes de sorber la taza que le habían puesto en su sitio.
-¡Pero qué bien sabe este té! -expresó el hombre con nerviosismo al imitar la acción de su colega.
-Señor Tendo si no hay inconveniente ¿podríamos discutir antes el asunto sobre el reclutamiento de los nuevos jóvenes? -intervino de nuevo Takeda.
-Claro que sí -dijo sonriente -Entremos en calor antes de proseguir con el propósito de esta reunión.
-Lo que quería decirle es que la mayoría en nuestros equipos hemos estado trabajando duro -Hemos ido de cacería tras esos jóvenes.
-Eso me gusta mucho -pronunció complacido.
-A mí también -agregó Genma tratando de incorporarse a la conversación.
-Sin embargo, quiero decirle que algunos de nosotros no están cumpliendo del todo con su parte.
Ryoga se atragantó con el té que se encontraba bebiendo, mientras que Ranma ni siquiera se inmutó por el comentario ya que siguió muy tranquilo disfrutando de su comida.
-¿Qué le hace decir eso? -interrogó con interés Tendo.
-Estamos casi al cierre de la selección -expuso el hombre -Por lo tanto debo expresar que me preocupa que el departamento de kenpo no ha cumplido al cien por cierto con el objetivo -sentenció enfocando su vista hacia los encargados de esa sección.
-¿Ryoga? -arrugó la frente al escuchar aquello imitando la acción de Takeda.
-Señor Tendo -habló el joven hombre -Quiero hacer hincapié, que tal como dice Takeda aún no es el cierre de selección y seguimos trabajando sin descanso en la búsqueda -explicó -No hay razón por la cual deban preocuparse -sentenció con seguridad aunque en el fondo su sentir era lo opuesto.
-Confío en que harás bien tu trabajo -respondió Soun -Pero asimismo Takeda es muy considerado en preocuparse por el desempeño de tu departamento.
-Claro -no tuvo mucho más remedio que aceptar lo que decía el señor Tendo.
-Hijo, ¿no tienes nada que decir? -pronunció Genma advirtiendo con sus ojos que mostrara un poco de interés. El hombre en cuestión sólo carraspeó su garganta e incómodo se rascó la cabeza -¿Ranma? -volvió a inquirir su padre sin quitarle la vista de encima, así como también lo hicieron los demás.
-¿Tienen más té? -soltó al no saber qué hacer. Al escuchar su declaración, los demás integrantes lo miraron con desagrado.
-Es increíble -musitaron algunos con lástima.
-Ranma, ¿en serio es todo? -interrogó Tendo y al no obtener respuesta exhaló con pesadez -Bien, me quedaré con lo que dijo Ryoga, pero tan siquiera quiero escucharte -hizo un movimiento con su mano, ¿De verdad este hombre era el apasionado jovencito que una vez conoció? Hubiera pasado lo que hubiera pasado, no iba a cambiar la admiración que sentía por él. Era y seguía siendo el mejor, eso no estaba en duda, sin embargo toda esa actitud tan apagada… -¿Algo que sea concertante para ti? -suplicó con la mirada ante el mutismo de Ranma. Volvió a suspirar con resignación -Bien, seg-
-Tengo que decir -interrumpió.
-Adelante -le invitó a que le dijera lo que tenía en su mente.
-Tengo que decir que no estoy de acuerdo con los valores y expectativas en los que se desenvuelve la enseñanza de Takeda -expresó con serenidad.
-¿Perdón? -dijo casi ofendido el sujeto.
-No es ético que vayan hambrientos detrás del hueso -enunció burdamente.
-¿Estás insinuando algo? -dijo con recelo el sujeto, ¿Qué se creía este tipo para acusarle de falta de ética cuando este mismo ni siquiera se esforzaba en su trabajo?
-¿Podrías ser más claro? -sugirió Soun.
-No… no elegí bien las palabras -lamentó Ranma colocando una mano sobre su nuca.
-Como siempre -mascullaron irritados los demás. Podrían pasar mil años y sería el mismo inoportuno.
-No dudo de la honorabilidad y moral de Takeda -explicó tratando de calmar los ímpetus... sólo por eso, porque siendo honestos pensaba más o menos lo contrario -Sin embargo, cualquier ganancia o patrocinio es una consecuencia, no el punto de partida ni la razón por la que los estudiantes deberían seguir trabajando -concluyó su argumento mientras que todos los presentes al principio se miraron con desconcierto debido a la sorpresa del punto que había expuesto, luego le mostraron una mejor cara olvidándose en cierto grado de la apatía que había manifestado hace un momento.
-Creo que Ranma tiene un punto razonable en lo que dice -dio la razón al hombre de ojos azules -Takeda, los chicos depositaron su confianza en nosotros ya que les dimos la promesa que desarrollarían sus talentos y habilidades a su máximo potencial -miró al tipo -Nosotros ofrecemos la enseñanza, ellos nos pagan por hacer nuestro trabajo. No deberíamos asegurarles otra cosa más que no vaya de acuerdo con esos principios -dijo con severidad -El dinero no es todo en la vida -sentenció poniendo en perspectiva los valores con los que se había fundado el convenio. Los chicos deberían trabajar y perfeccionarse por pasión, no por las ganancias que pudieran llevarse.
-Sí, claro señor -aceptó lo expuesto por el jefe -Tiene toda la razón.
-Me gustaría los estándares que estás calificando a los muchachos que les das la bienvenida -advirtió y el susodicho sólo le tocó asentir -No obstante Ranma -volteó su mirada hacia él -Pienso que tal como lo hace Ryoga, tu motivación debe ser la de ayudar a esos jóvenes y no tanto el satisfacer lo que tú necesitas.
-¿Qué? -dijo confundido, ¿A qué se refería con eso?
-Señorita Fujii, usted comprende lo que acabo de decir -se dirigió hacia la rubia mujer que estaba a su lado izquierdo, de hecho la única mujer que trabajaba con ellos -Por favor ¿Puede darnos su punto de vista? -le invitó con amabilidad.
-Por supuesto -dijo sonriente la encargada de la división de hapkido y la también maestra de educación física de las chicas de Furinkan -Creo que todos estamos de acuerdo que Ranma Saotome fue y aún es un gran artista marcial -hizo el reconocimiento de su carrera. Eso no se le podía negar -Pero -hizo una breve pausa -Opino que ese siempre es el problema en el que caen casi todos los atletas consagrados -continuó -Siguen persistiendo en buscar a la horma de su zapato y… bueno aquí tenemos un claro ejemplo de los resultados -miró despectivamente a Ranma.
-Necesitan a alguien con quien puedan competir en una batalla de egos -le secundó Araki, el representante de judo.
-Estoy de acuerdo -continuó Takeda sonriéndole de forma cínica.
-¡Pues yo no! -exclamó enojado el heredero Saotome.
-Hace mucho que no vemos algo nuevo por parte tuya -contestó Soun -Todos los chicos le pertenecen a Ryoga y tú medianamente cumples al entrenar esos muchachos.
-Pero lo hace con resultados satisfactorios -intervino riendo nerviosamente Genma.
-Nadie satisface ese perfil imposible que buscas -enunció Soun ignorando el comentario del calvo.
-O en otras palabras, tal como lo dijo Fujii, nadie lo merece a él tal vez -intervino otra vez Takeda.
Todos echaron una sonora carcajada. Todo mundo sabía que Saotome era un soberbio que no quería perder el tiempo con nadie que no estuviera "a su altura". Más bien el pretexto era que no quería trabajar.
Mientras tanto Ranma se encontraba furioso, ¿Cómo se atrevían a decirle algo así? -pensaba al momento de empuñar sus manos y se levantara en un arrebato de su sitio.
-¡Me disculpará señor Tendo, pero quier-
-Lo hablaremos en otra ocasión -cortó de tajo su réplica sin siquiera inmutarse de la molesta reacción -Ahora quiero discutir el tema por el que están aquí -mencionó de lo más tranquilo. Eso era el colmo, pensaba con severo enfado Ranma. Después de que lo dejaba en ridículo para que todos se unieran en complicidad ¿Pero quién se creía?
-Ranma ya -murmuró entre dientes Ryoga, aplicando un poco la fuerza sobre el brazo de su amigo quien enseguida retiró la extremidad de Hibiki y luego se sentó de mala gana en su lugar.
-¿De qué se trata Tendo? -comentó con cierto cansancio Genma. Todo esto ya estaba mareándolo… o… o podía ser que necesitaba otra ración de arroz -¿Por qué tanto misterio? -preguntó y luego hizo una seña a la auxiliar para que volviera a servirle más de aquel desayuno.
-Como ya lo saben yo no tengo una mano derecha ni un heredero presente, como Saotome.
-Aunque da igual, ¿no? -musitó con veneno Takeda mirando al hijo de Genma.
-Como ya lo saben, ninguna de mis hijas ha estado interesada en ingresar para desempeñar esa función -hizo una pausa antes de retomar la palabra -Al menos hasta estos últimos días -finalizó y de inmediato los presentes se miraron intrigados, incluso la declaración había hecho enfriar el mal momento que Ranma había pasado.
-¿Nabiki? -dijo discretamente Ryoga y Ranma -Creí que estaba muy cómoda en su sitio -frunció el ceño al no encontrar una razón lógica por la cual trabajaría con ellos -Además que nunca le ha importado lo que hacemos aquí.
-Ni en mis sueños más locos pensé que un día estuviera interesada… -dijo con escepticismo el hombre de ojos azules. ¿Nabiki y las artes marciales? Esas dos palabras no iban juntas.
-Suki, linda -dijo amablemente a su asistente a través del conmutador -¿Puedes hacer pasar a mi hija? -sugirió sin dejar su sonrisa esperando que se asomara lo que por tanto había estado esperando. Luego de unos segundos de espera por fin entró la persona que había mencionado Soun.
Una sonriente mujer de esbelta y delicada figura, ojos castaños y hermoso rostro se hizo presente -Buenos días -saludó con propiedad a los reunidos en aquella sala.
-Todos, les presento a mi hija -anunció con gran regocijo Soun -Akane Sato -continuó sin dejar su satisfacción -Mi nueva mano derecha -sentenció con orgullo.
-Buenos días -enunciaron a coro todos los hombres con sorpresa levantándose de su lugar para recibir a la hija de Tendo. Pero que sorpresa. No se habían esperado un anuncio como este. Ni tampoco se habían esperado la aparición de una mujer tan encantadora. Era igual de bella que las otras dos.
Mientras que los demás observaban sin ninguna reserva a la mujer, había uno que no sabía si lo que estaba observando era realidad, ¿Estaba aquí? ¿No era un sueño como su mente siempre de lo jugaba? Tanto tiempo… y ahí estaba otra vez frente a él…
Continuará…
Sí, adoro el nombre de la chica :P Saquen sus conclusiones ;)
Gracias por su lectura y les agradecería un poco más si me dejasen su opinión, si ustedes quieren claro :P
¡Hasta pronto!
