Holaa!

Esta nueva historia se situa más o menos en el sexto año, pero no sigue mucho los sucesos del libro. :)

Todos los personajes pertenecen al mundo de JK Rowling


3 de Marzo
Querida Lizy,
Sigue lloviendo, no ha parado en toda la semana, es como si en cielo estuviera llorando y, sin embargo, mis lágrimas se han secado ya. Hace tiempo que no me quedo a charlar con Ginny por la noche, que no respondo a los desesperados intentos de Ron de animarme, que no cruzo una de esas significativas miradas de amistad con Harry. Hace tiempo que me limito a estudiar e imvestigar para conseguir, por fin, vencer a Voldemort. Llevo mis libros a todas partes y me sumerjo en ellos cada vez que puedo. Son una buena vía de escape.
Me sorprende que Ginny no se haya cansado de mí. Trato de sonreírle y aparentar una mínima emoción ante sus comentarios, juro que lo hago, pero simplemente no me sale.
Harry y Ron también lo intentan y me siento realmente mal viendo cómo su preocupación aumenta cada día. La mirada de Harry es sencillamente insoportable.
Y todo por su culpa. Y por la mía, por supuesto, por ser tan increíblemente idiota.

Hermione.

- Harry y yo vamos a bajar a cenar, ¿vienes?- Ginny la estaba observando fijamente una vez más, de pie al lado de Harry.- Sino, puedes quedarte..
- No, la verdad es que estoy bastante hambrienta.- mintió Hermione- pero tengo que guardar esto en mi baúl, así que ir bajando...

Aun sabiendo que ninguno de los dos le había creído, Hermione se levantó y subió al cuarto de las chicas. Guardó el cuaderno que tenía entre manos en una caja de madera bajo la cama y se metió la llave en el bolsillo. Nadie, absolutamente nadie, podía leer jamás aquellas páginas.
Los platos de sus compañeros estaban ya casi vacíos cuando la Gryffindor se sentó a su lado. Ginny y Ron discutían sobre algún absurdo malentendido ocurrido durante las pasadas navidades en la Madriguera, y Harry los miraba divertido, evitando, con una pequeña sonrisa, tener que responder cundo uno de los dos le preguntaba cuál de de las dos versiones era la correcta. Sin embargo, cuando Hermione tomó asiento a su lado, los tres se miraron sin disimulo alguno y Harry, bajo la intensa mirada de Ginny, se dirigió a su amiga.
- ¿Hermione, estás bien?- sus ojos verdes la atravesaron como rayos, y la joven tuvo que volverse hacia los dos Weasley.
-Perfectamente. Escuchad, he estado buscando y...
-Hermione, por favor...- esta vez fue la pelirroja la que intervino- Te hemos notado un poco... ausente últimamente y nos preguntábamos si...
-Os digo que no me pasa nada, simplemente estoy un poco cansada, nada más. Ahora, si no os importa, deberíamos preocuparnos por Quien-vosotros-sabéis. Veréis,- los tres se rindieron y se pusieron a escuchar a su amiga, al fin y al cabo en aquellos momentos en los que la Gryffindor les explicaba detalladamente lo que acababa de descubrir, era cuando volvían a ver, en cierto modo, a la verdadera Hermione,- sé cómo destruir los demás Horrocruxes y no, no se necesita a una enorme serpiente para ello, sólo un par de lágrimas de Fénix. Éstas son tan puras que pueden deshacer incluso la magia más oscura.
- Genial, ¿ Y, dónde se supone que podemos conseguir esas lágrimas?- preguntó Ron.
- Dumbledore tiene uno, podría hablar con él...

Harry se puso a planear el cómo conseguir extraer las valiosas lágrimas del Fénix del anciano director pero Hermione no le escuchaba. Volvía a asentir sus propias lágrimas, mucho menos valiosas y deseadas que las del hermoso ave, inundándole los ojos y nublando aquella imagen que la perseguía día y noche confundiéndola en lo más hondo.

En la mesa más lejana, un poco más a la derecha de lo que estaba ella, justo al lado de la enorme puerta, Draco Malfoy se dejaba besar por Pansy Parkinson. La chica posaba sus labios en cada curva del cuello del Slytherin y parecía querer tentarle acercándose cada vez más peligrosamente a su boca. Durante una centésima de segundo, la más rápida de todas, los helados ojos grises de Draco chocaron con los de Hermione, explotando en una gota que cayó suavemente por la mejilla de ella. Después el chico se volvió hacia Pansy y con un movimiento brusco, casi violento, la besó.

Hermione ni siquiera se molestó en dar una explicación a sus compañeros, se levantó y salió precipitadamente del Gran Comedor.
Con la cabeza agachada hacia el suelo y miles de sentimientos desconocidos en su interior, cruzó una gran sala de paredes de piedra y se dirigió hacia un lugar donde sabía que estaría sola. Y nada deseaba más en aquel momento que alejarse de todo, de ella misma. De aquellas extrañas sensaciones que lo desencajaban todo, dejando el puzzle completamente deshecho, con demasiadas piezas que ordenar.

El hueco tras el gran reloj de la torre central de Howgarts estaba siempre vacío y Hermione tenía la certeza de que ella era la única persona que lo conocía. Solía ir allí a estudiar durante la época de exámenes, a escribir eternas cartas a sus padres o a escribírselas a Lizy, aunque nunca llegase a enviarlas. Tampoco había nadie allí aquella tarde. Hermione se sentó en el suelo, con la espalda apoyada en la pared y las más bellas vistas de los jardines en frente. Se había preparado para llorar a lágrima viva, sin reprimirse más, pero no sucedió. Se quedó observando la nada tratando de reconocer, ordenar y entender los sentimientos que le habían formado aquel nudo en el estómago.

Recordó la primera vez que lo sintió, casi dos meses atrás: Había olvidado el libro de Historia de la Magia en clase del señor Binns y lo necesitaba urgentemente pues solo quedaban tres semanas para el examen. Al abrir la puerta se había topado con Malfoy y Pansy en pleno beso apasionado sobre la mismísima mesa del profesor. La verdad es que la apasionada era Pansy, él parecía hacerlo automáticamente, casi con pereza. Sin embargo, eso no cambió el hecho de que Hermione sintiera quebrarse algo en su interior.

Nunca en su vida le habían roto el corazón, pero ella siempre había pensado que esto era a causa de que no se lo había entregado a nadie. Jamás lo había hecho, no voluntariamente al menos. Entonces...¿Qué era lo que pasaba? ¿Por qué le dolía tanto ver al imbecil de Malfoy besuqueándose con Pansy?
Jamás le había costado tan caro su ciega confianza en la lógica. Las cosas estaban claras, por algún malicioso juego de sentimientos y de una forma inexplicable estaba... estaba enamorada de Draco Malfoy.

Y tenía miedo. Tenía miedo a que Harry y Ron lo descubrieran y la odiaran, tenía miedo a que aquel sentimiento la convirtiese en algo completamente diferente a lo que era, miedo a que durara para siempre, miedo a no ser correspondida y, muy a su pesar, tenía miedo a querer serlo.