Aquí empieza un fic de One Piece que pasó por mi cabeza hace ya bastante tiempo.
ZoRo, un poco de LuNa.
No poseo los derechos de One Piece, que, logicamente, pertenecen a Eiichiro Oda-sensei.
Espero que disfruten de este primer capítulo!
Tamashii
Capítulo 1: Cambio
- ¡Luffy, Baka! Te dije que no cogieras ese… ¿bote?
- Pero Nami, puede que haya un tesoro…
- ¡¿Es que no recuerdas la última vez que dijiste eso?
Al capitán le vinieron las imágenes de aquella vez en que recogieron un bote en el mar. No fue muy buena su suerte, pues acabaron perdiendo sus sombras y parte de su esperanza de vida. Sin embargo él se divirtió en Thriller Bark, pues además de conseguir un nuevo nakama, obtuvo un regalo por parte de Nami. Una situación que, aunque sabía que puede que no se repitiera en miles de años, le hizo mas ilusión que un plato lleno de comida. Así que puso esa carita de niño adorable, intentando convencer a la akage.
- ¡Shishishi! Anda, pero si eso fue de lo mas interesante, ahora si nos separamos me seguiré acordando de ti.
- Eh… - se sonrojó levemente. Aunque, puede que para su suerte, nadie lo notó.
- Pero míralo, si hasta le brillan los ojos… no creo que a estas horas cambie de opinión. ¡Yo voto por abrirlo! – Las botellas que Zoro suponía que ese bote cubierto de algas marinas contenía sabrían mucho más ricas después de ser meneadas por las olas del mar. O eso le habían dicho. Además había surgido una perfecta oportunidad de llevar la contraria a la pelirroja.
- Bien, pues vamos a abrirlo!
La tapa del bote salió volando hacia el mar. La luz que salió repentinamente del bote les cegó, privándoles de ver su contenido. Al cabo de unos momentos, sus ojos se acostumbraron al resplandeciente objeto que se hallaba en su interior.
- ¿Que…? ¿una… perla? ¡¿Diós, será cara!
- Es redondo… ¡como mi afro, yohoho!
- Parece una joya redonda… ¡como mi Nami-swaan~!
- ¿!Me estas llamando gorda!
- ¿Estará buena?
- ¡Eso no se come, imbécil!
- Dicen que, si te encuentras una perla en el océano, la tienes que llevar contigo un día entero para que traiga suerte. Claro que es sólo una leyenda.
- ¡Robin-chwaan~! ¡Que lista eres~~!
- Cocinero estúpido… te dejas llevar por "cualquiera".
- ¿!Que has dicho, mierda de marimo!
- ¡Decidido, nos lo quedamos!
- ¡¿Quién lo ha decidido!
- ¡Yo! Shishishi…
- Algo me dice que esto no es bueno…
- Vamos Usopp, ¡que te daré la mitad!
- ¡Que eso no se come!
[…]
Robin fue la primera, y única, que quiso coger la joya para investigarla. Le parecía interesante, un objeto como ése viajando sin rumbo por en medio de ese mar vacío… sería una perfecta distracción para aquél día soleado.
Tras llevarsela, sin objeción alguna de sus camaradas, se sentó en su silla del camarote, observando esa extraña joya colocada cuidadosamente sobre la mesa junto a unas cuantas herramientas.
- Veamos que tenemos aquí…
Cogió una linterna. Iluminó la bola desde distintos ángulos, aunque no consiguió mucho más que hacer resplandecer aún más su color verde azulado. Su textura era lisa y suave como la seda, hipnotizante a más no poder, y un poco más pesado de lo que uno calcula a simple vista. A la arqueóloga le llevó un tiempo descubrir un pequeño símbolo blanco, una especie de tatuaje tribal con una forma simple pero bonita. No podía imaginar como se le había pasado por alto, pues ocupaba buena parte del objeto. Pasó un tiempo observándolo. No podía apartar la vista, era tan sumamente radiante… le llevaba paz, tranquilidad, compañía… justamente lo que había deseado desde hacía 20 años.
Pasaron unos minutos, aunque para ella solo fueron segundos. Después de que la morena diera un ligero parpadeo, el tatuaje comenzó a distorsionarse. Su forma tribal dio lugar a unos ojos que rompieron la uniformidad de la joya, eran de una belleza triste, parecían reales. El iris era de un color plateado, ligeramente celeste, cubierto casi por completo por una pupila negra como el carbón. Los ojos se apropiaron de los de Robin, atrayéndola con una fuerza que no pudo contrarrestar. Unos instantes después la bola emitió un destello que dejó a la arqueóloga inconsciente, tirada al suelo. Del lado lateral de sus abdominales brotó una tinta negra que formó ese tatuaje perfecto que anteriormente le había ocupado la mente. Se quedó dormida, inconsciente, como muerta, durante cerca de media hora. Una media hora que no pasó desapercibida por los demás tripulantes.
[…]
- Robin está tardando mucho no?
- Ara, te preocupa eso Zoro? – si su intuición era cierta, y ella sabía que lo era, Nami ya sabía el porqué.
- ¡Pues claro que no! Solo era por… - Se quedó sin argumentos.
- Ya, ya…
- ¡Minna! La comida está servida!
- ¡Sugeee! ¡Sanji eres el mejor!
- Nami-swaan! Este es para ti.
- Uhm… - Bueno, tenía un aspecto delicioso, y ya estaba acostumbrada a los corazoncitos por todos lados. – Arigato, Sangi-kun.
- ¿Y Robin-chwan? Se le enfriará su plato especial del amor… ¡Kuso marimo, deja de no hacer nada y ve a buscarla!
- … Hai…
Sorprendente reacción que dejo a los mugiwaras con la boca totalmente abierta. No se veía todos los días a Zoro aceptando una orden, y menos de Sanji. El comedor se quedó totalmente en silencio hasta que él mismo de dio cuenta de su error.
- eh… ¡Si voy es porque quiero, no porque me lo ordene ese cocinero estúpido! – Los tripulantes fueron capaces de abrir aún más la boca. Digno de un récord guiness, exceptuando al hombre de goma. – uhm... Digo… ¡Qué más da! ¡Me voy, y punto!
Abandonó el comedor rápidamente ante siete pares de miradas de asombro, y se dirigió al camarote de la morena. Vaciló unos instantes antes de abrir la puerta. No quería quedarse mucho tiempo a solas con ella, le molestaba a sí mismo, cómo se volvía cuando la sentía cerca. No consiguió abrir la puerta, o más bien dicho, no tuvo tiempo, pues ya lo había hecho ella.
- Esto… Robin, te estaban esperando para comer… bueno, Luffy ya ha empezado…
- Sí, ahora iba. Solo me distraje un poquito.
- Ah… oye, ¿que te ha pasado en los ojos? Están más claros…
- Creo que no me encuentro muy bien, cuando eso ocurre me cambia un poco el color de los ojos. Me sorprende.
- ¿El qué?
- Como los conoces, en mis ojos. Normalmente los hombres se fijan más en mis senos o en mi trasero.
- Oye, yo no…
- Tranquilo…- avanzó unos pasos hasta colocarse detrás de él - A mi también me gusta… tu pelo. – acarició dulce y suavemente su cabeza, y avanzó con pase seductor y firme, el que la caracterizaba, hasta desaparecer de la vista del espadachín.
Zoro no reaccionó al instante. No pudo. No quería reconocerlo, o puede que no lo supiera hasta ahora. Llevaba tanto tiempo queriendo conocerla un poco más, deseando algo que no fuera una mirada, algo que le hiciera sentir a su lado. Pero no eso.
Eso fue diferente, esa no era Robin, no la Robin que conocía. Su cabello se había vuelto ligeramente mas largo, y un poco mas claro. Sus ojos mostraban un pequeño tono plateado, algo casi inapreciable. De hecho, debería serlo para él. ¿Por qué se había dado cuenta? ¿Por qué no, como había dicho ella misma, se había fijado en sus pechos, algo normal, o en su sensual trasero? Se estaba volviendo loco. Eran imaginaciones suyas. ¿O no? No, simplemente, la chica ha sido… amable con él. No le dio más importancia, la vida seguiría igual si pensaba o no en eso.
Se sacó esos pensamientos de la cabeza, observó a su alrededor. El camarote de Robin aún estaba abierto. La luz que se filtraba a través de la ventana iluminaba una silla tirada en el suelo, una cama deshecha con herramientas esparcidas encima, y una joya morada con ligeros toques negros, un poco más pequeña que la que encontraron esa mañana, encima de la mesa de madera. ¿Desorden? Eso era algo incompatible con Robin, una mujer extremadamente ordenada, con todas las cosas, materiales y emocionales en su sitio.
Recordó entonces sus ojos plateados de antes, esa mirada amenazante que no era ni mucho menos la habitual. No… No podia sentirse solo mal, algo debía haber ocurrido.
Por el momento, y con su estómago rugiendo, dejó de banda ese tema. La verdad, le estaba volviendo loco, además sus nakamas le estarían esperando. Se dirigió al comedor. La puerta estaba cerrada y el ambiente era más silencioso de lo normal.
Cuando entró ya era demasiado tarde.
Fin del Capítulo I.
REVIEWS
REVIEWS
Tan pronto como sea posible me pongo a escribir el segundo. No aseguro que esté listo en poco tiempo, pero bueno, paciencia jajaja
Gracias por leerlo!
