(Basado en la canción "Si pruebas una vez (Sin ti me vuelvo loca)", de Ha–Ash)
Ha pasado tanto tiempo desde que lo viste por última vez, que al principio no se te ocurrió qué decir cuando lo volviste a encontrar. Ibas caminando de lo más tranquila por los pasillos del Ministerio, orgullosa de lograr posicionarte como una de las mejores Inefables del Departamento de Misterios (aunque nadie sabe exactamente lo que haces), cuando chocaste con una persona al entrar a uno de los ascensores. Por alguna razón, ese cuerpo se te hace familiar, pero dejas ese pensamiento a un lado cuando esa persona te sostiene por un brazo, evitando así que caigas.
—Lo siento mucho, señorita —te dijo la voz grave y seria de un hombre, una voz que, al igual que el cuerpo, consideras familiar —Debí fijarme por dónde andaba.
Alzaste la vista y estabas a punto de corresponder a la disculpa con una propia cuando te quedaste muda. Frente a ti hallaste un rostro que conocías, pero no te fijaste en lo que todo mundo se afanaba en ver en él, sino en sus ojos. Unos ojos verdes y profundos, medio ocultos tras unos anteojos redondos, que brillaban con una nostalgia lejana.
—¿Harry? —fue lo único que se te ocurrió musitar.
Sí, sólo se te ocurrió musitar su nombre, porque tu mente se quedó en blanco. Sí, era uno de tus mejores amigos, al que no veías desde al menos cuatro o cinco años, y ahora de repente estaba a tu lado. Lo que te hace recordar que tu amigo siempre tenía la mente tan metida en sus problemas, que era incapaz de ver más allá de lo que en el momento requería.
Y si tu notas que he cambiado
Ahora no es casualidad
No soy la misma, me cuesta confesar…
Es que hace tiempo que ya no te veo igual
Me empiezo a enamorar
—¡Hermione! —exclamó él al reconocerte, lo que te sobresaltó ligeramente. Nunca creíste que te reconociera, pues habías cambiado notoriamente desde la última vez que se habían visto —¡Me alegra mucho verte!
Te enderezó jalándote suavemente de tu brazo, que aún sujetaba, y te dio un abrazo.
—A… a mí también me alegra, Harry —fue lo siguiente que tu cerebro pudo ordenarle a tu boca que dijera. Seguías un tanto paralizada —¿Qué haces por aquí?
—Trabajo aquí —tu amigo presionó un botón en uno de los laterales internos de la puerta del ascensor y éste cerró sus puertas, comenzando a subir —¿No te lo conté?
Negaste con la cabeza. Claro que no te lo había contado, porque de haberlo hecho, lo recordarías. De hecho, súbitamente tuviste deseos de reclamarle su silencio, el porqué no te escribió en todos esos años, pero te quedaste callada. Y seguiste negando con la cabeza.
—Lo siento, creo que no tuve tiempo —se disculpó él al instante —Terminé la carrera apenas hace tres años y desde entonces no hemos parado.
—¿"Hemos"?
—Sí, sí, supongo que el distraído de Ron no te lo contó tampoco. Trabajamos juntos.
Y cuando dijo eso, te quedaste con la boca abierta… en sentido figurado, claro, no eras tan obvia en demostrar tus emociones. Porque sí sabías en dónde trabajaba Ron, él mismo te lo había contado hacía años: en el Cuartel General de Aurores. Así que todo ese tiempo había estado junto a Harry y no te lo dijo. Te preguntaste porqué.
—¿Hermione¿Pasa algo? —inquirió Harry.
Pero negaste con la cabeza de nueva cuenta e intentaste sonreírle. No tenía caso quejarse por lo que ya había pasado, ahora podías ver hacia el presente. Y hacia el porvenir.
—Supongo que podré verte un día de éstos —te atreviste a decir, justo en el momento en que el ascensor se detenía en donde se encontraba el Cuartel General de Aurores. Las puertas se abrieron poco a poco —Hace mucho que no sé de ti¿sabes?
Harry te miró por un largo segundo, como si meditara la respuesta, para luego sonreír de una forma que te pareció encantadora.
—¿Porqué no? —dijo él, sin dejar de sonreír, y salió del ascensor, agitando una mano en señal de despedida —Te llamaré por teléfono en la semana.
—¿Cómo sabes que tengo teléfono?
Pero él no se molestó en contestarte, sino que sonrió aún más y se perdió de vista.
&&&
Y aquí estás ahora, recordando el encuentro (el cual sucedió hace dos días) y pensando si no estarás ilusionándote demasiado. Quizá, sólo quizá, Harry estaba feliz por verte después de tantos años… porque sintió el mismo sobresalto en el corazón que sentiste tú al verlo. Pero no puedes darte la libertad de fantasear de esa forma. Que Harry lo mismo que tú al encontrarse ya era mucho pedir.
Y en eso tu teléfono sonó. Casi nunca lo hace, porque los únicos que saben cómo usar el teléfono (al menos que tú conozcas) son tus padres, y ellos ya no te llaman con la misma frecuencia que cuando te mudaste, lo que no quiere decir que no lo hagan de vez en cuando.
—¿Buenos días? —respondes con voz distraída, imaginándote quién podría ser. Y deseando que no sean tus padres para invitarte a visitarlos, porque aunque los quieres, no tienes ganas de salir para nada. Es tu día libre y quieres disfrutarlo.
—Hola, Hermione, buenos días —responde la voz al otro lado de la línea, una voz grave y seria —Te dije que te llamaría.
Y te quedas de piedra, pensando si no habrás realizado un hechizo involuntario. Precisamente estás pensando en él y te llama por teléfono. ¡Vaya, cumplió su palabra!
—¿Harry? —respondes, sin poder ocultar tu sorpresa. Y es que el hecho de que Harry Potter cumpla una promesa al pie de la letra es todo un acontecimiento.
—Sí, soy yo¿porqué te extraña? —responde él.
—Bueno, es que… Creí que tú… Tu trabajo…
No haces más que tartamudear y no te lo explicas. Siempre te has distinguido por mantener la calma, por coordinar tus ideas, y ahora… ¿Sonará muy ridículo si dejaras de decir incoherencias y mejor soltaras lo que estás pensando¿Lo que estás deseando?
Antes te tuve a mi lado
Como el amigo siempre fiel
Y ahora que no estás aquí
Llamé para decirte por teléfono
Te necesito aquí
Hubieras querido ser tú quien lo llamara y decirle que lo necesitabas a tu lado. Pero no hoy, por supuesto, sino desde que dejaste de verlo, desde que él dejó de tener contacto contigo. Nunca pensaste que realmente querías ser algo más que su amiga… hasta ahora. Hasta ahora que lo escuchas al teléfono emitiendo una sutil risa, la cual es motivada por tus desvaríos, tus balbuceos. Y decides parar de golpe, sacudir la cabeza y hablar con firmeza.
—Lo siento, Harry, lo que quiero decir es que… No pensé que tuvieras tiempo de llamarme, con el trabajo que tienes. Es todo.
La risa de Harry para poco a poco, hasta que se convierte en un leve suspiro.
—Si, comprendo —comenta con seriedad —Mira, no tengo mucho tiempo, tengo que salir a una misión en media hora, pero necesito saber si podríamos vernos en una semana. Tendré dos días libres entonces.
Asientes sin poder pronunciar palabra, hasta que caes en la cuenta de que Harry no puede verte y te apresuras a contestar verbalmente.
—Por supuesto. El viernes es mi día libre.
—Excelente. Me apareceré cerca de tu casa a las ocho de la noche. Hasta entonces.
Y te cuelga, sin dejarte preguntarle cómo es que conoce tu dirección.
&&&
Una semana transcurre a saltos si una espera algo con impaciencia y anhelo. Y así esperas tú el próximo viernes, haciendo tu trabajo lo mejor que puedes, sin tener la más mínima idea de qué esperar de la reunión con Harry. Y tampoco sabes qué esperar de ti misma, porque la impaciencia es tanta y has estado separados tantos años, que a ratos te preguntas si deberías dejar tus escrúpulos a un lado e ir a buscarlo. Pero no lo haces. Eso no va contigo. Pero aún así…
Ya no puedo estar sin ti
Me vuelvo loca
A ciegas, sin pensar, te dejé marchar…
Y si tú quieres,
Si lo quieres,
Lo podemos intentar
Si pruebas una vez
Te puedo enamorar
Esta vez será diferente, te lo prometes solemnemente. La última vez que lo viste, antes de separarse por tanto tiempo, tuviste que guardarte tus sentimientos porque él aún tenía el corazón herido, lo recuerdas. Aquella chica, Cho Chang, fue su primer amor y contra eso no podías competir tú, quien solamente eras su mejor amiga. Ni soñarlo. Así que por tu bien, al principio tomaste como buena idea que se fuera, porque tal vez eso era lo mejor para ambos: él se recuperaría y tú tal vez olvidarías el sentimiento que te embargaba cada vez que lo veías. Pero ahora comprendes que todo fue en balde y que por más que lo intentaste, todavía sientes una sacudida en el pecho cuando piensas en él, en su cabello azabache que no se deja peinar, en sus ojos verdes que te han mostrado todos sus brillos, en su rostro que presumes ante ti misma conocer de memoria… No en su cicatriz y en lo que significa, por lo que te preguntas si no serás la única bruja en el planeta que nunca se fija en su cicatriz como lo hace el resto de la gente.
Y llega el viernes, que para tu total sorpresa, es catorce de febrero. Vaya, día de San Valentín. Se supone que es el día de los Enamorados, pero también el día de la Amistad. Le llamas a Ron a temprana hora para desearle feliz día, sabiendo que últimamente se ha interesado notablemente por todo lo relacionado con muggles (de tal palo, tal astilla) y te contesta con prisa, diciendo algo de que te agradece la llamada y que no puede hablar mucho porque tiene una cita con Luna. Luna… ese nombre se te hace conocido y pronto lo relacionas con una cara, una forma de ser y un sin fin de cosas más, entre ellas un apellido, Lovegood. Así que Ron saldrá con Luna Lovegood¿quién lo hubiera dicho? Él siempre juró que esa Ravenclaw rubia y con aire inconfundible de chiflada era eso, una chiflada.
Y dejas eso de lado, porque tienes que prepararlo todo. Arreglas el ligero desorden de tu pequeña casa, que para ti es común, sólo por darle un aspecto más presentable. Te arreglas tú lo mejor posible, con un conjunto de falda y blusa color rojo que por cierto, es tu favorito y sólo usas en ocasiones especiales. Te pones a preparar una cena sencilla, agradeciendo profundamente a tu madre que te haya enseñado a cocinar a la usanza muggle, porque la cocina mágica no es tu fuerte. Y justo cuando sacas una tarta de fresa del horno, suena el timbre de la puerta principal. Quitándote el delantal que cubre tu atuendo para evitar mancharlo, lo arrojas a una silla y te apresuras a abrir.
Ahí está, y lo observas con todo el detenimiento posible, aunque discretamente. Luce bastante bien con el pantalón y el saco marrones combinados con una camisa blanca. Su cabello, percibes, no está tan desordenado como de costumbre, y sus ojos verdes te miran como si encontraran algo inusual en ti.
—Hola —saluda, sonriendo a medias —Lamento la demora.
—Llegas a tiempo —rebates al instante y le permites la entrada. Te percatas de que lleva algo en la mano —¿Y eso?
Harry se mira la mano ocupada y se lleva una mano a la cabeza, con lo que no puede evitar desordenarse el cabello hasta dejarlo como normalmente se lo ves.
—Lo traje para la cena —te extiende lo que carga: una botella de vino tinto —Espero que no te importe…
—Para nada —aseguras y llevas el vino a la cocina, para regresar cinco segundos después a donde dejaste a tu invitado y descubrir que ahora está en la sala, de pie y mirando respetuosamente los retratos que cuelgan en las paredes.
—No se mueven —observa, refiriéndose a las fotografías.
—Son copias muggles —le explicas, surgiendo en ti, por un momento, la Hermione Granger de antaño, la sabelotodo —Alteradas de tal forma que si un muggle las ve, no halle ninguna cosa rara. Viviendo en un área muggle de la ciudad…
Harry asiente lentamente, como queriendo decirte que comprende de lo que hablas, pero que no quiere oír de ti una cátedra. Tú te reprendes en silencio y mejor le indicas con una seña que pase a la mesa. Él lo hace y mientras le sirves, te pregunta qué ha sido de ti.
—Soy Inefable —le respondes con una nota de orgullo y molestia en la voz —Secreto absoluto. No es que no me guste el trabajo que hago, de hecho me encanta, pero es ridículo que no pueda decirle a nadie nada de lo que hago.
—Se parece mucho a cuando realizo una misión —te dice Harry justo cuando te sientas a la mesa, frente a él.
No lo crees del todo. Harry acaba de comparar su trabajo con el tuyo. Cree que de alguna forma, tú y él se parecen de alguna forma.
—¿Y tú qué tanto haces? —inquieres, pero sabes que probablemente no obtendrás respuesta. Tea apresuras a aparentar calma y abrir la botella de vino que él llevó. Necesitas un sorbo y lo necesitas antes de cometer alguna otra tontería.
—Bueno, es interesante a su modo —reconoce Harry, saboreando tu comida como si fuera lo mejor del mundo. Eso te hace feliz y le llenas la copa con lentitud —Una vez Ron y yo tuvimos que ir a Nottingham a investigar a un contrabandista de piel de dragón, así que nos disfrazamos de pordioseros para acercarnos al tipo. Yo no tuve más que vestir la ropa andrajosa que me dieron en el cuartel, ensuciarme un poco y cubrirme la cicatriz, pero Ron se fue a los extremos: se cortó el cabello él mismo, todo disparejo, los andrajos que le dieron en el cuartel los revolcó en el lodo y luego se llenó de hollín la cara. Así se quedó los cinco días que duró la misión y debo confesarte que me daban ganas de lanzarlo al Támesis en cuanto regresamos a Londres. Apestaba.
Te ríes, tanto por imaginarte a Ron en semejante facha como por la forma en que Harry te lo contó. Animado, sonriente, despreocupado… como él mismo nunca se imaginó vivir cuando estaba en el colegio. Y mientras la cena prosigue y Harry te sigue haciendo reír de esa manera, deseas con todo el corazón que ahora que se han reencontrado, no vuelvan a separarse jamás.
&&&
Han pasado al menos dos años desde que Harry y tú se reencontraron y se han seguido viendo desde entonces. Han cenado juntos, han paseado juntos, han compartido muchas cosas y lo agradeces infinitamente. Él te trata como nunca hubieras creído posible, como si fueras lo más importante en su vida, y de hecho, eso eres para él. Te lo ha demostrado de varias formas posibles y hace un año exactamente te lo confesó, cuando hacían un recorrido nocturno a orillas del Támesis.
—Hace tiempo que debí decirte esto, Hermione, pero no sabía cómo —comenzó, y por su mirada supiste que era algo importante para él, algo muy importante —Me alejé para ver si cambiaba, pero no fue así. Así que pensé que era la señal de que era sincero.
—¿Qué cosa? —te atreviste a inquirir, porque no sabías qué era lo que iba a decirte.
—Mi amor —soltó sorpresivamente y te miró directo a los ojos con tal intensidad, que te quedaste quieta, escuchando esas palabras que llegaron al fondo de tu corazón —Hermione, te amo. Desde hace mucho tiempo. Tú no te dabas cuenta y no podía obligarte a amarme, así que creí que te olvidaría estando lejos. Pero me equivoqué.
Y fue entonces que inclinó la cabeza con suavidad y te besó por primera vez. Fue justo como lo habías soñado, sentiste justo lo que habías imaginado y te pareció justo lo que debía ser. Pero lo que no fue nada justo fue lo que pasó a continuación: se separaron y él estaba llorando. ¡No, por favor! Nunca en tu vida habías querido que llorara por ti y ahora lo estaba haciendo. Te sentiste muy mal.
Nunca vi cuanto me amabas
Nunca te supe valorar
Ahora es mi turno de luchar por ti
Regresa de una vez
Te necesito aquí
—Perdona mi atrevimiento —se disculpó él y se desapareció aprovechando que no había muggles a la vista, dejándote totalmente confundida.
Pero no del todo. Sabías lo que eso significaba, lo que podías ganar o perder dependiendo de lo que pasara a continuación y tomaste una rápida decisión. Fuiste a buscarlo, sabiendo dónde podía estar porque para entonces, lo conocías mejor que Ron. Te apareciste en un departamento sencillo y decorado en tonos neutros, sorprendentemente ordenado. Aunque a ti no te parecía nada sorprendente, puesto que ya habías estado ahí. Y tal como previste, una puerta a tu derecha se abrió y Harry apareció. Se sorprendió de verte ahí, pero aún más cuando captó tu mirada, sincera y cargada de emoción, y te oyó decir.
—Yo también te amo, Harry, desde hace mucho tiempo. Y ya no puedo estar sin ti.
Ya no puedo estar sin ti
Me vuelvo loca
A ciegas, sin pensar, te dejé marchar…
Y si tú quieres,
Si lo quieres,
Lo podemos intentar
Si pruebas una vez…
Te puedo enamorar
Ya no puedo estar sin ti
Me vuelvo loca
A ciegas, sin pensar, te dejé marchar…
Y si tú quieres,
Si lo quieres,
Lo podemos intentar
Si pruebas una vez
Te puedo enamorar… te puedo enamorar.
Y fue entonces cuando se abrazaron con fuerza y él te volvió a besar. Pero esa vez fue diferente, porque participaste en el beso con todo tu ser. Y cuando se separaron únicamente vieron amor en la mirada del otro, deseando seguir viendo lo mismo el resto de sus vidas.
Y eso te lleva a preguntarte para qué te habrá citado Harry en ese restaurante muggle tan caro en el centro de Londres precisamente hoy, otro día de San Valentín, si no es para celebrar contigo esa fecha tan especial del calendario. Te arreglas lo mejor posible con un vestido rojo discreto y a la vez elegante, te recoges el cabello en un elegante chongo, te colocas los aretes y el dije en forma de corazones que te regaló la Navidad pasada y sonríes, pensando que Harry es el mejor hombre de quien pudiste enamorarte. Tomas tu bolso rojo, consultas tu reloj de pulsera y sales de tu casa, pensando en las razones que llevaron al catorce de febrero a ser el único día de los Enamorados del año. Aunque para ti, desde que lo volviste a ver, todos los días han sido San Valentín.
Porque eso es lo que Harry Potter te ha hecho sentir, Hermione Granger.
&&&
Hola, gente, aquí Bell dándoles lata con un nuevo concepto. Si se preguntan qué pasó en este primer episodio (no puedo llamarlo capi, porque en sí, no lo es), solamente lo edité, porque por un error mío, la última línea de la historia quedó al final de mi comentario¡no pude creerlo cuando me di cuenta! Sé que a nadie le importa eso, pero a mí sí, puesto que procuro presentarles las historias de la forma más correcta posible (que el sistema se coma signos, es otra historia). Por otra parte, quisiera su opinión tanto de éste como del siguiente episodio, que espero que les guste: es la perspectiva de Harry de esta misma situación. Así que sin más por el momento, me despido. Cuídense, vivan la vida y nos leemos pronto.
