Capitulo 1
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Aclaraciones: Inuyasha y sus personajes le pertenecen a Rumiko Takahashi.
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Rin
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En la poblada ciudad de Tokio, se encontraba una joven de 16 años vendiendo dulces en una calle.
La pobre desde muy pequeña había sufrido desventuras en su vida, su madre murió cuando aún era pequeña y su padre la abandonó por considerarla un estorbo en su nueva vida, ya que había conocido a una mujer adinerada que le ofreció irse con ella fuera del país y él aceptó sin dudar.
Dejó a la pequeña con una tía, que la obligaba a realizar todos los trabajos domésticos de la humilde casa donde vivían y para colmo la golpeaba seguido. A los 14 años decidió escapar y consiguió ese trabajo de vendedora ambulante, ya que por ser menor de edad nadie más quería darle empleo.
— Hoy no vendí casi nada — Suspiró con pesadez — Ni siquiera me alcanza para una hamburguesa. Bueno tomaré un café para engañar a mi estómago.
Se dirigió a una máquina de café, pero sintió un fuerte mareo a causa de la falta de alimentos y tropezó con algo cayendo de espaldas al suelo.
— ¿Te encuentras bien? — Preguntó un joven de cabellos plateados y ojos ámbar.
— No, la verdad es que todo me da vueltas y.. — No pudo seguir hablando, sintió su cuerpo pesado y todo se volvió borroso.
— Inuyasha ¿Qué sucedió? — Se escandalizó una mujer de cabellos azabaches, al ver a su novio cargando a la chica en sus brazos.
— No lo sé Kagome, nos tropezamos y de pronto se desmayó — Contestó nervioso.
— ¿Pues que esperas? Llevemosla ya a un hospital.
El joven asintió y se pusieron en marcha. Luego de un largo rato se acercó hasta ellos una enfermera, diciéndoles que la joven había recuperado el conocimiento y que podían pasar a verla.
—¿Cómo te sientes? — Inuyasha fue el primero en hablar.
— Un poco mareada, pero ya estoy mejor. Se lo agradezco mucho — Sonrió.
— Me alegra escuchar eso — Hasta ella avanzó la mujer de cabello azabache — Mi nombre es Kagome Higurashi y el es mi novio Inuyasha Taisho.
— Mucho gusto, yo soy Rin Kobayashi.
— El doctor nos dijo que mañana te dará la salida, así que podrás regresar a tu casa y por los gastos del hospital no te preocupes yo pagaré todo — Sonrió el joven.
Rin agachó la cabeza conteniendo el deseo de llorar y produciendo la confusión en sus acompañantes. — Yo no tengo a donde ir — Confesó con la voz rota a causa del naciente llanto — Y aceptaré lo que me ofrece, porque no tengo como pagarlo.
Inuyasha y Kagome intercambiaron una mirada de compasión.
— ¿Dónde está tu familia? — Se atrevió a preguntarle Kagome.
— Mi madre murió hace algunos años y no tengo papá. Vivo en las calles, sobrevivo vendiendo dulces, pero las ventas no han estado muy buenas últimamente, es por eso que no como bien hace días y como consecuencia me desmayé.
A Kagome se le hizo un nudo en la garganta, mientras unas cuantas lágrimas escapaban de su control, se acercó a la joven y la abrazó.
— Nosotros te ayudaremos — Le aseguró Inuyasha.
Ambas mujeres lo miraron con la sorpresa dibujada en sus rostros.
— ¿Qué piensas hacer? Sabes que mañana regresamos a América.
— Sí, pero Sesshomaru puede darle trabajo en la mansión.
Rin los miró confundida — ¿Quien seria esa persona de la que hablaban?
Como leyendo sus pensamientos Inuyasha prosiguió a explicarle — Él es mi hermano mayor y de seguro en su mansión habrá lugar para que trabajes.
— Pero ya sabes como es tu hermano — Lo contradijo Kagome — Seguramente no le va a querer dar trabajo.
— De eso me encargo yo — Aseguró.
— Yo no quiero causarles problemas — Habló la niña de forma tímida — Ya han hecho suficiente por mí.
— No es molestia y ya está decidido. Mañana iremos a la casa de Sesshomaru y te conseguiré un trabajo, para que dejes de dormir en las calles.
— Gracias, gracias, usted no sabe cuánto significa esto para mi.
— Ya tranquila. Es mejor que descanses — Inuyasha posó una de sus manos sobre la cabeza de Rin. Ella le sonrió en respuesta.
— Hasta mañana Rin — Se despidió Kagome con un abrazo.
— Hasta mañana — Por primera vez en mucho tiempo, la dulce niña pudo dormir tranquila y con la esperanza de que al día siguiente conseguiría una mejor oportunidad para su vida.
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Inuyasha decidió llamar temprano a su hermano, sabía que a las 7 salía de la mansión rumbo a la oficina.
Sonó el celular de Sesshomaru — ¿Que quieres Inuyasha? — Preguntó con voz fastidiada.
— ¿Nunca vas a dejar de tener ese humor de perros?
— Si me llamas para eso, entonces mejor no me hagas perder mi tiempo — Espetó.
— Oye tú.. — Kagome miró a Inuyasha con reprobación, sabía que si se seguía comportando de esa forma Sesshomaru no lo ayudaría. Su novio entendió el mensajes y dulcificó el tono — Escucha Sesshomaru, necesito hablar contigo personalmente.
El mencionado lo meditó un momento.
— Esta bien, pero apresúrate.
— De acuerdo, en unos minutos llegaré a tu casa — Colgó — Kagome, creo que es mejor que vayas por Rin, mientras yo hablo con Sesshomaru.
Ella lo miró con el ceño fruncido — De acuerdo, pero por favor no te portes como un niño malcriado y trata de controlar ese carácter frente a tu hermano, recuerda cómo es él.
— Sí, sí es un témpano de hielo — Río.
—¿Lo ves?, Recuerda que hacemos esto por Rin.
Inuyasha se puso serio de golpe — Tienes razón. Debo convencerlo para que le de el empleo. Te llamaré cuando termine de hablar con él — Le dio un pequeño beso en los labios y se marchó.
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Llegó a casa de su hermano y Suikotsu el mayordomo le dio la bienvenida.
— ¿Donde esta Sesshomaru?
— El señor se encuentra en su despacho, dice que pase.
El menor de los Taisho respiró profundamente y abrió la puerta, para encontrarse con su hermano mayor sentado tras su escritorio, con su semblante tan impasible como siempre.
— Hola Sesshomaru.
El mayor lo miró fijamente — ¿Qué es lo que quieres Inuyasha?
El joven tuvo que contener las ganas de insultar a su hermano. Recordó las palabras de Kagome — Necesito que me hagas un favor — Sesshomaru enarco una ceja — Quiero que le des trabajo a una amiga.
— ¿Acaso me ves cara de beneficencia? — Le espetó duramente.
— Es sólo un favor, nunca te pido nada, pero esta chica en verdad necesita el trabajo — Desvío la mirada. Odiaba tener que humillarse así y más ante Sesshomaru, pero ver la condición de Rin hacía menguar su orgullo y enojo.
— ¿De quién se trata?
Inuyasha meditó un momento su respuesta, si le decía la verdad tal vez no querría contratarla, pero si le mentía y llegaba a descubrirlo sería peor — Es una joven que conocí por casualidad, no tiene familia y le toca vivir en las calles, porque por ser menor de edad no le dan trabajo — Muy bien, soltó toda la verdad de golpe. Ahora a rogar por un milagro para que su hermano aceptara.
— ¿Me estas pidiendo que contrate a una chiquilla que vive en las calles? ¿Como sé que no es una ladrona?
— Sesshomaru por favor, esa niña trabaja vendiendo dulces en las calles para poder sobrevivir, dale una oportunidad. Por favor hermano — Su voz sonaba casi suplicante.
El ambarino mayor se sorprendió ante las palabras del menor. No recordaba cuándo había sido la última vez que Inuyasha lo llamó hermano y menos con aquel tono tan sumiso. Suspiró pesadamente — Está bien, acepto, pero tú responderás por ella — Le habló con su voz más grave de lo normal.
— Gracias — Sonrió — Llamaré a Kagome para que la traiga.
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Kagome fue al hospital a recoger a Rin.
—Hola ¿Estas lista? — Preguntó con una linda sonrisa, entrando a la habitación.
— Hola señora Kagome, sí podemos irnos cuando dispongas.
— ¿Señora? — Inquirió enarcando una ceja — Sólo tengo 20 años, así que no me hagas sentir vieja — Entrecerró los ojos —Llámame Kagome simplemente.
La niña lo meditó un momento — Pero es que me da vergüenza llamarla así, pe.. pero lo haré — Rió nerviosa, al ver la dura mirada que le dedicaba la mayor.
Kagome sonrió — Así me gusta — Declaró triunfante — Bien vámonos, a mi cuñado no le gusta que lo hagan esperar.
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Media hora después arribaron las jóvenes a la mansión. Rin estaba realmente nerviosa, jugaba con un mechón de su cabello, para intentar entretenerse en algo.
— Tranquila Rin, verás que todo saldrá bien — Sonrió — Eso espero.
La verdad es que ella también estaba nerviosa, sabía de sobra como era su cuñado, pero esperaba que por esta vez tuviese algo de compasión.
Inuyasha salió hasta la sala donde se encontraban las dos mujeres — Hola Rin, ¿como te sientes?
— Mucho mejor señor Inuyasha — Sonrió — Se lo agradezco mucho.
— Me alegra saberlo, pero quita el "señor". Al único que le gusta que le llamen así es a Sesshomaru — Rió. Rin también soltó una pequeña carcajada — Bien ya entremos, al "señor" no le gusta que lo hagan esperar — Roló los ojos.
La morena sintió un nudo en su estómago, los nervios volvieron a apoderarse de ella. Tomó una gran bocanada de aire para intentar tranquilizarse. Entró detrás de la pareja y al estos apartarse no pudo evitar abrir los ojos ligeramente, por la sorpresa que le causó el ver al hombre sentado tras su escritorio, con una mirada de frialdad que helaba la sangre.
— Sesshomaru, te presento a Rin Kobayashi — El aludido la miró fijamente y esto causó que a la joven se le erizara la piel por completo.
— Mucho gusto señor Taisho — Le hizo una pequeña reverencia.
Sesshomaru permaneció en silencio un par de segundos más, acrecentando el nerviosismo de la joven y la impaciencia en la pareja.
— Retirense quiero hablar con ella a solas.
Inuyasha y Kagome aceptaron a regañadientes y dejaron a una Rin mucho más asustada a solas con Sesshomaru — Quiero que te quede muy claro que no admito errores — Colocó sus codos sobre la mesa y entrelazo las manos apoyando su mentón en estas. Miró fijamente a Rin — Aquí has venido a trabajar, así que espero cumplas con tus labores de forma satisfactoria.
— Sí señor Taisho. Se lo agradezco mucho.
Sesshomaru tomó el teléfono que se encontraba sobre su escritorio — Kaede, ven de inmediato a mi despacho.
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Minutos después tocaron la puerta, dando paso a una señora de unos 50 años, con una mirada dulce.
— Buenos días, dígame señor.
— Ella — Señaló a Rin con la mirada — Será tu nueva ayudante en la cocina. Dale un uniforme, indicale donde está su habitación y las cosas que debe hacer. Ahora retírense.
— Sí señor, vamos pequeña.
Rin siguió a la mujer, no sin antes dedicarle una reverencia al dueño de la casa, quien pareció ignorarla. En la sala las esperaban Inuyasha y Kagome.
— ¿Que te dijo? — Preguntó el más joven de los Taisho.
— Me dio el trabajo — Sonrió — Se los agradezco tanto. Ahora me tengo que retirar con permiso y que tengan un buen viaje.
Ambos sonrieron y asintieron, mientras Rin y Kaede se perdían por el pasillo.
