CAPITULO 1: Los Vulturi

Estaba en lo mi habitación mirando la lluvia caer por mi ventana cuando oí unos pasos acercarse por el pasillo.

Se abrió la puerta y entro por ella, un adolescente, o lo que parece ser un adolescente.

Aro te está buscando, quiere hablar con vos.

Gracias Alec, dile que enseguida voy.

Como quieras.

Una vez que el pequeño hermano de Jane se retiro de mi habitación, fui a alistarme para presentarme frente a mi señor, mi maestro, mi amo Aro.

Me puse un perfecto vestido negro largo y una capa de gasa que combina y no quise tardar más y fui al encuentro con mi amo. Salí de mi habitación y camine por el largo pasillo hasta bajar por las escaleras y llegar al gran salón en donde Aro me esperaba.

Al entrar me di cuento que no solo él estaba, Caius y Marcus también, estaban jugando al ajedrez, en el momento en que Aro me vio entrar se puso de pie y camino hasta donde me encontraba y me extendió su mano, yo le di la mía, pero por supuesto que no pudo ver nada ya que mi escudo se lo impedía, por suerte.

Parece que esto jamás va a cambiar mi querida Renata, pasaron milenios y aun así no me acostumbro a no poder leer tu mente.

Le dedique una de mis mejores sonrisas.

Alec me aviso que me mando a llamar, dígame que es lo que necesita amo Aro.

Necesitamos comendarte una misión de lo más importante Bella Inmortal- y esta vez fue Caius quien hablo.

Muy bien, cuéntenme que es lo que tengo que hacer y como siempre obedeceré todo sin una sola queja maestros.

Es lo que queríamos oír de ti Renata- y Aro sonrió, con su maligna sonrisa y fue cuando supuse que lo que iban a pedirme estaba referido a los Cullen- primero en principal queremos avisarte que vas a tener que hacer un viaje, a otro país, otro continente.

Lo que Aro quiere decir es que vas a tener que viajar a Washington, Forks, para ser más precisos- Caius siempre era muy directo, odiaba que den tantas vueltas en el asunto.

Comprendo, mi misión tiene que ver con los Cullen ¿cierto?

Entendiste a la perfección mi querida Renata, tienes que ir a vigilarlos y comprobar que la niña sigue creciendo lo mas bien sin provocar ninguna sospecha.

Viajas mañana a primera hora Bella Inmortal.

Excelente, una vez que compruebo eso ¿vuelvo sin más?

Claro, pero si notas algo que nos afecta o pone en peligro nuestro secreto tenes la orden para matarlo, a todos y cada uno de ellos.

Muy bien, prometo hacer mi trabajo perfectamente como siempre mis señores. Ahora con su permiso me retiro a mi habitación para preparar las cosas para mi viaje.

Dicho esto salí del salón y cuando estaba por subir las escaleras me cruce a Demetri, quien como siempre me miraba con desprecio. Yo sabía perfectamente que era lo que más lo irritaba por eso ni bien estaba cerca de él me levante un poco mi vestido dejándole ver mi tobillo, en el cual llevaba un tatuaje de una rosa negra y que él creía que es poco refinado; eso le molestaba y mucho.

Sos el ser menos elegante que existe en el universo

Aun así te gusto, y mucho Demetri- le dije mirándolo con sensualidad.

Ya quisieras, pero sabes que no es así, tu belleza no se compara con la de Heidi- me contesto fríamente. Aunque todos sabían que mi belleza no tiene comparación con la de nadie, siempre todos me lo decían, claro todos menos él.

Cuando estaba por responderle sentí como se venía encima mío, y cuando pude darme cuenta estaba besándome, tomado de mi cintura. Le correspondí el beso, pero solo por un instante, luego lo empuje y fui velozmente a mi habitación a preparar las cosas.

Después de un rato subió hasta mi habitación y sin decir nada comenzó a besarme nuevamente, esta vez lo deje. Era mi última noche ahí, anda a saber por cuánto tiempo no iba a volver, quería despedirme bien de Demetri.

Al amanecer se esfumo rápidamente de mi habitación y yo lleve mis maletas abajo para esperar las últimas órdenes. Para mi sorpresa no eran ningunos de mis señores lo que me esperaban sino Sulpicia, la esposa de Aro quien estaba esperándome para acompañarme al aeropuerto.

Vamos querida, apresurémonos o llegaremos tarde y perderás tu vuelo.

Sulpicia era una hermosa mujer de cabellos rubios, siempre era dulce y considerada, algo muy extraño para ser Vulturi. Y así salimos por primera después de muchos años del castillo para dirigirnos hacia al aeropuerto.