Aún le faltaba una página completa para terminar el ensayo que se suponía que entregaría al día siguiente, pero era caso perdido. Su mente había quedado en blanco y su extenso vocabulario había sido reducido a una colección de muletillas con las que no podía hacer media palabra. Estaba frito. Era un fracaso. Tendría que presentar su baja en la dirección de Literatura y Lenguas. No podía quedarse en esa carrera, no tenía lo que se necesitaba, y su madre ¿cómo le diría a su madre? La pobre seguramente enfermaría si le dijera. Estaría decepcionada de que su hijo no hubiera podido sobrevivir ni si quiera al final del primer semestre, pero es que la cantidad y la extensión de las lecturas que le encargaban, sumado a sus respectivos reportes…

Respiró profundamente antes que sufriera un verdadero ataque de pánico. Una ventanilla se asomó por la pantalla de su computadora portátil.

Alfred: que es eso de que dejarás la carrera?

Arthur: solo ignóralo

Alfred: pasó algo?

Alfred: por cierto, que hora es ahí? Aquí ya es de mañana?

Arthur: 3am

Alfred: yikes

Alfred: haciendo trabajo?

Arthur: pensando en renunciar a la universidad

Alfred: eres tan dramático, lo juro

Una melodía comenzó a sonar desde debajo de las sábanas. Tuvo que lanzar al suelo todo lo que tenía en la cama para poder encontrar su teléfono celular, pero la melodía se detuvo. Dio un suspiro fastidiado y estudió el número. Era su compañero de cuarto. Seguramente había olvidado la llave de su habitación de nuevo. El teléfono comenzó a sonar una vez más, dándole tiempo de contestar mientras miraba la línea del cursor tintinear en la hoja en blanco dentro de su computadora.

-¿Si?

-¿Aló?

La voz era más grave de lo que esperaba.

-Tú no eres Antonio.

-No, no soy Antonio.

-¿Encontraste su celular en alguna fiesta?

-Eh, no… la situación es un poco más compleja que eso… Eres su compañero de cuarto ¿cierto? Tenía guardado tu número como "roomie".

Hubiera pensado que a estas alturas, Antonio ya hubiera aprendido su nombre y hubiera comenzado a llamarlo por él, pero evidentemente así no funcionaban las cosas.

-Mi nombre es Arthur ¿puedes decirme lo que sucede?

-Ah… Arthur… resulta que no podemos encontrar a Antonio por ningún lado y pensamos que quizás había ido a su cuarto.

-Estás burlándote de mí.

-No, estoy hablando completamente en serio.

Sintió una punzada en el estómago. El aire comenzó a hacerle falta y la cabeza comenzó a darle vueltas. ¿Cómo se suponía que iba a poder pagar la habitación del campus si no había un Antonio que pagara la otra mitad? Comenzó a caminar por la habitación, buscando la calma en cualquier sitio.

-¿Dónde estaban? ¿Tienen idea de donde más ha ido?

-No, solo que… donde quiera que esté, seguramente está "intoxicado".

-"Intoxicado".

Repitió en tono irónico. No había dicho ebrio así que podía tener cualquier clase de sustancia que nublara sus sentidos en la sangre.

-¿Dónde estaban cuando se perdió?

-¿Conoces Disco Pogo?

-¿Es ese Club de mala muerte cerca del campus donde van los estudiantes de música a creerse DJs profesionales?

-… ¿por qué lo haces sonar tan despectivo?

-¿ES ESE O NO?

-Sí, es ese. Estamos en la puerta esperando a que aparezca, pero no lo veo por ningún lado. Estuvimos preguntándole a la gente y nadie sabe a dónde fue.

-Ya, saldré a buscarlo yo mismo. Cualquier cosa te llamaré a este número.

-Me parece bien, hasta después.

Arthur: ahora, no creerás esto

Tomó su chaqueta y salió de su habitación, luego saliendo del cálido edificio del campus.

Arthur: mi compañero de cuarto desapareció

Alfred: otra vez?

Arthur: no, esta vez desapareció en serio

Arthur: quiero decir, ni sus amigos saben dónde están esta vez

Arthur: uno de sus amigos me llamó desde su celular

Arthur: aunque sonaba a un violador

Alfred: y ahora?

Arthur: y ahora?

Arthur: ahora me estoy congelando el trasero afuera del campus, esperando encontrar al muy infeliz

Arthur: Alfred, cuando vayas a la universidad asegúrate de conocer a tu roomie antes de ir a vivir con él

Alfred: si mamá

Arthur: te daré una actualización al rato

Arthur: vi un sujeto en un parque

Arthur: puede ser un vago

Arthur: o puede ser Antonio

Arthur: más noticias a las 10

Alfred: atrápalo, tigre

Había una silueta columpiándose completamente solo en un parque, cercano a lo que Arthur reconoció como una iglesia. No se había dado cuenta de que había una iglesia tan cercana al campus. El hombre que se columpiaba iba cantando alegremente, al ritmo en el que se movía adelante y atrás.

-El puente se va a caer, va a caer, va a caer, el puente se va a caer…

-¿Antonio?

-¡Arthur! ¡Qué bueno verte! –se rio con alegría -¿Qué haces por aquí? Pensé que no te gustaba salir a clubes… y que tenías mucha tarea y… Arthur ¿dónde estamos?

Arrastraba las palabras y movía levemente la cabeza de lado a lado. Parecía solo estar ebrio, así que podría dejar de preocuparse por llamar a algún médico.

-Tus amigos te estaban buscando ¿por qué te alejaste de ellos? Pudieron haberte robado tus cosas.

-Mis cosas… -revisó sus bolsillos y ahogó un grito -¡ME ROBARON MIS COSAS!

-Calma, un amigo tuyo me llamó desde tu celular. Supongo que también tiene tu cartera. Por cierto que lo mejor posiblemente es llamarlo…

Más que tratar de razonar con él, estaba pensando en voz alta. Se sentó en un columpio junto a Antonio y esperó los tonos de llamada.

-Hola. Lo encontré, estaba en un parque.

-¿Llegó hasta el parque que esta frente a la iglesia? Vaya, debió haber caminado bastante. -¿Es que era el único que no se había dado cuenta de que había una iglesia por el campus? –bueno, que bueno que ya está a salvo. Dile que mañana pasaré a dejarle sus cosas.

Y terminó la llamada.

Arthur miró su celular, incrédulo por un par de segundos y Antonio lo miró con curiosidad.

-Imbécil.

Volvió a llamar rápidamente, escuchando ese odioso "Aló" de nuevo.

-Escúchame, idiota. Éste es tu amigo y a ti te debería estar preocupando. A mí solo me preocupa que siga con vida porque él paga la mitad de la renta, pero para ser honesto contigo, estoy más preocupado por un ensayo que debo entregar en cinco horas. En media hora estaré en nuestro cuarto y te quiero ver ahí, o mañana en la mañana le diré que robaste su celular y que lo dejaste abandonado en un parque, completamente solo. A ver si aun así decide volver a ir a ese patético club contigo.

-Jesucristo, que humor. Como digas, al fin y al cabo ya nos íbamos a quitar. Supongo que te veré en su habitación en media hora.

-No más, no menos.

-Oye Arthur ¿con quién estás hablando? -Antonio se acercó más a él y tuvo que apartarlo, empujándolo del rostro con una mano. -¿Es Francis? ¡Hola Francis!

Arthur suspiró y la voz del otro lado del teléfono se debatía entre reír y llorar.

-Nos vemos en un rato, diviértete.

"Diviértete" repetía Arthur en su cabeza. Arrastrar a Antonio hasta de vuelta a la habitación fue todo menos divertido. Apoyar un lápiz sobre su punta y hacer que se parara solo debía ser más sencillo que tener que hacer entrar en razón a un sujeto ebrio y dirigirlo hasta su hogar. La verdad es que no odiaba a Antonio. No lo conocía lo suficiente para ello. Sabía que era un estudiante de pintura y arte. Sabía que básicamente solo llegaba al departamento al dormir y que cuando no estaba ahí, seguramente había salido a alguna fiesta. Dormir, pintar y salir de fiesta, su vida debía ser muy sencilla.

La puerta de la habitación se abrió y dejó pasar a un sujeto rubio con el cabello más cuidado que la última novia de Arthur.

-¡Tony! ¡Estábamos preocupados por ti! Tu compañero- oh… Ya decía que tu voz me parecía familiar…

-No sé de qué estás hablando.

-¡Pero si es el pequeño Arthur!

-¿Podrías solo… devolverle sus cosas y largarte? Debería estar trabajando en otras cosas en este momento.

-No has cambiado mucho. Oh, pero te ves más atractivo.

-¿Ustedes se conocen?

-NO. –Arthur se apresuró a evitar esa conversación. –Antonio, tu solo duérmete. Yo necesito acabar unas tareas en menos de una hora así que agradecería que te largaras de mi departamento, Francis.

-¿Por qué eres tan grosero? ¿Es que te avergüenza que Antonio sepa de las casas que hacías cuando eras un hoolingan?

-Yo nunca fui un hooligan, ahora lárgate, sapo.

Antonio parecía muy divertido con todo el intercambio de palabras y comenzó a reírse, y así se quedó hasta que Arthur logró sacar a Francis del departamento. Revolvió su clara cabellera y dio un suspiro.

-Deberías tener más cuidado cuando sales. Sabes que no me molesta abrirte si se te olvidan las llaves una u otra vez, pero pudieron haberte asaltado o esa clase de cosas.

Cuando alzó la mirada, se dio cuenta de que Antonio se había quedado dormido en su cama, justo junto a su computadora portátil. No es que fuera a dormir de todas formas. Hizo una lista mental de las cosas que tendría que entregar y de la prioridad de cada una. Repasó su horario y los huecos en él que podría utilizar ya no para comer ni dormir, sino para seguir trabajando. Esto se estaba volviendo desgastante.

Cuando recuperó la conciencia, se encontraba frente a una cafetería dentro del campus. Tenía la cabeza recostada en un libro de literatura del siglo XIX, un vaso grande de cartón con su nombre en él a un lado y un terrible dolor de cuello. Qué curioso, no recordaba haber comprado café. Su reloj le dijo que ya era tarde para el almuerzo y que se había perdido su última clase. No tenía claro cómo, pero parecía que solo se había perdido de la última clase de ese día y ahora tenía el resto de la tarde libre.

Tu teléfono vibró con un mensaje de Alfred.

Alfred: hey, no he sabido de ti todo el día, sigues con vida?

Arthur: desgraciadamente si

Alfred: Drama queen

La universidad definitivamente no estaba siendo lo que esperaba. Tomó un trago de su café y estuvo a punto de escupirlo. Odiaba el café.

Alfred: estoy saliendo para la escuela

Alfred: tu como estas? Ayer parecías alterado

Arthur: estaba alterado

Arthur: no sé cuál es el punto de esto, me esfuerzo por estar a la altura pero a veces siento que es demasiado para mí

Alfred: ya sé que los primeros años son difíciles

Arthur: no, no lo sabes, no has entrado a una universidad y menos una como esta

Alfred: mira, yo solo quiero ayudar

Alfred: respira

Alfred: qué es lo que quieres hacer con tu vida? No habías dicho que querías ser escritor?

En ese momento, Arthur comenzó a arrepentirse de haberse convertido en amigo de una persona como Alfred. Sintió que su cabeza le dolía y que comenzaría a llorar en cualquier momento, pero se resistió porque no iba a dejar que cualquier persona que pasara delante lo viera llorar.

Alfred: qué es lo que REALMENTE quieres?

Arthur: ya no lo sé

Arthur: estoy cansado, te hablo en un rato.

Pasaría el resto de la tarde, encerrado en su habitación, recostado en cama y viendo alguna serie en Netflix.

Oh.

Oh, vaya.

Era verdad, no había comido nada en todo el día.