Recién cuando la maldición comenzó en la clase 3-3, después de que Sakakibara presenciara la muerte de su compañero Ikuo Takabayashi la clase se torno oscura, sin vida, como si en cada pérdida se fuera un trozo de su alma; los días pasaban y ellos temían morir. Izumi Akazawa como Encargada de Contramedidas debía tomar una decisión rápida y oportuna para detener la calamidad. No suficiente con ignorar a Misaki, decidieron que Sakakibara también debería ser rechazado por toda la clase y los profesores.

Gracias a esta decisión ellos dos se habían vuelto los compañeros perfectos, aunque Misaki era demasiado callada y seria, Koichi trataba de adaptarse a iniciar él las conversaciones y a su actitud. Se encontraban caminando por las calles de Yomiyama, ya era de noche, ella había decidido acompañarlo a su hogar.

-¿Qué se siente no existir Sakakibara-kun?- dijo Mei sin detenerse ni alejar la vista del camino.

-Umh…supongo que es extraño. Pero… a la vez se siente bien- susurro la última frase mientras caminaba.

-. . .- un silencio incomodo se apodero de Misaki sin ninguna razón.

-¿Misaki… no crees que…- se entrecorto su voz- ya es un poco tarde? Deberías regresar a casa- se detuvo.

-Creo que si- contesto delicadamente- aunque…no creo que a Kirika le importe- siguió caminado.

-¿Por qué no le importaría?- dijo un poco preocupado y adelantándose al paso de la chica.

-Para ella yo soy solo una más de sus muñecas- musito con algo de tristeza.

-No debería de ser así, tú...eres su hija, eres de carne y hueso- pronuncio con algo de asombro.

-No importa, aun así no existo- termino viendo hacia el piso.

-¿Ustedes... siempre son así?- menciono mientras la observaba.

-Sí, ella y yo nos hablamos como si fuéramos conocidas, asi que podría decirse que es normal-

Koichi bajo la mirada, estaban próximos a llegar, solo faltaban tres cuadras más. El silencio de la noche se apodero del momento, ninguno de los dos habló. Solo se oían las hojas de los arboles moverse con el suave viento que había esa ocasión.

-Nos vemos, Misaki- Sakakibara sonrió y se despidió.

-Adiós Sakakibara-kun- comenzó a caminar en sentido contrario para volver a su casa.

Ella iba a cruzar la calle, justo en ese momento Koichi sintió una corazonada. Una luz ilumino el camino de Mei y despues se alcanzo a escuchar un sonido estruendoso. El volteo rápidamente despues de haber escuchado ese escalofriante ruido. Por un momento se quedo paralizado y en seco, con las pupilas dilatadas.

-¡MISAKIII!- grito con todas su fuerzas.