CAPÍTULO 1
Hermione se levantó una hora antes que todas sus compañeras, como era costumbre desde hacía más de dos meses. Se duchó y se vistió rápidamente intentando estar lo más guapa posible e intentando no despertar a sus compañeras de cuarto. Aún no había terminado de abrocharse la capa cuando salió precipitadamente de su habitación para ir a su rincón secreto.
Pasaron menos de diez minutos, aunque a Hermione cada día le parecía que el camino era más largo. Finalmente, llegó a la piedra donde siempre se sentaba a esperar al lado del lago de Hogwarts, cobijada por un sauce enorme que la escondía de miradas indiscretas.
No había pasado ni un minuto cuando una cabeza salió del agua del lago. Era un rostro de mujer hermosísimo de ojos grises, labios rojos de sangre y pelo largo y negro como el carbón. Era una belleza natural que Hermione nunca se cansaría de admirar.
- Buenos días, preciosa.- dijo la magnífica criatura. Al ver que Hermione sonreía, salió completamente del agua y se estiró en la misma roca en la que estaba sentada Hermione; dejando al descubierto su larga cola plateada de sirena. Sus pechos estaban cubiertos únicamente por su pelo largo y húmedo.
- Buenos días, Aymar. – contestó Hermione. Ambas se quedaron momentáneamente en silencio hasta que Aymar se acercó a Hermione y, mirándola a los ojos, le dio un suave beso en los labios.
Tras ese beso las dos chicas estuvieron conversando animadamente como cada mañana, hasta que llegó la hora de despedirse.
- Venga, tienes que irte ya. Te espero mañana a la misma hora. Te quiero. – susurró Aymar en la oreja de Hermione mientras le acariciaba un brazo.
Entonces se oyó un ruido detrás de las chicas y Aymar saltó rápidamente al agua con miedo de que alguien más la descubriera. Hermione se sobresaltó y empezó a mirar nerviosamente a su alrededor. Parecía que no había nadie, así que se levantó y empezó a andar rápido para no llegar tarde a clase.
El día transcurrió con normalidad y Hermione se fue a dormir pensando en su amada sirena. El día siguiente realizó la misma rutina, aunque algo cambió esa mañana.
Se sentó en su sitio esperando a Aymar, pero ésta nunca hizo acto de presencia.
"Se habrá retrasado", pensó Hermione en un principio. Pero el tiempo pasaba y, por primera vez en dos meses, Aymar nunca llegó.
Hermione se fue a clase triste y, pasadas de dos horas, empezó a ponerse nerviosa.
"Ella nunca llega tarde, me dijo que hoy vendría y no lo ha hecho. Algo malo le ha pasado y no sé qué puedo hacer para averiguarlo."
Harry y Ron no se dieron cuenta de que algo le pasaba a Hermione, así que actuaban con normalidad haciendo el tonto mientras Hermione no podía dejar de pensar en que algo malo debía de haber ocurrido.
Decidió esperar un día más y ver si Aymar aparecía con alguna explicación. Pero no fue así. Esperó tres días más, pero era como si la sirena hubiera desaparecido de un día para otro.
Desesperada, Hermione no abandonaba la biblioteca en busca de información sobre sirenas o alguna pista que le indicara qué había podido pasar. Sus amigos, que cada día veían que Hermione estaba más pálida y comía menos, empezaron a preocuparse; aunque la castaña les decía que tenía muchísima faena y que debía ir a terminarla a la biblioteca.
"Voy a tener que bajar, si le ha pasado algo a Aymar tengo que averiguarlo. Por ella me meteré en el lago y no volveré a subir hasta encontrarla". Pensó cuando ya estaba desesperada.
Sabía que meterse en el lago era peligroso, pero no se le ocurría ninguna otra forma de encontrarla sin ayuda (Aymar le había hecho prometer que bajo ninguna circunstancia hablaría de su existencia con nadie).
También sabía que para bajar necesitaría hacerse a sí misma un hechizo para mantener el calor corporal y, lo más importante de todo, necesitaría aguantar varias horas bajo el agua.
Lo primero era fácil de conseguir, aunque no estaba muy segura de qué hacer con lo segundo. La mejor opción sería usar branquialgas, aunque para ella era algo difícil de conseguir.
Habló con Neville para ver si él disponía de algunas, aunque su respuesta le quitó toda esperanza.
- Lo siento, Hermione. El profesor Snape hace unos días pidió todas las existencias del castillo, aunque no sé muy bien porqué. ¿Para qué las necesitas? – Perguntó el chico con mirada inocente.
- Ah no, tranquilo, era simplemente que tengo curiosidad por ver cómo son, pero no pasa nada. Muchas gracias.- Contestó Hermione con una sonrisa forzada y luchando contra lágrimas que querían salir de su interior.
"Snape… Nunca va a ayudarme, aunque tengo que intentarlo. Por Aymar tengo que ir a hablar con el profesor Snape". Así que respiró hondo y se dirigió a las mazmorras mordiéndose el labio y rezando por dentro.
Espero que os haya gustado el primer capítulo de esta historia :) Por favor dejad comentarios para hacerme saber qué os ha parecido! En el próximo capítulo ya aparece Snape! Un beso a todos!
