Como ya he dicho en el resumen, esto es un sueño que tuve, por lo que quizá hay algunas cosas de esta historia imposibles. Dejo claro ahora que eso no importa; no está explicado porque solo soñé con el final final, y aquí os lo dejo.

Antes de todo, aclarar que esto es según el anime (no me he leído el manga) y tampoco he finalizado el anime (por lo que comprenderéis que no vaya a leer vuestros mensajes antes de acabarlo, quiero evitar posibles spoilers . aunque os agradezco mucho el apoyo). El último capítulo que vi fue el 421, así que partimos desde ahí.

Para poneros en situación, en este punto de la historia (de la mía) Naruto ha hablado con Sasuke y ya no es un capullo integral (aunque sigue siendo Sasuke, ya sabéis). Con esto quiero decir que han hecho medianamente las paces, cosa que deberíais tener en cuenta.

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El cuerpo de Madara cayó al suelo en un golpe seco, y todo el mundo pareció guardar silencio. Fue como ver una visión que nunca creías que iba a hacerse realidad. Pero simplemente cayó, como un tronco, soltando un borbotón de sangre por la boca y con una sonrisa retorcida por el dolor.

Naruto y Sasuke intercambiaron una mirada, jadeantes. El primero envuelto en un brillo anaranjado, su poder del Sabio de los Seis Caminos que había podido despertar gracias al chakra de los bijuus, los característicos símbolos negros calcados en su ropa. En su palma derecha, el sol brillaba con fuerza, y le quemaba. El segundo salpicado de sangre, sus ojos rojos cruzados por una estrella, su Rinnegan preparado para un combate que acababa de finalizar; su katana en la mano derecha, todo su cuerpo envuelto en el fulgor morado que eran las llamas de Susanoo. Su mano izquierda ardía y brillaba con una tenue luz negruzca, allí donde estaba dibujada la luna en su piel.

-Está muerto-susurraron al unísono. No era el canto de una victoria, ni siquiera en esas palabras se escondía una chispa de alegría. Solo una realidad. Ambos sabían que aquello era real, no era una mala ilusión. Madara estaba muerto.

Antes de que pudieran hacer nada, todo el ejército estalló en un grito de alegría. Parecía ensayado, todos gritando y coreando a la vez sus nombres, como si fueran… héroes. Lo eran, supusieron. No se sentían así.

Miraron alrededor. Muerte y desolación allá donde miraran. La alegría de todos los ninjas debería haber eclipsado ese dolor. Pero no lo hacía, nunca lo hacía del todo. Siempre habría dolor…

Sasuke se puso en pie, tambaleante, el fulgor morado desapareciendo, al igual que su Rinnegan, para dejar paso a sus ojos negros como la noche. Karin, Orochimaru, Suigetsu, y Juugo lo miraban con una sonrisilla, mientras avanzaba hacia ellos, cojeando. Para su sorpresa, el resto de ninjas lo vitoreaban también, y Sakura y Kakashi se acercaron a él. Sakura le sonreía como siempre había hecho, y Kakashi le dio una palmadita en el hombro. Parecía satisfecho, aunque su expresión resultaba indescifrable a través de la máscara. A su lado, un destrozado Gai se sostenía duras penas, pero también sonreía, apoyado en su alumno, Lee. Cerca de ellos, el resto de sus antiguos amigos, que le miraban con una media sonrisa, un "bien hecho" que no pensaban decir en alto. Un poco más allá, Tsunade y Minato –el cuarto Hokage- lo miraban de reojo.

Por un momento, todos se olvidaron del chico rubio que se había quedado un poco más allá, aún rodeado del poder del Sabio de los Seis Caminos, mirando a Madara con una expresión que alternaba entre la satisfacción y la tristeza. Sus ojos estaban empañados, y se quedó allí un largo rato.

Aunque no lo sabían, respiraba hondo, reafirmándose en su decisión. Se llevó una mano al pecho, tratando de tranquilizar su respiración. Sonrió, mientras dentro de él el poder se extendía hasta lamerle la punta de los dedos, y sentía como si todo su cuerpo ardiera en llamas.

«Kurama…Todos. ¿Preparados? »

No recibió una verdadera respuesta, pero supo que lo estaban, como un eco en su cabeza. Él también lo estaba. Estaba muy seguro de lo que iba a hacer a continuación.

Los ninjas se callaron de golpe, poniéndose tensos cuando seis varas rojas los rodearon. Reconocieron el jutsu al instante, pero ya era demasiado tarde; la barrera roja se elevó hasta el cielo, conectando las barras, y quedaron encerrados en aquel hexágono. Sacaron sus armas, exhaustos pero siempre listos, mirando alrededor en busca del enemigo.

Pero no había enemigo. Delante de ellos, unos ojos azules brillaban, con la mano alzada hacia la barrera.

-¡Naruto, ¿qué estás haciendo?! –gritó Sakura, alzando el puño. Todos lo miraron, entre alterados y divertidos.

Pero toda la diversión se esfumó rápido de su rostro, mientras el sol comenzaba a ascender lentamente entre las colinas, dando luz a un nuevo día.

Naruto estaba ahora de espaldas a ellos, agachado ante el cadáver de Madara. Rezaba.

-Madara… se equivocó. –su voz sonaba extraña, como oírla de muy lejos, de todas partes y de ninguna a la vez. –Era solo un hombre que buscaba cambiar el mundo. Solamente eso. Pero se equivocó.

Se puso en pie, y a punto estuvo de caer de bruces, pero consiguió recuperar el equilibrio. Tsunade soltó un "cabrón" cuando golpeó la barrera con todas sus fuerzas, y esta ni se tambaleó.

-Cada uno elige su propio camino. Madara eligió el suyo, aunque era el equivocado. Y aquí, y ahora, yo elegiré el mío… Aunque me equivoque.

Aún seguía de espaldas a ellos, pero todos vieron como sus manos se movían, comenzando a formar sellos. Todos estaban mirándolo, entre incrédulos y curiosos.

-16 años… No, 17. Acaba de salir el sol, así que hoy es mi cumpleaños. –su voz sonaba quebrada, y eso hizo que se alteraran, moviéndose nerviosamente contra la barrera. – A pesar de Kurama –el Kyuubi-, conseguí hacer buenos amigos.

-¡Naruto, ¿qué narices dices?!-gritó Tsunade, pero él se limitó a ignorarla.

-En realidad, fue precisamente porque yo era su Jinchūriki por lo que conseguí cambiar. Por lo que fui diferente, y hoy he llegado a ser lo que soy. Si este será el camino correcto… No lo sé. No puedo saberlo.

» Si ahora hago memoria, veo muchos momentos malos. Muchísimos. Momentos en los que la palabra «monstruo» era como parte de mi ser, como si fuera mi nombre, y yo no fuera nada más que eso. Iruka-sensei… él me ayudó a cambiar. A ver todo diferente. Y a partir de ahí, seguí avanzando. Apoyando un pie detrás del otro, apoyándome en mis amigos… -soltó una risita. Nadie parecía dispuesto a romper esa especie de hechizo que ahora flotaba en el aire.

» Pero ahora puedo ver muchos momentos buenos. También, muchísimos. Con el fuego, nos templamos. Con el dolor, sobrevivimos. Y avanzamos. Pero yo… -su voz se rompió. Como si fuera la cuerda de un violín, de repente saltó, y se quebró tan dolorosamente que apenas lo sostuvieron sus pies. –Yo me apoyé en vosotros. En todos vosotros. Mis compañeros… mis amigos.

Dio media vuelta. Sus manos estaban entrelazadas, como si rezara. Pero todos sabían que aquello no era un ruego. Sus manos se entrelazaban formando un único sello. Sus ojos azules brillaban, las lágrimas le resbalaban por las mejillas. Sus labios curvados en una gigantesca –y triste- sonrisa.

-Gracias por esos momentos felices durante estos 17 años… amigos.

»Kakashi-sensei… ¿Recuerdas lo que te dije?

-¡NARUTO, NO! –chilló alguien junto a él, entendiéndolo de pronto. No pudo reconocerlo, o quizá no quiso hacerlo. Aquello le dolía más que nada podía dolerle jamás. Pero estaba decidido. Ese paso… era necesario darlo. Su sonrisa se ensanchó.

-Nunca dejaré morir a mis compañeros.

En un último suspiro, los miró a todos durante un instante. Después, volvió a sonreír.

-Rinne Tensei.

Su cuerpo empezó a brillar, y de él, volutas de humo azulado empezaron a volar por el campo de batalla, mientras cuerpos confusos y maltrechos se curaban y empezaban a levantarse, sin entender absolutamente nada. Gente que algunos no conocían, hermanos y camaradas de otros; todos poniéndose en pie, uno a uno, con pasos temblorosos y confusos. Los ninjas miraron alrededor, con el terror y la confusión agolpándose en sus caras.

Uno a uno, todos los muertos se levantaban. Hinata, que no podía apartar la vista de esa bola de brillante de luz, vio de reojo a Neji ponerse en pie, mirando a su alrededor sin entender absolutamente nada, listo para contratacar.

Pero ya no había nada a lo que vencer.

-Shikamaru… -el aludido se volvió. Ino, con la mano en la boca miraba la brillante luz que lo envolvía. –Nuestros padres… Están…

Y de repente él lo oyó, como un susurro en su cabeza. La voz de su padre. La voz del padre de Ino. Todas las voces del cuartel, tan confusas como el resto.

Kakashi miró a un sorprendido Obito, que se levantaba trastabillando, mirándole con un enorme pesar y confusión.

Alrededor de esa luz brillante, todo el mundo revivía.

La barrera estalló. Como si fuera un cristal, estalló en miles de fragmentos rojos, que comenzaron a llover, reflejando la luz. Lo cubrían todo de luz rojo sangre mientras se precipitaban al suelo, dando a todo un cáliz tan asombroso como aterrador.

Poco a poco, la luz que lo envolvía se fue apagando, hasta que no quedó nada más que él en la oscuridad.

Todos sabían, que al igual que esa luz, la que estaba dentro de él también se apagaba.