Se encontraba desorientado, borracho, triste y solo en mitad de aquella playa, todo se tornaba borroso a su alrededor, que diablos había echo? Había bebido para olvidar, pero el alcohol le había jugado una mala pasada, a su mente le venían cada uno de los momentos en que se había comportado como un cabrón con la única persona a la que amaba en este mundo -podría haberla matado con ese coche...-Se repetía, una y otra vez, castigándose.

-No voy a volver a tomar vicodina, lo voy a hacer por ti... Aunque no pueda tenerte conmigo, aunque haya días, en que me muera de dolor por esta maldita pierna, voy a demostrarte que quiero cambiar, que lo necesito... Que te necesito- murmuraba aquel hombre tirado en la playa frente a un tranquilo oleaje. Se levanto con dificultad, agarrándose a una hamaca que tenia a su lado, ya que no recordaba donde había dejado su bastón, quizás en algún bareto de mala muerte, o perdido por la playa. Se moría de ganas de coger el teléfono y llamarla en ese mismo momento, decirle que era un mierda, un mierda por no saber amarla y cuidarla como ella se merecía, por no respetarla, por no ser merecedor de su amor y sus caricias. El quería ser el hombre que ella necesitaba, el que ella quería, pero sabia que dejar de ser un cabrón, no iba a ser fácil y menos para el, no conocía otra vida que esa, pero por ella estaba dispuesto a eso y mas.

A dura penas llego a la puerta de la habitación del hotel, no conseguía acertar con la llave, así que se dio la vuelta apoyándose contra ella y se dejo caer al suelo, unas lagrimas contenidas, mezcla de dolor e impotencia recorrían sus mejillas, las limpio con rapidez, el era Greg House, el no lloraba. Se quedo dormido allí mismo.

El ruido de unas maletas le despertó a primera hora de la mañana al parecer unos huéspedes ya se iban y el tenia un dolor de cabeza inmenso. El ruido que producían las ruedecitas de las maletas le estaba volviendo loco, así que se levanto y abrió la puerta para tirarse en la cama a dormir otro buen rato. Mucho no le duro la paz, una hora y media después su teléfono sonaba insistentemente, intento ignorarlo, pero no paraba, solo podía ser una persona, Wilson.

-Que diablos quieres?

-Se a ido... Del hospital, de su casa... No consigo localizarla, House la as cagado pero bien, porque tenias que hacer aquello? Aun podríais haber arreglado las cosas... Porque tenias que... Dios pudiste matar a alguien! Que pasaba por tu cabeza!

-Has terminado? Bien Wilson, no tengo ganas de escuchar tu irritante voz por teléfono, te voy a dar la dirección del hotel, aquí te espero no me voy a mover de la cama...

-Me estas pidiendo que, venga a por ti?

-No Wilson, quiero que vengas pasar una noche loca entre mis sabanas, tu que crees!

-Esta bien, esta bien. Iré a por ti, pero me vas a escuchar! No se como no te a denunciado...

-Yo tampoco...

-Hasta luego.-se despidió en vano pues House ya había colgado.

Un Wilson anonadado y lleno de curiosidad por el comportamiento de su amigo, se quedo pensativo aun con el teléfono en la mano, -No puede ser- se repetía- No a dicho ni un taco en toda la conversación?... Al menos sigue con sus sarcasmos- seguía diciendo. La llegada de un mensaje de texto con la dirección de el suso dicho hotel le saco de sus pensamientos, agarro su chaqueta y salio de su despacho como alma que lleva el diablo, ni siquiera se había quitado la bata para salir, se sentía entre triste y asustado con todo aquello que estaba pasando con sus mejores amigos.