Título: Fotografía mí Corazón roto. [20/20]
Autoras: Ibrahil (evian_fork) & Vanessa (vane_chan6)
Betas: vampzsheperd023 & elghin
Artista: destielwinchi
Fandom: Supernatural/CWRPS AU
Género: Slash/Crossover AU.
Rating: NC-17
Warning: Sexo telefonico - Hurt - Bebes - Padres Terrorificos
Palabras: 177.179
Parejas: Dean Winchester/Jared Padalecki - Christian Kane/Ian Somerhalder - Breve mención Jared Padalecki/Alona Tal - Mención Jared Padalecki/Danneel Harris – Dean Winchester/OMC – Jeffrey Morgan/Misha Collins (Divorciados)
Resumen: Ser un fotógrafo fue lo que llevo a Dean Winchester a conocer al famoso empresario de Lambester's Oil; no paso mucho tiempo para que ambos se casaran, bajo la mirada reprobatoria de la familia del niño rico, quienes desde la sombra no ha parado de conspirar contra lo que siente el uno por el otro; Jared esconde un secreto, que su familia comparte con un silencio cómplice que no tardara en ser escuchado por el Winchester.
NDAS: ESCRITO PARA EL BABY BANG 2011, TIENE 22 PARTES, ES LARGUÍSIMO COMO UNA MULA, ESPERO LO DISFRUTEN POR AQUÍ
Capitulo 1 Fotografías de un amanecer tortuoso.
[Houston, Texas. USA]
La altura del edificio permitía que la paz en el apartamento continuara de igual forma, mas aun cuando las ventanas del balcón de la habitación principal del lugar estaban plenamente abiertas, exponiendo la habitación al frio de la noche de octubre, donde se podían escuchar en la lejanía los aviones aterrizando en el aeropuerto de Houston, a kilómetros del Hugh Grand Hotel, estaba la residencia de la elite Texana. La residencia del CEO de Lambester's Oil, Jared Padalecki.
El hijo menor de los Padalecki. Grandes notas, gran futuro que ya estaba viviendo. Aún con su hermética vida y personalidad, se había abierto paso a través de la niebla de rumores que le catalogaban como alguien demasiado joven, y por lo tanto, con demasiada poca experiencia para seguir el rumbo de su abuelo, el cual le había heredado todo a él y no a su padre.
Quizás esa era la principal razón del porque de su testarudez. La de su padre, no la suya, de no permitir que su hijo se desviara aunque sea un milímetro de la meta principal.
Ni un milímetro.
Desafortunadamente, observándolo desde los ojos del patriarca Padalecki, Jared Tristan no era un chico común, y gracias a su hermética personalidad, y su falta de confianza en las palabras de los demás, Gerald Padalecki no lo vio venir.
No hasta que fue muy tarde.
El frio comenzó a hacer mella en el cuerpo desnudo en la cama, quien se removió, despertando lentamente, hasta el punto en que todo su cuerpo parecía estar alerta de que era el único en la cama matrimonial. Dean Winchester se giró entre estas, maldiciendo por lo bajo mientras un gruñido apenas audible se escapaba de sus gruesos labios, ahora fruncidos en una mueca de enfado y decepción; una que aparecía muy a menudo en ellos, en especial desde hace un mes.
El reloj marcaba las 5:30 am, lo que le indicaba que aun faltaba tiempo para que se despertara a ir a trabajar.
La razón de su falta de sueño de un momento a otro era clara. Sólo había que observar el lado izquierdo de la cama matrimonial para darse cuenta del porqué de su enfado. Literalmente, ese espacio había estado vacio por dos meses; sin un hombre que llenara el espacio vacío.
- Mierda...no esta... - maldice una vez más, y se está poniendo de pie. Eran pies calientes sobre la carpeta fría de la habitación, maldiciendo la falta de alfombras en el lugar, y más aun del cuerpo al cual siempre le había gustado amanecer apretado, caliente y seguro.
Es como estar soltero de nuevo. Incluso la ropa sucia le recuerda a la suya, tirada a un lado, manteniendo su olor, y quizás eso es lo que lo lleva a tomarla entre las manos, observando que no es para nada suya, pero eso no le impide colocársela sobre los hombros, sintiendo el olor masculino de su esposo contra su piel.
La puerta de la habitación está abierta, y desde ella puede verse ir y venir la luz parpadeante del estudio donde con seguridad el hombre que busca está ahí, trabajando, como si no hubiera nada mejor en la vida que trabajar, Al menos amanecer a su lado era mejor que eso, a pesar de sus pensamientos, se siente aliviado de verle allí, moviéndose por la oficina.
Llega a tiempo para ver como el hombre por el que ha estado enamorado casi un año y medio ya, se deja caer pesadamente sobre la silla de cuero negro, mullida pero no más cómoda que su propia cama, la cual esta fría ahora.
- Jared... - e incluso si su voz es un reclamo que pretende salir rudo y violento, solo sale derrotado y adormilado, cansado de que el nombre no salga de ellos en un suspiro tonto o en un gemido desesperado.
Jared está de pie frente al imponente ventanal, cubierto sutilmente primero de una cortina blanca con bordados hechos a mano en formas artísticas indefinibles, son casi grabados que cada quien interpretaría a su manera, pero no por eso menos hermosos; la segunda cortina que cubre la primera es de una tela más fina de color café, por lo que los grabados de la primera se enmarcan a través del color uniforme; dando un ambiente algo innovador y elegante al enorme despacho, hecho de café y madera por todos lados, pero sin duda también algo oscuro, serio y hasta carentes de emociones.
Admira lo que ambas cortinas le permiten. La ciudad, lo que llaman hogar, no por nada es el edificio más alto de ésta e incluso cuando el cielo está despejado - que no es la situación ahora - se puede ver a lo lejos algunos árboles, un ambiente más sano y natural que el de esa jungla de cemento; solo ve un par de edificios con las luces encendidas y el reflejo del sol los hace parecer más imponentes de lo que en realidad son.
Ser CEO de Lambester's Oil es prácticamente ser el dueño de esa ciudad y de muchas otras. Por lo tanto, el dueño de todo; ese es Jared Padalecki, quien no precisamente admira la cuidad, o el sol que apenas sale y la niebla por todas partes, no.
Mientras su vista se pierde en el horizonte—ojos grises, fríos e inexpresivos—, escucha algunas grabaciones que su secretaria recolectó sobre ciertas propuestas de negocio con su compañía, después de todo es un hombre ocupado y no puede ir a cada reunión con cada emprendedor que considera, ilusamente, que puede llegar a ser su socio.
Entre sus manos tiene las carpetas, donde su secretaria ha hecho sus apreciaciones personales. Después de todo, él confía en su juicio. Y los comentarios van desde "inútil, estúpido, sin dinero, es idiota" a lo que lastimosamente él concuerda con la mayoría de ellas.
Después de algunos cuantos minutos, el sol, aunque impalpable, le resulta insoportable, por lo que cierra las cortinas y se conduce a su escritorio caminando tranquilamente. Es un escritorio de caoba con los grabados de su apellido y nombre en una esquina. Está pulcramente ordenado, pero rodeado por pilas de papeles en cada esquina, una de ellas esconde cierto tesoro que está en la derecha, al verlo los ojos grises parecen recobrar algo de vida, pero es solo un destello que se va tan rápido como llega.
Aleja la vista de ahí, concentrándose de nuevo en las propuestas que llegan a sus oídos y cuando escucha la última suspira frustrado. Ninguna es buena, ninguna es lo suficientemente buena para él y su compañía, así que con algo de fuerza cierra la carpeta de golpe y las desliza lentamente en la madera de su escritorio, donde la pequeña luz de la lámpara le da toda la que necesita.
Se deja caer, con algo de ímpetu sobre una amplia, gruesa y grande —y no olvidar fina— silla que se acopla correctamente a su cuerpo. Busca entre la gaveta un lapicero con que empezara firmar unas autorizaciones cuando unos pasos ligeros pero rudos se oyen de fondo. Tiene que ser él, Dean, su esposo, que pese a que nunca lo dirá, es lo único que es más importante que su empresa.
Voltea la silla hacia la ventana, no quiere tener contacto con esos ojos verdes porque sabe que dirá sí a cualquier cosa que quiera y él aun tiene mucho trabajo.
Cuando la puerta se abre, está a punto de suspirar, pero no se atreve.
- Dean. - llamó con su voz ronca por la falta de uso en toda aquella larga noche que ha pasado en vela. - ¿Qué haces despierto? - preguntó mientras sus manos firman un grupo de papeles que ahora descansan sobre su regazo – anda, vuelve a la cama. - le dice, sin oportunidad a que él fotógrafo conteste.
Pero no obtiene la respuesta que espera, con Dean nunca es así, y eso es parte de lo que hace la relación mantenerse vida, que el Winchester, tenga una personalidad incluso más fuerte que la suya, con mal carácter cuando algo no va como lo planeado.
- Yo debería decirte eso, directo a tu cara...pero supongo que nunca fuiste a la cama. - Espera que el otro le responda, que otra queja o advertencia se escape de esos labios finos que yacen apretados en una mueca de indiferencia que toca más adentro de lo que quiere. - ¡Jared!, ¿podrías hacer el maldito esfuerzo de verme a los ojos cuando estoy tratando de hacer un punto en esta situación?
Jared bufa, y se lleva su mano derecha a acariciarse la sien, la voz enfadada de su esposo, aunque nunca lo admita, es una de las cosas más dolorosas que puede tener en su vida, pero en lo que esta es importante, tampoco puede permitirse alguna distracción.
- Estoy en cosas muy importantes de la empresa… - empezó a decir mientras bajaba su mano hacia uno de los papeles que requerían su firma. - …no tuve tiempo de ir a dormir, ve a la cama tu, no quiere que te trasnoches. - y es sincero, cuando lo dice es sincero, pero eso sólo parece enojar más a su pareja.
Tal vez esto sea por lo que aún no ha volteado a verlo.
- Oh, esa es una buena excusa, ¿Cuántas semanas me la has estado dando? ¿Tres, dos? Oh... - Hace una pausa a propósito, colocando su dedo corazón sobre su labio inferior mientras se acerca peligrosamente a donde el Padalecki está sentado. - Un mes, ¡Un jodido mes, Jared! - y esta vez sus manos se estrellan contra el escritorio, pesadamente, casi tanto como el peso que aplasta su corazón por el hecho de no tener la atención de esos ojos multicolores sobre los suyos. - ¡Deja de darme excusas! Prometiste que irías a la cama a media noche, maldita sea, lo prometiste. - su voz suena derrotada, pero no por ello menos contundente que sus palabras iníciales.
A pesar de que puede palpar la angustia en la voz de su esposo, sus palabras suenan aún tan lejanas que simplemente vuelve a suspirar, aún sin voltear su silla, aún si tener contacto con los hermosos ojos verdes que deben estar en sincronía con su voz, reflejando ira... y decepción.
- Dean -comienza con igual tono. Después de todo, así es él. Nunca ha reflejado mayor emoción ni en su voz ni en sus actos - Se presentó algo. – mintió descaradamente. -Mañana te cumpliré ¿Si? - terminó llevando a sus manos dos cifras para compararlos.
Con un suspiro de frustración, que claramente se pudo haber confundido con el gruñido de un perro, Dean rodeo el escritorio, revolviendo su ya muy desordenado cabello castaño claro en puntas que iban en todas las direcciones posibles; se acerco a donde Jared estaba sentado, y sin previo aviso se sentó sobre sus piernas, causando un sonido ahogado por parte de Jared.
- ¿Qué está pasando contigo? ¿Soy yo? ¿Hice algo malo y no lo notó? - Se rió, una risa desesperada y algo suplicante por una respuesta. - ¿no te soy atractivo?
Como siempre que Dean estaba tan cerca de él, un reconfortante calor le rodeaba, haciéndole suspirar, al menos mentalmente, por la sensación que a pesar del tiempo seguía siendo tan única, nueva y envolvente. Sus manos, que apenas lograron hacer sus papeles hacia atrás para que él rubio no se sentara en ellos, hormiguearon un poco por la necesidad de pasarlas por esa cintura y atraer más a su esposo a su pecho, pero no lo hizo, como no hace muchas cosas.
Se quedo ahí serio, con sus papeles y lapiceros pegados a pecho y contestó casi sin variar en nada su voz o actitud:
- No seas ridículo, Dean, ¿Por qué preguntas eso?- y esta vez no pudo ocultar sorpresa en él tono monótono que siempre era su voz.
Al menos para Dean, estaba aliviado -por no decir feliz- de tener por fin los ojos de Jared fijos en algún lugar de su rostro, aunque aun no le miraba directamente a los propios. Su cuerpo se acomodó mejor en la silla de Jared, sujetándose del respaldar del asiento para no caerse hacia atrás. Jared era alto, imposiblemente alto, y sus piernas largas e infinitas, y el estar sentado sobre ella hacía que sus dedos apenas rozaran la cerámica café bajo ellos, por lo que el soporte era casi inexistente.
- Por la semana que tienes sin venir conmigo a la cama, y el mes que llevas durmiendo dos o tres horas en tu estúpida esquina, ¿te suena de algo?
Los ojos inquietos del castaño no pueden evitar tener los contrarios tan cercanos y no verlos, por lo que al fin su mirada se encuentra directamente con los verdes ojos de Dean y le duele ver la duda en ellos, duda que no debiera estar, porque él es, y será, lo único que siempre este en su vida como lo más importante.
- No tiene que ver contigo, Dean - trata de, aunque sus ojos sean opacos y sin vida, que su esposo vea la verdad en ellos. - Claro que te encuentro atractivo, es solo que la empresa requiere un poco mas de trabajo en esta época del año - explicó soltando su mano izquierda de los papeles y llevándola despacio, casi tímidamente a la cintura contraria. - Es solo eso, trabajo. - explico encogiéndose de hombros, su forma de comportarse y habilidad al hablar denotan una gran capacidad y talento, quizás por eso su abuelo le heredó todo por encima del resto de la familia.
Dean no tuvo más opción que suspirar haciendo todo su cuerpo vibrar sobre el de Padalecki. No era la respuesta que buscaba, y diablos, él sabía mejor que nadie que era atractivo, lo llevaba en la sangre, el se conocía mejor que nadie.
- Ok, dado que tienes trabajo, y que no vas a dormir conmigo hasta nuevo aviso, del cual requiero una notificación de tu secretaria. Me iré a vivir con Kane, ver algunas porno y la ultima de Johnny Deep, que no he visto porque "prometiste también" que iríamos juntos al cine. - Su intento por levantarse de las piernas de Jared se vio frustrado por el mismísimo Padalecki, quien lo retuvo con fuerza, su cuerpo tenso ante sus palabras.
El hormigueo finalmente puede con él - o fueron los celos -, no está seguro, el punto es que sus manos rápidamente se olvidaron de sus papeles y del lapicero y mientras este caía al suelo con un sonido no muy alto, sus enormes manos rodearon la cintura contraria, rodeando y manteniendo ahí a Dean a su lado, una sensación ahogante en su pecho.
- Hey, Hey - dijo para llamar su atención pues sus ojos verdes se habían desviado de los suyos. - No, es decir no tomes decisiones así. - dijo, corrigiéndose rápidamente porque estuvo a punto de ordenar a un hombre que no es su empleado o lacayo, no, es su esposo. - Dean, tranquilo, vamos a dormir. Algo, al menos. –concedió, viendo con el rabillo del ojo los papeles que aun faltaban por firman.
- ¿En serio? Porque si no hablas en serio me marcharé antes de que puedas darte cuenta. - La amenaza es seria, pero su cuerpo se ha relajado en los brazos de Jared, y se siente visiblemente mejor, los celos con Chris siempre funcionan, aunque no lo comprenda del todo.
- Sí - contestó simple, pero algo enfadado.
El oír de ese sujeto siempre le ponía alerta y enojado. Mientras sus pensamientos se empeñaban en alejar ese sentimiento, le hizo una seña a Dean para que se levantara y este obedeció, todavía desconfiado, pero cuando sintió su mano ser rodeada por una gigante no pudo más que suspirar y seguirlo, pues Jared lo jalaba a la habitación con algo de lentitud, pero apretando su mano un poco más, como si ocupara el contacto. Mientras bajaban lentamente las escaleras, apenas tres escalones en realidad, que comunicaban el estudio con la enorme e imponente sala, Jared bostezó un par de veces.
Dean entonces lo vio con una sonrisita llena de cariño, porque por mucho que su marido lo intentara, no podía desechar la necesidad básica de dormir, pensó divertido el rubio apretando también la mano contraria.
Se contiene el decirle que tenía razón al presionarlo para que tomara una siesta la noche anterior, donde Jared se había negado y por no parecer maleducado no le había lanzado la puerta del estudio en la cara.
Tenían una relación silenciosa respecto al estudio, Dean no entraba bajo ninguna circunstancia, pero Jared no tenía permiso para cerrar la puerta, no mientras estuviera dentro, era una regla silenciosa entre ellos; y Dean lo prefería así.
La cama ya estaba helada cuando ambos se deslizaron bajo las sabanas, que calentó sus cuerpos fríos por la noche, incluso el de Jared, que había estado vestido de un elegante Armani—regalo de uno de sus tantos proveedores—, y que ahora yacía en el suelo, olvidado con las caricias suaves que la mano de Dean le regalaba sobre su pecho, rozando su piel, dándole la seguridad que ambos necesitaban.
Aunque en Dean causaban deseo, irrefrenable deseo que le invadía al tenerle tan cerca de su cuerpo nuevamente desnudo, pegado al gigante a su lado, entre sus brazos.
No pasaron más de dos minutos para que la respiración acompasada de Jared llenara el espacio entre ellos, y a pesar de su calentura, Dean simplemente agradeció a quien lo escuchara, de que el Padalecki por fin estaba descansando y en sus brazos, y no metido de cabeza en su empresa y su estudio.
Continuara...
