Disclaimer: Los personajes y el maravilloso universo de Skyrim pertenecen única y exclusivamente a Bethesda. Sólo un personaje es de mi invención. No, no obtengo septims ni otro tipo de moneda con este intento de historia.

NdA: Pero qué majadera he sido al no agradecer anteriormente sus reviews, muchas gracias por tomarse unos minutos en comentar mi trabajo. Me alegra que haya sido de su agrado.

Bueno, otra idea alocada mía, basada en otra misión secundaria. Sí, de nuevo tenemos a Freyr y su excéntrica manera de asistir a otros en momentos de dificultad. Este fic lo divido en capítulos para hacerlo menos tedioso de leer.

Advertencia: Situaciones y menciones de travesuras adultas. Nada explícito.


Un Buen Escarmiento

Por: Lucania

Capítulo 1: ¿Qué hay para cenar?

Riften no era precisamente su lugar predilecto para hospedarse, se trataba de un sitio que sucumbió a la podredumbre de la corrupción, una urbe donde el delito abundó, un sitio sumido bajo el repulsivo velo de la impunidad. Además, el que todo estuviera construido sobre agua le daba cierto aire de inseguridad, en más de una ocasión tropezó con maderas sueltas en la parte inferior haciéndole caer al agua.

Pero en ese sitio tan despreciable, habitaban algunos buenos amigos, y no vacilaba en darles una visita de vez en cuando.

Estaba Mjoll la Leona, esa valiente y bella mujer con su amigo pagafantas Aerin, o la feliz pareja reptiliana conformada por Talen–Jei y Kerava en la Abeja y el Dardo, o Michell y sus niños en el orfanato, donde se dio a la satisfactoria labor de llevarles pequeños regalos.

En su hogar se encontraba Iona, su edecán, a la cual en su cabeza le apodaba "Lydia 2". En el centro había hecho amistad con algunos mercaderes y vagabundos, pero Freyr nunca había explorado a fondo ese lugar.

Pensó que sería bueno aprovechar el momento para hacerlo.

Fue entonces que prestó atención a una casa enorme, casi frente a la suya llamada "El Albergue de Haelga". Una vez dentro, se encontró con una mujer rubia y bastante atractiva, al mirar a su alrededor pensó que se trataba de una posada-bar.

–Una posada frente a otra... –Pensó el sangre de dragón, luego de eso alzó los hombros– Suena lógico.

–Soy Haelga y este es mi albergue ¿te puedes quedar? no, no puedes. –La mujer dijo de inmediato en una singular muestra de "bienvenida", en cuanto el guerrero puso una mano en la mesa de recepción.

–Wow –Freyr dejó caer la quijada–. Supongo que esta adorable posada sobresale por su hospitalidad ¿eh? Bueno ¿qué es este lugar entonces?

Haelga se recargó en su mesa y mirando de una manera un poco despectiva, contestó –Es un lugar para los mercaderes y pescadores que trabajan duro. Definitivamente no es lugar para ti.

–No soy comerciante ni pescador, pero suelo trabajar –el caballero dijo resignado– viendo que no cumplo con todos los requisitos, me retiro entonces.

Dio media vuelta y se dirigía a la salida cuando escuchó unas risas masculinas y unos forcejeos. Freyr se acercó a la zona de convivencia, de donde provenían los sonidos.

El fuerte olor a alcohol se hizo notar, eso, junto con humanos, elfos y argonianos hablando de skooma y temáticas bastante adultas daba la impresión de que el sitio se trataba más bien de una taberna barata.

–Toma tu asqueroso aguamiel y déjame –Svana, una mujer joven con apariencia un poco demacrada discutía con un hombre de aspecto turbio, éste la sostenía de su muñeca pretendiendo sentarla en su regazo.

–Preciosa, el aguamiel no sabe lo mismo sin algo de carne fresca que lo acompañe ¿por qué no te quedas conmigo un rato? puede que incluso disfrutes de mi presencia, y luego tal vez de otras cosas.

El aberrante hombre la acercó a él de un jalón y le plantó un beso, ella reaccionó tomando un tarro y golpeando fuertemente la cabeza calva del sujeto.

–¡Perra! –Gritó furioso el petulante nórdico. Sin soltar a la muchacha, levantó una mano para asestarle una bofetada, sin éxito. Su brazo fue detenido por el agarre firme del sangre de dragón.

–¿Pero que hay para cenar? ¡Hay cerdo! –Freyr fingió sorpresa.

El patán soltó de muy mala gana a Svana y encaró al joven liberando también su muñeca –Esto no te concierne bebedor de leche.

–¡Y el cerdo insulta! Qué lindo.

Las personas a su alrededor se estremecieron ante la inminente pelea. Ese tipo de eventos eran comunes en Riften, pero no por eso menos desagradables.

–¿Quieres que resolvamos esto a golpes? ¿Eh? No durarías ni tres segundos –desafió el sujeto.

–Mira –Freyr levantó una mano en defensa– ¿Por qué no simplemente dejas a la doncella en paz? Ella te dijo que la dejes sola.

–Lo que suceda entre ella y yo no es tu asunto, güerito –El tipo subió los puños frente a su cara, preparado para una típica lucha de cantina.

El Dovahkiin no estaba impresionado, el hombre frente a él apenas podía mantenerse de pie. –Tu pose deja claro que no estás en condiciones de pelear, que eres malo ¿qué digo malo? pésimo para flirtear, y que seguramente sufres de eyaculación precoz.

¡Uh! –Todos en el recinto exclamaron, a excepción de Haelga y Svana. El sujeto emitió un ronco grito al momento de lanzarse al ataque. A Freyr, le bastó con hacerse a un lado y dar una zancadilla para hacer a su oponente caer de cara a una mesa.

Pero eso no iba a detener al tipo. Bañado en vino y con la cara llena de queso Eidar, sacó una pequeña daga que se encontraba oculta bajo la armadura de su muslo. Dio media vuelta y se abalanzó una vez más hacia Freyr, esta vez con la intención de darle una apuñalada.

Freyr podía fácilmente tirarlo o matarlo haciendo uso de su Thu'um, pero más que dañar pretendía dar un escarmiento. Simplemente tomó la mano que sostenía el arma, se posicionó detrás del contrincante y le torció el brazo, provocándole un dolor agudo que lo hizo soltar el objeto punzocortante y emitir un agudo chillido. Para rematar, estrelló la calva del hombre sobre la mesa y lo retuvo ahí.

–Estás quedando en ridículo, amigo –susurró el guerrero al oído del otro nórdico– ¿Por qué no te vas a tu casa? Y toma un baño, por favor, apestas a queso.

–Bien bien, me rindo. Sólo déjame.

–Ah ah... ¿Antes no debes decir algo, mi estimado? –el sangre de dragón no accedería a soltarlo así por nomás.

–Púdrete –el rostro del hombre cambió a una mueca de dolor cuando su sometedor torció de nuevo su brazo–. ¡Ah! ¡De acuerdo! Svana, lo siento. No volveré más por aquí.

Satisfecho con la reacción, Freyr se quitó de encima y lo soltó. El acosador sin decir otra palabra abandonó el albergue.

–Espero que estés contenta, Svana –Haelga se acercó con los brazos cruzados–. Acabas de quitarnos a un buen cliente.

La muchacha no ocultó su indignación –Pero ¿no viste acaso lo que estaba haciendo? ¿Esperabas a que le concediera a ese animal acceso a hacerme lo que quisiera? Qué bueno que él estaba aquí –la joven señaló a su salvador.

–Eso, Svana, son gajes del oficio, y esos "animales" son los que mantienen este negocio. Tenlo en mente antes de portarte como una fiera. –La mujer volteó a ver a Freyr– Y a ti te dejé claro que no puedes estar aquí, parece que solo viniste a causar problemas.

–Sí, sí –el Dovahkiin alzó las dejas y entrecerró los ojos–. De mejores lugares me han sacado –declaró antes de abandonar el lugar.

Temprano en la madrugada, Freyr se encontraba tumbado sobre su cama en Villa Melosa, pero se encontraba lejos de descansar. En esa noche, su vampirismo le ocasionó una sed que le costaba mucho trabajo reprimir.

En contadas ocasiones, bebía la sangre de los enemigos que parecían gozar de buena salud e higiene, pero luego de pasar más de dos semanas sin probar bocado, ese deseo le ocasionó molestias. Y dado a sus principios morales, no irrumpiría en casas ajenas para morder los apetitosos cuellos de personas inocentes.

Tal vez una larga caminata nocturna por Riften lo distraería de sus pensamientos.

Deleitado por el dulce aroma de la noche, Freyr emprendió su marcha sin rumbo fijo. Su fino oído percibió el débil sollozo de una mujer.