Hola, hola, Luna de Acero reportándose. Les traigo una historia, no sé cuantos capítulos tendrá, seguro que pocos. Espero les guste. Si quieren comentarme qué les gustaría que pase en el siguiente capítulo, por favor escríbanme un bonito review o comentario al final del cap. Disculpen los errores, no tuve mucho tiempo para corregir.
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen son de Isayama Hajime.
Advertencias: lenguaje vulgar, palabras altisonantes, nada más por ahora.
DEDICATORIA: PARA LA TALENTOSA LILA NEGRA! Esto es parte de un desafío, ella ya ha subido su historia, por favor vísitenla: "35 y Solito", no tiene desperdicio, es una comedia romántica muy entretenida.
Agradezco a RivaiFem TA por la preciosa portada porque se me rompió el celular y como siempre es mi tabla de salvación y las charlas con YAOI´BLYFF que siempre me motivan y me brindan nuevas ideas.
Ahora si, al fic.
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"Educar la mente, sin educar el corazón,
no es educar en absoluto".
Aristóteles
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Acomodó su maletín. Ya había terminado con la planificación de la clase y las carpetas estaban corregidas. Miró la hora, doce de la noche, mejor iba a bañarse y a dormir o se despertaría cansado.
Eren era profesor de Artes Plásticas desde hacía cinco años ya. Como todo docente en sus inicios, le había costado mucho encontrar su lugar en academias y colegios, pero finalmente podía decir que este año al fin obtendría una de las tres ansiadas titularizaciones en el Colegio José de San Martín Nº1073. Le había costado mucho, pero el director ya le había confirmado el puesto.
Además de eso, daba clases particulares a personas de la tercera edad. Estaba bastante contento con los resultados. Todos los sábados por la tarde se iba al Centro de Ancianos San Pedro Apóstol, y se encargaba de dirigir un numeroso grupo de ancianos aficionados a los óleos y las acuarelas.
Luego los domingos los pasaba en casa de su padre, el reconocido cardiólogo Grisha Jaeger y Carla, su hermosa madre. Ambos estaban orgullosos de él, siempre lo habían apoyado y ayudado en su gran pasión de perfeccionarse como un profesional del tallado, la pintura y el dibujo. Era una familia acaudalada, y si bien Eren no ganaba una fortuna como docente, tenía buenos ingresos para solventar bastante bien todos sus gastos y su estilo de vida.
Cuando se recibió, sus padres le regalaron el departamento en el que vivía. Con una muy buena ubicación, cerca del centro de la ciudad. Ochenta metros cuadrados en un segundo piso que daba a los cerros que bordeaban la zona, una vista magnífica e inmejorable. Era en verdad un lugar hermoso. Con un amplio salón, un cuarto de estudios, donde Eren tenía su caballete, una mesa de dibujo técnico, su biblioteca y una serie de elementos pulcramente organizados para su uso en dos muebles; la otra habitación era de descanso, con un amplio somier, un televisor led empotrado en la pared y un pequeño vestidor.
Acaba de terminar de pagar la última cuota de un modesto Peugeot 308, y sin más cuentas que agregarle, la mayor parte de sus ingresos se destinaba a seguir engrosando la diversa cantidad de materiales que tenía. Así como también el pago de cursos para seguir especializándose y ampliando sus conocimientos sobre técnicas, modelado de esculturas y tallado.
Excepto por el hecho de que no tenía pareja estable, podía decirse que Eren era afortunado. Se dedicaba a aquello que lo hacía feliz. Contaba además con el acompañamiento de un nutrido grupo de amigos, con los cuales compartía salidas esporádicas y que siempre se mostraban complacidos de ayudarse entre ellos. ¿Qué más podía pedir? Sí, bueno, estaba el tema del amor, pero en vista de las circunstancias, a un paso de cumplir los treinta, todavía no le generaba mayores complicaciones.
Eren era respetado por sus colegas y muy querido, ya que era notable la pasión que le ponía a los proyectos que emprendía. Lograba que sus alumnos se comprometieran con sus tareas, y en más de una ocasión había podía rescatar verdaderos talentos en lo que arte se refería.
Tal es por todas esas referencias, fue que el director Erwin Smith lo llamó para reclutarlo en un ambicioso proyecto de arte a llevar a cabo junto a las autoridades gubernamentales de la provincia en la que vivía. Se trataba de una acción sociocultural para los centros penitenciarios. Si las cosas salían bien, esto podía impulsar nuevas acciones en un futuro, y la academia de arte recibiría una mención honorífica, cosa que acercaría al director a encontrar un lugar en la Secretaría de Cultura de la Gobernación, lo que se traduciría en un gran impulso a su carrera y un incremento notable de su salario.
Eren no era tonto, se daba cuenta que muchos de los proyectos culturales (por no decir todos), siempre estaban enraizados en beneficios de índole política. Pero amén de esa obviedad, luego de leer concienzudamente el proyecto establecido, sintió auténtico interés en el mismo. El hombre tenía una gran inclinación filantrópica, una buena base en valores humanos y un deseo inmenso del bien por el prójimo, por lo cual no dudó en aceptar de inmediato esta oportunidad. Si había alguna acción que él podía llevar a cabo en pos de mejorar la vida de una persona encarcelada, lo haría sin dudarlo.
Fue esta motivación la que lo impulsó en un primer momento. Eren tenía una vocación incalculable, y un respeto y amor por el arte, que quería transmitirlo en todos los ámbitos sociales posibles. Además que era una persona que no juzgaba en absoluto, con un hambre de conquistar nuevos horizontes, empujando sus límites lo máximo posible, haciendo de éste, un escenario perfecto para llevar a cabo sus ambiciones.
Los siguientes tres meses los dedicó a un arduo trabajo de investigación. Entrevistó varios docentes que ya habían pasado por experiencias similares para poder saciar un poco sus dudas, y estudió los diferentes enfoques con que los otros habían encarado la tarea. Luego vino una extensa planificación, supervisada por el director de la institución, que hizo que tuviera que descartar algunas cosas, pero finalmente pudo pulir su idea y plasmarla con el mayor nivel de detalle posible en un informe de doscientas páginas.
Luego siguió una negociación con las autoridades correspondientes, y al fin, luego de un mes más de revisiones y pequeñas correcciones, consiguieron la autorización con el sello del gobernador y de la máxima autoridad policial.
La primera parte del proyecto sería llevar a cabo un curso de seis meses, con dos clases semanales para los presidiarios de la cárcel Sina, ubicada en el extremo sur de la ciudad. Luego de esto, se realizaría una exposición con el trabajo de los reos en uno de los salones de la Casa Cultural que estaba a dos cuadras de la plaza principal. Esperaban llamar la atención de los medios y de la sociedad en general para participar de la misma. Si se podían vender las muestras, eso ayudaría a solventar la compra de más materiales y un porcentaje sería pagado a los presos.
Eren estaba muy entusiasmado, y les habla con auténtico fervor a su familia del proyecto.
—Será algo sin precedentes —decía mientras se llevaba una cucharada de puré a los labios.
—Dios, hijo, sé que eres muy entusiasta, pero en verdad… no sé… me da un poco de miedo —expresó Carla con una mueca de preocupación.
—¿Por qué? —preguntó el muchacho sin entender.
—Bueno, es obvio Eren. Todos sabemos que eres un excelente profesor, pero tus alumnos… no serán precisamente blancas palomitas —aclaró su padre—. Entiendo el alcance de todo este arduo trabajo que has estado haciendo, pero… ¿las condiciones de seguridad para ti son confiables?
—Claro que sí, habrá dos guardias armados presentes. Además no es como si estuviera trabajando con asesinos, son gente del pabellón de robos y estupefacientes —el de ojos verdes hablaba con una naturalidad asombrosa.
—Son delincuentes, hijo. No es que tenga prejuicios al respecto, sabes que te hemos enseñado a respetar a todas las personas por igual. Pero también sabemos que tiendes a confiarte demasiado, y por esta vez te voy a pedir que seas en extremo cauteloso —habló con sabiduría su padre.
—Ya, quédense tranquilos, ¿acaso piensan que van a atacarme con pinceles? —se mofó un poco.
—Eren, el ser humano tiene una gran capacidad para desarrollar violencia, en situaciones extremas hasta un lápiz puede transformarse en un arma.
—Está bien, no se preocupen. El ambiente será controlado, y la idea es que estas personas pasen un momento agradable, que les permita expresarse a través de un lienzo, una hoja. No tienen porqué reaccionar de esa manera. Además hay muchos precedentes de mis colegas, y puedo asegurar que casi en el 100% de los casos no hubo altercados de ninguna índole.
Carla suspiró y bebió un poco de jugo de pomelo recién exprimido.
—Sólo ten cuidado, con eso será suficiente —pidió su padre—, y por favor al salir de cada clase, escríbenos para que sepamos que tal te ha ido.
—Lo haré —aseguró sonriendo ampliamente.
Luego del abundante almuerzo los tres se quedaron haciendo sobremesa mientras jugaban a las cartas, Carla hizo un delicioso café y Grisha ganó todos los partidos como siempre.
Con las energías renovadas, Eren se volvió a su departamento y comenzó a preparar su primera clase para el día miércoles por la mañana, la siguiente sería el sábado. Estaba lleno de expectativas, el corazón le latía fuerte. Ya tenía la lista de los doce alumnos que asistirían y en su mente se recrearon un sinfín de situaciones donde estas personas descubrían sus talentos y empezaban a mirar el mundo con ojos nuevos, ojos renovados de esperanza.
En el penal las cosas eran ligeramente diferentes.
—¿Te apuntaste a la clase de arte? —preguntó Reiner mirándolo de soslayo.
—Mejor que tener mi culo aplastado aquí dentro —respondió Levi mientras le daba una fuerte bocanada a su cigarro.
—No te imagino usando un pincel, ja, ja, ja —se burló el otro.
—Cállate, pedazo de estiércol. Ya quiero ver tus intentos de dibujo, si apenas puedes escribir.
—Bueno, te diré que no me apasiona el arte. Pero es… relajante en cierto modo.
—Como sea…
—¿Anoche saliste? —Levi no respondió—. ¿Trajiste mi encargo?
Levi sacó de debajo de su colchón una pequeña revista porno que le aventó al otro.
—Solo hazme el favor de mantener tus bramidos en voz baja, me pone de los nervios cada vez que te vienes.
—Bueno, no es como si lo hiciera a propósito, además este mes no tuve *visitas higiénicas.
—No es mi maldito problema.
Reiner se subió a su cama, arriba de la Levi y dejó de prestarle atención a la charla. Tenían un acuerdo con el más bajo. Se defendían y se cuidaban ahí adentro, Reiner tenía mucha fuerza, Levi experiencia y técnicas. Hacían un buen equipo.
Reiner había sido atrapado en el aeropuerto, transportando cocaína en cápsulas dentro de su estómago. Si las cosas hubieran salido bien, le hubieran pagado dos mil dólares por el traslado. Lo que se dice "un camello". Pero debido a su inexperiencia y sus nervios, pronto fue capturado. Ahora estaba esperando el juicio, pero sabía de antemano que cómo mínimo tendría para unos cuatro años.
Levi era diferente, con casi 28 años, pertenecía al mundo del *hampa desde que tenía memoria. Al principio tal vez incentivado por el hambre y la necesidad, robaba comida más que nada. Pero pronto le entró el gusto por robar joyas, dinero, celulares, o toda cosa que fuera fácil de transportar. Había perdido la cuenta de las innumerables veces que se había ido a las manos, con tipos más grandes que él, simplemente porque lo miraron mal o le respondieron de mala manera.
Levi era poco paciente y muy violento, estaba acostumbrado a eso, no concebía el mundo de otra manera. La primera vez que cayó preso fue a los 19, una bala le perforó un hombro y sus compañeros no pudieron esperarlo. Aun así no delató a nadie, lo que le permitió que lo ampararan y lo cuidaran dentro de la cárcel. Aprendió que la lealtad era una cualidad escasa y bien retribuida.
Lo retuvieron hasta los veintitrés. Apenas puso un pie en la calle volvió a delinquir. Se lo había dicho a una psicóloga que los había visitado una vez hacía un tiempo, la mujer estaba haciendo una especie de trabajo social o algo así, no recordaba bien. "Mónica, a mí me gusta robar, soy bueno en eso. De hecho, creo que es lo único para lo que sirvo. No me interesa reformarme, no me interesa formar una familia, ni ser una persona decente. Y claro está, no le temo a la muerte, llegará cuando tenga que ser, y ya".
Él era el epítome del hombre sin remedio, según los guardias del penal. Un delincuente que no quería reformarse. Esta era la segunda vez que lo encerraban, llevaba dos años y le quedaban al menos unos cuatro más. Pero estaba seguro que el buen abogado que había tomado su caso, podría conseguirle salir antes. Después de todo se estaba comportando bien hasta el momento.
—X—
Eren ingresó al recinto. Faltaba media hora para empezar, y quería dejar todo en orden antes de que llegaran los alumnos. Estaba de un fantástico humor.
Colocó las hojas en los pupitres, al igual que los lápices, gomas de borrar, las tizas, algunos pósteres que había llevado para adornar el lugar, sus carpetas y el material didáctico. Al fin se sentó con la lista de alumnos frente suyo.
Finalmente a la hora convenida dos policías los escoltaron hasta el lugar. Eran diez, había dos que no había podido asistir, uno estaba en la enfermería con un ataque de hígado y el otro no se había presentado. Una vez que todos tomaron asientos, Eren se puso frente al pizarrón para hablarles.
—Muy buenos días a todos —saludó amablemente, todos intercambiaron miradas tenebrosas, pero nadie respondió—. Mi nombre es Eren Jaeger, y por los próximos seis meses seré su profesor de Artes Plásticas. Pueden llamarme Eren si gustan —Un denso silencio se instaló. Todos los miraban fijamente—. Bien, ¿podrían voltear sus bancos un momento? Quisiera que hicieran una ronda.
Todos colaboraron, excepto un hombre de baja estatura que mientras masticaba chicle lo miraba como si fuera el próximo objetivo a ser eliminado. El docente prefirió no presionarlo. Una vez que entraran en confianza vería que le sucedía al tipo.
—Excelente. Ahora, por favor, quiero que todos se presenten, me digan sus nombres, sus edades, hace cuanto están aquí y porqué eligieron la clase de Arte o qué expectativas tienen de ella.
—Bueno, yo soy Jason Meier —comenzó un chico rubio, delgado—. Tengo 23 años, hace un año que estoy aquí y me gusta mucho pintar, por eso elegí esta clase.
—Gracias, Jason.
—Soy Reiner Coproland, tengo 31 años, hace tres años que vivo en esta pocilga y me inscribí porque tengo curiosidad. Nunca pinté, ni hice ninguna de estas cosas pero… quisiera probar.
—Eso es muy bueno Reiner. Viniste al lugar adecuado. No tengan miedo en expresar todo lo que piensen, sepan que mis principios se basan en la tolerancia y la paciencia. Continuemos.
—Soy Christofer Lackley, tengo 28 años, entré el mes pasado y la verdad… me aburro en la celda, quería probar algo que me distrajera un poco, vengo trasladado y ya llevo cinco años tras las rejas.
—Mi nombre es Zacarías Blend, tengo veinte años —habló un hombre musculoso, de cabello negro que daba la impresión de ser mayor—. Hace dos años y tres meses que estoy encerrado… nadie de mi familia vino a verme el último año… así que estoy un poco triste y aburrido, y aunque en un principio no tenía ganas, Mateo me insistió y decidí probar.
—Gracias por darme la oportunidad, Zacarías. Siguiente.
—Me llamo Mateo Gonzalez, tengo 28 años, hace seis años que estoy recluso, me gusta mucho el arte, mis favoritos son los clásicos como Da Vinci, Jan Van Eyck, Miguel Ángel Buonarroti, Gian Lorenzo Bernini, Rembrandt y Ronoir.
—Presumido —largó por lo bajo el hombre de mala actitud y algunos rieron.
—Bueno, parece que te gusta el renacentismo, es bueno saber que conoces de pintores.
—Oh, lo adoro, son para mí una gran inspiración. Hace tiempo quería probar de pintar.
—Bien, Mateo, espero poder ayudarte a cumplir eso. ¿Quién sigue?
—Yo, mi nombre es Estéfano Camposelli, tengo cuarenta años, hace diez que estoy recluso y la verdad me intriga esto del arte. No sé si seré bueno, pero quiero saber de qué se trata.
—La curiosidad siempre es buena, me alegra tenerte en el grupo, ¿tú?
Levi miró con ojos de muerte a Eren y el hombre tragó en seco, Reiner le habló.
—Vamos, no seas así, di lo tuyo y ya.
El hombre suspiró y puso una de sus piernas arriba del pupitre, estaba alejado del resto rompiendo con el círculo.
—Levi Ackerman, 28 años, llevo dos aquí, y odio el arte. Pero es mejor tomar un poco de aire que estar encerrado en esa celda con olor a mierda. Reiner trancó el retrete hace tres días.
Varios se rieron por lo bajo e hicieron expresiones de asco. Eren echó una vistazo alrededor.
—Bueno, los accidentes pasan, espero que con el tiempo logre hacer que te intereses, Levi, estoy seguro que te divertirás mucho.
—No me digas… ya me estoy divirtiendo… me divierto tanto que creo que voy a morir —dijo con semblante pesimista y voz de plomo.
—No le haga caso, profe —largó Reiner mirando a Levi con recelo—. Es un bicho raro, usted siga con la clase.
—Muy bien, los que faltan…
—Me llamo Louis Gringer, tengo 24 años, hace seis meses que estoy aquí y… bueno, no sé mucho de arte, pero me gusta dibujar. Cuando consigo papel y lápiz, dibujo todo lo que veo.
—Interesante, comenzaremos con pintura y luego haremos dibujo Luois, para la próxima clase, si quieres trae lo que has estado haciendo.
—Con gusto.
—Adam Whine, tengo 32 años, hace cinco que estoy en este infierno. Me gusta la pintura porque mi padre pintaba.
—Que buen referente, luego me gustaría investigar un poco sobre eso. Bien, el último.
—Soy Connie Springer, tengo 19 años, hace casi un año que estoy aquí. Para ser honesto, soy muy bruto para esto del arte, pero quisiera tener algo en lo que poner mi cabeza o siento que me volveré loco.
—Perfecto, es uno de los propósitos de la clase. Esto es simple, caballeros, no se necesita saber, aunque toda experiencia anterior es válida, porque todos estamos aquí para aprender, experimentar, e intentar sacar lo mejor de nosotros mismos. Ahora quiero que todos hagamos una tormenta de ideas, básicamente quiero que me digan todos, ¿qué es lo piensan acerca del arte? ¿Qué es para ustedes el arte? No necesito definiciones elaboradas, lo primero que les venga a la cabeza —dijo Eren tomando una tiza y acercándose a la pizarra.
—Culos y tetas —habló Levi con su voz de caverna, varios los secundaron con risas estruendosas.
—Que tenga que ver con el concepto de arte —aclaró el docente sin perder la calma.
La primera clase se basó en eso, testear las nociones del arte de sus nuevos alumnos. Y luego hacer un diagnóstico de sus habilidades básicas, por lo que les pidió a todos que dibujaran lo que quisieran y que le entregaran sus dibujos al final de la clase, firmados por ellos.
No quería presionarlos con conocimientos desde la primera vez, era indispensable empezar a conocerlos como personas primero para luego evaluar y ver con qué arrancaría en la siguiente. Dentro de todo, fueron dos horas de tranquilidad, no hubo ningún altercado memorable, excepto la recelosa mirada de ese recluso que parecía pariente de Annibal Lecter.
Mateo, que parecía el más entusiasmado, se encargó de recoger todos los trabajos y se los entregó al profesor. Luego ordenaron la sala y se retiraron sin ocasionar problemas. Eren terminó de guardar todo en su bolso y procedió a retirarse también.
Se dirigió al otro colegio donde impartía clases, y luego de cumplir se fue a su departamento a almorzar. Se preparó un guiso rápidamente y luego mientras comía se dedicó a ver lo que sus alumnos habían dibujado. Jason había dibujado una especie de campo, llenos de flores y algunos animales, bastante básico pero adorable. Reiner en cambio había dibujado una especie de paisaje que se veía a través de unas rejas. Zacarías dibujó un niño, con rasgos bastante bonitos, tal vez sería su hijo o quién sabe. Mateo, se destacaba, hizo un colorido dibujo de un bosque, con un lago y unos patos nadando en la superficie, tenía un excelente uso de los trazos. Louis había hecho algo muy sencillo, una pelota de gajos y algunos juguetes flotando en el aire, era extraño, pero a la vez intrigante. Estéfano había dibujado comida, pizza, donas, helado, chocolates, por lo visto estaba con hambre, Eren sonrió. Christofer hizo una especie de garabato, no se entendía bien si era un gato, un tigre o un leopardo, se notaba que le costaba mucho la motricidad fina. Connie había dibujado una casita en una campiña, como los dibujos de los niños de jardincito. Adam en cambio, dibujó un jarrón con una toalla sobre una mesa, aunque el concepto se entendía se notaba un trazo muy débil y algo tembloroso. Por fin llegó a una mano, muy bien dibujada por cierto, que estaba haciendo la señal de "fuck you", que tenía un tatuaje diabólico en el dorso, una estrella de cinco puntas con algunos grabados y las uñas negras. No estaba firmado, pero no era necesario indagar demasiado para saber de quién se trataba. Eren suspiró mirando el dibujo y cruzándose de brazos. Ese hombre se la iba a poner difícil, no había dudas. Pero todo era cuestión de no seguirle el juego y ya.
Para la segunda clase Eren llevó acuarelas. Empezó explicándole sobre los colores primarios, que eran los que tenían cada uno para trabajar, y les escribió en el pizarrón las combinaciones para sacar los colores secundarios. Esta vez los vio más interesados y activos, excepto Levi que lanzó un sonoro ronquido justo cuando terminaba la explicación, Reiner se encargó de despertarlo.
Al fin, les dijo que se sintieran libres de usar los elementos, y que al igual que la clase anterior podrían pintar lo que gustaran.
—Quiero que elijan un título sobre el cual trabajar. Piensen en algo que mueva sus sentimientos más profundos, algo que los motive a luchar, una persona, una situación, un sueño. Si me permiten, les traje música instrumental que tal vez los ayude a liberar su creatividad.
—¿Gemidos? —preguntó Levi, haciendo que el grupo riera de nuevo.
—No, no son gemidos.
Eren conectó su celular al parlante portátil que había llevado y una suave música celta empezó a sonar. Los presos se miraron entre ellos pero les gustó en general. Varios lo llamaron varias veces para preguntarle sobre la combinación de colores, sobre cómo hacer que no se corriera la pintura y muchas inquietudes más. El docente estaba en su salsa. Excepto Levi que al principio no hizo nada y se dedicó a bostezar. Pero de repente se sentó erguido y tomó el pincel. Eren lo miró de reojo pero dejó que trabajara a su gusto, sin interrumpirlo, ni molestarlo.
Al cabo de una extensa hora, ya se podía decir que todos habían terminado con el trabajo.
—Muy bien, ahora quiero que vayan pasando de a uno y expongan sus trabajos realizados el día de hoy —pidió Eren colocándose a un costado para dejarles la pizarra libre donde había un atril para colocar las imágenes—. ¿Alguien quiere empezar?
—Yo —pidió Jason.
—Muy bien, Jason, pasa.
La pintura del hombre era muy rudimentaria, sin embargo el mensaje era profundo. Un césped bien cuidado, una lápida y una ramo de flores apoyándose en ésta. Eren lo miró y lo instó a hablar.
—Bueno, mi obra se llama "Inolvidable", esta es… es la lápida de mi madre —todos escuchaban atentamente—. Ella murió cuando yo estaba aquí, el año pasado, así que… no la conozco, pero quise, hacerle un… tributo. Como no pude ir aún al cementerio a dejarle unas flores… Bueno…
Se hizo un silencio incómodo, Eren suspiró hondo, se notaba el temblor en las manos de su alumno mientras miraba su obra.
—Es una obra hermosa —ayudó Eren—. Se nota que manejaste muy bien los colores, aún debemos trabajar en las formas, pero a simple vista se entiende tu concepto. ¿Son rosas?
—Sí, ella amaba las rosas —dijo el hombre con la mirada triste.
Eren comenzó a aplaudir y los demás lo siguieron. Jason sonrió y se volvió a su asiento.
—Profesor —habló Estéfano—. Me gustaría mostrar lo mío.
—Pasa.
—Bien, mi obra se llama "Amor", y esta es mi novia —dijo con orgullo de su pintura donde un rostro humano se perfilaba, aunque un poco desproporcionado.
—No sabía que tu novia fuera el jorobado de Notre Dame —lanzó Levi mordazmente y todos estallaron en carcajadas, Estéfano lo miró de mala manera.
—Ya, ya, cálmense —pidió Eren—. Háblanos de ella, Estefan. ¿Por qué te inspiró?
—Mi novia se llama Ingrid, es la mujer más hermosa y buena sobre esta tierra.
—Lo mismo dijiste de la enfermera Claudia —largó Levi por lo bajo y nuevamente todos estallaron en carcajadas.
—¡No es así! —dijo el hombre cabreado—. Ya expliqué lo que sucedió con ella. Mi novia es diferente, es un ángel, no se burlen de ella.
—¡Ya, Estéfano, tranquilo! —dijo Eren atajándolo porque vio como cerraba los puños—. No hagas caso, sabes que dice eso para molestar. Tu obra está perfecta. Escuchen —esta vez se dirigió al resto—. Traten de ver más allá de las formas, de eso se trata el arte. Que alguien no pinte bien o no dibuje de acuerdo a los estándares de lo real, no significa que no pueda expresar un sentimiento. No limiten sus sentidos a repetir las cosas. El arte les provee de muchos caminos, de muchas formas para expresar lo que piensan, sienten, y desean, sean creativos. No estamos en esta clase para juzgarnos, creo que todos saben lo horrible que es estar en un estrado y recibir todas las críticas posibles, no existen seres humanos perfectos, como tampoco existen obras perfectas, todos son intentos de las personas por expresar lo que quieren. No sean tan duros, vinimos a divertirnos, a disfrutar, a pasar un momento agradable, ¿ok? Gracias, Estéfano. Ahora Levi, ven y muéstranos tu obra, por favor.
Sus miradas se cruzaron brevemente, como siempre el hombre tenía un semblante aterrador. Tomó su lienzo y se acercó, para dejarlo sobre el atril. Apenas lo colocó, todos empezaron a reír de una manera estruendosa, tanto que uno de los guardias se asomó por la puerta.
—¿Qué sucede? —preguntó y todos bajaron la voz, pero no dejaron de carcajearse.
—Todo bien, oficial, solo un… chiste, no se preocupe —serenó, Eren.
El motivo de la risa era que Levi había pintado un muy redondo y pomposo trasero, con varios pinceles, estecas y lápices metidos en la abertura del ano. Todo sobre un fondo celeste. Eren lo miró muy serio. Cuando las voces se calmaron un poco, Levi habló con total naturalidad.
—Mi obra se llama "El arte es una mierda", y representa exactamente eso.
—¡Buen culo! —se escuchó desde el fondo.
—Gracias, me llevó bastante darle la forma y el color adecuados —habló muy serio el hombre.
—¿Es de hombre o mujer? —Preguntó Reiner.
—Oh, es el culo del profesor Jaeger —nuevamente una serie de carcajadas inundaron el recinto.
Eren se acercó para demostrar que no se sentía intimidado a pesar de que tenía los pómulos levemente rosas.
—Bueno, aunque su expresión artística es un tanto… pornográfica —dijo tomando el control de la clase—, hay que admitir que el uso de los colores y las formas se le da muy bien, señor Ackerman. Creo que tiene futuro en el arte para ser sincero.
—¡Y en el porno! —gritó uno del fondo y muchos rieron.
—Bien, continuemos, Connie, por favor.
—Profesor —habló Levi imponiéndose con su ronca voz—. Quisiera que aceptara mí… obra de arte como un regalo, ya que su culo me inspiró mucho —nuevamente se desternillaron de risa.
Eren lo miró con seriedad durante varios segundos, ambos desafiándose con la mirada.
—Lo acepto, señor Ackerman, aunque lamento decirle que no podré exhibirlo, mi madre podría sentirse algo perturbada —nuevas risas llenaron el ambiente—. Bien, puede sentarse; Connie…
Una vez que Eren llegó a su casa y descargó sus cosas, puso el cuadro sobre su mesa mientras tomaba un té helado. No había mentido, Levi tenía muy buenas condiciones, pero su insistente manera de querer dominar el ámbito, de querer ser el centro de atención y resaltar, lo estaban sacando de quicio.
Trataba de ser sereno, paciente y no dejarse llevar por la ira que a veces le surgía de lo más profundo de las entrañas, pero este personaje lo estaba llevando al límite. Bueno, al menos había logrado que participara con la clase.
Para la próxima decidió ir con un proyector pequeño para pasarle diapositivas sobre obras maestras y otras más contemporáneas. Quería ver la reacción de sus alumnos. Eren siempre buscaba que las clases sean participativas e interactivas, para que el interés se incrementara.
Logró que todos estuvieran muy interesados, y aunque no faltaron los comentarios fueran de lugar, fue dentro de todo una clase divertida.
—Esta es "La bella Betty", de Albert Finch.
—¡Mucha ropa! —largó Levi y todos rieron de inmediato. Eren hizo caso omiso del comentario.
—Fíjense la belleza de sus ojos, como el artista ha captado el alma de esta hermosa mujer, la suavidad de los trazos que le dan esa aura angelical. Sigamos con "Brujas yendo al Sabbath" de Luis Ricardo Falero.
La imagen emulaba una gran cantidad de mujeres con una tormenta de fondo, todas desnudas. Los silbidos, aplausos y aullidos no se hicieron esperar.
—¡Mamacita, embrújame! —gritó Estéfano.
—¡Aflojen a los postres! —deslizó Levi.
—Qué importa, aunque estén rellenitas a mí me gustan —afirmó Louis.
—Bueno, parece que tenemos una favorita —exclamó Eren, divertido—, vamos con "Wendy", de Anthony Devas.
—¡Qué boquita!
—Te besaría todos los ojos, preciosa…
—Ya, muchachos, cálmense.
—Profesor, ponga de nuevo a las brujas.
—Seguimos con una obra muy famosa, "Lady Maria Conyngham" de Sir Thomas Lawrence.
—Mi amor, te chupo todos los rulos —largó Zacarías y sus compañeros le festejaron el piropo.
—Por lo visto hay mucho amor en este salón —acotó Eren sonriendo—. "Sol ardiente de junio" de Frederic Leighton.
—Que bien le queda el naranja —exclamó Connie con los ojos brillando.
—Bueno, creo que fue suficiente.
Eren paró el reproductor y prendió las luces, sus alumnos lo aplaudieron a rabiar.
—¡La mejor clase, por lejos! —elogió Reiner.
—Muy bien. Me alegra haberlos motivado. Porque hoy vamos a trabajar con lápices de colores y pasteles —Eren comenzó a sacar unas cajitas con los materiales—. Mateo y Adam, ayúdenme a repartir esto. Ahora, quiero que piensen en aquello que los motive, sea una mujer, una comida, un ideal, parte de la familia, no lo sé, busquen esa motivación interna y dibujen con ese sentimiento. Visualícenlo en sus mentes, siéntalo alcanzable, por esta hora, vuelen y sean libres. No se limiten.
Eren estuvo ayudando a algunos con las proporciones de los cuerpos, ya que la mayoría eligió hacer mujeres, o a sus hijos, excepto Levi que puso ambos pies en el pupitre y se negó a agarrar los lápices. Luego de un buen rato y faltando 20 minutos, Eren se acercó.
—Levi, no veo progreso en tu trabajo.
—Pues no estoy motivado —respondió con simpleza y sacó un palillo de su bolsillo para limpiarse los dientes.
—Bueno, busquemos algo que te motive —dijo el muchacho sentándose frente a su pupitre.
—Profesor, no se lo tome a mal pero… ¿qué tal si me deja de romper los cojones?
—Escucha Levi, entiendo que el arte no lo disfrutes, pero no puedo permitir que vengas a la clase y te quedes sin hacer nada. Dibuja lo que quieras, aunque no sea algo que te motive. Puedo ayudarte.
—¿Qué parte no le queda clara de que no moveré un puto dedo?
—Oh, ¿así que así serán las cosas? Muy bien, recuerda que toda acción tiene su reacción.
Levi lo ignoró por completo y Eren fue a encargarse del resto.
Al final de la clase, los presidiarios comenzaron a guardar las cosas.
—Oh, dejen todo en los pupitres, pueden retirarse, ha sido una clase muy productiva. Tú no, Levi, tú te quedas —todos miraron de reojo al susodicho—. Me ayudarás a guardar todo, ya que no hiciste nada durante la clase. Muchachos, los veré le próximo sábado.
Todos saludaron y se retiraron entre risas y miradas burlonas al más bajo. Cuando se quedaron solos, Levi se puso de pie y se cruzó de brazos.
—Si querías estar a solas conmigo no hacía falta una excusa —le largó descaradamente.
—No te hagas falsas ideas. Y empieza a recoger las cosas —Eren se acercó y comenzó a ayudarlo—. ¿Sabes? Tienes una muy mala actitud, si colaboras, haré un reporte que te ayude con respecto al informe de buen comportamiento que tu abogado anda buscando.
—Oh, parece que alguien anduvo investigando sobre mí.
—Mira Levi, no soy tu enemigo, ¿ok? Sólo quiero hacer mi trabajo de la mejor manera posible, si realmente no disfrutas de la clase, simplemente deja de venir y ya. Pero si decides seguir, yo seguiré intentando que te involucres y le saques buen provecho.
Levi no dijo más nada. Una vez que terminaron de recoger todo. Se acercó a Eren en su escritorio.
—¿Cuál es tu problema? Si hago o no hago nada, nada cambiará.
—Te equivocas, yo no me daré por vencido tan fácil, mientras seas mi alumno, buscaré la manera, intentaré todo lo posible para que puedas darte cuenta lo talentoso que eres, y que hay muchas maneras de que puedas enderezar tu camino. Tienes un sinfín de oportunidades.
Levi rápidamente lo acorraló contra la pizarra y golpeó la misma con un puño a un costado del rostro del docente.
—Mírate, con tu ropa de marca y tu bronceado caribeño —le habló burlonamente, mientras Eren tenía el corazón en la boca—. Tú no tuviste que vivir una semana oliendo la mierda estancada en un váter al lado de tu almohada, a ti no te balearon, ni te apuñalaron, ni te dejaron olvidado en un basurero. Así que no me vengas a sermonear como un pastor de iglesia, porque yo soy la oveja negra que nunca pertenecerá al rebaño, que probablemente le guste más convivir con los lobos y que perecerá en sus fauces porque así lo elije.
—Y-yo… yo trato de en-entender —Eren trató de mantener la compostura y no dejarse amedrentar, aunque era más que evidente su miedo—, trato de mostrar que… hay… otros caminos, otras formas de… vivir y recuperar la dignidad.
—¿Crees que soy indigno acaso? —preguntó sagazmente el otro, perforándolo con su mirada.
—Todos merecemos darnos una oportunidad de hacer las cosas bien.
—Tú no sabes nada de mí, ¿piensas que puedo reformarme y ser una persona de bien? ¿Realmente lo cree, profesor?
—¿Por qué no?
—Porque usted no me conoce, si me conociera, se daría por vencido de inmediato.
—No lo creo, ya te dije que no me dejo vencer tan fácil. Si pudieras abrirte un poco y contarme… tal vez podría ayudarte.
—La verdad es que usted solo quiere saciar su morbo conociendo las oscuridades de las personas. Sea honesto con eso. Me quiere hacer creer que es el buen samaritano que viene al rescate de la gente. Pero sólo busca sentirse bien consigo mismo —Eren abrió sus ojos indignado—. Supongamos que yo le cuente mi historia, lo que sucederá luego es lo de siempre, largará unas pocas lágrimas de cocodrilo y luego se irá a su casita de porcelana, y dormirá sobre su almohada de plumas, seguirá con su vida cómoda y simple, y se olvidará de lo que pasó aquí, como lo hacen todos. Cambiar la vida de las personas no es tan sencillo como escuchar y sentir lástima, su oratoria es la misma de un charlatán. Tal vez le sirva a esos inútiles, pero a mí, me fastidia.
—Eres demasiado pesimista, Levi. Ahora, por favor, déjame salir.
—¿Siente miedo, verdad? Pero no tiene porqué, sólo soy un ladrón, no asesino, ni violo… aunque tal vez haría una excepción con usted —Levi lo tomó de la solapa del saco y Eren contuvo un jadeo de miedo, pero el otro solo se limitó a hacer un movimiento como si le acomodara la ropa—. No se vaya a mear encima, profesor, eso sería lamentable.
Le sonrió apenas, de manera despectiva y le sacó la insidiosa lengua donde brillaba una bolita de acero que tenía por piercing. Luego se alejó para darle paso. Eren pudo sentir sus ojos fulminándolo hasta que estuvo a una buena distancia.
—¿Listo? —le dijo el guardia cárcel que estaba fuera del recinto, el hombre asintió.
Pasó por el control con los guardias y una vez sentado en su auto, se agarró del volante para permitirse resoplar y largar unas pocas lágrimas de frustración. Se sentía intimidado, Levi ejercía un control tan fuerte contra él que no podía manejarlo apropiadamente. Se sentía fatal. Era por lejos el desafío más grande que le había tocado atravesar como docente.
Luego de inspirar y exhalar un par de veces, se sintió más repuesto. No se daría por vencido, y si ese tipo pensaba que iba a amedrentarlo con su comportamiento, se prepararía mentalmente, pero la próxima vez le demostraría que mientras estuviera en su clase, debería colaborar, de una forma u otra.
—Lo lograré —se impartió ánimos—. Claro que lo haré.
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By Luna de Acero.
