Hola mis queridos NaruFans, estoy un poco nerviosa por publicar esta historia, pero decidí arriesgarme. Esta historia la había publicado en mi anterior cuenta de Fanfiction, que estaba bajo el nombre de Gaby del Rey. La historia contaba con el nombre de Alas rotas, con los personajes de Twilight (Crepúsculo). Actualmente la historia está sin terminar en esa cuenta. Después de más de tres años la he continuado y decidí adaptarla al universo de Naruto.
Ahora les comentare sobre las personalidades de los protagonista, no son tan fieles a las del manga o anime, pero tienen un poco de su esencia. Así que aclaro que a la persona que no le guste, que solo se abstenga de continuar la historia. Ya para finalizar espero que la disfruten y me dejen su opinión.
Los personajes son de Kishimoto, la historia es mía.
DEMASIADO CLICHE
Capítulo 1
I
Estaba sentado en la terraza de mi mansión. Sí, de mi mansión. Como todo empresario mimado que se creía el dueño del mundo, es un deber tener una mansión.
Estaba relajado, recordando la ardiente noche de sexo desenfrenado que había tenido con Karin, mi amante. Karin era una de esas chicas lanzadas y fáciles, eso ya era típico de las mujeres que me rodeaban. Solo me bastaba con medio sonreír para que todas estuvieran a mis pies. Con Karin, había sido un poco más duro, por decirlo así, para ver si ella se hacía de rogar. Pero al encontrarla en mi oficina, desnuda… pues, soy humano y no me pude resistir. Y así de esa manera me demostró era una más del montón.
Ya estaba harto de este mundo de mujeres fáciles. Quería un poco de diversión. Quería una mujer que se hiciera de rogar, que hiciera que yo me esforzara por obtener un beso de ella, que me hiciera pensar que yo no era lo suficiente para ella… pero todas las que se me acercaban eran unas gatas en celo, ansiosas por que las poseyera, las hiciera mi mujer.
Estaba tan perdido en mis recuerdos, que no me percaté cuando Ino se acercaba, solo me di cuenta cuando ya estaba sentada a mi lado.
—Sasuke, ¿vas a ir mañana a la fiesta de caridad? —me preguntó Ino.
Fiesta de caridad. Sería fiesta de hipocresía dije en mi mente.
Por más que las personas donaran dinero, yo sabía muy bien que lo hacían para presumir su poder. Esta fiesta era organizada anualmente por mi padre, Fugaku Uchiha, y Mikoto Uchiha, mi madre. Ellos lo hacían de corazón, pero los demás no.
—Creo que sí —le dije mirando al cielo y sonriendo. Tal vez encontremos un culito lindo para tirar pensé.
—Bueno... —dijo Ino pensativa—, si a la final vas, ya tu ropa está en tu cuarto. Sasuke, de verdad deberías de ir.
—Mañana veremos —le dije levantándome de mi silla y subiendo a mi habitación.
…
Nunca en mi vida había visto una mujer tan bella y angelical. Y nunca antes había sentido que mi corazón se acelerara por solo verla y admirarla. Daba gracias a Dios que mi prima Ino me hubiera traído, casi arrastrando, a esta fiesta.
Me parecía una muy buena causa, pero ese tipo de fiestas, donde reinaba la hipocresía, me molestaban.
Ella ni me miraba, y era absurdo, porque mientras otras mujeres me querían violar prácticamente con la mirada, ella solo estaba entretenida hablando con una mujer casi de la misma edad de mi madre. En ningún momento me dirigió la palabra ni mucho menos la mirada.
Tenía la piel como la porcelana. Una clara invitación a que pasara mi lengua por ella. Su cabello era negro y con reflejos azules, lo tenía casi llegando a su trasero, tan brillante y llamativo que provocaba pasar los dedos. Sus ojos eran grandes y expresivos, de un color lavanda casi platinados, y sus labios, sin duda carnosos y apetecibles. Era un espectáculo de mujer.
Bajé más la mirada y me detuve en su cuello, demasiado sexy, solo me imaginaba como un vampiro hincando mis colmillos en tan elegante cuello. El vestido que tenía era rojo y con un escote de infarto, se podía apreciar un poco sus senos, los cuales eran bastantes generosos, pero para mí eran perfectos, podía calcular que no cabrían perfectamente en mis manos. Era, sin duda, la mujer más bella que mis ojos habrían podido ver.
Traté de acercarme a ella, pero parecía que todo estaba en mi contra, debido a que todos los demás invitados solo querían hablar conmigo.
Ya había pasado cerca de una hora y nada que podía acercarme a ella. Miré a mi alrededor y vi que Karin venia directo hacia mí, por primera vez en mi vida quería que ninguna mujer se acercara a mí.
—Que gusto encontrarte aquí, Sasuke —dijo mi nombre como si saboreara el mejor de los dulces.
Karin tenía un escote casi igual de revelador como el que tenía la peli azul, pero en cambio, a Karin se le veía muy vulgar. Sus senos casi le llegaban a la cara y se notaba a simple vista que eran operados. Después de casi tres meses de ser amantes, sentí un poco de repulsión al verla. Era muy artificial y con ese labial rojo que tenía puesto parecía una puta. En cambio el rojo que tenía la ojiluna en los labios la hacía ver tan angelical.
—Sasuke… te estoy hablando —dijo Karin un poco enojada.
— ¿Sabes algo? ¡Déjame en paz! —le dije y me marché dejándola sola.
Todos bailaban y sonreían, muchas mujeres exhibiendo sus joyas, pero ella se veía tan fuera de este mundo. Era imposible que dejara de mirarla, era una fuerza sobrenatural que me obligaba a verla y admirarla.
Tomé un vaso de whisky y me acerqué a la mesa donde estaba sentada. Cuando ya estaba cerca pude notar que en la mesa también estaba Hizashi Hyuga con su esposa Kaori, que era casi de la misma edad de mi hermana.
—Sasuke —me llamó Hizashi. Le sonreí y me terminé de acercar a la mesa.
Él se levantó y me dio su mano al igual que su esposa, la cual me regaló una sonrisa coqueta.
—Quiero presentarte a mi sobrina —dijo Hizashi mirando a la castaña, la cual rodó los ojos, pero pude notar que él Hyuga le dio una mirada amenazante y ella de inmediato se puso de pie.
—Hola, mucho gusto, Hinata Hyuga —dijo ella mordiéndose el labio. Tentador.
—Sasuke Uchiha, es un placer conocerte, Hinata —le dije besando su mano. Su piel en contacto con la mía hizo que una electricidad recorriera todo mi cuerpo. Acaricié su muñeca y pude sentir unas pequeñas cicatrices, ¿acaso este ángel había pensado en quitarse la vida? Ella notó que había sentido sus pequeñas cicatrices y apartó su mano.
—Mi sobrina Hinata es hija de mi hermano Hiashi Hyuga y su madre es Hanna.
—dijo Hizashi.
Hiashi Hyuga era un empresario muy importante aquí en este país. Él había muerto hace 7 años si no estaba mal, pero nunca había escuchado que tuviera una hija. Solo tenía entendido que él Hyuga aquí presente se había hecho cargo de esa empresa debido a que Hanna había quedó como la heredera, y me imagino que la hija también es heredera… pero, ¿por qué nunca había escuchado hablar de ella?
—Hinata vino de Londres junto con su madre, la cual, lamentablemente, no pudo asistir a esta gala —dijo con pesar, pero vi que la peli azul lo miraba con resentimiento. Definitivamente aquí había gato encerrado.
Después de unos veinte minutos de hablar con Hizashi de cosas relacionadas con el ámbito de la economía, me arriesgué a pedirle a ese ángel que bailara conmigo.
—Hinata, ¿me concedes esta pieza? —le pregunté de pie, ofreciéndole mi mano. Ella ni se inmutó, parecía que la proposición le había desagradado.
— ¿Qué pasa, Hina? ¿Piensas dejar al caballero con la mano estirada? —le dijo Kaori, y en ese preciso momento me guiñó un ojo.
—Sé educada, mi querida sobrina, pon en práctica esa maravillosa habilidad que posees para bailar —le dijo Hizashi, pero el tono en el que expresó esas palabras era de burla.
Ella se levantó pero ignoró mi mano, se paró frente a mí y tomó un trago de su copa de vino.
—Bailemos entonces —dijo adelantándose a la pista de baile, yo la seguí y pude apreciar ese hermoso trasero que poseía, respingado y tentador.
Con las nota de un perfecto jazz, comenzamos a bailar. Las demás personas no dejaban de mirarnos, mujeres celosas y asombradas.
Bailaba sensual, sus movimientos eran con gracia. Provocativa. La miré directamente a los ojos, ella se sonrojó y se mordió el labio.
— ¿Cuántos años tienes? —le pregunté, pero ella ignoró mi pregunta ¿Qué había de malo en ella?, ¿por qué era tan amargada?
Después de unos largos minutos, ella respondió.
—Señor Uchiha, ¿no sabe que es de mala educación preguntarle la edad a una dama? —dijo ella sonriendo, pero de una manera malvada.
— ¡Oh! —exclamé—. Siento mucho si la hice sentir incómoda, solo trataba de ser cortés —era la primera vez en toda mi vida que una mujer me ponía incómodo.
—Tengo 17 años, soy menor de edad, así que mucho cuidado. Las leyes de este país son tan… ¿cómo diría yo? Mmm, estrictas —tenía el presentimiento que era joven, pero no tanto. En cambio, yo tenía 28 recién cumplidos. Me quedé mudo ante aquella revelación, era una niña prácticamente.
Bailamos dos canciones más y ella se fue a su mesa. En cambio, yo me acerqué a la barra y pedí un whisky. Cientos de mujeres se me acercaron pero no muy amablemente las aparte de mí.
— ¿Qué te pasa hijo? —me preguntó i padre acercándose a mi lado y arrebatándome el vaso.
—Nada —le contesté escuetamente.
— ¿Quién era esa señorita con la que bailabas? Nunca la había visto —preguntó curioso.
—Hinata Hyuga, hija de Hiashi Hyuga —respondí.
— ¿Hiashi tenía una hija? No lo puedo creer —dijo mi padre dirigiendo su mirada a la mesa donde estaba sentado el ángel.
—Sí, al parecer la tenían escondida. Tal vez en una torre al estilo Rapunzel —dije riéndome de mi propio chiste.
—Mmm… esto es una novedad —dijo mi padre—, ¿por qué no te acercas a nuestra mesa? Ya pronto se harán las subastas para la cenas de mañana —me levanté junto a mi padre y nos reunimos con el resto de la familia.
Ahí estaba mi prima Ino, con su esposo, Shizui, su hermana Azumi y su esposo que a su vez era mi hermano, Itachi Uchiha , y mi adorada madre, la cual al verme me abrazó.
—Mi niño, te veías guapo en ese baile, todo un caballero —ella me alagó y tomé asiento.
— ¿Quien fue la que te concedió ese baile? —preguntó mi prima con una notoria curiosidad que no era rara en ella.
—Hinata Hyuga, sobrina de Hizashi, hija de Hiashi Hyuga —todos en la mesa se sorprendieron pues nadie sabía que ese señor tenia descendencia.
—De lo que uno se entera —dijo Itachi, restándole importancia.
Después de unos cuantos minutos, mi madre se subió a la tarima y tomó el micrófono en sus manos.
—Buenas noches, es un placer para mí volver a dar esta fiesta que permite que les podamos regalar un poco de alegría a aquellas personas que más lo necesitan. Y, como todos los años, ha llegado la hora de las subastas para las cenas de mañana en el restaurant Ichiraku. Llamaremos a las cuatro mujeres que se han puesto a la disposición de acompañar a aquel notable caballero que presuma su gran billetera.
—Todos rieron ante aquel oportuno comentario de mi madre—. Azumi Uchiha, Sakura Haruno, Karin y por ultimo Hinata Hyuga.
De inmediato giré mi cabeza 90 grados para mirar a ese ángel. En su cara pude notar la sorpresa y molestia, eso me daba a entender que ella no se había ofrecido a la subasta. Con pasos torpes, ella se dirigió a la tarima y todos la miraban, se veía un poco incómoda. Debí de suponer que todos ya relacionaban a Hinata con Hiashi Hyuga, y a ella parecía molestarle.
—Comencemos con Azumi Uchiha. —dijo mi madre y comenzó con las ofertas.
Al fin habían terminado con las tres mujeres, solo faltaba Hinata.
—Ahora mi querida, es tu turno —dijo mi madre regalándole una sonrisa.
50 KonoDolar—gritó el hijo de Chouza Akimichi.
—80 KonoDolar —dijo Itachi y vi que mi cuñada lo miró con odio.
—100 KonoDolar —dije y todos me miraron.
—120 KonoDolar —dijo Chouji, el hijo de Chouza, nuevamente.
—125 KonoDolar—dijo Itachi riendo.
—140 —dije, esa cena tenía que ser conmigo. La miré y su cara era de asombro.
—145 —dijo Chouji y me miró con odio.
Tomé aire.
—200 KonoDolar —dije y me acerqué un poco más a la tarima, miré fijamente a Hinata.
— ¡Oh caballeros! —Dijo mi madre—. 200 a la una… 200 a las dos… 200 a las tres.
Celebré internamente mi victoria, me acerqué a la tarima y besé la mano del ángel.
—Hinata —dije acariciando su nombre, sus ojos me decían que no le agradaba tener que cenar conmigo mañana.
—Señor Uchiha, me ha dejado asombrada, tanto dinero solo por una cena.
—Sí preciosa, es una cena inocente y, sobre todo, por una buena causa —le regalé mi mejor sonrisa—. Acuérdate, mañana paso a recogerte a la casa de tu tío a las 7, hermosa —volví a besar su mano y me dispuse a salir del lugar.
…
Eran las seis y cuarenta en mi reloj de mano. Iba camino a la casa de Hizashi Hyuga, una mansión muy llamativa y con un estilo gótico.
Con anterioridad esta propiedad había pertenecido a él primogénito Hyuga, pero como todo lo que algún día fue de él, paso a manos de su Hermano. De Hanna solo sabía que se había mudado a Londres. Y lo sabía ya que Hanna fue muy amiga de mi madre cuando estas vivían en Suna e iban al mismo instituto. Tenía que preguntarle a mi madre si ella sabía de la existencia de mi ángel. Hanna además de ser hermosa poseía un nombre excitante.
Toqué el timbre de la casa y al abrirse la puerta me recibió una mujer de más o menos 50 años, ella me sonrió y me dijo que Hizashi me esperaba en su despacho.
—Hola Sasuke, ¿cómo estás? ¿Ansioso por ver a mi sobrina? —dijo él de una manera burlona ¿Qué le pasaba a este tipo?
—Bien. Espero que su sobrina no tarde, no me gusta esperar —le dije un poco molesto. Él de inmediato borró esa estúpida sonrisa que tenía en su cara.
A los diez minutos Hinata llegó al despacho. Casi se me cae la mandíbula cuando la vi entrar.
Tenía un vestido demasiado corto, era negro, con mangas largas y llevaba unos tacones de igual color muy altos. En esta oportunidad, tenía el cabello recogido en una especie de trenza.
Ella notó que me la quedé viendo más tiempo de lo normal y se relamió sus labios, los cuales no tenía pintados.
—Espero no tener problemas por cenar con esta jovencita —dije mirando a su tío, el cual me miró un poco extrañado por lo que acababa de decir.
— ¿Cómo? Si Hinata es una mujer, en todos los sentidos —dijo él, me molesto la forma en cómo se dirigía a ella.
—Diecisiete años. Para mí todavía es una niña —le dije. De inmediato, Hinata se mordió su labio, un poco nerviosa.
— ¡Ja! Diecisiete años. Por Dios, si ella cumplirá en septiembre los veinte —ella trató de no mirarme, pero sin embargo habló.
—Fue solo una pequeña broma, señor Uchiha, era para romper el hielo —dijo un poco apenada. Hinata era astuta e inteligente, tenía que reconocerlo.
Su tío se acercó a ella y la tomó del brazo un poco fuerte, pude saberlo por ella hizo un gesto de dolor en su cara.
—Al parecer mi sobrina aún no ha olvidado sus años de niña traviesa.
…
Íbamos de camino al restaurante. Hinata iba mirando por la ventanilla. Estaba un poco molesto. ¿Por qué me mintió? Quería saberlo, pero esperaría cuando acabara la cena.
Ella pidió sushi y yo ordené lo mismo. Tomamos vino y al parecer a mi ángel le encantaba. La velada pasó en mucho silencio, pues Hinata solo me contestaba con monosílabos, y ya me estaba molestando más de lo que ya estaba. Al salir del restaurante ella se detuvo en las escaleras y comenzó a tocarse el cuello desesperadamente.
— ¡Por Dios no! —dijo ella con pesar.
— ¿Qué te sucede? —le pregunté un poco preocupado.
—Mi collar no está —dijo devolviéndose al restaurante, yo la seguí y ella entró como alma que lleva el diablo.
Al llegar justo a la entrada, noté que hablaba con la mesera que nos había atendido y estaba prácticamente rogándole por saber si ella lo había visto. Al llegar no me quedó otra que hacer frente.
—Señorita, disculpe, ¿cuál es su nombre? —le pregunté.—Eh… Chantal, señor —dijo nerviosa.
—Mi acompañante al parecer dejo caer su collar, necesito que me diga si lo vio, o de lo contrario… —ella me cortó.
—Lamento no darle ninguna información, señor, pero solo yo me he acercado a la mesa en el momento que se fueron y no he visto nada —ella se veía que en realidad lo lamentaba. Era un caso perdido, ella no mentía.
Salimos al estacionamiento y Hinata aún seguía tocándose el cuello y mirando a todos lados, como si así pudiera encontrar su collar.
—Tal vez lo dejaste en tu casa —le dije tratando de darle un poco de optimismo.
—No, no pudo habérseme caído allá y en tal caso… — pero no continuó.
—En tal caso, ¿qué? —le pregunté. Quería saber por qué se lamentaba tanto haber perdido ese collar—. ¿Era muy importante para ti?
—Demasiado —dijo suspirando, era la primera vez que la veía tan triste, como si su vida fuera miserable.
— ¿Cómo era?, ¿tenía algún dije? —quería saber.
—Era una cadena de plata y tenía una llave dorada —dijo y de inmediato se tapó la boca—. Por favor no le comentes nada esto a mi tío —dijo nerviosa.
—Porque… te castigará. Aunque no lo creo, se me olvidaba que si eres mayor de edad —le dije un poco molesto.
—Señor Uchiha, siento haberle mentido, pero… es que me pareció divertido —ella medio sonrió, pero de inmediato se puso seria—. Y respecto a que no le diga nada a mi tío es porque… ese regalo me lo dio mi padre y si él se entera que lo perdí, pues… no le gustará —se notaba a simple vista que mentía, porque no dejaba de mirar sus zapatos y de morderse el labio. Yo era muy bueno detectando cuando alguien mentía.
—Está bien, cerraré mi boca. Pero dime de verdad, ¿por qué me mentiste sobre tu edad? —le pregunté, ella me miró y ladeó un poco su cabeza.
—La verdad… es que usted no me agrada, tiene ese aspecto de que se cree dueño del mundo y odio a los hombres así. Además, su mirada hacia mí es muy… ¿cómo decirlo? Eh, muy pervertida —dijo ella sonrojándose.
De inmediato solté una carcajada, ella lo sabía. Y no le iba a mentir, en realidad ella me encantaba.
—Bueno, sí es verdad, eres hermosa y soy hombre. Tienes un ángel que me enloquece —le confesé.
Ella por un momento se asombró, pero de inmediato puso una cara de indiferencia.
—Bueno, qué lástima señor Uchiha, porque la verdad no estoy interesada en hombres —dijo dándome la espalda. Me molesto aquella confesión, ¿cómo era posible que ella se resistiera a mis encantos?—. ¿Me podría llevar a mi casa? Tengo que buscar esa cadena —dijo lo último en un susurro.
Le abrí la puerta del auto como todo un caballero. Iba conduciendo rápido, ese era un signo de que estaba molesto. Odiaba que las personas se resistieran a mí, a mis deseos. Y que Hinata me haya rechazado me enfurecía. No importaba cómo, pero ella sería mía.
—Ya llegamos —le dije y me golpeé internamente por haber dicho eso. Ella sonrió con burla como si lo que yo hubiera dicho estaba demás. ¿Pero qué carajos me pasaba que lo único que decía eran puras estupideces?
—Sí, ya llegamos señor Uchiha —dijo a punto de abrir la puerta, pero yo la tomé por la mano y no se lo permití.
— ¿No piensas despedirte de mí? —le dije sonriendo
—La verdad, no pensaba hacerlo. La cena estuvo bien, pero su compañía es detestable —dijo mirándose la uñas.
— ¿Quién te crees que eres para hablarme así, niña? —le dije molesto
—Soy Hinata Hyuga, y me vale mierda si usted es el dueño del mundo. He escuchado que usted es un playboy —hizo con el dedo cómo si fuera a vomitar—. Y, la verdad, usted ni siquiera me inspira un mal pensamiento —dijo eso saliéndose del auto y dejándome ver sus largas y torneadas piernas.
—Hinata, no he terminado de hablar —dije, ella volteó y me mostró su dedo del medio.
— ¡Inmadura! —grité molesto, ¿qué se creía?
Molesto aún, me monté a mi auto y arranqué como si me persiguiera el diablo. Pero de algo estaba completamente seguro, que esas palabras te las ibas a tragar Hinata Hyuga.
.
.
.
Nota: 1. Decidí darle el nombre de Hanna a la madre de Hinata.
2. Kaori es un O.C.
Muchas gracias por su tiempo.
Att: Rohana Nara (Roberta)
