Prologo

2:30 am San Fransokyo

En las calles desoladas de la urbe, en uno de los lugares más bajos y sombríos, un joven de aspecto desaliñado y bastante agitado corría lo más rápido que podía, miraba así atrás con desesperación, cruzaba las solitarias calles en busca de atajos que tomar, topándose en varias ocasiones con callejones sin salidas, hasta que por fin pudo ver el lugar seguro que estaba buscando, eran tan poco metros lo que le faltan para llegar, una leve sonrisa se dibujó en su rostro; fue un ruido que lo dejo helado, sin aliento suficiente para seguir, el motor rugiendo de una motocicleta negra y su jinete de casco y gabardina del mismo color. Era claro lo que sucedía, aquel sujeto lo estaba cazando.

-Por favor….-dijo con terror- No sé cuánto te este pagano, pero yo te lo duplico… ¿sabes?…tengo el dinero, solo déjame ir ¿sí?...

El motociclista no dijo nada, acelero su moto como negativa y se abalanzo en contra de él poniéndole con rapidez un callar de castigo y arrastrándolo por las calles de la solitaria ciudad, a esa hora nadie escuchaba sus gritos desesperados, nadie vendría a socorrerlo, sin importar el dolor y la agonía del joven, sus suplicas por que se detuviera, el jinete lo llevo sin detenerse al puerto justo donde un grupo de hombres esperaban. De aspecto mafioso y de muy mala actitud, cansados del olor del muelle en donde estaba.

-Tardaste más de lo usual Sunfire.- Dijo el hombre que parecía estar a cargo de la comisiva.

-Hice el trabajo…fui por tu cabo suelto, ahora págame.- dijo el jinete sin titubeos.

Uno de los hombres le lanzo un maletín, al mismo tiempo que lo atrapaba el jinete pateo al joven asiendo que callera a los pies de los tres hombres, dos de ellos lo levantaron y lo llevaron a la orilla del muelle, mientras se alejaba el joven comenzó a gritar con desesperación.

-Por favor….sálvame, sabes lo que me aran…no quiero morir, por favor, no quiero…- el joven solo rompió en llanto. Pero aun así el jinete no se corrompió, comenzó a contar el dinero que había dentro del maletín con frialdad.

-Oye…-le interrumpió el único mafioso que quedaba en la escena- ¿No quieres terminar el trabajo?, los chicos suelen emocionarse con estas cosas y terminan haciendo un desastre, me han dicho que eres excelente con las armas y…- el mafioso se petrifico al ver el arma de aquel hombre apuntándole a la cara, lentamente fijo el cañón a una embarcación cercana y tiro del gatillo, una luz que ilumino todo, como si fuera de día, solo por unos segundos, seguida de una explosión y el ruido de la embarcación hundiéndose.- Wow…por eso te llaman Sunfire.-

-No son balas normales, yo mismo las fabrico, terminaría haciendo un mayor desastre si yo terminara tu trabajo.- dijo montando a su motocicleta.

-Bien bien…entiendo, recuerda que mi jefe tiene otro trabajo para ti, es muy importante, tanto que te quiere ver personalmente.- la orquesta de gritos proveniente del muelle había comenzado a sonar, suplicas, gritos y gemidos de dolor.- Ya es hora de que le dé fin al trabajo de esta noche. Hasta al rato Sunfire.-

-Como sea.- Se alejó a toda velocidad, no había rastros del menor remordimiento, ese era solo su trabajo, lo que les pasaba a las personas que el cazaba no era su problema, "puro karma" pensaba él, nadie los había obligado a mezclarse con lo más bajo de la sociedad, narcotraficantes, lavado de dinero, apuestas ilegales, que más daba, escoria matando escoria. Para él era más dar un servicio a la sociedad. Se detuvo en un alto a la luz roja, más que por respetar las reglas era porque algo había llamado su atención. Un enorme robot rojo con un niño montado sobre él surcando el cielo, un rayo amarillo casi imperceptible que pasaba por encima de los edificios seguido de un monstro que saltaba de techo en techo llevando a una chica y un chico robustos de tez negra. Era el equipo "Big hero 6", no les temía pero tampoco quería enfrentarse a ellos. Desde que comenzó meses atrás con la caza de personas para el "Gran jefe" no dejaba que nadie le viera el rostro, siempre llevaba puesto su casco negro, pasar desapercibido era el objetivo. Vio cómo se alejaban y recobro el curso asía los almacenes abandonados a los que él llamaba hogar. No era un hotel cinco estrellas, apenas si contaba con una cama, una mesa y un baño, de la pared colgaba un mapa conceptual de un tema que había dejado en el pasado, palabras como "vida" "familia" y preguntas "¿Quién soy?¿que soy? Se encontraban abandonadas en un olvide que él no eligió, se quitó el casco dejándolo con cuidado sobre la mesa, paso su mano por su pelo negro azabache y soltando un suspiro de cansancio decidió que era hora de dormir. En unas cuantas horas tendría que verse con el "Gran jefe" para iniciar una nueva casería.