"Radiante, despreocupado, soñador, Adrien. La fragancia"

Adrien estaba boquiabierto al escuchar esas palabras salidas de la boca de su Kwami. Podía esperarlo de muchas personas, pero definitivamente Plagg no estaba en la lista de individuos que podían y querían ver el comercial. Esto lo había dejado tan impresionado que casi deja caer la toalla que estaba usando en ese momento para secar su cabello, al acabar de salir de la ducha.

— ¿Tu también, Plagg? —Preguntó sumamente sorprendido.

Él se giró y dejo de ver la pantalla de la computadora para mirarlo tranquilamente.

— Es pegadizo...

Confesó, y al segundo volvió a apretar el botón del mouse para repetir el comercial.

"Radiante, despreocupado, soñador, Adrien. La fragancia"

Plagg volvió a decirlas. Adrien no cabía del asombro, estuvo un rato así. Hasta que Plagg le puso pausa y poso sus ojos en los de su portador.

— ¿Quieres escuchar mi versión?

Adrien no contestó y Plagg tampocó espero respuesta. A los segundos, articuló las siguientes palabras: "Radiante, despreocupado, soñador, Plagg. El queso"

Adrien estaba más pasmado que antes. Un tic apareciendo en su ceja derecha.

— La fragancia del queso, es mucho mejor que la de ese apestoso perfume —Argumentó— ¡No hay duda! —Repuso mientras olisqueaba su queso y se deleitaba por tan fascinante olor.

El modelo no sabía que decir.

"Radiante, despreocupado, soñador, Plagg. El queso"

Y volvió a escucharlo decir esas palabras. Para luego oír de parte de su Kwami, una petición:" ¡Quiero que me grabes! "

Adrien alzó una ceja

—¡Chico, estoy seguro que voy a hacer un mejor comercial que tú! —Espetó— Ya veo en las tiendas una fragancia olor a queso. ¡Sera un éxito!

En ese instante, dejó de escuchar las incoherencias de su Kwami, el mismo, que ahora comenzaba a sacar su queso de su escondite, ocasionando que el olor encerrado en el compartimiento se empiece a expandir por la habitación.

Suspiró, era cierto que estaba harto de oler la fragancia de su perfume, esa, que estaba prácticamente por todo Paris, pero otra cosa completamente diferente, era oler la fragancia del queso por toda su habitación.

Y de nuevo, su Kwami repetía su slogan mientras comía su apestoso queso.

— ¿Sabes qué? Prefiero la versión original.

Esta situación le hizo comprender que su comercial no era tan malo como tampoco su fragancia.

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Y abrió la ventana.