Cuando aceptó el trabajo que le ofreció Stark nunca pensó en las consecuencias de su decisión. La primera semana fue tranquila, nadie lo interrumpía, eso por razones obvias; nadie quería hacerlo enojar.
Llegó la segunda semana y con ella los problemas. El inicio había sido tranquilo solo porque Stark estaba en una misión con el Capitán América. Al terminar la misión, Tony volvió a sus ocupaciones, lo que implicaba hacerse cargo de su industria.
Bruce estaba concentrado en su investigación y no se percató de que alguien había entrado a observarlo. Movió su mano para tomar un dispositivo en el que trabajaba sin despegar la vista de sus anotaciones. Palpó sobre la mesa, pues no lo encontraba. Alzó la vista extrañado, estaba seguro de que lo había dejado ahí y su mirada se encontró con la de Stark, quien jugaba con el aparato en el que trabajaba.
— Interesante —comentó Tony observando de cerca el objeto.
— Sí, pero aún no está terminado —dijo Bruce extendiendo su mano y mirando significativamente a Stark.
— ¿Qué es? —preguntó ignorando la mano de Banner que pedía que le devolviese su aparato.
— Es una especie de regulador de radiación gamma —contestó parándose y acercándose a Tony—. ¿Me lo devuelves, por favor? —el aludido negó con la cabeza sonriendo.
— Quítamelo —lo desafió Stark. Bruce apretó su mano, podía escuchar reír al monstruo verde que llevaba dentro—. ¿Acaso el Dr. Banner es un cobarde?
— No te seguiré el juego, Stark —respondió, volvió a su asiento y comenzó a hojear sus apuntes.
— ¡Oh, vamos! —reclamó— Extraño a Hulk —agarró unos papeles, los hizo una bola y se la arrojó en la cabeza. Bruce lo miró de reojo con una sonrisa en su rostro.
— No lo vas a lograr.
— Soy tu jefe, te lo ordeno —dijo serio Stark y Banner rió—. Lo voy a romper —señaló el dispositivo que sostenía en su mano.
— No lo harás —Tony lo soltó y lo agarró en el aire.
— ¡Uy, casi! —Bruce lo miró, su respiración se aceleró. Tony volvió a hacer lo mismo— La próxima vez no seré tan cuidadoso —amenazó. Banner se paró violentamente y se acercó a Stark.
— ¡Basta, Stark! —gritó y le arrebató de las manos el aparato— ¡Ahora, lárgate! —comenzó a empujarlo hasta la puerta— ¡Verás a Hulk otro día en el que no haya personas en peligro! —lo dejó afuera y dió un portazo. Respiró profundamente, intentando tranquilizarse.
Ahora se arrepentía de haber aceptado ese trabajo, lidiar con Stark no iba a ser fácil.
