"Gerald…" dijo un niño rubio de aproximadamente 10 años de edad mientras volteaba hacia cada rincón de la escuela.

"¿Qué te pasa Arnold? No has dejado de voltear a todas partes desde que llegamos hoy" comentó su amigo.

"Ya pasaron tres días desde que empezamos quinto grado y no he visto a Helga por ningún lado"

"¿Helga?, ¿por qué estás tan interesado?" preguntó confundido.

"No lo sé, sólo… es extraño" terminó pensativo mientras seguía volteando, esperando ver a su compañera por algún lado.

"Si, pero… mejor para ti ¿no viejo? Tres días de paz y tranquilidad" dijo dando pequeños golpes con su codo a su rubio amigo.

"Sí, supongo" dijo no muy convencido y finalmente se concentró en el camino. Gerald tenía razón, sin Helga serían días tranquilos. Ella siempre lo molestaba e insultaba pero de cierta manera extrañaba su atención aunque fuera negativa.

"Debe de haberse tomado una semana más de vacaciones, algunos alumnos lo hacen" agregó Gerald

Pasaron cuatro años y no volvieron a saber nada de Helga. Gerald, el mejor amigo de Arnold era novio de Phoebe, la mejor amiga de Helga, por lo que le pidió que le preguntara a su novia si sabía algo sobre ella. Gerald seguía confundido de tanto interés que su amigo le estaba prestando a la ausencia de Helga pero no quiso darle mucha importancia. Conocía a su amigo y era alguien muy servicial que siempre se preocupaba por los demás. Si cualquier otro compañero se hubiera ido de la nada también estaría preguntando.

Gerald le comentó a Arnold que Helga se fue a despedir de Phoebe dos semanas antes de entrar a clases pero le comentó que no podía decir dónde iba a estar. Se había mantenido en contacto con ella y estaba bien pero no comentaba mucho sobre su vida. Lo único que Arnold podía pensar es que los padres de Helga habían empezado a trabajar para el gobierno, se habían convertido en espías o algo por el estilo. Es la única razón por la que no podrían revelar su ubicación.

*¿Bob y Miriam Pataki como espías del gobierno?... No, no lo creo* pensó, pero tal vez Olga, la hermana de Helga, eso era mucho más probable. *O… ¿habrán visto algo que no debían? Bueno… se ha reportado con Phoebe, al menos está bien*

Pero algo más lo preocupaba. No podía dejar de pensar el día en el que Helga le confesó que estaba enamorada de él.

Era muy extraño. El momento que Helga decidió expresarle sus sentimientos a Arnold no fue muy oportuno. Quedaba muy poco tiempo para poder detener a quienes querían demoler su vecindario y no podía concentrarse en nada más, pero ahora no podía dejar de pensar en ese momento. Además ella siempre se portaba grosera con él y después de su declaración le aclaró que sólo se había dejado llevar por el momento pero, aun así había arriesgado mucho simplemente para ayudarlo a salvar el vecindario. ¿Por qué otra razón se habría arriesgado tanto por ayudarlo? Tenía que ser que en el fondo sentía algo por él, ¿o no?

De hecho, Arnold la orilló a darle esa respuesta. El mismo fue quien le preguntó "¿en realidad no me amas cierto?" pero no sabe por qué lo hizo. Tal vez fue porque en parte porque no se sentía preparado para sentir amor por alguien en ese momento. Tenía sólo nueve años y de cierta manera prefirió seguir lidiando con la Helga agresiva y grosera en lugar de una Helga enamorada. Sin duda era mucho más sencillo, o al menos eso creyó.

"¿Por qué demonios no volví a hablar con ella del tema?" musitó mientras estaba acostado en su cama. "Yo también siento algo por ella ¿cierto? Si no, no estaría pensando tanto en ella" tapó sus ojos con su brazo con cierta frustración "aaaaghhh" y después de unos momentos se quedó dormido.

"¡ARNOOOOOOOOOOOOOLD!"

"¿Abuelo?" Se preguntó Arnold en voz baja algo confundido después de escuchar el grito. Lo habían despertado de golpe. Miró el reloj y eran las cuatro de la madrugada.

"ARNOOOOOOOOOOOOOOOLD" se escuchó una voz de mujer. Era su abuela ahora, Arnold se destapó y bajo lo más rápido que pudo pero sin correr. No quería caerse por las escaleras, todo estaba muy oscuro. Además sus movimientos eran torpes debido al sueño que sentía.

"¿Qué sucede abuelos? ¿Se encuentran…." No pudo terminar la frase y se quedó congelado a la mitad de las escaleras y se sentó muy despacio. No podía creer lo que estaba viendo.

"¿Mamá? ¿Papá? No puede ser, debo de estar soñando" dijo mientras se sentaba muy lentamente en el escalón.

"Mi amor, si somos nosotros, lamentamos que hayan pasado tantos años" dijo una mujer que se parecía mucho a él. Sólo que su cabello era castaño en lugar de rubio. Sus ojos estaban nublados por las lágrimas pero se veía un poco nerviosa. Su padre estaba a su lado abrazándola y mirando a su hijo con una inmensa felicidad y ternura.

"¿Estás bien pequeño hombrecito?" preguntó su abuelo acercándose a él.

"Es que… no lo puedo creer" Se levantó y poco a poco fue acercándose a sus padres, con miedo a que fueran a desaparecer. Pero en ese momento su madre estiró sus brazos y lo acercó a ella para abrazarlo. Inmediatamente su papá se unió al abrazo.

"Aquí estamos Arnold. Y no nos volveremos a ir. Te lo prometo" dijo su mamá entre sollozos.

"En verdad son ustedes. ¿No estoy soñando verdad?" preguntó llorando de la felicidad.

"No hijo, no estamos soñando. Ninguno de nosotros está soñando" terminó su padre.