Exhaló lentamente el aire que había mantenido preso en sus pulmones al ver que, una vez más, sus planes se habían arruinado.
¿Cuántas veces más tendría que pasar por eso?
Cada día despertaba con cierta ilusión, deseando que ese fuera el día en el que la vería otra vez.
Extrañaba tanto el brillo de sus ojos, el calor de su cuerpo, el sonido de su risa, su expresión al enfadarse.
Es que, ¿nadie entendía las razones de sus actos?
Usaba cada segundo libre de su día para buscar a la persona capaz de entregarle los prodigios, sopesando cada sentimiento intenso y obscuro que sentía como propio con el poder de Nooro.
Olvidándose de esas ideas revolucionarias que se le ocurrían para centrarse en la búsqueda del sujeto perfecto para ser akumatizado.
Usando su creatividad para darles un atuendo con el cual ellos se sintieran identificados y un nombre que fuera digno de sus deseos.
Anhelando el final de cada junta, deseando que nadie lo buscara. Porque cada segundo que pasaba destranformado significaba una oportunidad desaprovechada.
Analizando la molestia de cada persona, debatiéndose si debía hacer uso de el mal momento de un parisino o esperar al siguiente.
Cerrando los ojos cada noche sintiéndose mal consigo mismo por el tacto frío que tenía con su hijo, por el poco tiempo que pasaban juntos.
Pero era por un bien mayor, para ambos. No podía olvidarlo. Con los prodigios ella regresaría, Adrien podría tener de nueva cuenta a su madre y él podría atesorar cada nuevo segundo que pasarían, los tres juntos.
Como siempre debió haber sido.
Dejando su actitud reacia sólo para el trabajo, donde era plenamente consciente de que a la mínima muestra de debilidad dejarían de respetarlo.
Reclamando en su vida lo que había dejado de lado cuando "eso" sucedio. Las risas, las sonrisas bobas y el tacto de las manos de su esposa recorriendo el perfil de si rostro.
A veces, si se concentraba lo suficiente, podía sentirlo. Pero no era real, lo sabía.
Y eso, mataba su alma.
Cada día, cada momento.
Abrió los ojos, plenamente conciente de que la chiquilla de coletas se encontraría sonriendo por su "trabajo bien hecho".
Sin saber que cada batalla perdida era más difícil de asimilar, que cada derrota le hacía creer que Emilie no regresaría nunca y que sus sacrificios no habían válido la pena.
Pero no podía rendirse. No ahora, ni nunca.
Bajo ninguna circunstancia.
No era la primera vez que se encontraba en una situación mezquina, no seria la última vez que se desviviría por aquellos a quienes amaba.
-Ladybug, Chat Noir... Si Zombizou tiene razón, si el amor siempre triunfa. Entonces... algún día mi mayor deseo se hará realidad.
Se destransformó cuando la habitación quedó a obscuras, con la quijada tensa y vacío por dentro.
Sólo espera un poco más Emilie, te prometo que lo voy a arreglar.
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