Comentarios previos: el chico que representa a Groenlandia en este fanfic, es un invento mío. Si el autor de Hetalia, Hidekaz Himaruya, ha creado ya a un personaje que represente a este país, yo no lo sé. Para que se hagan una idea de cómo lo imagino yo, les diré que lo imagino como un chico totalmente ajeno y reacio a llevar una vida moderna y común. Lo imagino preocupado y entregado al trabajo, como el personaje de Grecia, o Ucrania. Pero con brillo en sus verdes ojos, algo ocultos bajo su espeso flequillo negro de asiático. Soñando con una futura y pronta independencia de Dinamarca. Lo imagino amable y jovial, pero algo retraído, como Japón. Similar en su carácter a su hermanastro, Islandia, aunque más respetuoso y más ausente que Ice. A pesar de su aspecto tierno y frágil, como un muñeco de nieve, lo imagino también con una gran fuerza, heredada de en sus raíces danesas, aunque tal fuerza está muy oculta y sólo la utiliza en sus tareas de pesca y caza.
He hecho un boceto de él, en la parte inferior de mi perfil está mi dirección de DeviantArt.
Bueno, una vez esbozada la imagen general, vamos, a leer:
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-¿No te quedas a beber? ¡No me lo creo! -Dijo Finlandia, en tono de burla, pero siempre con jovialidad, sin mala intención.
-No, gracias. Realmente debo irme. -repitió Dinamarca sonriendo, mientras miraba el perchero de la pared y escogía su pesado saco negro. Los presentes, los integrantes del Consejo Nórdico, Suecia, Finlandia, Noruega e Islandia, lo observaban atentamente. Era extraño que Dinamarca se rehusara a compartir una sobremesa con deliciosas y frías cervezas (su bebida y cosa favorita).Realmente daba la pinta de estar por emprender un viaje largo e importante. Esta situación era un misterio. Bueno, lo era para todos, menos para Noruega, que lo conocía desde hace centurias.
-Déjenlo. Una jarra más, y caerá redondo. -dijo Noruega, tranquilamente.
-¿A qué te refieres? -preguntó el inocente Finlandia, no comprendiendo.
-A que él ya ha estado bebiendo, antes de venir aquí. Mira sus ojos adormecidos. Mira su calma general. Él no es así.
-Hey, ¿me llamas borracho? -se quejó Dinamarca refunfuñando, mientras intentaba retomar su carácter habitual de chico enérgico.
-Sólo digo que es peligroso que salgas de viaje en ese estado de ebriedad. Veo que te esfuerzas por mantenerte lúcido, pero debes saber cuándo detenerte. -replicó Noruega, seriamente, con un timbre de sincera preocupación en su voz. Parecía jugar limpio.
-¡Haha! ¿Y cómo averiguaste que me iré de viaje? ¿Es otro de tus hechizos?-replicó Dinamarca, sonriendo al saberse descubierto. No podía enfadarse realmente con su antiguo amigo, Noruega.
-No lo sé. No era mi intención inmiscuirme demasiado en tus asuntos. -respondió Noruega, desviando la mirada, con aire orgulloso y abandonando la discusión.
Silencio en la sala. Dinamarca continuó arreglándose tranquilamente, como si nada hubiera pasado. Se colocaba su sombrerillo frente a un espejo de pared.
-¿De verdad estás ebrio? -preguntó Finlandia en tono triste, rompiendo el silencio; él era el que siempre se preocupaba por todos.
-¿Estás bien? Estás extraño hoy. -añadió Suecia, con su fría y calma voz de hierro, que sólo sonaba para decir algo serio y absolutamente necesario.
-Estoy bien, chicos. Gracias. -replicó Dinamarca, con su habitual tono jovial. -Tengo que viajar, es cierto, pero tengo un avión esperándome, y dormiré allí. Nos vemos luego. -Al decir estas palabras, salió. Bastante erguido y lúcido a pesar de su ebriedad. Noruega observó fijamente el entusiasmo de Dinamarca; destello que sólo podía percibirse si se lo conocía tan bien como él.
Al salir Den., todos miraron a Noruega, que parecía ser el poseedor de la verdad. Pero Islandia, que conocía bien los gestos y miradas de su hermano Noruega, habló primero.
-Irá a visitar a mi hermanastro, ¿verdad? -dijo Islandia, con una sonrisa oculta en su taza de té. Se refería a Groenlandia. Lo llamaba "hermanastro" pues ese país había sido descubierto casi en la misma época en que él mismo había sido descubierto. Él y Groenlandia estaban separados físicamente ahora, pero tenían la misma edad, habían sido criados por Noruega y Dinamarca, a la par, y se llevaban bien, pues eran similares en geografía y personalidad, y eran los más jóvenes del grupo.
Noruega asintió a las acertadas palabras de su hermanito.
-Oh, ya entiendo. -dijo Suecia. -Pero no debería visitar a Groenlandia en ese estado. ¿Qué ejemplo es ése?
-¿Por qué bebió? ¿Acaso no le gusta visitarlo? -preguntó Finlandia, en tono de inocente preocupación.
Noruega soltó una risita y respondió, tranquilamente.
-Oh, ¿como crees? No hay nada que a él le guste más.
Finlandia y Suecia no supieron si indagar más o permanecer reservados. No comprendían por qué Dinamarca había bebido, como si quisiera olvidar sus penas, si realmente le agradaba pasar tiempo con su Groenlandia.
-Mañana será un día importante para Groenlandia. Su idioma pasará a ser el idioma oficial del país, suplantando al danés. -dijo Noruega, de repente, como intentando cambiar de tema.
-Oh sí. Sabía la noticia. -respondió Finlandia, alegremente.
-Dinamarca lo está llevando por buen camino, pero aún hay cosas por las que se siente insuficiente frente a Groenlandia. -dijo Noruega. "Culpable" era la palabra, pero Noruega decidió ser reservado y callársela. Islandia sonrió para sus adentros, pues comprendía a lo que su hermano se refería. Los nórdicos del Oeste tenían sus secretos y los del Este tenían los suyos...
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El joven Groenlandia se encontraba con los pies hundidos hasta las rodillas en un charco de agua celeste/negra en el hielo, en una costa congelada. El viento helado empalidecía más su rostro pálido por el horror. Las brisas mecía sus lacios cabellos negros, recortados y casi rozando sus hombros, con un espeso flequillo recto, pegado a la frente por el sudor. Sus botas y su pantalón se manchaba con la sangre mezclada en el agua. El chico deseaba abandonar esa escena horrenda, pero se encontraba paralizado. Sólo se mantenía de pie apoyando su mano en una lanza clavada en el suelo de hielo. Un pequeño agudo estornudo suyo, y alguien salió a su encuentro.
-Hey, ¿Estás bien? No es bueno que te mantengas tanto tiempo dentro de este charco congelado. Estás hace rato aquí... -dijo Dinamarca, que salía de atrás de un bloque puntiagudo de hielo. Se calló de repente, pues estaba dejando en evidencia que había estado espiándolo desde hace rato, oculto. Pero el chico de cabellos negros y ojos verdes seguía sumido en su horror. Su vista clavada en el chaco a sus pies. Dinamarca, al llegar hasta su amigo, vio lo que capturaba la atención de este. Dinamarca tragó saliva, ahogando una exclamación. Un leve tic en su ojo.
Una foca muerta, asesinada adrede.
En Groenlandia y en cualquier zona tan castigada por el frío, es normal que se cacen focas para alimentarse. Groenlandia lo sabía, y Dinamarca también lo sabía. Dinamarca también sabía que Green no mataba a sus animales, y que sólo sus humanos hacían eso, y sólo lo hacían en momentos de extrema necesidad. Green, pensó Dinamarca, estaba entonces en un momento de extrema necesidad.
Dinamarca se quitó, entonces, su pesado saco negro, que le llegaba por debajo de las rodillas, y se lo colocó en los hombros de su amigo y lo ayudó a salir del charco. Dinamarca sonrió al ver a su compañero con un saco tan enorme, tan enorme que las puntas arrastraban el suelo congelado. Green volvió a estornudar. Dinamarca, en un impulso, le acarició la nariz con su mano enguantada de negro, pero el orgulloso Groenlandia, saliendo de su mutismo, apartó su cara, rechazando el gesto. Se frotó él mismo su enrojecida nariz y habló por fin, volviendo en sí.
-No soy un chico ya. - dijo Green. Al ver a Dinamarca aún riendo por verlo con un saco tan enorme, añadió. -¿Te has fijado? Ahora te llego a los hombros. He crecido.
-Hasta hace poco me llegabas hasta el pecho, es verdad. Pero eso significa que aún estás en crecimiento.-replicó Dinamarca, con una divertida sonrisa. Groenlandia se sonrojó y desvió su cara enfurruñada.
"Eso significa que aún eres mi pequeño" pensó Dinamarca, pero sabía que no podía decir tales cosas.
continuará.
