Era noche cerrada en Islandia, de las pocas noches totalmente oscuras que había allí. La islandesa tomó rápidamente un buen abrigo, se aseguró de que todo estaba bien en la casa, y salió a las afueras. Caminaba deprisa por el pueblo, sin apenas ser vista por la gente. La noche cada vez estaba mas fría, y debía darse prisa. Salió más a las afueras, hasta adentrarse en la espesura, donde todo durante el día era un mar de verde, pero por la noche, solo se escuchaba el susurro de la hierba contra el viento. Su frailecilla la acompañaba, volando igual de rápido que su dueña. Parecían una ligera y silenciosa sombra. La islandesa mantenía los ojos abiertos, debía encontrar el lugar cuanto antes. Esquivaba las rocas, e iba gracilmente corriendo por la espesura, adentrándose más y más adentro. Finalmente, llegó al mar de Heisers, y al final de este se encontraba lo que buscaba. Miró a la frailecilla. Esta asintió. Tomó aire. Debería ser rápida si no quería ser abrasada por los heisers. Fue lo mas cuidadosa que pudo, cruzando aquel lugar sin apenas dificultad. Al fin y al cabo, no era la primera vez que lo hacía.
Miró a los lados. ¿Por dónde era?...-Pensó.-
Ah…Creo que ya se…-Dijo en un susurro, esbozando una sonrisa.- Miss Puffin, pronto la veremos…
La frailecilla asintió, y se posó en el hombro de la albina. Caminaba ya tranquilamente, hasta dar con un claro, en el cual durante el día se podían observar numerosas flores lilas. Era su lugar preferido.
Se tumbó alli. Ya empezaba a verse unos luminosos tonos verdes en el cielo.
-Oh…Eyjan Græna…Eyjan Græna mínn…
Dijo esbozando una sonrisa, mirando al cielo. Ya la aurora boreal había aparecido totalmente. La frailecilla miraba atenta también ante aquel espectáculo.
De repente alguien interrumpió sus pensamientos.
Se escuchó el revolotear de un pájaro, una voz gronca, que asustaba al oir. Pero que reconocería en cualquier parte. También se escuchaban unas pisadas acercándose a donde estaban
Vaya….¿Tampoco querías perderte la aurora boreal?
Dijo la voz de un chico, la cual no reconoció de momento.
Se dio la vuelta, e intentó ver mejor quien era, entornando la vista.
Se quedó blanca, pensaba que ella era la única que le encantaba verlas y que conocía dicho sitio.
