Arnold
-¿Por qué haces esto? Oye sé que no eres tan floja, fría y desconsiderada. Puedes actuar así pero en el fondo sé que eres lista y con sentimientos. Y si tendremos que estar casados, entonces quiero que empieces a mostrarlo.
-N...No, no sé de qué estás hablando...
-Si lo sabes Helga ¿Por qué no quieres admitirlo? No eres tan malvada
-Si lo soy.
-No lo eres, no lo eres.
-Bien, bien, tienes razón... Ya no puedo ocultarlo. Viste atreves de mi frio y áspero exterior hasta mi suave, cursi y sentimental interior... Es cierto no soy tan mala, creo que temía mostrar mis sentimientos, pero siempre lo supiste ¿verdad? Puedo ser ruda al principio pero, en el fondo soy una buena persona.
No te detesto, de hecho, medio me gustas... Bueno... de hecho... es más que medio gustarme... De verdad, de verdad me gustas... De verdad me gustas mucho y...
Arnold se despertó agitado por la "pesadilla" justo a tiempo para que el maestro no lo descubriera durmiendo en clase, se sintió confundido y desorientado. Ya había pasado un mes que no podía quitarse de la cabeza a Helga Pataki, esa chica que no había parado de molestarlo por tantos años y que ahora no podía dejar de pensar en ella.
-Hey, Arnold!
-Ah, perdón, ¿Qué decías Gerald?
-¿Qué te pasa amigo? Has estado muy raro...
-No me pasa nada, solo estoy un poco cansado.
-Bueno, será mejor que nos vallamos o los chicos empezaran el juego sin nosotros.
-No, hoy no Gerald. Me voy a casa.
-Pero Arnold...
-No vemos mañana...
¿Porque seguía pensando en ella? Era algo que no entendía y solo provocaba que su cabeza diera vueltas y vueltas, recordando todos los momentos que había pasado con la insensible rubiecita.
¿Pensar tanto en ella era real? No, claro que no, no podía ser cierto, tenía que sacarla de su mente.
Tal vez solo pensaba en ella por los tranquilos que habían sido los últimos 30 días, no podía ser otra cosa... ¿o tal vez si?... ¡Imposible! ¡De ninguna manera!
El adolecente sacudía su cabeza tratando de alejar cualquier pensamiento con respecto a ella, Helga...
-Hola Arnold me preguntaba si... -el rubio continúo su camino su habitación sin ponerle mucha atención a su abuelo-. ¿Arnold estas bien?
-Estoy bien abuelo... Solo tengo un poco de sueño, creo que me recostare un rato.
-Está bien pequeño hombrecito, le diré a Pooki que dormirás un rato para que no te moleste y puedas descansar.
-Gracias abuelo -respondió Arnold -. Solo tengo que despejar mi mente con otras cosas antes de dormir. Creo que leeré un libro.
El chico rubio contemplaba su pequeña biblioteca personal hasta que decidió leer "El quijote de la mancha", ese libro definitivamente despegaría su cabeza. Subió a su cama y se estiro lo más que pudo para alcanzar su libro, sin poder lograrlo coloco su mano derecha sobre una caja de cartón provocando su pérdida de equilibrio y cayó al suelo con todo y la caja.
Era la caja de recuerdos que tenia de la primaria y todas las cosas ahí tenían un significado muy especial para él, así que comenzó a levantar todas las cosas una a una hasta que tomo en sus manos una zapatilla color rojo...
* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * Flash Back * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *
-¿Quién eres tú?
-Ah... No, no puedo decírtelo Arnold...
-¿Por qué no?
-Es que... no puedo, eso es todo.
-Ah... De acuerdo... Supongo... ¿Te veré de nuevo?
-Oh... Tal vez...
-Solo quiero que sepas que el mejor día de San Valentín que he tenido...
* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * Fin Flash Back * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *
El rubiecito termino de recoger todas las cosas que cayeron al suelo, ponerlas en la caja y devolver está a su lugar.
-Creo que realmente me estoy volviendo loco, definitivamente me estoy volviendo loco -dijo para el mismo mientras tomaba el libro que había decidido leer y se recostaba en su cama.
Ahí, en su habitación se quedó dormido mientras leía tranquilamente tratando de olvidar, tratando de dejar su mente en blanco, tratando de no pensar en... En esa chica... La única chica en la que no quería pensar…
.
.
.
Helga
"Querido diario, yo nunca he escrito un diario en mi vida, pues nunca lo creí necesario, solo escribía y escribía libros y libros con poemas de amor en honor de él pero..."
- Helga ya es hora de irnos. Nos deben estar esperando en el comedor-. Interrumpió la concentración de Helga una de sus nuevas compañeras de clase, o mejor dicho, la única chica de la escuela que le hablaba.
-No voy a ir al desayuno Liliana.
-¿Porque Helga? Que lo que sucedió ayer no te detenga, además durante el desayuno la profesora Mar leerá "Cumbres borrascosas" y...
-¡Aburrido! -el grito de la rubiecita, que interrumpió a su compañera, bien pudo oírse hasta China o quizá aún más lejos-. No puedo creer que lleve así un mes...
-Creí que ya te habías acostumbrado. Tal vez si fueras más amable con las demás podrías hacer más amigas.
-Si, tal vez, pero...
La chica se alejó del mundo recordando con tristeza esos días en la primaria junto con todos sus amigos y con ese tonto pero adorable y lindo chico...
"Ya basta, no debo pensar en él" Se decía una y otra vez para sí misma mientras agitaba un poco la cabeza y se concentraba en recordar a sus amigos, especialmente recordaba a Phoebe...
-Sabes una cosa Helga -llamo su atención su nueva amiga poniendo su mano sobre el diario que Helga escribía anteriormente-. Llegaste a esta escuela por el poema en el concurso y en mi opinión muy particular eres una chica que se sabe expresar muy bien con una hoja y un lápiz, pero... si quieres desahogarte... Solo escribe todo lo que sientas tal y como si la platicaras con un amigo.
-Lili en realidad yo...
-Sé que apenas nos conocemos Helga, pero realmente creo que eres una chica única y... No debería decir esto, pero... A quien no le guste o trate de cambiarte... -la chica se detuvo en la puerta mientras hablaba-. ¡Dale un fuerte puñetazo en la cara!
La chica salió de la habitación mientras Helga pensaba si realmente era bueno escribir lo que sentía.
-Bueno, después de todo no voy a escribir sobre el... Escribiré sobre mi vida. Solo para desahogarme.
"Querido diario llevó viviendo un mes aquí en Inglaterra gracias a un estúpido concurso de poemas al que inscribí por error; nunca quise hacerlo y menos con el poema de amor que leyeron todos, mi muy penoso poema a... ese chico. En fin, ese poema no les gusto a los jueces como para darme el 1° lugar o un pequeño trofeo, no, en lugar de eso me dieron una beca del 80% para estudiar en esta estúpida escuela de señoritas refinadas. Mis padres aceptaron, supongo que para que pareciera más a Olga, pero realmente acepte para poder olvidar mi más grande obsesión de amor... Arnold.
Ese tonto chico que tiene mi corazón sin saberlo desde el kínder..."
-Aunque lo esté escribiendo yo misma, no parece una buena idea, siempre termino hablando de...
-Señorita Pataki - entro en la habitación una señorita con uniforme, interrumpiendo todos los pensamientos de Helga-. La directora Owner desea hablarle.
La chica rubia se deshizo de su chaqueta negra y la remplazo por el peculiar suéter del uniforme de la escuela para dirigirse a la oficina de la directora.
La incomprendida chica caminaba hacia la dirección observada y criticada por todos las chicas del instituto y ella sabía la razón; la mañana pasada Helga había golpeado a Victoria, la chica más presumida de toda la escuela, quien la había estado molestado por su forma de ser desde que puso un pie en la escuela.
-¿Qué quiere hablar conmigo? -entro Helga a la dirección sin tacto alguno.
-Señorita Pataki tenga la amabilidad de sentarse.
-Amabilidad... ¡Ja!
-Señorita Pataki necesitamos hablar de...
-Sí, sí, ya se lo que va a decirme -interrumpió a la fría directora sin miedo ni vacilación-. Pero esa torpe de Victoria se lo merecía, me ha estado molestando y obviamente...
-Señorita Pataki -la interrumpió casi en un grito la directora-. Sus profesores están muy entusiasmados con usted por su gran progreso e inteligencia en la poesía, pero... No puedo permitir su mal comportamiento en mi escuela. ¿Entiende?
-Sí, sí, solo hay una cosa que no entiendo... ¿Porque esta escuela es tan aburrida?
-Señorita Pataki le ruego que modele su tono al dirigirse a mí o tendré que hablar con sus padres.
-Si ni siquiera mis padres me hablan así ¿Cree que dejare que usted si?
-Señorita Pataki si no modela su actitud con la autoridad de esta escuela que soy yo me veré obligada a retirarle su beca.
-Señorita Pataki, Señorita Pataki. Uy... que miedo me da -se burló cínicamente la rubia-. ¡Tome sus modales y arrójelos por la ventana!
-¿A dónde va señorita Pataki?... No hemos terminado de hablar...
-Me voy a donde no debí de haberme ido nunca. ¡Regreso a Hillwood City!
