*Notitas de la autora: Hallo~ nuevo fic ¡yay! No tiene que ver con la encuesta (¡Cuando terminé este lo haré, promesa de awesome!) porque es uno que le prometí a una amiga; Prusia x Seychelles. Se suponía que iba a ser un one shot pero soy terrible haciendo historias cortas, aún no se cuanto se extenderá esta.
Disclaimer: Hetalia ni sus personajes me pertenecen, AU
Las itálicas son para los pensamientos, las normales narran la historia y las bold son los díalogos.
¡Disfruten la función!*
Prólogo
Puedo sentirlos, las olas del mar han cambiado su ruta abruptamente. Una sombra oscurece los arrecifes, espantando a la vida. No es una ballena, menos un tiburón… Son ellos, mis asesinos.
Los hombres.
Arthur Kirkland seguía preguntándose porque había aceptado la invitación del apestoso francés. No es que la comida ni el servicio fueran malos ¡Todo era cinco estrellas! El problema residía en el dueño del barco y la enemistad que llevaban prácticamente desde la cuna.
Francis Bonnefoy, el glamoroso dueño de una línea de cruceros vacacionales de primera clase, había invitado al británico a probar su más reciente barco antes de que comenzara a anunciarse en algún sitio.
Lo que ninguno de los dos hombres esperaba era la aparición de aquella fémina entre las olas.
-¡Hay una chica en el mar! –Anunció el inglés a los cuatro vientos, mirando al ojiazul en busca de ayuda.
-Oui, ya la vi –Francis hizo señas y rápidamente lanzaron un salvavidas en aquella dimensión azul.
Más inesperado aún fue que la joven de tez oscura se recargara sobre el objeto con forma de rosquilla; mirándolos con… ¿diversión?
¡Y vaya que era linda la chiquilla!
-Esas no son maneras de rescatar a una dama –Su voz era dulce y melodiosa, aunque retadora- ¿Porqué no baja alguien a ayudarme como es debido?
El Kirkland se sentía en una especie de trance, algo raro estaba ocurriendo (algo más raro que una chica tranquila en medio del océano) ¿Acaso era…?
-Tito Francis irá por ti, mon amour~ -Ronroneó el galo a su lado y emprendió una decidida marcha en dirección a las escalerillas más cercanas a la cuerda que sujetaba el salvavidas.
-¡Espera Frog! –Ahora lo entendía.
-La mademoiselle no puede esperar, Arthur.
-Necesitarás una red.
La misteriosa muchacha no podía ser otra cosa que una sirena.
Gilbert Beilschmidt volvió a mirar el gran reloj de manecillas que descansaba sobre uno de los altos muros del aeropuerto.
Gruñó al notar que su amigo francés ya estaba retrasado y desenvolvió la última tira de goma de mascar que quedaba en el empaque.
Hace tan solo unas horas Francis le había telefoneado para pasar varios minutos balbuceando rápidamente algo sobre una chica. Gilbert no podía esperarse otra cosa; Francis era el más mujeriego del trío de amigos.
El punto era que por fin iba a tener un empleo después de haber sido despedido hace más de tres meses. "Guardaespaldas" fueron las exactas palabras del rubio "Tú y Antonie de guardaespaldas".
No le importaba realmente a quien tenía que cuidarle el trasero, si no el dinero que recibiría por eso.
Sin embargo su franco amigo había prometido recogerlo en el aeropuerto, y ya había pasado un cuarto de hora.
-¡Gilbert~!
Menos mal.
El albino se puso en pie con ambos brazos extendidos como si esperara un abrazo, pero su ceño estaba fruncido.
-¿Dónde estaban?
-Perdona mon ami, sabes que yo no suelo retrasarme, pero nuestro querido Antonie sí.
-¡Hola Gilbo! –Saludó el español.
-¿Y entonces porqué lo vas a recoger a el primero? –El alemán se cruzó de brazos.
-Pues me quedaba más cerca.
-Malos amigos –Gruñó.
-Bueno, no hay tiempo, debemos irnos –Francis tomó a ambos de los brazos y caminó hacia la salida- Pueden llenar los papeles de contrato en el auto.
-¿Qué tan famosa es la chica que cuidaremos? –Inquirió Antonio.
-Su fama es nula por ahora –El rubio les miró con una sonrisa cómplice- Pero ese es el punto.
Una vez habiendo desempacado en sus respectivas habitaciones en la mansión del francés; el propietario los condujo por un largo y estrecho pasillo hasta llegar al final, donde se encontraba una puerta doble.
-Lo que ocultan estas puertas es lo que deben proteger –Mencionó el rubio al detenerse frente a estas.
-Solo ábrelas Fran, deja de hacerte el interesante porque no te queda –Sonrió burlón el albino.
-Antes de eso quiero que me prometan que no se lo dirán a nadie –Les miró, sabía que sus amigos podían hablar hasta por los codos.
-¡Hecho! –Antonio sonrió, emocionado.
-Ni a Lovino, ni a Ludwig, ni a nadie –Continuó- Ni siquiera a Gilbird –Para ser sinceros, la mascota del alemán también era bastante cotilla.
-Me van a salir raíces –Apresuró el germano.
Francis sabía que habían aceptado el acuerdo, sonrió y abrió las puertas.
La habitación era más grande de lo que aparentaba, del tamaño de una sala en un museo, por así decirse. Las paredes eran altas y blancas, alumbradas por pequeñas lámparas que despedían solo la luz necesaria como para volver a aquel lugar romántico.
Pero nadie miraba ni la arquitectura ni la decoración; al final de una alfombra en tira color vino se encontraba una pecera tan grande como las de un acuario.
Y allí dentro había una sirena.
Habían quedado mudos, lo que hizo sonreír más al Bonnefoy.
-Arthur me obligó a ponerle una camisa gruesa encima, y yo no pude ni siquiera… -No pudo continuar con su relato depravado porque Gilbert le interrumpió.
-¿Cómo se llama? –Aún miraba a la chica con insistencia.
-Pues… ella no recuerda haber tenido un nombre, pero dice que su familia era llamada Piaff.
-Victoria –Mencionó el hispano también mirándola- Que se llame Victoria Piaff.
El otro par de amigos se quedo un momento meditándolo, después asintieron y volvieron a mirarla nadar evasivamente, no quería mostrar su rostro por alguna razón.
-Nuestra Victoria –Sentenció el ojirrojo sonriendo.
*Más notitas: Yay! ¿Qué pasara después? Ni si quiera yo lo sé~ jo jo jo~ C: reviews no me vendrían nada mal. Espero que les haya gustado el primer capítulo ;0; Nos vemosss~
