CdM/Amour Sucré no me pertenece.
¿Qué estoy haciendo?
¿Cuál es el colmo del estudiante fantasma? El enamorarse del estudiante más popular. ¿Te reíste? Pues Erik tampoco. Quizás no era el estudiante fantasma, pero tampoco es que resaltase tanto entre los mares de estudiantes que habían a diario en los pasillos del Sweet Amoris, ni su extravagante cabello verde, ni sus gafas que usaba en interiores lo ayudaban a resaltar.
Tampoco es como si buscase ser el centro de atención, le gustaba ser discreto y que nadie se metiera en sus asuntos. Todo iba bien, en su propio y pequeño mundo donde no se preocupaba de ser un estudiante más. Pero la cosa cambio dramáticamente, y de manera muy, pero muy negativa, cuando "él" llegó.
La primera vez que lo vio iba acompañado de otro chico; ambos un par de gotas exactas. Erik no iba a dárselas de social, había tardado casi dos meses en aprender los nombres de sus compañeros de aula, así que no sabía nada de ese par, pero la melena azul quedó grabada en su mente. Los vio desaparecer por el pasillo, los siguió con la mirada hasta perder de vista el vistoso azul.
A partir de ese día su vida se volvió una miseria, una autentica miseria. Lo veía por todos lados; en los pasillos, los jardines, el gimnasio, la cafetería, ¡incluso la oficina de delegados y de la directora! Cayó en un vórtice del cual no sabía como entró y del cual no podía salir por mucho que intentase. Siempre que veía la cabellera azul giraba a verle, siempre, no había falta y por ello se había vuelto el hazme reír entre sus amigos; lo peor era cuando tenían razón y el otro se acercaba.
Pero volviendo al punto de partida. Erik era una sombra, casi podía pasar por un basurero y nadie se daría cuenta. Alexy era algo así como el lucero que ilumina el firmamento. Alexy brillaba tanto para iluminar el día más oscuro, Erik recibía el balón de basquetbol con el rostro. Alexy tenía mil amigos y Erik podía contar los suyos con una mano. Alexy sonreía y desprendía alegría pura, Erik era pesimista y realista al punto de dar miedo.
Erik sabía que no tenía oportunidad, y no era debido a que ambos eran chicos (un pajarito por ahí le contó que a Alexy le gustaban los varones) no tenía ni una sola oportunidad porque Alexy simplemente no sabía de su existencia. Nunca habían cruzado palabra, Erik sabía todo lo que conocía del chico por sus amigos que gustaban de meterse donde no los llaman o porque Alexy de cuando en cuando se volvía tema de conversación en el instituto. No iban a clases juntos, ni al mismo club asistían, no tenían amigos en común, no nada.
Sus amigos le dijeron que se acercase, ¿pero cómo pretendían que comenzará una conversación con su crush de hace ya seis meses? "Hola, te he acosado por un par de meses y se que no me conoces, pero te invito un cafesito". Erik podía ser tonto, pero no era un imbécil. Cada conversación sobre ese tema terminaba con todos en silencio y molestos entre sí, o mejor dicho, todos molestos con Erik.
No es como si no apreciara los concejos de sus amigos, se los agradecía, estaba alegre de tener amigos que lo apoyasen de esa manera, pero ellos también debían entender que Erik no podía acercarse a Alexy de buenas a primeras sin que un ataque de ansiedad llegase. Erik no era bueno con las palabras en general, frente al chico que le gustaba seguramente sería mil veces peor y terminaría humillándose.
Metió las manos en los bolsillos del pantalón y observó a Nathaniel abrir unos cuantos cajones; la profesora Delanay lo había mandado por unos marcadores que usaría para explicar en clase teórica. El rubio buscaba un poco impacientado pero Erik no tenía problemas, Delanay lo ponía nervioso y sentía que la señora sólo lo miraba a él, mientras más tiempo lejos de ella, mejor.
Miró detenidamente al chico, de un tiempo para acá había cambiado su estilo y actitud, incluso lo había visto hablar con Castiel en lugar de enfrentarse a golpes como un par de veces que le tocó presenciar. No sabía a que se debía dicho cambio, pero tampoco se quejaba, le gustaba el nuevo estilo de vestimenta del delegado (y no, no tenía que ver con los ajustados pantalones blancos). Las bisagras de la puerta rechinaron, anunciando la llegada de alguien más. El recién llegado se detuvo junto a Erik y habló.
—Nathaniel, lamento molestarte, pero el señor Farrés olvido unos documentos y los necesita para la clase—.
Joder, joder con su maldita suerte. Tenía a Alexy a menos de dos pasos, sintió la sangre subir a su rostro lentamente, sus manos sudar y su pulso dispararse. Era por esa razón que no podía declararse, no sólo era un don nadie para Alexy, sino que también no sabía disimular. Rogó para que Nathaniel se apresurará, nunca pensó querer ir a clase de Delanay con tanto fervor. El rubio miró sobre su hombro y le sonrió a Alexy.
—Permiteme un segundo—. Y regresó a buscar los marcadores.
La sala quedó en silencio, Erik dejo de mirar la bonita retaguardia de Nathaniel y comenzó a taladrar un hoyo en la pared frente suyo. Escuchaba su corazón en sus oídos y sintió su estomago retorcerse, se distanció de Alexy dos pasos más con la más posible discreción posible, la suela de sus viejos tenis rechinaron contra la pulcra loza, pero no despegó la mirada del frente.
—Hey, bonitos lentes—.
¿En serio? ¿En serio tenía que hablarle en ese momento? Erik prefería lidiar con la furia de Delanay llegando a clase sin su pedido que establecer una conversación con Alexy. No se giró a verlo, tragó el nudo en su garganta y asintió lentamente con la cabeza, alabados sean sus lentes que cubrían su visión lateral.
—Gra-gracias...—. Tartamudeó y salió como un hilo de voz, pero que humillante.
Antes de que Alexy pudiera continuar una conversación que sería unilateral, Nathaniel se levantó triunfal con tres marcadores de los colores primarios en mano, Erik sonrió y juró amor eterno al rubio por salvarlo. Se acercó con las manos extendidas para tomarlos, Nathaniel extendió la mano y, cómo no, algo tenía que pasar. Erik no entendió que paso, pero al parecer golpeó uno de los marcadores y este cayó al suelo y rodó.
Observó en cámara lenta, una pésima cámara lenta, como el pequeño bastardo rodaba y chocaba con las botas naranjas chillante. Se movió más rápido de lo que pensó, se acercó dando grandes zancadas y se inclinó para tomarlo, cuando se levantó precipitadamente sintió un fuerte golpe en la parte de atrás de la cabeza, sus lentes resbalaron de su rostro, cayendo al suelo, y cuando escuchó un grito de dolor soltó el marcador.
Los zapatos ajenos retrocedieron, escuchó la preocupada y consternada voz de Nathaniel, se irguió por completo y observó su hazaña; Alexy tenía ambas manos en la cara, cubriéndose la nariz y Nathaniel a su lado tomándolo de los hombros. Alexy tenía los ojos cerrados en una mueca de dolor y Erik supo que la había cagado en grande. Sintió nauseas y sus manos temblaban, su garganta se cerró y cuando Alexy le miró, salió corriendo. Llegó a clase con dos marcadores en lugar de tres y Delanay lo castigó por tardar tanto y por no cumplir con una simple tarea.
Recibió el regaño de su vida por parte de sus amigos, porque les contó cuando lo vieron llegar haciendo una perfecta imitación de una cereza y sin lentes. Se sentía mal, pésimo, horrible; su crush le hablaba y después le rompía la nariz con la cabeza dura que tenía. Nunca quiso que Alexy lo notase, él estaba bien con que fuera todo un amor platónico, ahora había no sólo conseguido que el chico lo notará, sino que también una, muy, posible orden de restringente.
Suspiró cansado, el resto de las clases transcurrieron con relativa rapidez, después del incidente Delanay le dijo que debía quedarse a limpiar el laboratorio por si solo. No le hacía ni la más mínima gracia, ¿y si había un químico extraño que le quemase las manos? ¿y si había una explosión como hace pocas semanas? Resopló y pasó el borrador por la pizarra; sabía que no iba a ser su día en el momento en el que su perro le ignoró esa mañana. Borró las ecuaciones de la pizarra y dejó el borrador a un lado, tomó un trapo húmedo y lo pasó sobre las mesas.
Al menos no le había tocado quitar la goma de mascar seca debajo de las mesas, al parecer la profesora ignoraba que los estudiantes pegaban hay sus despojos de goma de mascar cuando quedaba insípida. Se preguntó si debía quitarlos, quizás si Delanay se enteraba al día siguiente lo volvería a castigar por no limpiar correctamente y no quería eso. Dejó el trapo sobre la mesa y se inclinó, gateó un poco y entró bajo la mesa; realizó una mueca de asco al ver la colección de masas pegadas de distintos colores.
—Que asco, ¿qué tanto les cuesta tirarlo en el basurero?—. Se preguntó en voz alta. —O tragárselo—.
Escuchó una risa y se sobresaltó, golpeándose en la cabeza. Se llevó amabas manos a la coronilla y que quejó, dejándose caer en al suelo, que había barrido previamente. Se quejó en voz alta ya que el disparó de dolor recorrió todo se cuerpo. Salió de abajo de la mesa y se levantó, listo para encarar y pelear contra el imbécil que pensó sería divertido asustar a alguien que esta con la cabeza bajo una mesa de concreto.
Tan pronto abrió la boca para mostrar el fluido lenguaje en malas palabras, estas murieron en su garganta. Alexy le miraba sonriente y la sangre volvió a subir al rostro de Erik; bien pues, con esto ya se humillaba tres veces frente a él en un día. Abrió y cerró la boca un par de veces, su cerebro al parecer quedó más dañado por el golpe de lo que pensó. Y, como el buen cobarde que era, se giró, dándole la espalda. Tomó el paño, ahora seco, y fue a los fregaderos para mojarlo. Cuando estuvo listo caminó a otra mesa y pasó el trapo.
Sentía la pesada mirada ajena, ¿que hacía ahí? Oh, oh... quizás quería una disculpa por el cabezazo anterior, o una compensación, frunció los labios al recordar que no cargaba más de diez en su cartera; estaba más quebrado que la pintura de la sala de sus abuelos. Caminó a la siguiente mesa y repitió la misma acción con el trapo, aún sentía a mirada de Alexy y joder, lo estaba sacando de sus casillas.
—Si buscas a la señora Delanay ven mañana, esta desde las siete de la mañana hasta la una de la tarde—. Comentó aún limpiando.
Escuchó otra risa y pasos que iban hacia él, con rapidez y reflejos que no sabía que tenía lo evadió y quedó de nuevo lejos de Alexy. Pasaba el paño por la otra mesa y ni siquiera limpiaba correctamente pero no quería quedar junto al otro, más lejos mejor.
—Lo sé, mañana en la mañana la veré—. Contestó Alexy.
Erik asintió con la cabeza y cambió de mesa, aún manteniéndose lejos. ¿entonces que quería Alexy ahí? Seguramente le iba a meter demanda y una orden. Oh, quizás debería cambiarse de instituto, incluso de ciudad, joder, hasta de país. Maldita sea, pasó el paño con furia sobre la liza superficie, maldita fuera Delanay, maldita fuera Nathaniel, maldito fuera su perro, y también maldito fuera Alexy; sino hubiese aparecido todo habría estado perfectamente bien.
—Creo ya esta lo suficientemente limpia—. Dijo una voz, demasiado, demasiado cerca suyo.
Se sobresaltó y levantó la mirada, encontrándose con un par de ojos violetas. Joder, joder, abortar misión. Soltó el trapo, que cayó al suelo y emprendió la retirada, corrió lo más rápido que pudo, tomó su mochila y cuando estuvo apunto de salir, ya cuando saboreaba la libertad, cuando podía oler el aire fresco, apareció un tercero y chocó con él. Ambos cayeron de bruces al suelo, soltando quejidos de dolor nada masculinos para un par de jóvenes adultos.
—¡Bien hecho, Armin!—. Y rió.
¿El hermano? ¿Era enserio? Ahora ya tenía tumba y lapida en el panteón más cercano. Se quejó y se cubrió el rostro con ambas manos, gimió lastimeramente; él sólo quería irse a su casa y acabar con ese maldito día.
Es la una de la madrugada con treinta, estoy en semana de finales, debería dormir y poder hacer tareas eficientes... Hace mucho calor xD
