AVISO INCREÍBLEMENTE IMPORTANTE. POR FAVOR, LEED PARA QUE LUEGO NO HAYA LÍOS

- He cambiado la fecha del nacimiento de Voldemort a la época de los merodeadores. Voldemort va a ir a Hogwarts junto con Snape, Lily, James...

- Regulus es gemelo de Sirius. También va a Hogwarts en la misma época.

No es que tuviese inconveniente, es solo que todo el orfanato les odiaba y eso era algo que Seleria empezaba a no soportar. Le parecía muy bien que a su hermano le gustase que todos le temiesen pero a ella comenzaba a impacientarle. No es que se considerase una persona sociable, para nada, es solo que sentía que no estaba bien.
La puerta del dormitorio del orfanato Wools se abre de un portazo, dando a conocer al joven mago que la traspasaba, aunque aún no era consciente de ese hecho. Únicamente se creía un niño especial, al igual que la pequeña que le esperaba, dentro de sus pensamientos, tumbada en la cama. Se pasa la mano por el suave cabello oscuro, un poco más largo de lo que a él le gustaría y clava sus ojos verdes sobre la chica regalándole una mueca de desagrado, aunque desaparece rápidamente.

- Una tortura menos por tus pensamientos - susurra tumbándose junto a ella. Seleria no hace otra cosa que rodar los ojos.

- Fuera de mi cama - es lo primero que dice con un tono peligroso y afilado - Siento que estás de buen humor... ¿Algún incidente antes de llegar? - comenta irónica

- Me crees por un hombre muy sádico - sigue con su susurro, parecido a un siseo, y le acaricia el pelo a su hermana con cierta parsimonia, poco común en él. La chica se gira sobre sí misma para encarar a su hermano e intentar descubrir sus secretos.

Sabiendo lo que estaba intentando hacer, Tom sonríe con autosuficiencia, provocando que unas finas líneas de desagrado aparezcan en el rostro de su hermana.

Se podía decir que los mellizos eran más parecidos de lo que en un principio se creyó, aunque claramente cada uno tenía sus propias ideas.

A Tom se le consideraba, ya por todo el orfanato, un niño diabólico. Algunas cuidadoras, inclusive, habían comenzado a creer exhaustivamente que estaba poseído por el mismísimo Satanás, aunque cierto era que no se podía esperar menos si se conocía su comportamiento poco inusual. Su apariencia no era lo que aterrorizaba a todo aquel que se acercaba a él, independientemente del aura oscura que siempre le rodeaba. Sin contar con sus actos, el físico del niño era el de un ángel caído del cielo. Rostro con facciones perfectamente delineadas, piel clara sin llegar a pecar de pálida, cabello liso perfectamente peinado y mirada penetrante capaz de sacarle un suspiro a cualquiera. Por otro lado, muy opuesto, se encontraba su personalidad. Hacía años que, para ser un niño de apenas cumplidos los diez, había sobrepasado la barrera del "chico malo". No era la primera, ni la segunda vez que la policía tenía que hacer acto de presencia por "actos vandálicos" tales como niños a medio quemar, peleas a puñetazo limpio o incluso acusaciones de traumas en algunos infantes. Bien sabía su hermana que eran ciertas.

Ella, por otro lado, se podría considerar su opuesto. Su piel y sus "relaciones familiares" habían llegado a ponerle el apodo de "vampiresa". No es que fuese una niña muy agradable a la vista. Una piel excesivamente pálida, tan pálida que muchos habrían pensado que se trataba de una niña albina de no ser por su larga cabellera negra como el mismísimo carbón y sus ojos del mismo color. Aun así ella no se lo tomaba como un aspecto hermoso, si no más bien enfermizo. Muchas veces le habían comentado - si no estaba su hermano cerca, por supuesto - que se parecía considerablemente a su madre. Excesivamente pálida, excesivamente delgada. Por otro lado y aunque también portaba un aura oscura, poseía una empatía hacia las personas de la que su hermano carecía prácticamente por completo.

Volviendo a la pequeña habitación que ambos compartían en el orfanato Wools, la chica aún no apartaba esas líneas de desagrado de su frente. La mirada juguetona de Tom no le gustaba. No le gustaba ni lo más mínimo y, si estaba siendo amable con ella acariciándole suavemente el pelo, comenzaba a pensar que era peor, mucho peor de lo que se había imaginado.

- ¿Estás de mejor humor? - pregunta el niño abrazándola fuertemente.

- No eres un hombre y sí, te creo sádico

- Eso contesta a mi pregunta - se aparta para mirarle - ¿Por qué estás enfadada ahora? Me he portado bien...

- Si portarse bien significa amenazar al pobre Timmy con utilizar tus "poderes de demonio" contra él para que te entregue SUS chucherías, disculpa que no entienda tu punto de vista.

- Solo quería regalártelas, conozco tu vena golosa...

Y Seleria vuelve a bajar sus barreras. Por muy enfadada que estuviese, no podía permanecer con cara de amargada durante mucho tiempo en presencia de su hermano. Le quería demasiado para eso.

- Bien Tom, ahora dime qué es lo que quieres

- ¿Qué te hace pensar que quiero algo? - pregunta con una sonrisa

- ¿Qué te hace pensar que ya no estoy enfadada? - su sonrisa se borra

Así eran la mayoría de sus conversaciones, astutas, respondiendo con preguntas, jugando a ver quién es el que suelta antes la información. Una aptitud poco habitual en unos niños de apenas diez años pero comprensible sabiendo el origen de su sangre. Tom termina con volver a regalarle una sonrisa arrebatadora y le abre el único armario de la habitación que, como todo, únicamente lo decoraban tonos grises. De él sale arrastrándose una pequeña serpiente, que no debía ser más que una cría por el tamaño.

- Te presento a nuestra nueva mascota. Se llama Nagini

Los ojos de la chica se clavan en los amarillentos de la serpiente sin poder creer lo que veía. Lo normal es que hubiese gritado de miedo, pero el amor hacia esos serpenteantes animales lo llevaba en la sangre y, aunque se cruza de brazos al observarla, no es exactamente por esa razón.

- Has traído una serpiente al orfanato. - No era una pregunta, sino más bien una afirmación.

- Creí que te gustaban - el niño se agacha y deja que el minúsculo reptil suba y se quede enroscado a su mano - Es una amiga, para que nos haga compañía. Pero espera, no digas nada, quiero enseñarte una sorpresa.

- No me hacen mucha gracia tus sorpresas Tom

- Oh vamosss, no essstésss de mal humor... - le comenta en pársel sin que su hermana notase el cambio.

- Tengo que guardar las aparienciasss de mi enfado

- Hola

Seleria pega un bote que no es, para nada, normal. Se lleva la mano al pecho para tranquilizarse y vuelve a mirar a la pequeña serpiente.

- ¿Cómo?

- ¿A qué es increíble? Podemos hablar con las serpientes, como si supiésemos una nueva lengua.

- No sé si debería creer que es "increíble", me parece un poco raro...

- Ya hemos tenido esta conversación millones de veces...somos únicos, especiales - los ojos castaños del niño relucen con solo pensar en el poder - imagina lo que podríamos conseguir.

- Y yo también te lo he dicho muchas veces. Podremos conseguir lo que quisiésemos, es cierto pero, ¿podremos conseguir...no sé...cariño...? - ella se gira sabiendo que a su hermano no le gustaba que hablase así.

Tom conocía de sobra a su hermana, sabía cómo era y cómo pensaba. Su necesidad imperiosa de cariño... pero para eso estaba él, para quererla, cuidarla y tratarla como la reina que es. La empuja desde atrás y los dos niños caen abrazados sobre la cama con una sonrisa en sus labios. Seleria se lo intenta quitar de encima para demostrarle que no era "débil" como él creía, pero al final termina desistiendo.

- ¿Yo no te doy cariño? - comenta apretujándola más fuerte produciendo que la chica empiece a mover los brazos y las piernas con la clara intención de soltarse.

- ¡Suéltame Tom! - exclama riendo por las cosquillas de su hermano.

- Estaremos juntos siempre porque eres toda mía y no pienso compartirte con ningún novio estúpido que se fije en lo guapa que eres. - la pequeña intenta decir algo entre las risas pero no es capaz - ¿Quieres soltarte hermanita? Porque eso tendrás que ganártelo... ¿Cómo se piden las cosas?

- Por...por..favor...mi se...señor - termina por decir y las cosquillas cesan

- Así me gusta - comenta tumbándose como si nada.

- ¡Fuera de mi cama!

- Asssí no ssse le habla a un ssseñor, ¿Verdad amo? - sisea la serpiente viendo cómo la chica se rinde y se tumba junto a su hermano, que la abraza posesivamente.

- Cierto Nagini, pero ella es la excepción que cumple la regla

De repente un ligero toque en la puerta hace que los dos niños se levanten y se coloquen totalmente erguidos y con la misma postura. Una de las cuidadoras abre lentamente la puerta justo cuando Nagini se esconde en el armario.

- ¿Chicos? Hay un hombre que quiere hablar con vosotros. - comenta con la voz más dulce que es capaz de poner la mujer

- Nadie nos ha avisado- responde Tom con la voz más grave que es capaz de poner

- Está bien niños... id preparándoos. Parece amable

En cuanto la mujer cierra la puerta, la chica se esconde tras su hermano

- Tom... - susurra con miedo