El hambre carcomía mis entrañas, dejando un agujero en mi pobre estomago que hoy día no ha podido poseer ni un mísero mendrugo de pan. Mis tripas lloran obligando a mis ojos buscar con desesperación aquello, que aunque sea los más pequeño de este nuestro mundo, pueda consolarlas.
Tan hambrienta es mi desesperación por comida que llego ha olvidar el buen ser y, como una salvaje sin modales, me arrojo a la primera oportunidad de sentir la más delicia de las delicias bajar por mi esófago hasta llegar a aquel lugar que tanto la reclama. Hay, pobre de mí! Escucho los cantares que mi cuerpo realiza dando realce a mis sentimientos de hambruna. Oh cuerpo, vil traidor que me delatas entre todos los presentes de manera cruel, deja ya de sonar que nadie va a atender tus sollozos.
Que es ese olor que percibo? Podría ser...no, no puede ser, este olor que huelo es solo otra treta de mi desesperado estomago que se ha aliado con mi mente, confundiendo mis sentidos. Porque es imposible que en esta tierra desierta haya un olor tan atrayente, olor que desprende un horno al abrir sus puertas, verdad? Oh dulce mentira! Ilusión creaste en mi cuerpo, pero pronto desapareces.
Camino, lentamente, hace calor y muero de hambre. Tropiezo otra vez con una priedra y, para mi sorpresa, el suelo que hace unas horas ardía como el propio inframundo, creencia materna, ahora era frío y eso me hizo temblar. Solo hay una respuesta ha este suceso. Esta anocheciendo y eso, querido lector, suponia la muerte. He pues de encontrar un lugar seguro y caliente en el cual alojarme a salvo de las bestias, que por la noche, acechan estas tierras. Oh! Bendito Dios, no lo dejes, no se lo permitas, por favor! Edme aquí suplicandote que no acuestes al sol, te rezo, no! Te imploro! , que, con misericordia, no dejes que anochezca.
Mala suerte es la mía, cada vez hace más frío y la pobre ropa que me resguarda se deshace lentamente, rindiéndose a las más tangible verdad. Siento el viento en mi cara, poco a poco el preciado aire que me acaricia deja de ser caliente y se transforma en puro hielo. Aun me quedan unas cuantas horas. Me sudan las manos. Tengo miedo. Miedo. Que curiosa palabra, no? Implica que algo te aterroriza, ya sea su presencia o solo el pensamiento de ello. Le temo a la muerte. Irónico. Pensé que estaba preparada, que me había concienciado de mi propia muerte, de mi destino y ahora le tengo miedo. Sigo caminando y a lo lejos veo un paraje olvidado.
