No quedó ni remotamente como quería. Nop. Quería escribir un HitsuHime triste, pero ni modo.

Advertencias... Angst, angst everywhere. Muerte de un personaje.

Adiós, Toushiro.

Estaba destrozada, simplemente destrozada. Las tinieblas eran su mundo, no escuchaba, no veía, no había nada más que oscuridad. Pronto sus necesidades vitales se vieron reducidas a nada, no comía, no bebía, no dormía…

Pronto se volvió un esqueleto, el lugar donde alguna vez estuvieron sus redondas y bonitas curvas ahora era ocupado por una delgadez extrema; los huesos estaban cada día más marcados…

Inoue Orihime estaba muerta por dentro, no había dolor, no había lágrimas; tan solo un vacío tan grande que no podía ser llenado por nada ni nadie.

Cuando Toushiro Hitsugaya murió, cuando él se fue para no volver más… Orihime y su corazón marcharon con él.

Sus vivaces ojos grises estaban vacíos, era como mirar a la misma muerte, decían muchos. Pero, pobres ignorantes, ninguno comprendía el dolor de la muchacha, ni lo haría nunca.

Era como si le hubieran extirpado el corazón, como si se lo hubieran arrancado del pecho de una sacudida. Porque todos sabían que ni torturándola salvajemente, ni siquiera matándola a ella podrían causarle más dolor que el que ahora sufría.

Como muchos decían, no se puede vivir sin corazón. Cuando preguntaban ella no respondía, cuando la llamaban, ella no acudía.

Y así siguió viviendo… No, viviendo no; así Orihime fue muriendo poco a poco, día tras día.
Al principio, cuando el cuerpo inerte del capitán de la Décima División había caído sobre ella, Inoue lo había mirado sin comprender, sin entender que pasaba a su alrededor.

Las tinieblas la habían acogido y desde allí nadie podía llegar hasta ella.

Pero pronto, cuando se dio cuenta de que su reiratsu había desaparecido, de que el portador de Hyorinnmaru había muerto ante sus ojos, de repente, su corazón fue arrancado de su pecho violentamente.

"¿Dónde está?, ¿dónde está Toushiro?" Había preguntado ella un tiempo después. Nadie tuvo el valor de decirle que se había marchado, por eso… Durante mucho tiempo el silencio fue su único compañero y después de aquello…

Los desgarradores gritos de pura desesperación aparecieron, una noche, sin más. Y así siguió mucho tiempo, gritando, llorando, suplicando al cielo porque Hitsugaya volviera.

Pero los dioses fueron caprichosos esta vez y no actuaron; abandonada por todos, Inoue Orihime fue muriendo poco a poco.

Su vida se esfumó un día, su alma se escurrió una vez, apiadada de ella, haciendo desaparecer todo aquel horrible sufrimiento.

Y por fin, después de tanto tiempo, Inoue Orihime pudo volver a respirar tranquila. El dolor había desaparecido por fin y ahora la oscuridad total la envolvía, no le quedaba nada ya…

Por primera vez en mucho tiempo, Inoue Orihime fue feliz. Ya no le quedaba nada, pero tampoco nadie le echaría en falta. Finalmente, todo había terminado.

Orihime cerró finalmente sus ojos y las tinieblas la envolvieron, llevándosela para siempre.