Disclaimer: todo lo reconocible pertenece a J. K. Rowling, el resto es obra mía :3
Aviso: este fic participa del reto "Drabbles, drabbles y más drabbles" del foro 'Multifandom is the new black'
Juguemos a querernos
Nevaba fuera del castillo, lo que la obligó a ponerse la capucha de su abrigo. Harry y Ron iban unos metros adelantados, mientras Ginny a su lado comentaba algo sobre Dean.
Pero Hermione no la escuchaba. Quería a su amiga, pero a veces se volvía un tanto pesada hablando de Dean.
Neville se acercó corriendo por detrás, dándose de bruces contra sus espaldas. Se disculpó repetidas veces y luego entabló conversación con Ginny. Cuando llegaron a Hogsmead, Hermione se separó de sus amigos y ninguno se percató de ello. Caminó por las calles menos transitadas del pueblo y sus pasos la llevaron a la Casa de los Gritos. Un escalofrío la recorrió cuando pasó la verja y entró en ella. Todo seguía igual a cuando descubrieron que Scabbers era Pettigrew.
Subió las escaleras; los peldaños crujieron bajo su peso. Tras empujar la puerta de la habitación, frenó en seco. Frente a ella, mirando por la ventana, había una persona. Una persona que conocía muy bien.
- ¿Perdida, Granger?
Parpadeó confundida.
- ¿Qué haces aquí?
- Yo a veces también me canso de mis amigos.
Hermione cerró la puerta tras de sí y se sentó en el sofá destartalado que había en un rincón. Draco se giró para mirarla. Sus ojos grises coincidieron con los de Hermione, y ella no apartó la mirada como habría hecho tiempo atrás, sino que se la sostuvo. Draco se acercó a ella y se sentó en el sofá a su lado. Levantó las manos hacia el rostro de la chica, le quitó la capucha y le acarició la mejilla, para después pasarle los dedos por el pelo. Hermione cerró los ojos y ladeó la cabeza hacia su contacto. Había echado tanto de menos eso...
Draco se inclinó sobre ella y la besó despacio. Hermione se dejó llevar y pasó sus brazos alrededor del cuello, apretándolo contra ella. Estaba mal; era prohibido. Sus amigos odiaban a Malfoy, pero ella no podía evitarlo.
Ambos abrigos terminaron en el suelo y ellos sobre el sofá. Draco la besaba con avidez y Hermione se lo devolvía con fervor. Coló las manos bajo el jersey del chico, obligándolo a separarse para quitárselo. Cuando por fin solo restaba la ropa interior y piel con piel ardían por el contacto, Draco se separó de Hermione y la miró a los ojos; ambas respiraciones aceleradas.
- No se lo has dicho.
- No.
Sus amigos jamás lo entenderían. En especial Harry y Ron.
- Es como un juego -susurró Draco-. Nunca será real.
Hermione lo atrajo hacia sí.
- Entonces juguemos a querernos.
