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Te amo bajo el velo
Para Kuroo, Kei siempre ha sido perfecto. Pero mientras lo mira caminar hacia él totalmente vestido de blanco, puede jurar que en su interior todo es una bomba, explotando en mil emociones excitantes. No puede dejar de sonreír.
No esperaba que aquel día llegara, el día que ambos estuvieran en el altar para decir sus votos. Se muere por decirle que lo ama y que desea mucho conocerle por completo. Quiere ver la hermosa piel nívea debajo de ese traje blanco y fino. Se visten de acuerdo a sus polos, él de negro y Kei de blanco. Y el rubio lleva un hermoso velo, que cubre su cara. Kuroo jura que está en el puto cielo.
—Estamos aquí —le dice tomando su brazo y subiendo al altar con él.
—A pesar de todo —susurra Kei.
Solamente son ellos dos, los anillos y su único testigo es un Cristo crucificado que cuelga de la pared. No hay nadie, Dios les mira lo más seguro.
—¿Listo? —le pregunta Kuroo.
—Siempre —afirma Kei, no hay sonrisa en sus labios, la luz de la luna hace que los ojos de Kuroo brillen haciéndose jurar no morir bajo esa hermosa mirada oscura.
Se colocan un frente al otro, toman sus manos y suspiran. La nostalgia y los colores siempre están allí. Nunca se irán. Kei jura en sus adentros no dejarse llevar por la nostalgia.
Kuroo suelta una de las manos de Kei y saca un anillo de la bolsa de su pantalón. Sabe que ese anillo lleva un grabado.
Te amo por siempre.
Él también lo ha hecho.
—No hay un padre, pero creo que ese Cristo es suficiente —dice el pelinegro. Entonces toma su mano y la besa, Kei siente su mundo explotar. El anillo comienza a ser deslizado—. Creo que desde que te miré supe que te amaba, suena estúpido y muy romántico viniendo de mi parte. Pero cada noche antes de conocerte lloraba sintiéndome miserable y solo. Sin salida. —Kuroo comienza a derramar lágrimas, él nunca llora o al menos eso cree Kei—. Pero esa noche que te miré y me salvaste, esa noche juré que te protegería con mi vida. Ahora estás frente a mí, vestido como un ángel y uniendo tu vida a mí, sin importar que el día de mañana mis malos actos comiencen a dañar. Sin importar mis demonios internos. Unes tu vida a una rata. Pero aún así, aún así quiero estar a tu lado, porque sé que me recogerás siempre y me amarás con tu pureza. —Kuroo termina de poner el anillo en el dedo de Kei y no ha dejado de verle—. Juro protegerte aún en mis malos momentos. Te amo.
Kei se siente sofocado, tanto que quiere aflojar su corbata. Pero sabe que es su turno.
Hace lo mismo que Kuroo, toma su mano y comienza a poner el anillo en su dedo.
—La vida no es un mar de colores, tú ves en mí un ángel cuando yo solamente miro un vacío que se ha llenado gracias a ti —Kei quiere llorar, pero no puede, siempre ha sido inexpresivo, pero sabe que Kuroo lo ama sin importar nada. Se permite derramar unas lágrimas—. Cada noche antes de conocerte rezaba a Dios por borrar mi monotonía. Llegaste tú, ebrio y golpeado, pero llegaste. Y desde entonces mis mañanas son ruidosas y mis labios ya no son más solitarios, gracias por darme el calor del amor. De ahora en adelante tomaré tu mano y cuando puedas caer lo evitaré a como dé lugar. Quiero abrazarte hasta que la vida se me escape. Porque aunque no soy de muchas palabras, yo también te amo.
Kuroo sabe que Kei no dirá más. El anillo está en su dedo y el de él. No pierde tiempo y quita el velo de Kei par besarle. Pero no sin antes besar cada mejilla, de donde caen lágrimas, luego besa sus labios y el sabor nostálgico llena sus bocas.
—A pesar de todo —dice Kuroo sobre sus labios—, amar es algo que odio, pero por ti, amo amar.
Espero les guste, escribí esto en mi celular y es un pequeño drabble.
Gracias por leer.
Les quiere, Ray.
