Hola a todos mis queridos amigos... Espero que este fic de tres capitulos sea de su agrado... y Feliz Año 2010 para todos ustedes.... voy tarde para mi reunión familiar... así que mañana modificare este mensaje para hacerlo mas largo, pero aja... ustedes sabes que se hizo el intento...
COmo saben Hetalia Axis Power no me pertenece, aunque moriria porque Herakles fuera mio... Herakles te amo!!!!!
xD sin mas que decir, aqui esta el primer capitulo.
Andrea Black
Una Aventura Navideña.
Capitulo 1
Cerró sus ojos como reflejo, anticipando lo que sucedería después, y no queriendo realmente ver lo inminente. Escuchó el estruendo y suspiró. Lentamente, y casi sin quererlo, comenzó a abrir sus ojos encontrándose con lo que justamente se imaginaba.
Frente a ella estaba lo que podría verse como su familia, lo que vendría siendo su daddy, su papa y su hermano, enredados en el pórtico de su puerta. Suspiró resignada. Hasta ahí había llegado la maravillosa idea de colocar lucecitas navideñas en el techo y puerta de su casa.
Halando a Alfred para ayudarlo se propuso a ignorar las quejas de su daddy, quien golpeaba a su papa por estar colocando sus manos en lugares que no debía. Al menos, no en frente de sus hijos. Como si no hubiese visto mucho mas contacto aquella vez que… reprimió un temblor y se concentró en ayudar a su hermano. Había algunas cosas que no valía la pena pensar o recordar, se dijo.
-Les dije que era una mala idea, pero como siempre, la razón no es capaz de entrar en sus cabezas duras.- espetó Arthur una vez logró colocarse de pie, entrando lo más rápido posible a la casa. Hacía un frío de los mil demonios y lo último que deseaba era permanecer tiempo innecesario afuera. -Ahora entren, que mi idea de pasar navidad juntos no es estar cuidando a un par de idiotas resfriados.- añadió desde el interior de la casa.
-Mon chér, que cruel eres.- respondió Francis al tiempo que entraba a la casa. No pudo evitar mirar a su hermano y sonreír ligeramente. Se sentía tan alegre de estar nuevamente junto a su familia en las fiestas.
-Suéltame Git.- escucharon que Arthur espetó, notando como Alfred soltaba una carcajada. Definitivamente las navidades en familia eran las mejores.
Habían terminado de decorar por completo la casa de la joven, como año a año hacían. Era parte de la tradición familiar el decorar juntos la casa del anfitrión, la cual venía siendo ella en esta ocasión.
Estaba preparando tres tazas de café y una de té cuando sintió que un peso era posado sobre uno de sus hombros. Sonrió ligeramente ante esto. Alfred podía regresar a su estado infantil en ciertos momentos como este.
-¿Cuánto deseas de azúcar, Alfred?- preguntó más por costumbre que porque necesitara saberlo, al fin y al cabo siempre hacía la misma rutina.
-Los héroes no toman café con azúcar, Mattie.- murmuró Alfred en su oído, y no puedo evitar reír ligeramente. Siempre le hacía cosquillas el hecho que le hablaran en el oído y Alfred lo sabía perfectamente. Sintió como su hermano la abrazaba. Últimamente Alfred estaba más cariñoso de lo normal.
-Al, si no me dejas de abrazar no podré llevarle a Arthur su té.- comentó mientras golpeaba suavemente las manos del americano. Sintió como él la apretaba ligeramente antes de aflojar el agarre. Lentamente se separó de Alfred y comenzó a caminar hacia la sala, donde lo esperaban sus figuras paternas. Pero antes de cruzar la puerta escuchó algo, por lo que giró su rostro por unos segundos para ver a Alfred mirando hacia un lado, antes de continuar, sin percatarse completamente de la expresión del rostro del rubio.
Te amo, Mattie.
Había costado tanto decirlo en voz alta y aún así, no había sido suficiente para que ella lo escuchara. Maldijo su suerte. Había desperdiciado una oportunidad perfecta, pero eso no importaba mucho. Aún tenía todo el día y noche para llevar a cabo su cometido. Al fin y al cabo, no habría mayores obstáculos que Arthur y Francis que perfectamente se anulaban entre sí, demasiado distraídos discutiendo como para fijarse en sus intentos de confesión.
Por lo que no había de que preocuparse. Tenía todo el tiempo del mundo para hacerlo y conseguir su objetivo, ya que había ido con un objetivo y no habría forma que este no se cumpliera.
-¿Por qué estás tan alegre, ma petite fille?- preguntó Francis, viendo a la rubia terminar de servir a cada uno de ellos, mientras tarareaba una canción. -Acaso se debe a l'Amour?- Vio con agrado como un sonrojo aparecía en las mejillas de la canadiense, mientras esta simplemente trataba de mantener la compostura, fallando estrepitosamente al intentar pasar la taza de té a Arthur.
-¿Mattie?- preguntó Arthur, mientras observaba a la joven con expresión interrogativa. Había algo peculiar en el comportamiento de su ex colonia. Cuando se disponía a preguntarle, comenzaron a escucharse villancicos a la distancia, pero que lentamente se hacían más fuertes. Pero estos villancicos eran un tanto peculiares.
La joven terminó de colocar las restantes tazas en la mesa más cercana, y con una sonrisa se acercó a la puerta. Curiosos, Arthur y Francis siguieron a la joven, siendo secundados por Alfred que regresaba de la cocina.
-¡Bienvenido!- se escuchó decir por parte de la rubia y unos apresurados pasos, por lo que dedujeron que la joven hacía salido corriendo. Cruzaron el pasillo encontrándose con una escena que no se esperaban. La inocente e introvertida de Mattie estaba siendo cargada por alguien. Y no sólo eso, sino que era besada efusivamente por alguien cuya identidad no se podía determinar porque el cabello de la joven los cubría.
Arthur comenzó a hiperventilar, mientras observaba perplejo a Mattie. Su pequeña Mattie. Su dulce e inocente niña, por amor a Dios. Francis simplemente observaba todo con ligera diversión entremezclada con sorpresa. La belleza de la juventud que experimenta L'Amour. Pero Alfred sentía todo el peso de la industria cinematográfica de la que estaba tan orgulloso formar una tragicomedia frente a sus ojos, y como lo que había creído una noche en familia se convertía en un vano intento de comedia rosa, donde él, era el pobre imbécil que nunca terminaba con la chica. ¿Qué mierda estaba pensando? Él era Alfred F. Jones, no un monigote de una película rosa o de una de las novelas de Stephenie Meyer. No, él era el maldito héroe de esta historia y se lo demostraría a cualquiera. Frunció el ceño y apretó los puños antes de comenzar a caminar a donde estaba su hermana.
De un fluido movimiento, separó a su hermana del personaje cuyo rostro no había podido ver, porque maldita sea, se estaba comiendo prácticamente a Mattie. Y preparó su mirada más intimidante para quien fuera el imbécil que había errado al momento de escoger chica, aquella mirada que sólo guardaba para lidiar con los que osaban tocar lo suyo. Y Mattie era suya. Esperaba a cualquiera. Por su mente pasó el rostro de todas las naciones de quien podían haberse tratado, pasando desde Rusia, Cuba hasta Prusia. Pero no lo que tenía enfrente.
-Buenas noches amigo América. ¿Cómo esta todo?- saludó tranquilamente y sonrientemente el susodicho, para luego percatarse de la presencia de los otros dos rubios que estaban más atrás. -Hola a ti también Arthur. Y Francis, amigo mío, cuánto tiempo sin verte. ¿Cómo va todo?- añadió entrando a la casa tranquilamente con una sonrisa y colocándose junto al francés que le sonreía en respuesta, mientras observaba de reojo el rostro pálido de Arthur que rápidamente recobraba su color, para luego colocarse completamente rojo.
-¿Qué rayos haces aquí, España?- espetó Arthur.
-Estoy esperando una explicación, Mattie.- comentó Arthur, mientras permanecía sentado en la sala, luego de que la joven los convenciera de pasar a esta para poder responder el interrogatorio al que iba a ser sometida. Arthur observaba fijamente a Antonio que sonreía despreocupadamente, mientras mantenía la mano de Mattie agarrada. Vio como la rubia se removió incomoda en su lugar, antes de tomar aire y mirar a su familia a la cara.
-Antonio… Antonio y yo estamos saliendo.- respondió la joven temiéndose un exabrupto por parte del inglés, pero obteniendo uno por parte de Alfred en cambio, el cual fue ignorado por los demás.
-De eso pude darme cuenta antes.- replicó el inglés aún con sus ojos puestos sobre la pareja. -Pero lo que yo quiero realmente saber es, ¿Estabas enterado de esto, Wine Bastard?- preguntó Arthur mirando a Francis con rabia y casi obligandose a no señalarlo con un dedo acusador.
-Como crees, Mon Angleterre.- replicó Francis sorprendido. -Yo tampoco estaba enterado de la relación de mon petite Mattie et Antonio.- añadió Francis, recibiendo un gruñido por parte de Arthur.
-No te creo. Estoy seguro que tu amigo de parrandas debió haberte dicho algo. For God sakes, no trates de engañarme, Frog.- refutó Arthur viendolo enojado y dolido a la vez. ¿Acaso él era el único que no estaba enterado? Al parecer no.
-¿España, Mattie?- preguntó Alfred aún sin creerlo. -De todo el fucking mundo, escogiste a España.- añadió aún incredulo, y profundamente lastimado.
-Antonio no me ha contado nada, Mon chér.- dijo Francis mirando al rubio de cejas encrespadas a los ojos, ignorando nuevamente a Alfred.
-Pero Francis, no recuerdas aquella vez que estabamos Gilbert, tú y yo…- comenzó a decir Antonio, para luego ser callado por la joven, quien le rogaba con la mirada que no continuara.
-Lo sabía, Lo sabía.- replicó Arthur, mirando furioso a Francis. -Sabía que tú debias estar al tanto. Este idiota no da un paso sin consultartelo.- añadió sin quitarle los ojos de encima al francés.
-Daddy, Papa.- llamó Mattie con cuidado, deteniendo la discusión inmediatamente. Ambos rubios giraron para ver a su ex colonia, que se aferraba a Antonio, mientras los miraba fijamente. -Por favor.- pidió mirandolos con ojos de borrego. Arthur apretó los puños. Mattie no estaba jugando limpio y lo sabía. Sabía que no podía estar mucho tiempo enojado cuando ella le miraba con esa expresión.
Sin fuerzas y aún algo herido, se acomodó en su lugar y soltó un gruñido. Después arreglaría cuentas con ese Bloddy Wine Bastard que había callado la relación de su niña por sabe Dios cuanto tiempo.
-Ah no Mattie.- dijo Alfred enojado y frustrado. Lo habían ignorado olimpicamente todo el rato. -Con una cara de cachorro y un por favor no podrás callarme. Quiero respuestas y las quiero ahora.- añadió Alfred cruzandose de brazos y mirando a su hermana parpadear sorprendida ante su exabrupto. -Y más vale que sean buenas Mattie, si no quieres que tome a tu novio por la camisa y lo devuelva a su peninsula de un solo lanzamiento.-
