El día y la noche eran un todo, el tiempo no transcurría en aquel desolador y oscuro cuarto viejo.
Toda la lacra negra de la cuidad buscara refugio ahí, donde nadie iría ni rondaría pues el aura lúgubre y sucia solo atraía a esa clase de gente, esa que ya no tiene esperanza y solo busca lo más parecido a la muerte estando aun con vida.
Así fue como llegó una tarde crepuscular el chico del pompón azul, apenas atravesó la puerta el más pequeño del grupo que se enrollaba a los pies de una cama vieja fue el primero que lo miró y percibió la oscuridad y desolación en su mirada; no le dijo nada, solo se perdió en esos inmensos lunares ausentes.
Ese día llegó a la vida de los góticos la perdida y dolorosa vida de Stanley Marsh.
"Puedo… estar aquí un poco?... no quiero ver a nadie… y en este lugar de mierda no me buscarán"
Fue lo que dijo el pelinegro cuando captó la atención de público enlutado de ese antro oscuro. –"Quédate"- Fue lo único que recibió respuesta del mayor de los opacos jóvenes, Maicol.
Pasó una semana más o menos, el chico del pompón gris ya no era el mismo, ni su nombre lo era, tal vez la oscuridad atrae más oscuridad y por eso Stanley Marsh fue a parar al refugio, el lugar menos transitable y feo de la cuidad ¿Quién sabe? El asunto es que se quedó, se quedó y sin ánimo de irse pues todo en esa gente lo tranquilizaba, no lo hacían sentir como el desahuciado pesimista mártir que era, en ese lugar era uno más y podía hacer lo que era mal visto fuera, con sus amigos, como un acto de necesidad, algo cotidiano. Beber y drogarse era la mejor parte de mantenerse ausente entre esas paredes gastadas y sucias.
Una noche se aventuró a las calles, ya nadie podría reconocerlo, estaba oscuro y en un barrio como aquel ningún amigo o familiar lo reconocería, error, había uno.
Eran cerca de las 2:00 A.M y el chico se paseaba cercano al callejón donde estaba el refugio, volvería al lugar todas las veces que quisiera porque… era como su hogar ahora, era su lugar en la tierra.
Distraído pensando en eso, no distinguió la figura encapuchada que lo seguía hacía unos minutos, solo al estar en la puerta listo para entrar el encapuchado tomó su antebrazo y éste volteó.
-¿Marsh?...-
El pelinegro volteó y sus facciones terminales se torcieron en un gesto de vida y horror al mismo tiempo.
-Ke-kenny, qué haces aquí?!-
El chico como evadiendo la cercanía del pequeño encapuchado soltó su agarre y se alejó un paso.
-Yo solo vine a comprar marihuana viejo, la pregunta es ¿Qué haces tú aquí?- El chico lo miraba con gesto de completa desaprobación y duda.
-Si querías ya sabes…. Salir del closet pudiste pedirme consejos…- Le dijo aludiendo a las labios negros y unas esmaltadas.
El pelinegro solo resopló.
-Bien… está bien, solo escucha; Todos están buscándote, incluso yo… Debemos irnos ahora- El viejo amigo tomó del brazo al pelinegro pero este en un solo movimiento duro se zafó dejando al otro perplejo. –No me iré Kenneth, éste es mi lugar-
Dicho esto el pelinegro tomó la manilla de la puerta y la giró para entrar, el encapuchado seguía diciendo cosas que el gótico pretendió no escuchar.
Antes de entrar el chico ex amigo usó un último recurso y al parecer había dado un resultado.
-¡Kyle está enloqueciendo, sabes que te quiere… es tu mejor amigo Stan!-
El chico pelinegro se detuvo en seco, casi pudo ver la sonrisa esperanzada de su antiguo camarada, sin embargo al girar solo le mostró un gesto estoico y frío.
-El… tú, todos ustedes me excluyeron del grupo, me excluyeron por ver la vida de la forma que la veo, una mierda. No volveré Kenny, y otra cosa… no me llames por ese nombre de mierda conformista, soy Raven ahora.-
Dicho esto entró a la vieja casa abandonada y cerró la puerta con un tanto más de energía de las que hubiera querido.
Caminó unos pasos y al ver vacío el lugar se agachó a llorar en el suelo, era un llanto silencioso, solo el frío piso de madera sabía que de aquel ser brotaban lágrimas porque caían sobre él y ésta las consumía de inmediato.
-Estás jodido… Si quieres podemos ir y matarlo-
Raven abrió los ojos sorprendido por la presencia repentina que se había hecho escuchar.
Escrutó el lugar y no pudo encontrar el dueño de esa voz desconocida.
-¿Dónde estás?...no puedo verte…-
Entonces salió de ese ropero viejo y apolillado una pequeña sombra, lo único que podía distinguir bien era su tez marmórea en contraste con la oscuridad casi total del lugar.
-Tus ojos aún no se acostumbran bien a la oscuridad Raven, por eso te afecta lo de ese chico…- Miró a la puerta como si supiera que aún seguía ahí. –Algún día verás claro en la oscuridad, solo cuando eso pase dejarás de sufrir por paganidades…- Se le acercó hasta poder llegar a mirar sus ojos de cerca frente a frente.
-Me gustan tus ojos negros, es una lástima que aun guarden toda esa luz dentro de ellos- Con su dedo índice, recorrió el contorno de su ojo llevándose una lágrima, se levantó y con la lágrima en la cima de su dedo se acercó a la ventana, y como si la luna confabulara en ese pequeño ser, se dejó ver en aquel momento e iluminó la oscura habitación, ahora todo estaba tan claro que jodía.
El chico miró hacia afuera como observando algo o… alguien, seguramente su amigo Kenny aún seguía afuera.
-Cuando tus ojos se acostumbran a la oscuridad, toda clase de luz molesta Raven…-
Dicho eso se llevó la lágrima a los negros labios, estos abrazaron el esquelético dedo consumiendo el líquido de tristeza que había sacado del ojo del otro pelinegro.
Afuera, se escuchó a su viejo amigo Kenny gritar –¡Jodido demente, volveré por Stan!- o algo así.
Volteó a mirarle, el pelinegro más alto parecía hechizado, sus ojos se movían siguiendo la silueta negra del chico más bajo, era tan pequeño y delgado sin embargo parecía tan poderoso en ese momento, dueño del dolor y angustia.
-Quiero… dejar de sentirme así, me duele el pecho-
La pequeña sombra se agachó frente a él y acarició su rostro con la mano casi como si no lo tocara, el pelinegro más alto solo se entregó a aquel calosfrío que le recorrió columna abajo, no estaba seguro si era por la cercanía del rostro del gótico que cada vez se cerraba más y más, o por el frío tacto o aliento que comenzaba a sentir en su oído mientras el otro le hablaba, demasiado cerca.
-…Solo debes olvidar las viejas sensaciones, de momento eso bastará…-
Raven cerró sus ojos, se entregó por completo a ese mar frío y esas palabras que solo lo entristecían más. Aun así, cuando el gótico rosó sus labios, eran cálidos, sentir aquel calor abrazador en aquella boca lo aturdió completamente…
El más bajo separó su cuerpo lentamente sin aun despegar sus labios del otro pelinegro, el cuerpo pequeño del gótico no dejó saber al otro cuando había trepado en el hasta quedar sentado en sus piernas. Al final, abrieron sus ojos, los labios al fin separados sintieron otra vez el frío del invierno en ese pueblo de mierda.
-¿Porqué… lo hiciste?-
Le preguntó el Viejo Stanley Marsh.
El chico gótico ya en pie se retocó el maquillaje y le respondió.
-No hago las cosas con un propósito Raven, es solo que… la sombra siempre quiere apropiarse de toda la luz que haya en su paso…-
El pequeño miró a la ventana y la luz otra vez se extinguió, la luna fue cubierta por un manto de nubes negras que dejaron el lugar desolado nuevamente. Hizo una reverencia a ésta, y caminó otra vez al viejo armario.
-Espera…- Le detuvo el cuervo.
El gótico se detuvo sin decir una palabra, solo esperó y el otro dio por hecho que esa pausa era un "¿Qué?"
-…no, no sé tu nombre…-
El gótico giró su rostro y lo miró por última vez.
-Soy Frederick… Pero llámame Firkle, los góticos lo hacen-
