Tres Días en tu Pijama
Resumen: De cómo Draco Malfoy estropeó sus sábanas, vio el piercing secreto de la novia de Blaise y se transformó en un dulce, dulce gatito.
Bien, mi primer fic de Harry Potter… ¿es normal que esté nerviosa? En fin, espero que disfrutéis de la lectura.
Éste fic está completamente dedicado a IzumideLioncourt por su cumpleaños. ¡Espero que te guste mucho, cielo! Sé que llega un poco tarde… pero sabes que he trabajado a fondo en él y no he podido acabarlo hasta ahora… así que perdona por no haberlo subido a tiempo y ¡disfruta mucho leyéndolo!
Y ahora, comienza la historia…
Prologo
De cómo Draco Malfoy estropeó sus sábanas, vio el piercing secreto de la novia de Blaise y se transformó en un dulce, dulce gatito.
Aquellas Navidades se venían venir frías.
Así lo decían los cuatro metros de nieve que cubrían Hogwarts, y que mantenían atareado a Filch al deber limpiar la entrada al castillo diariamente, o los veinte centímetros de hielo que flotaban sobre el lago y mantenían encerrado al Calamar Gigante bajo la superficie, o las fuertes ventiscas que obligaban a los estudiantes a ir de cuatro en cuatro para poder abrir las puertas contra el viento sin necesidad de magia, o… pero si había un lugar realmente frío en Hogwarts, éste no se encontraba en los exteriores desprotegidos del castillo, no. Aquel año, igual que todos los anteriores desde su creación, el lugar más frío del colegio Hogwarts de Mágia y Hechicería eran las Mazmorras.
Húmedas, oscuras y heladas.
El vaho dibujaba una pequeña esfera blanquecina cada vez que el rubio respiraba en aquel cuarto de frías paredes de piedra, sentado en su adoselada cama y escondido de miradas ajenas, leía por milésima vez la página 1703 de "Animagia: el paso final", pero lo hacía con la misma intensidad que la primera vez que sus ojos descifraron el contenido y letras de la misma.
Cogió aire profundamente, cerró los ojos y el libro a un tiempo, y frunció la nariz concentrado. Estaba preparado para comenzar la transformación. La primera.
Paso a paso, fue llevando a cabo cada palabra que el libro exigía.
Sabía que iba a sentir dolor, así que no se desconcentró al sentirlo. Sabía que tendría nauseas, por lo que no se preocupó al tenerlas. Sabía que se le engarrotarían los músculos, así que casi no notó el agarrotamiento… pero no sabía que, mientras dejaba toda su magia correr por el cuerpo para llevar a cabo la transformación, oiría abrirse la puerta y por un instante, perdería la concentración…
Cuando volvió a ser consciente de sí mismo, se encontró es su inmensa cama… ¿inmensa¡Un segundo! Su cama era grande, pero… oh, oh… trató de levantar una mano para recostarse en el colchón y no yacer tumbado… y justo eso, lo intentó, porque lo único que consiguió fue doblar una patita blanca y peluda.
¡¡Había funcionado¡Se había transformado!
Por uno lapso, la alegría y la satisfacción propia, se adueñaron de él, construyendo una sonrisa triunfante en su pálido rostro… bueno, si ahora mismo su rostro fuese humano, claro.
Pero es que era genial. Ahora podría hacer tantas cosas… podría recorrer el castillo con libertad, meterse en lugares restringido, husmear en las cosas de sus compañeros, inspeccionar las Salas Comunes de otras casas, podría esconderse y espiar… ¡un gatito puede oír muchas conversa…!
Un momento…
¿¡Gatito?!
¡¡Su forma animaga no podía ser un gato¡No podía!... Una serpiente, un pájaro… ¡incluso una elegante pantera! Pero… pero… ¡¡pero no un "gato"!!
Apunto de gritar de frustración, saltó de la cama con agilidad y se colocó delante del espejo de cuerpo entero guardando la esperanza de ser, tal vez, un gato temible y de pinta diabólica…
¿Qué decir más que su esperanza se rompió igual que el frágil cristal contra el suelo?
El espejo le devolvía la mirada gris que siempre había adornado su rostro de nariz recta y labios sonrojados. Ciertamente, eran más alargados, de forma absolutamente gatuna, y más impresionantes que los reales por ello… pero no más temibles, era la mirada de un gatito demasiado pequeño y completamente albino que fruncía la nariz rosada de manera graciosa cuando trataba de poner una mueca amenazadora.
Tenía los bigotes levemente plateados y la cola larga y peluda… aunque él era peludo en sí mismo. Estaba recubierto de una mata de suave pelo que apenas lo resguardaba del frío, consiguiendo que tiritase con bastante fuerza.
Resopló… o mejor escrito: bufó cabreado con él por su tonta transformación y con el mundo en general, por el simple hecho de no consentirle en todo lo que quería. Decidió regresar a su forma original, antes de auto arañarse por patético, y no volver a transformarse nunca: él era un Malfoy, si su forma animaga era un gatito, se prohibiría a sí mismo usarla, pese a todo lo que le había costado conseguirlo. Nadie sabría que era un… minino blanco.
Y, convencido y satisfecho con su nueva decisión y declaración orgullo, trató de regresar a su forma humana…
Y lo intentó de verdad. Por tres veces, incluso. Por tres largas y fatigosas veces… hasta que casi lloriqueando, o maullando lastimeramente, decidió echar un vistazo al libro y comprobar si estaba haciendo mal algún paso…
…
Ser un gato era un asco…
…
Ser un "gatito" era una maldita mierda…
…
¡Ser un gatito y tener que subir a una altísima cama era una maldita Odisea!
Pero él era Draco Malfoy… o un gatito muy necesitado de medir varios centímetros más… pero ¿qué más daba eso¡Quería subir a esa cama y lo haría! Por eso, con valor, se colocó frente a ella, mirándola fijamente y se abalanzó.
Con toda la elegancia y fuerza de sus cuatro patitas saltó tratando de alcanzar la cima de su alto obstáculo. Notó su propio cuerpo elevarse y atravesar el aire a una altura jamás imaginable para algo tan pequeño… ¡era un gato, los gatos son ágiles y él sería el más ágil de todos¡Iba a subirse a la cama¡Lo iba a conseguir!
Bueno… él o sus dos patitas delanteras.
Mierda. Aquella posición no era ni ágil ni elegante. No, para nada…
Porque ver a un gatito alvino encaramado a una cama sólo colgando de sus patas delanteras, que debían haber echo un boquete de varios centímetros en el colchón y las sábanas con las uñas, no era ni mínimamete refinado.
Y menos aún lo era ahora, que sentía que se estaba deslizando lentamente… ¿sería algún efecto secundario de su transformación? Había leído que los mareos eran frecuentes hasta que el cuerpo se habitúa a sus nuevas condiciones y también las leves alucinaciones auditivas y visuales, hasta que el cuerpo se acostumbraba a sus nuevos sensores.
Uff… y la sensación no cedía. Notaba cómo si el suele estuviera atrayéndolo ¡incluso podría asegurar que sentía como se deslizaba! Pero valla tontería, él era un gatito que había conseguido su meta. Ahora, con sólo un poco más de impulso, él lograría… lograría subirse y…
Y en lo siguiente que pudo pensar fue en lo duro que estaba el suelo… ¡Se había caído de la cama! Y sus pobres sábanas lucían seis cortes paralelos, desde la cima, hasta el final…
Genial… a ver como explicaba eso a Vincent… no, mejor no se lo explicaría y que Greg se inventara sus propias y, siempre, extrañas conclusiones, que probablemente tenían que ver con algún encantamiento y cabras… ¿debería contarle a Snape sobre la extraña afición de su compañero por los hechizo y las cabras?
Pero algo sacó al gatito alvino de sus divagaciones ¡el sonido de la puerta!
—Mmm… Blaise… si me follas entera prometo que te dejaré chuparme el piercing… ¡oh!
… el sonido de la puerta y lo que parecían los gemidos desesperados de la basta novia de Blaise…
— ¿En serio? Ummm… pues ve preparándote para —el sonido de un beso resbaloso de lengua inundó la habitación— abrir las piernas y notarme contra tus ovarios… ummm…
…
Probablemente el padre de Blaise se mandaría un Avada o se envenenaría él mismo si se enteraba de que su hijo decía aquel tipo de cosas… ¿para eso valían años y años estudiando protocolo?
¡Agh! Pues él no pensaba quedarse allí para ver si las palabras subían su grado de suciedad junto a la excitación de esos dos, no señor.
Pero en realidad no hizo falta que inventase alguna forma de salir de allí, cuando la voz de la rubia preguntó algo con voz de asco sonó claramente poco excitada y, seguidamente, notó que era empujado con fuerza hacia la puerta, que se abría para dejarlo fuera.
…
¿Blaise acababa de echarlo de su habitación¿Blaise acababa de echarlo de su habitación convertido en gato¿Blaise acababa de echarlo de su habitación, convertido en gato, y dejando dentro la única fuente de información con la que podría volver a su estado humano… siendo él el único causante de que no pudiera hacerlo ya?
…
Decidido, ya sabía qué quería para el día de Navidad: la cabeza de Blaise. Preferiblemente con una mueca de dolor.
Había dado un millón de vueltas… bueno, tal vez dos millones, pero no quería desesperarse pensando en cantidades tan grandes¿quién iba a pensar que aquel castillo fuera tan, pero tan, tan grande?
El gatito Draco no.
Ahora mismo no estaba muy seguro de dónde se encontraba. Le parecía que en el quinto piso, en la zona Ravenclaw, pero no estaba seguro… ¡y no era culpa suya estar en un piso que no le correspondía!
Es que había decidido buscar en la biblioteca alguna forma de regresar a su apariencia humana ¡pero había sido absorbido por una de las baldosas giratorias del suelo!
Las baldosas giratorias, eran como los escalones falsos. Las pisabas y giraban hacia dentro. Eran incómodas, hacían perder la gracia a la hora de caminar y podías llegar a quedar con el tobillo metido dentro, sí… ¡pero al ser un gatito enanísimo se había colado completamente en el agujero!
Bueno, no era un gatito enanísimo, enanísimo… sólo muy pequeño… y blanco… y con pinta mona… y nariz sonrosada… y ojos grises de mirada tierna… y con un aíre adorable… y… ¡Y que se perdía cada dos por tres en su mundo y comenzaba a lamerse la patita izquierda!
Ciertamente, había leído que era normal tomar algunas aptitudes del animal en el que te transformabas y entendía como algo normal haberse lamido por primera vez la patita, que estaba un poco lastimada tras la caída de la cama¡pero no que le hubiese cogido gusto y ahora se parase a adecentar su suave y esponjoso pelo cada nueve segundos!
En fin… el caso es que había recorrido el interior de los adoquines de Howarts y había salido detrás de un tapiz del sexto piso… y finalmente se había perdido recorriendo los miles de laberínticos pasillos del Castillo. Recordaba haber bajado unas escaleras y pasar frente a la estatua de Borgas, el calvo verde, pero desde su diminuta altura, era incapaz de reconocer los cuadros de las paredes, que eran la única manera de saber dónde se encontraba uno… claro, también podía tratar de mirar por una ventana… sí, cuando dejase de lamerse la patita izquierda tal vez podría…
…
¿Había mencionado ya, que ser un dulce gatito era un supremo asco? No… probablemente no el número de veces necesario…
…
Ignoraría eso…
Tenía que llegar a la biblioteca antes de la hora de cierre, de modo que pudiera contar con toda la noche para investigar… y si no conseguía encontrar nada… bueno, recurriría a Severus.
¡Oh¿No era esa la escalinata hacia el segundo piso? Bien, bien, usándola adelantaría un gran trecho…
No estaba lejos de su objetivo, cuando el elegante paso del felino fue interrumpido por tres alumnos: un Slytherin y dos Ravenclaws, de sexto los tres, si no le fallaba la memoria.
Draco apenas los miró un instante desde su baja perspectiva y se dispuso a pasar entre ellos… después de todo, no creía que los alumnos fueran a ceder el paso a un gatito albino.
Gatito…
Entrecerró los ojos furioso y trató de colarse entre el Slytherin y un chico alto para su edad con el pelo corto al estilo militar muggle.
— ¡Oh! Mira que gatito— interrumpió la voz del Slytherin la conversación susurrante, mientras se agachaba a cogerlo en brazos.
Draco se dejó hacer. Su parte felina le pedía una ración de caricias y mimos, en ese mismo instante… y aunque su parte humana dudara de la capacidad afectiva de cualquier persona por un gato perdido, decidió que también quería esas caricias.
— ¿Has visto, Prestor? —Continuó el chico— Ya tenemos una dulce víctima con la que ensayar.
Al oír esas palabras, el otro Ravenclaw, el que permanecía más lejos, se echó a reir y Draco estiró las orejas.
—Oh… y yo que pensé que podríamos apretarle el estómago hasta que le saliera por la boca… dicen que mueren rao después, al pillar alguna infección en los órganos internos… —los otros dos rieron también— es una pena que lo vallamos sólo a maldecir… —Draco empezó a luchar con desesperación por soltarse del agarre que ejercía el Slytherin en él, moviéndose y retorciéndose con rapidez.
— ¡Eh, fiera! Tranquilo… — el Slytherin luchaba por alejarse de las garras del gatito que ahora movía sus largas uñas con desesperación por infringir daño en la piel del chico y así conseguir soltarse del agarre de esos brazas extendidos.
No sabía como había echo para que las garras afiladas y largas dejaran su guarida bajo las almohadillas negras, tal vez el miedo lo había echo nuevamente por él.
Un movimiento veloz de su relamida patita izquierda trazó una línea roja en el antebrazo de su captor, que lo soltó como acto reflejo.
De un movimiento, se abalanzó al suelo, aún a riesgo de no saber caer de pié. Apenas había tocado la superficie del tapiz cuando un hechizo le dio de lleno en la pata. Un Diffindo que trazó una larga y profunda brecha.
Corrió por el pasillo tratando de girar la esquina y guarnecerse en algún recoveco del corredor… pero no llegó muy lejos cuando un incendio gratado por el sádico Ravenclaw impactó a pocos centímetros de él, quemándole el pelo y parte de la almohadilla.
Con agilidad saltó lejos y miró sorprendido como la alfombre ardía con fuerza. Oyó un par de maldiciones rebotar contra los muros de piedra y al Slytherin gritar algo… pero no pudo ni suponer qué, porque el cruciatus impactó en él, haciéndole notar a cámara lenta como su corazón se detenía su corazón por un instante y el dolor comenzaba a perforar todos sus músculos.
Sabía que no era un cruciatus muy fuerte, echo por un novato, sí. Pero dolía y quemaba en sus almohadillas, haciendo que su piel escociese.
Apenas diez segundos después, la maldición imperdonable no cesó y otra impactó contra él, creando furúnculos y ampollas en su piel bajo el pelo.
Los maullidos del gatito albino retumbaban por el, curiosamente, silencioso corredor.
Dentro de su suplicio, Draco pareció oír una voz femenina gritar algo con mucha fuerza. Esperando otra maldición, el gatito sólo pudo desear mover sus músculos y huir, pero ninguno le respondía, acuciados por los pinchazos dolorosos… hasta que se detuvo y el aire inundó sus pulmones nuevamente, permitiéndole ser más consciente de su entorno.
—… absolutamente inconcebible¡¿En qué demonios…?! —la voz femenina, que seguía gritando, fue reconocida por Draco como la de Granger—… ¡Simplemente asqueroso y patético, una muestra de…!
Un leve carraspeo detuvo el griterío de la hija de muggle, al tiempo que el gatito trataba de levantarse y maullaba lastimeramente como acto reflejo. Ahora podía enfocar la vista en lo que pasa.
La castaña estaba roja de gritar y apuntaba con su varita a los tres chicos, ahora desarmados. Weasly los miraba con enfado, alzado en toda su estatura y con las manos en las caderas con pose amenazante…
Y Potter esa el que había carraspeado deteniendo la monumental muestra de léxico gritado de Granger… el moreno miraba a los tres chicos un poco rezagado y apoyado en la pared contraria. Su postura hubiera parecido casi despectiva si no fuera por los ojos que llameaban con fuerza y furia.
Los cinco humanos y el gatito le miraban atentamente. Harry solo entrecerró los ojos y les habló con calma.
—Bien, ahora es cuando salís corriendo muy, muy rápido y lejos de mi vista y alcance…—los tres muchachos tragaron saliva y se dispusieron a huir sin más miramientos, pero la voz de Potter volvió a resonar calmada y clara— y… Prestor… —el chico que había usado la cruciatus se irguió levemente— cuando llegues a tu sala común… deletrea sufrimiento —sonrió malignamente.
Y ninguno necesito más para correr atropelladamente hacia las escaleras.
Y mientras ellos se alejaban, la prefecta de Gryffindor les quitaba veinte puntos a cada uno, amenazaba con contárselo al jefe de su casa y, finalmente, se giraba hacia un cuadro que representaba a una bruja del bajo medioevo y parecía poco satisfecha con que hubieran interrumpido la diversión que le causaba ver a un gatito indefenso maullar dolorido.
La Comadreja trató de calmar Granger al ver que otros dos cuadros se unían a la discusión.
En cualquier otra ocasión, ver al Weasly y a su "novia" discutir con unos cuadros encantados le hubiera causado mucha gracia, pero le dolían los músculos y su patita izquierda y relamida sangraba mucho tras el diffindo…
Notó que una sombra se cernía sobre él y sacó las garras, más por acto reflejo que otra cosa… total, seguía sin saber cómo lo hacía.
—Eh, tranquilo. Ven, vamos a curarte esa patita…
La voz de Potter sonó sobre él y levantó la vista para encontrarse con los ojos verdes más famosos del mundo mágico tras unas gafas de montura cuadrada… y él que pensaba que Potter ya no llevaba gafas…
—Ya verás como no te dejamos ni cicatriz, pequeñajo, pero luego vamos a reñir a tu amo por descuidado…
Dos manos calidas lo elevaron y tomaron entre los brazos.
— ¡Mione¡El gatito sangra mucho! —se hizo oír por encima del griterío Potter, sin parecer demasiado asustado. En realidad no sangraba excesivamente.
La castaña le miró un instante y sonrió con malicia. Se giró hacia el cuadro de la Dama Medieval y… le apuntó con la varita.
Lo siguiente que se oyó en el corredor fue el "¡bravo!" que exclamó el pelirrojo.
—A ver, Harry… —las manos de Granger tocaron con cuidado el lomo albino de Draco y miró fijamente la herida de la patita— ehhh… creo que lo puedo arreglar— murmuró— tengo un poco de poción cicatrizante en mi habitación.
Una sonrisa apareció en el rostro de Potter.
— ¿Ves, gatito? Ni cicatriz te va a quedar…
—No le hables al gato, Harry, pareces Mione hablando con la bola peluda… —una colleja silenció al pelirrojo y los tres amigos rieron mientras giraban la famosa esquina, dirección a la Torre de Gryffindor…
…
Sí, él, Draco Malfoy, iba a ser curado en Gryffindor…
…
E iba hacia allí acurrucado en los brazos del moreno…
…
Y a su parte felina le gustaba eso de sentir la mano de Potter en su oreja…
…
Y no tenía ni idea de cómo iba a salir luego de la guarida de los leones…
…
¿Y había mencionado que ser un gatito era un asco?
Continuará…
Bueno, espero que os haya gustado el prólogo. El fic sólo constará de tres capítulos más y un epílogo… o esa es mi intención, aunque puede que terminen siendo seis capítulos, después de todo, esto es el prólogo y tiene 3.110 palabras… tal vez me vea obligada a dividir cada día en dos capítulos, no lo sé.
Trataré de actualizar rápidamente pero, o tardo dos horas en escribir el capítulo completo o me paso tres semanas… aunque ahora que termina el colegio podré dedicar más tiempo a las escritura.
Izu, cielo, espero que te haya gustado y no te hayas decepcionado porque no sea un lemon Hagrid x Snape (XD que locas) ¡¡Feliz Cumple, nena!!
¡Espero con ansias algún reviews!
