Aventuras del Oasis Pokémon: El misterioso Ethan y la errante Sparky.

Ethan's PoV

¡Hola! Me llamo Ethan, soy un Pikachu y desde hace 2 años resido aquí, en el Oasis Pokémon. Es un paraíso Pokémon rodeado por unas recónditas montañas a bastantes kilómetros de toda civilización humana.

Construí mi choza a las orillas del bosque del árbol de la vida, un bosque lleno de bayas silvestres e imponentes pinos.

¿Qué les puedo decir de mi? Me gustan las hamburguesas (no les puedo decir de que están hechas), el yogurt de bayas con leche de Miltank (no sean quisquillosos, es comida) y cualquier cosa que sea comestible, excepto las sandías.

Entre mis virtudes se encuentran el buen sentido del humor y... Y bueeeno mis desvirtudes serían el mal sentido del humor, bipolaridad, negatividad, baja auto estima, perdidas de memoria a largo, corto, mediano y futuro plazo, intolerancia a la lactosa y no creer en Arceus (¿Qué? Arceus es solo un mito). Cabe destacar que no se donde nací, ni cuando, ni quien es mi madre, ni quien es mi padre. Tampoco recuerdo cuando pasaban Milotic Card Captor en el Pokéteatro, en realidad ni siquiera se si alguna vez asistí. Todo lo que se es lo que ya les conté. ¡Oh! Y además... desde que tengo memoria, o sea desde hace 2 años, no he podido utilizar ningún tipo de ataque eléctrico. Como dijo el Whiscash del estanque de la sabiduría, parece como si mi chispa se hubiese apagado. Quizá, es el castigo por algún error que cometí anteriormente y decidí olvidar todo lo relacionado con el acto. En fin, lo pasado quedó en el pasado y si no lo recuerdo por algo será.

Ahora mismo me dirijo al Pokémercado en la zona sur del oasis, donde seguro me encontraré con mis agradables vecinos... con los cuales me cuesta bastante trabajo entablar cualquier tipo de conversación, espero que no me consideren una especie de maniático peligroso. Ooops, ya llegué.

-Ethan, ¿Me escuchas?

-Ah? Si.

-¿Sobre qué estabas soñando despierto hace un momento?

-¡Ah! Ya ni recuerdo. ¿Disculpa quién eres? -Grité asustado al ver un pez color rojo con manchas negras, y un enorme cuerno en la frente flotando sobre la tierra-

-Soy Arthur, el Seaking que vive en el arroyo.

-Y como haces para flotar sobre la tierra?

-Oh, seguramente es porque estás dormido, y llevas 2 meses encerrado en tu choza debido al miedo al contacto Pokémon.

-¿Miedo? ¿De que hablas? ¡Yo soy un valiente Pikachu! Ethan el Pikachu asombroso.

-Eso es mentira, eres Ethan el Pikachu de la chispa apagada y estoy aquí para avisarte que si no despiertas para buscar comida en el bosque, morirás de hambre.

Mi estómago comenzó a hacer más sonidos que la segunda guerra mundial y Vegeta juntos.

-Ewwww -, dije con un semblante bastante decaído - Tienes razón.

-¡Oh no! ¡Aquí vienen! ¡Aquí vienen!

-¿Quiénes? ¿Quiénes vienen?

-¡Los humanos! ¡Vienen por ti!

-¿HUMANOS? ¡ALÉJALOS! ¡VAYÁNSE! ¡DEJÉNME EN PAZ!- grité dando un salto fuera de mi cama, ya estaba despierto. - Sueño normal, mañana normal. ¿Qué hay de desayunar? Busqué en mi alacena de barro un par de bayas para saciar mi hambre, pero el Seaking de nuevo tenía la razón. No había comida. –¡Mankeys! No hay nada. Bueno, volveré a dormir- dije despreocupado y me lancé sobre mi cama de paja.

Segundos después mi estomago volvió a rugir -Ahhh! no quiero salir.

-¡Vamos Ethan sal por comida! ¡Tenemos hambre!.- dije imitando a las lombrices en mi estómago. -Ya voy, ya voy. Primero abriré las ventanas porque no veo nada, si tan solo pudiera generar electricidad no sería necesario.

-¡Apresúrate! - dije imitando a las lombrices ésta vez con una voz más chillona.

Tras un par de tropiezos y un plato roto, abrí las ventanas de mi pequeña, redonda y amorfa choza. El lugar era un desastre, basura por aquí y basura por allá.

Había muchos libros regados por el piso, como una especie de alfombra. Y ni hablar de mi cama, era un nido hecho con paja e historietas de mi ídolo, El Pikachu Colorado.

Mi cocina constaba de un horno, una alacena, un lavaplatos y una barra para cocinar.

-Aun si tuviese Pokédolares no se los daría a alguien para que limpiase el lugar, es un pecado que alguien toque mis libros. Bueno, ¡aquí voy!- dije mientras los rayos del sol mañanero entraban por la puerta recién abierta.