Prologo

Mi humanidad se perdía, en el dolor y sequedad de mi garganta, en mis músculos tensos y mis ojos rojos como el elíxir de mi supervivencia. Una minúscula parte de mí, aquella testadura y caprichosa que hacia parte de mi esencia se aferraba con ahínco a cualquier hilo de memoria, por muy borroso que fuera, para que no me olvide de la antigua yo, de la antigua Rosalie, para no lanzarme cual animal hambriento sobre las personas que tenía enfrente.

Ahí agazapada, aparentemente inmóvil en la rama de un árbol, luchaba con mi parte no humana, luchaba contra mí misma, era tan terriblemente tentador dejarme ir, rendirme ante lo inevitable y simplemente alimentarme de la vida de alguien. Veo a mi madre siempre tan atenta y cariñosa, a mi padre orgulloso y complaciente, a mis hermanos tan rubios como yo, y la pequeña porción de humanidad que me queda grita con fuerza, se revela, me muestra mis sueños rotos, todo lo que perdí, todo lo que nunca seré.

Me hundo, nuevamente en un pasado ya muy lejano.

Oigo a mis presas interactuaren un ridículo juego de amantes.

Automáticamente me perdí, ya no era la hermosa rubia de ojos dorados que busca amor. La razón abandonó por fin mi cuerpo y salté con agilidad hacia la pareja.

Unos brazos me frenaron con brutalidad empujándome contra una piedra.

-Contrólate