Junto al lago perdí un amigo.
Caminaba dando pequeños altos hasta que se adentró un poco en el bosque, a aquel lugar que había descubierto una vez, que él le había enseñado.
La emoción la embargó. Desde allí se veía, tal como recordaba, el lago brillante e inmenso. Y le hacía sentir una privilegiada por poder disfrutar de esa visión. Aunque empezaba pensar que lo era por otra razón. Por una persona.
Abrió los brazos y cerró los ojos, sintiendo la magia del lugar. Su corazón se aceleró por un momento, inspiró y exhaló.
Extasiado de esa emoción dejó caer los brazos y respiró más lento. Pensó en su aroma, su sonrisa y la intensidad de sus ojos. Pensó en él y sintió como quería llorar de alegría. Nunca había entendido que tenía ella de especial para gustarle, peor le gustaba, estaba segura, y eso le bastaba. Y quién sabe, quizá ella el correspondiese.
Una sombra se acercó a ella y le tapó los ojos. Lily sonrío pues al escuchar crujir las hojas que hacían de tapiz del bosque se esperaba encontrarle sólo a él.
-¿Quién eres? -preguntó jugando.
El chico, pues sabía que esas manos sólo podían ser de un hombre, le besó al coronilla y se alejó.
Lily se giró con una sonrisa que se borró de su cara.
-Severus.
-Ya me marcho, Lily.
-Severus, no te...
-Me voy. No era a mí a quién esperabas ... sangre sucia.
Lily recibió el insulto con tranquilidad, porque era uno de tantos, y a la vez, era el último. El último que Severus le diría.
-Adiós, Snape.
Y Snape desapareció entre el follaje.
Recordó como Severus la defendía de pequeños, como le hablaba de algo tan indescriptible como la magia, como la miraba, como se reían, como lloraban...
Pero no volverían a ser ellos, nunca más serían Lily y Sev, los dos eternos amigos. Porque él había perdió su última oportunidad e retractarse de todas sus ofensas y sus acciones.
Lily sólo derramó una lágrima por todo lo que había perdido, y luego otra, porque sabía que él había perdido mucho más que una amiga, había perdido todo.
Salió del bosque corriendo, buscando lo que le quedaba de su felicidad.
-¡James!
Dijo al entrar jadeando a la sala común.
James estaba allí, junto a los merodeadores y la sostuvo por la cintura cuando vio lo que le estaba costando respirar a ella.
Ella se cogió de su cuello para no caer al suelo, le dio beso para no caer en la tristeza y le abrazó para que no separarse de él.
Pequeño drabble fruto de una tarde depriemntemente aburrida.
¿Qué os parece?
R&R, plis
Besos,
Eyne.
