Disclaimer: Los personajes que aparecen en esta historia le pertenecen a Hajime Isayama, yo sólo los utilizo para hacerlos sufrir aún más, muahahaha.


Notas antes de leer y/o advertencias: Luego de conversar con mi hermano lo importante que había sido Petra para Eren y que nadie se daba cuenta, tuve que escribirlo. Aviso de antemano que quizá (lo más probable) tenga algunos errores. En mi defensa: lo escribí con sueño, lo edité con sueño y lo estoy publicando con sueño (?). Cualquier cosa me avisan y yo lo arreglo ;).


Conteo de palabras: 363.


Ámbar.


No, no otra vez.

No.

Simplemente no podía estar ocurriendo.

En el fondo de su corazón una voz se alzó, rogando que todo fuese una pesadilla. La reconocía perfectamente, era la misma voz que se había alzado desesperada mientras veía como la persona más importante de su vida era devorada y asesinada.

Devorada y asesinada…

Auruo. Erd. Gunta. Y…, y Petra.

Petra.

Los cuatro nombres le retumbaban en la cabeza, pero el último le hacía querer sangrar.

Explotar.

Desaparecer.

"Petra".

Por más que lo intentó ahogar, un sollozo escapó de su garganta.

Se había sentido protegido, amado, como si hubiese retrocedido el tiempo y ningún titán hubiese roto la puta muralla, cuando pudo ver los ojos ámbar de Carla Jaeger a través de los ojos del mismo color que poseía la dulce y amable mujer de la cual nada sabía más que su nombre: Petra Ral.

Y por eso confió.

Porque la vio en sus ojos.

Porque sintió su voz pidiéndole que se salvara.

Aunque en el fondo hubiese preferido morir con ella…

Confió.

Confió porque ya no le quedaban más opciones.

Y en un pestañeo…

En un pestañeo los ojos ámbar ya no tenían vida.

En un pestañeo su madre lo había abandonado de nuevo.

En un pestañeo la soledad, la culpa y la ira lo inundaron.

Se sentía traicionado y no sabía por quién. Se sentía apuñalado por la espalda, tal vez por la vida. Así, de golpe, sin darle siquiera una oportunidad para retractarse de su decisión y salvarlos.

Salvarla.

Salvarse.

Había confiado.

Había confiado en Petra cuando le dijo que todo estaría bien.

Y por eso…

Por eso se la habían arrebatado nuevamente

Se había ido para no volver, nuevamente.

Entre llantos, esa noche otra promesa se unió a su alma:

Los exterminaría a todos. Acabaría con cada uno de ellos, ya no le importaba si un mal llamado humano estaba detrás de esos asquerosos cuerpos.

Ya no le importaba nada.

Nada más que exterminarlos por ellas, por el ámbar, para demostrar que nada había sido en vano.

Hacerlos desaparecer para nunca olvidar a la linda y menuda mujer que le había hecho sentir como en casa otra vez.