Prólogo.

Nunca creí que sería alguien tan importante o tendría algo con mucha relevancia en mí.

A los 16 años comenzaron a aparecer manchas en mi cuerpo, no se lo dije a nadie, pero ¿a quién se lo diría? ¿A mi compañera de cuarto? ¿A mis padres? Claro, ellos no están acá, no están conmigo. Me dejaron en un estúpido orfanato sin apoyo, si nada... Sin esperanza.

A los 17, las manchas tomaron forma y eran letras, tenía letras en mi estómago, en mi espalda, hasta algunas llegaban al cuello.

Ahora, ya crecieron y las letras bajan por los brazos, siento cuando cambian, cuando cambian su significado, cuando ya el destino no será el mismo.