El sol se había ocultado hace unas horas, quedando solo el fuerte viento para ocasionar que sea una fría noche. Ladybug que había llegado hace unos minutos, estaba sentada, sintiendo esa brisa pasar por sus mejillas descubiertas como por sus orejas.

Al rato, Chat Noir llegó y le dio un beso en el dorso de su mano como saludo mientras sonreía galantemente. Ladybug al instante que lo vio no pudo apartar la mirada de esa prenda que llevaba enroscada a su cuello, en ningún momento, observando como el mismo se sentaba.

— Esa... bufanda —Pronunció, al minuto, realmente impactada al ser tan parecida a...

— Ah... ¿Esta? —Tomándola con sus manos para alzarla mientras sonrió orgullosamente y un brillo en sus ojos apareció— ¿Te gusta? —Preguntó dándole una ojeada mientras la rozaba brevemente con sus dedos— Es un regalo de mi padre.

Ladybug sintió que ya había escuchado esas palabras antes y sobretodo la sensación mucho más fuerte de que ya había visto esa bufanda, la que casualmente era del mismo color.

— Si quieres... —Comenzó Chat Noir esbozando una sonrisa torcida— Puedes quitármela —Y le guiñó un ojo— ¿O prefieres que compartamos? Hace frio, My Lady, ven a mi lado —Dando palmadas al lugar que quería que este Ladybug y así, se siente mucho más cerca suyo.

Ladybug guiada por la curiosidad hizo lo que le ofreció el gatito. Se deslizó, acercándose hacía él y para el aturdimiento del minino, ella, empezó a desenroscarla. Chat Noir tragó fuertemente saliva con la cara roja sin comprender porque su bichito realizaba aquello, quien se detuvo cuando encontró su nombre bordado.

El aire se le escapó de sus pulmones sin poder levantar la mirada de esas letras grabadas en la bufanda.

— ¿Adrien?

Dejando escapar en un susurro causado por la impresión. El susodicho que la escuchó, ensanchó sus pupilas al oír su nombre.

¿Se dio cuenta por la bufanda? ¿C-cómo pudo?

No obstante, cuando vio lo que Ladybug estaba mirando. Se dio cuenta de la razón "Marinette" Estaba escrito en esa bufanda.

— ¿Marinette?

Su voz expresó certeza, a pesar de que la pronunciación del nombre había sonado como una pregunta, eso, ocasiono que la heroína levantara la mirada y sus ojos se conectaran con su compañero, de tal forma, que por primera vez no se vieron con el disfraz puesto.

Y nunca más lo harían...