Bueno, ante todo decir que estos maravillosos personajes no son míos, sino de Rowling, que espero que no cometa una locura y estropee ésta linda pareja, que se le da muy bien eso...

Éste fic se lo quiero dedicar a diferentes personas y por diferentes motivos, así que comienzo.

Yussi: Por estar siempre ahí cuando te necesito, por ser mi "Gran Mamá". Por reír conmigo, por chillar histérica y soportarme con mi Siri - Pooh. También por tenerme en tu casa cada fin de semana y no cobrarme ni un euro jiji. Por cierto, no te perdonaré JAMÁS lo de Random Walk...

Andrés: De éste ejemplar que voy a decir. Él es mi mejor amigo, mi alma gemela, mi Peter Pan, el que me lleva a País de Nunca Jamás. Gracias por ser mi Giork particular ^__^

Meiko: Pava éste fic también va dedicado a ti ¡¡¡ Para fastidiarte la pareja Draco /Hermione que tanto te gusta jeje Ya en serio, te lo dedico por leer siempre lo que escribo, y por enseñarme lo que significa la palabra amistad. Por secar mis lágrimas siempre que lo he necesitado. Gracias Cactus¡¡¡ ^_^.

Vero: Aunque ahora estemos enfadadas, te seguiré considerando una de mis mejores amigas hasta el fin de mis días. Te quiero un montón aunque ya no estés conmigo. Desertora¡¡¡ De todos modos, gracias por soportarme día tras días, hasta que te hartaste... quiero que sepas que para mí seguirás siendo Pétalo.

Patuchi: Mi amiga chilena. Gracias por pasar horas y horas conversando conmigo por la red y por compartir todos tus sueños y sentimientos. Me siento muy afortunada por haberte conocido y ver esos maravillosos dibujos y cuadros que haces¡¡¡. Mil gracias¡¡¡

Kmila: Gracias a ti éste fic vio la luz. Así que agradecerte toooooooodo lo que has hecho por mí, por escuchar muchas noches más juntas una canción de Bacilos y hacer ese fic de los Merodeadores que tenemos aún pendiente. Gracias niña ^__^

Dímelo

Nunca me canso de mirarte, de observar cada movimiento tuyo, con ese aire de altivez y orgullo que plasmas en cualquier acción, en cualquier situación. Levantas las manos y las posas en el mostrador de la tienda. Esas manos que dejaron impresas en mi tu huella, que recorrían mi cuerpo lentamente y quemaban mi piel entre las sábanas. Que una vez rodearon mi cuerpo y recorrieron mi espalda, y me hicieron gritar tu nombre desesperado. Esas manos... Sonríes al dependiente. Andas tocando todo, como siempre lo has hecho. Te paras a hablar con alguien y la ira me invade ¿quién es ese? ¿con qué derecho te roza el brazo de esa manera? Vuelves a dibujar una sonrisa, ojalá me dedicaras una a mi, como cada mañana al despertar juntos.

Cuando aún la habitación conserva tu aroma a vainilla, y tu dormida. El rostro hundido en el hombro, el pelo cayéndote desordenado y tu respiración lenta y acompasada. Aquel silencio de la mañana que tanto amaba roto por el aire que respiras. Pasaba un dedo por tu brazo, poco a poco bajaba hasta tus caderas, dibujándolas. Despegaba la sábana de tu cuerpo y allí estabas, desnuda. Tan indefensa, tan dulce, tan mía. Porque eras mía. El contacto de tu piel me quema, pero la sensación es tan hermosa que cuesta el no hacerlo. Te molestabas y removías, siempre lo hacías antes de despertarte. Tus ojos clavándose en los míos. Sintiendo la dulzura y la pasión en ellos, sintiendo que por ellos vivo.

Sigues tu camino después de hablar con ese chico. Te compras un helado ¿en invierno? Bueno, siempre has tenido gustos extraños. Como el comer chocolate frente al fuego. Me esperabas cada noche, con las mantas a pocos metros de la chimenea. Al entrar siempre te encontraba en el sofá leyendo, levantabas la mirada e ibas a mi encuentro para besarme.

Y ahí estaba, en el estómago. Subía poco a poquito, tomándose su tiempo y cuando llegaba ya estábamos desnudos y saboreando el chocolate en los labios del otro. Pero no importaba, era algo que tenía que ver la luz y escucharse en cada rincón del mundo. Me acercaba a tu oído y lentamente lo susurraba hasta casi decirlo a gritos.

- Te quiero.

Dímelo, te decía y tu me mirabas tiernamente mientras me dabas besos por todo el rostro. Te quiero, te quiero, te quiero. Una y otra vez lo repetías y no me cansaba de oírlo. Te estrechaba y te besaba. Te quiero, te quiero, te quiero. Dime que me llevas siempre contigo, que estás tan desesperada por tenerme como yo lo estoy por ti. Bésame y no acabes nunca. Ámame como yo te amo y dime que tienes sed de mi, que te vuelves loca cada noche al no sentirme a tu lado. Dime que esperas cada noche como si fuera la última. Dímelo. Te quiero, te quiero, te quiero.

Quiero besarte. Lo necesito. Una sed me invade. Sed de ti. Porque sin ti me muero, porque sin ti no hay consuelo.

Bajo las escalera del centro comercial poco a poco y llego hasta ti. No te das cuenta de que estoy allí, viendo tu pelo enredado dónde una vez yo también lo estuve. Me acerco lentamente y te paso las manos por la cintura estrechándote hacia mi. Hundo mi rostro en tus mechones enmarañados. Sigues oliendo a vainilla, después de tanto tiempo, después de tantos años. Beso tu mejilla y tu sigues quieta, sin voltearte. Mi boca se acerca a tu oído sigilosamente.

- Dímelo

Te vuelves con el ceño fruncido, me observas y tus brazos se enlazan en mi cuello.

- Te quiero, te quiero, te quiero - me besas - Te quiero.

Me sonríes. Ya soy feliz.

- Creía que no vendrías, Ron - noté un tono de reproche en tu voz - ¿qué estabas haciendo?.

Cogí tu mano y la besé. Una, dos, tres, hasta cuatro veces. Una alianza es el único adorno que llevas, una alianza que indica que eres mía.

Estaba... - sonrío - estaba pensando en ti. - te beso dulcemente - Feliz aniversario, Hermione.