Disclaimer: Los personajes a continuación no me pertenecen; sino, Death Note hubiera sido un poquito distinto a como fue...
Capítulo I: Licor de chocolate.
Era una noche despejada y calurosa; la tranquilidad nocturna envolvía Wammy's House, donde todos parecían dormir apaciblemente. Todos, a excepción de un niño de cabellos blancos y tez pálida, que se dedicaba a apilar un mazo de cartas en forma de torre. En su habitación apenas iluminada, Near colocaba carta tras carta de manera incesante, luciendo su acostumbrada expresión inmutable en el rostro. Parecía no importarle el hecho de estar allí solo, sumido en un silencio casi desesperante; simplemente enfocaba toda su concentración en la torre que se erguía delante de él. Hacía noches que conciliar el sueño se le tornaba algo difícil, y, como siempre que le pasaba aquello, se limitaba a jugar en espera del sueño. En una interrumpida, aburrida y muy larga espera.
–Qué aburrimiento…–alzó la vista y la clavó en el techo, distraído.
Se levantó, dispuesto a tirarse en su cama; los párpados habían comenzado a pesarle. Apenas había apartado las sábanas blancas, cuando oyó unas carcajadas a lo lejos que lo hicieron detener; ¿había oído bien?. Con cierta curiosidad, se acercó a la puerta y pegó el oído a ella, intentando oír mejor; sí, sin dudas eran risas enloquecidas y gritos de…¿satisfacción? Aquella voz se le antojó conocida, a pesar de no haberla oído nunca antes…
–Ése es… –su rostro apenas se inmutó–¿Mello?
Se asomó al corredor y se sorprendió al encontrarse allí al rubio, riéndose a carcajada limpia y gritando entre hipidos. Sus pasos eran torpes y su voz se quebraba, sin mencionar que sus mejillas estaban totalmente sonrosadas y su expresión relajada. Simplemente no parecía él; Mello jamás se pondría a divagar por los pasillos tan tarde en la noche, y menos con aquella conducta tan…inusual.
–¡Mello! –Near corrió hacia él y lo sujetó por el brazo, ya que el aludido había comenzado a tambalearse peligrosamente hacia un costado–¿Pero qué crees que estás haciendo?
–¿Ne…Near, eres tú? –preguntó Mello, intentando enfocarlo con la mirada–¡Ho…hola! ¿Cómo estás, eh?
–¿Qué estás diciendo?
–Dije que cómo…
Antes de que pudiera acabar la frase, Near lo arrastró hacia su habitación y lo empujó dentro, para luego cerrar la puerta tras él a toda velocidad; si seguían fuera, Mello acabaría despertando a todos, provocándoles así un enorme problema a ambos. El rubio tropezó con sus propios pies y cayó sobre la torre de cartas, desparramándolas por todo el suelo. ¿Qué rayos le sucedía? El albino bufó, sin dejar de observarlo; fue entonces cuando notó que Mello llevaba en la mano una botella.
Se agachó frente a él y lo miró directo a los ojos, indagándolo. El mayor parecía bastante confundido; podría decirse que hasta se encontraba perdido.
–¿Te ocurre algo, Mello?
El aludido bebió un largo trago de la botella antes de responder.
–Nada de nada –contestó luego de unos segundos, sonriendo tontamente–¿Qué, a ti sí?
Near pudo percibir su aliento; era dulce, olía a chocolate y, en mayo medida, a…alcohol, y uno muy fuerte. Posó sus ojos en la botella del inquilino; estaba llena de un líquido de aspecto marrón, del cual Mello bebía desesperadamente. Sin necesidad de pensarlo dos veces, el pequeño adivinó qué era aquella sustancia tan sospechosa.
–Mello, estás ebrio –confirmó, sin siquiera preguntarlo.
–¡Mentira! Sólo estoy…esto…¡no estoy borracho! –frunció el ceño, ofendido.
–¿Eso es licor de chocolate? –le preguntó el otro, señalando la botella.
Mello sonrió ampliamente.
–Exacto–le tendió el licor–. ¿Quieres un poco?, ¿A que sí, Near?
El albino le arrebató la botella, mas no bebió ni un mísero sorbo; la depositó sobre su escritorio con tranquilidad y volvió a colocarse frente a Mello.
–¿Quién te lo dio?
–¡De…devuélvemelo!
Al ver que pretendía incorporarse, Near lo sostuvo por los hombros, obligándolo a permanecer sentado frente a él.
–¿Quién te dio el licor? –insistió.
–Matt…dijo que era de…–titubeó unos segundos–Ya, no me acuerdo de dónde dijo que era. Tan sólo…devuélvemelo, ¿quieres?
Luchando contra el menor, Mello se irguió, se encaminó hacia el escritorio arrastrando los pies y tomó la botella con la misma torpeza con la que se movía antes. Se la llevó a los labios de sopetón, salpicándose la camisa negra del pijama con el licor.
–Mello, creo que deberías volver a tu habitación y dormir; no te encuentras bien.
–¿Pero qué cosas dices? Si yo estoy... –intentando alejarse del albino, trastabilló y cayó sobre la cama–Estoy perfectamente…
Near se quedó quieto, contemplándolo detenidamente. Nunca antes había visto a su compañero de aquella forma; a decir verdad, nunca antes había visto a nadie alcoholizado. Era evidente que el efecto del licor sí surtía efecto en él; lo tornaba en alguien más simpático e incluso lo entorpecía notablemente. Ya parecía bastante dormido; un par de marcadas ojeras le decoraban los ojos, al igual que el rubor sus mejillas. Lo mejor sería llevarlo a su habitación antes de que cayera dormido allí mismo…
Se sentó en la cama, a su lado, mientras Mello le sonreía atontado.
–Mejor vete –le susurró al rubio, soñoliento; él también necesitaba dormir–Estás ebrio y no sería bueno que te encontraran así.
Mello vació la botella en un último trago para luego dejarla sobre el suelo, reluciente.
–¿Sabes? –ensanchó aun más su sonrisa –Siempre me has parecido un chico muy mono.
¿Qué?
–¿Qué…qué acabas de decir?
–¿Es que acaso no oyes bien? Dije que…
–Ya –lo atajó Near, antes de que repitiera lo anterior–Si te he oído; es sólo que ya estás delirando, mejor vuelve a tu habitación.
Mello bufó, mirándolo de manera incrédula.
–No estoy…no estoy delirando –entrecerró los ojos–Sólo digo que no estás nada mal, para ser chico.
El albino apartó la mirada, intentando evitar que el rubio divisara su tensa expresión.
–Deja de decir estupideces, Mello, y vete.
–¡Que te estoy siendo sincero! –el mayor lo obligó a voltear el rostro, sujetando su mentón en un movimiento súbito– Mírate. Te ves tan…dócil, tan manso. A decir verdad, no estás nada, nada mal… –sonrió de una forma que a Near le provocó escalofríos.
El pequeño se separó con un sobresalto, asustado por la nueva reacción de su compañero. ¿Ahora qué le ocurría? ¿Es que acaso ya no estaba teniendo suficiente con tener que soportarlo ebrio? Sentía su mirada clavada en él, una mirada que en esos momentos se había vuelto distinta, inusual…y lo incomodaba en sobremanera. Jamás había atravesado una situación como aquella…¿qué debía hacer? ¿Y si el alcohol tan sólo sinceraba a Mello, y este no estaba mintiendo en realidad? Ya, pero qué estaba pensando; él sólo estaba delirando, nada más. No era consciente de lo que le estaba diciendo en aquellos instantes, claro que no…
Súbitamente, sintió algo aprisionándole la muñeca, tironeando de él hacia la cama. Sorprendido, tropezó con sus propios pies y cayó sentado sobre el regazo de Mello, quien lo miraba de una manera un tanto…lujuriosa.
–Suéltame, Mello –ordenó, intentando que su voz no se quebrase–No eres consciente de lo que estás haciendo.
–Sí lo soy –inclinó el rostro hacia el de él, provocando que Near también se apartara hacia atrás.
–Déjame ir –repitió el albino, inquietándose por aquella cercanía entre ambos–Esto no es gracioso, Mello.
–Mírate…–repitió el rubio, sin dejar de sonreír ni un instante–Sin poder hacer nada…tan sumiso, tan…obediente.
El aroma a chocolate mezclado con alcohol chocó contra los labios de Near, mareándolo. No podía dejarse humillar de aquella forma…tenía que reaccionar, apartarse violentamente y regañarlo…pero eran escasos los centímetros que separaban sus rostros y el aliento de Mello filtrándose constantemente en su boca lo estaba enloqueciendo…se sentía incapaz de moverse, pero debía hacerlo…
–No… –Near reaccionó–¡No, déjame!
Se levantó de un salto, con intención de apartarse hacia un costado; pero el pie derecho de Mello se interpuso en su camino, provocando que tropezara por segunda vez en la noche. Cayó boca abajo sobre la cama y antes de poder moverse un milímetro siquiera, percibió el cuerpo del rubio posicionándose sobre él, aprisionándolo entre sus brazos. Intentó moverse debajo y escabullirse, pero lo único que logró fue que Mello se apegara aun más a él.
–¿Qué es lo que quieres? –preguntó, una vez que hubo desistido a huir.
Percibió los suaves labios de su captor paseándose por su cuello, estremeciéndolo a él en el camino.
–A ti, Near. Te quiero a ti.
–No sabes lo que estás dicien…
No pudo acabar la frase cuando el peso entero de Mello cayó sobre él, cortándole la respiración por unos instantes. Logró hacerse a un costado, aun aprisionado por uno de sus brazos, acabando a un costado del mayor; este último parecía dormido.
–¿Me…Mello?
El aludido no respondió, ya que sin dudas se encontraba muy lejos de allí; incluso había comenzado a emitir leves ronquidos. Estaba agotado, luego de haber tomado litros y litros de un licor tan fuerte como aquel que le había dado Matt. Su rostro parecía tranquilo…relajado, como Near nunca antes lo había visto. Se veía a gusto en aquella extraña posición en la que jamás se hubieran imaginado acabar; después de todo, él tampoco estaba nada mal, para ser un chico…
–Mello…
–¡¿Pero qué…pero qué es esto?!
Un grito de espanto despertó a Mello por la mañana. Intentó abrir los ojos, pero se vio forzado a cerrarlos nuevamente al notar que todo le daba vueltas y que la cabeza le dolía horrores; ¿qué había pasado? ¿Y qué era aquel empalagoso olor a licor? Volvió a alzar los párpados e intentó mantenerlos abiertos; frente a él parecía haber algo blanco, pero aun veía demasiado borroso como para definir de qué se trataba...se sentía incapaz de enfocarlo…¿qué estaba sucediendo?
–Matt, esto no es lo que tú crees –murmuró una voz pasiva, a su lado– No es lo que tú piensas.
–¡¿A no?! –otra vez la irritante voz del grito; Matt.
–¿Qué…qué ocurre aquí?
Mello se sentó en la cama, sujetándose la cabeza con una mano; sentía que le iba a explotar en cualquier momento. Se quedó unos segundos así, sin hacer nada, hasta que decidió mirar a su alrededor y…pánico.
–¿Matt? ¿Por qué me miras así? –desconcertado, volteó la cabeza hacia un costado–¿Near? ¿Qué está pasando? –miró debajo suyo; estaba en una cama…sí, en una cama...junto a Near–Espera un segundo…¡¿Qué rayos haces aquí?! ¡¿Por qué estamos juntos en una cama?! Oh, por Dios…
Matt se acercó a ellos, dubitativo.
–¿Estás bien?
–Yo...no lo sé...Near, dime que no he hecho nada contigo –dijo, en un tono despectivo– ...no puede...no puede ser...
–Mello –lo llamó la impasible voz de Near, provocando que él lo mirara, en un pleno arrebato de desesperación–No recuerdas nada de anoche, ¿cierto?
–¿A…anoche? –preguntó el rubio, comenzando a asustarse–Yo…no, Near. No recuerdo…no recuerdo nada, de nada.
¡Hola!
Bueno, aquí tengo otro fic de esta hermosa pareja...^^
Y esta vez, no es un one-shoot...¡es un mini-fic! :D
En fin, espero que les haya gustado el comienzo.
¿Críticas, felicitaciones, tomatazos?
Lo que sea, házmelo saber. ;)
Saludos, Glass Spires.
