¡Aquí está!

Para aquellos que han leído 'La vida de un sacrifício': La secuela que había prometido. Este es el principio. Será más largo y, ¿quién sabe? puede que hasta mejor. Tres capítulos están planeados, todos de introducción a la nueva trama. Espero que os guste.

Para aquellos que no han leído 'La vida de un sacrifício': Leedlo. No está mal y, aunque no comprometerá demasiado la historia, habrá detalles que, sin ella, no encajarán. Gracias.

Disclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen. Son obra y propiedad de Masashi Kishimoto.

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No sabía qué estaba pasando.

No lo sabía ni lo quería saber.

Un momento, estaba acurrucado en el cálido y reconfortante pelaje del irritable Kyuubi -Kurama odiaba que le llamara por su nombre, el muy antisocial-, y al siguiente estaba ahogándose en una de sus pesadillas.

Muy bien.

Eso lo podía soportar.

Pero no esto.

¿Que qué es esto?

Pues depende de las circunstancias.

A veces era un plato de babosas y saltamontes crudos que se suponía que eran la cena, otras veces una misión demasiado fácil para su nivel -malditos exámenes Chunnin y su maldita regla de 'obligatoriedad'. Que ardan. En serio-, y, en este caso, una interrupción de su ya acostumbrada rutina de pesadilla-sueño-pesadilla y repetir.

Se esperaba que sucediera, sí.

Pero cuando su cuerpo estuviera completamente recuperado.

Le ardía el hombro.

Ah.

Cierto.

Eso.

No vamos a empezar otra vez.

Eso es el agujero que le atravesó cierto pelinegro emo con tendencias psicóticas que por alguna razón amaba -lo había aceptado hace años, no era tan denso- en su hombro derecho, perforando pulmón y destrozando costillas y músculos que, amablemente, Kyuubi había tenido la decencia de curar.

Mal.

Pero ¡oye! ¡Seguía vivo! Era algo de lo que casi nadie sin Tsunade a un tiro de piedra podía presumir.

Intentó incorpor-AUCH. Muy bien, mala idea.

Recapitulemos.

Movió lentamente sus músculos en un intento de despertar su cuerpo, comprobando que todo seguía en su sitio y funcionando correctamente.

El hombro molestaba menos que de costumbre.

El brazo estaba bien -sorprendente, recordaba haber usado un variopinto número de Rasenshurikens.

Las manos le ardían. Era de esperarse.

Espalda, sorprendentemente bien.

Cintura, pelvis. Bien, bien.

No sentía las piernas, pero podía moverlas. Extraño pero aceptable... si lograba disimularlo delante de Tsunade.

Notaba la luz filtrarse entre sus párpados, volviendo su vista de un calmante verde a un alarmante ámbar hasta pausarse en un molesto rojo.

Urg, tener que abrir los ojos.

Le daba más pereza que levantarse, y no tenía fuerza para levantarse.

"¿Qué te esperabas?" escuchó rugir a Kyuubi, de alguna manera aliviado, en su mente "Llevas inconsciente varios meses"

'Sigue siendo mejor que aquella vez en el país del agua-' le recordó Naruto, sonriendo ténuemente.

"¡Por el amor de...! Apiádate de mis orejas y no me lo recuerdes, cachorro" casi gimió el zorro.

En su fuero interno, Naruto rió ante el zorro, divertido, prometiendo con su mirada intentar no volver a mencionar el incidente. Pero no era una promesa. Y el zorro lo sabía. Maldito cachorro.

Al fin con ánimo suficiente y ya más despierto tras su conversación con la bola de pelo come ratones asesina de tamaño descomunal y bla, bla, bla, levantó levemente el brazo hacia su rostro, restregando su mano sobre adormilados ojos, siendo al fin capaz de apreciar las pálidas y carentes de vida losas que conformaban el techo de aquel lugar que tan familiar se había vuelto para él en el transcurso de su entrenamiento y carrera: el Hospital. Ah, el terrible, horripilante, odiado pero familiar hospital.

Iba a salir de allí.

Por patas.

¡Ya!

En cuanto lograra moverse...

"Espero que no estés planeando escapar, jovencito"

Oh.

Mierda.

"¿Vieja Tsunade?" llamó, voz rasposa y algo apagada para su gusto, aunque, bueno, era mejor que nada.

Miró a la mujer.

Oh, oh.

Lo sabía.

Se lo había sonsacado a aquellos cuatro.

M.A.L.O.

"Naruto. Tenemos que hab-"

"Estoy cansado" se apresuró a interrumpir, aunque su voz había sonado tan cansada como se sentía el resto de su cuerpo... y su mente.

Naruto siempre se había despertado energético, aunque estuviera cansado, pero había tenido demasiados años para practicar el tono de su voz, la expresión de su rostro, todo, para disimular frente a los aldeanos que le torturaban, los adultos que le pegaban, los niños que le insultaban, aquellos a quienes amaba.

Porque cada persona necesita algo, y Naruto necesitaba que la gente a su alrededor sonriera.

Porque si ellos no sonreían, el no sería capaz de sonreír.

Era optimista, no estúpido.

Tsunade se acalló rápidamente, acercándose a la cama y posando una mano sobre la frente del rubio, que se posó sobre ella, apreciando el calor humano que, sentía, había estado tan cerca de él hasta hacía tan poco...

"Sasuke ha estado aquí" decidió cambiar de tema la mujer.

Ya tratarían lo que debían de tratar más tarde.

El rubio volvió a abrir los ojos, mirada contenta y calmada -al fin en paz consigo mismo-, clavada en los ojos lavanda de Tsunade, que no pudo hacer otra cosa más que sonreír así como se sentaba en el sillón junto a la cama del joven.

"Y Sakura, e Ino, y Sai, y Hinata, y Kiba, y Lee. Chouji y Shikamaru están algo ocupados. Kakashi está en una misión y Yamato aún está trabajando en un distrito..."

Naruto alzó una ceja divertido, devolviendo su mirada al techo.

"¿Le estás explotando a trabajar?"musitó el rubio, voz rasposa.

Tsunade bufó, divertida, acercándole el vaso de agua y ayudándole a beber, tras lo que asintió y, tras devolver el vaso a la mesilla, se cruzó de brazos, toda regia.

"No le exploto, utilizo los recursos disponibles"

El rubio estalló en carcajadas.

Si lograba distraer a Tsunade quizá, y solo quizá, lograra que se olvidara de todos los aldeanos que le habían tratado mal.

Porque, admitámoslo, la población de Konoha disminuiría. Drásticamente.

Y eso no le convenía a nadie.

Y menos a la mujer a la cabeza del poder militar ninja.

Y todavía menos a aquel que planeaba en convertirse en Hokage.

Porque ¿qué es un general sin soldados? Nada más que un sacrifício en vano.

Y Naruto lo había entendido bien, muy bien, tras la guerra.

Pero su mente no podía evitar dirigirse hacia Tobi, en quién era, el porqué.

Porqué había olvidado su nombre, renegado de él.

Porqué se había decidido en un camino tan negro, tan oscuro, con tantos, tantísimos sacrifícios.

Porque ahora que Sasuke había vuelto, a Naruto solo le quedaba una promesa que cumplir.

No os equivoquéis.

Él amaba a Sasuke, le había amado desde la misión en el país de las Olas, cuando le había salvado de Haku, cuando creyó perderle, cuando se escapó, cuando casi le mató, cuando le reencontró y de nuevo casi muere en el inteto.

Le había amado.

Siempre.

Con todo su corazón.

Él era su primer lazo.

Para él, Sasuke lo era todo, casi todo en un mundo vacío, lleno de oscuridad.

Sasuke se había vuelto su luz particular, una estrella que le guiaba en su camino para volverse más y más fuerte.

Nunca pensó en la traición ni se dejó ahogar por el dolor, eso ya lo hacía en la intimidad de su mente.

No podía ser tan débil ante otros.

No podía preocuparles.

Quería que sonrieran para él, por él.

Pero Sasuke era de Sakura.

Él había sido la el único deseo de la vida de Sakura.

Y Naruto lo había concedido.

Ahora, en su cama del hospital -oh, cómo quería salir de ahí-, charlando con Tsunade sobre la última intromisión de Konohamaru en los baños públicos de mujeres, solo un pensamiento poblaba su mente.

Su promesa a Jiraya.

Su maestro no había logrado encontrar una solución. Ni su maestro, ni Nagato, ni aquel indivíduo que se hacía llamar Madara pero que no lo era.

Esa sería su nueva misión.

Esa sería su nueva meta.

Él encontraría una solución al odio en el mundo shinobi.

¿Porqué? ¿Para qué?

Porque si Naruto perdía la vista el más allá, si Naruto se quedaba sin objetivo... se rompería. Se rompería como el cristal.

Porque no estaba echo de piedra, Naruto no era un idiota sin sentimientos.

Sabía demasiadas cosas.

Y dolía.

Dolía tanto.

Dolía el saber quienes eran sus padres, que le querían, que le amaban como a nada en este mundo pero que él nunca podría amarles de vuelta, porque nunca había tenido padre y madre y no sabía cómo hacerlo, aunque ahora les echara de menos casi tanto como a su maestro. Dolía el saber que aquellos que habían muerto en la guerra quizá podrían haber sido salvados, quizá habían muerto por su culpa, quizá se habían sacrificado por algo que realmente no les afectaba, porque aquella guerra había sido por aquellos que odiaban: los jinchuuriki. Dolía saber que seguía siendo odiado, ahora con una semblanza a miedo y respeto, pero no era el idiota que Sasuke le llamaba -ahí vamos con Sasuke-, había visto los rostros de sus aliados cuando él y Bee volvieron a sus formas originales: el miedo, el odio, el resentimiento.

Sueño.

Sí, Naruto se refugiaría en el sueño una vez más.

Solo un rato.

Y cerró los ojos.

Y volvió a sus pesadillas.

Aún sabiendo que cuando despertara, no sería Kyuubi quién le esperara, sino el mundo real.

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CONTINUARÁ...

Actualización: La semana que viene. Siento no poder concretar :/
Y no, no estoy de todo contenta con este capítulo. Pero lo reescribí. Siete veces. Y esta era la que más me... convencía. Lo siento si no os gusta. De verdad que he trabajado, a pesar de los exámenes.

Gracias por leer y muchísimas gracias a aquellos que decidan comentar.