La mañana amanecía nublada. Los doce Caballeros de Oro se reunían, como todas las mañanas, en el templo del Patriarca, para desayunar. Todos ellos... Un momento, no estaban todos. Faltaba uno. ¿Dónde estaba Mü? Le fueron mirando unos a otros, interrogándose con las miradas, hasta que todas se posaron sobre Milo, el Caballero de Escorpio.

-Yo no he hecho nada –se defendió indignado-. Esta noche he dormido como un angelito... y solo.

-Tu no eres un ángel ni cuando duermes –mascullo una voz.

Se miraron de nuevo entre ellos, sin saber a ciencia cierta quien había dicho el comentario. Milo arrugo el ceño molesto. Después las miradas se dirigieron hacia Kamus.

-Eh, eh... que sea mi amigo, no significa que sepa donde esta a todas horas.

Las miradas de interrogación se sucedieron algo mas tensas. Si Mü no aparecía, Shión les haría buscarlo y hasta que no apareciera no les dejaría ni volver al Santuario ni les daría dinero para los gastos. La puerta ser abrió y las caras de los Caballeros se pusieron blancas. Shión apareció.

-Buenos días, Caballeros –sus ojos se entrecerraron-. ¿Dónde esta Mü?

Nadie quiso contestar que lo ignoraban. Kamus trago saliva y se adelanto.

-Ayer... fue a la playa y no le he vuelto a ver.

Shión siguió con la mirada felina y les observo a todos.

-Mientras no aparezca, aquí no come nadie.

Las caras de resignación se dibujaron en todos ellos. De repente, se escucho el sonido de un móvil. Kamus sonrió nerviosamente y saco del bolsillo secreto de su armadura un pequeño celular.

-¿Dígame?

-¿Kam?

Kamus abrió los ojos desorbitadamente.

-¿ Mü? ¿Dónde te has metido?

Shión y los Caballeros miraron al Caballero de los Hielos conteniendo la respiración.

-Esto... que no me esperéis para desayunar –contesto el Caballero de Aries- ... ni para comer... Vamos –se escucharon risas al otro lado del auricular- , que no se cuando voy a volver.

-¡¡¡¿QUÉ?!!! –le grito-. ¿Dónde diablos te has metido? Todos estamos muy preocupados por ti.

-Ya... ya... –contesto riendo-. Mas bien preocupados por el desayuno –se escucho como cerraban una puerta-. Dile a papi que no voy, que volveré... en un par de semanas.

Kamus iba a protestar cuando se dio cuenta que le había colgado. Parpadeo, miro al móvil y luego a Shión; de nuevo al móvil y otra vez a Shión. El Patriarca le miraba con cara de desconcierto, al igual que el resto, que esperaban que les dijera donde se había metido Mü.

-Esto... –sonrió nervioso- ¿palabras textuales?

Todos asintieron impacientes. Kamus suspiro.

-Papi que no voy, que volveré... en un par de semanas –repitió con el mismo tono de voz que había utilizado Mü.

Las caras de asombro se sucedieron. Shión había cerrado los ojos y apretaba fuertemente los puños.

-¡Localizad a ese niño y traedlo! –grito explotando.

Kamus marco el numero de Mü y espero.

-¿Qué pasa? –le dijo molesto Mü-. Ahí no... un poquito mas abajo... ¿Qué quieres, Kamus?

Kamus escucho perplejo. Por lo visto, Mü no estaba solo. Disimuladamente se alejo de miradas y oídos indiscretos.

-¿Dónde estas y con quien? –pregunto inquisitivo-. Shión esta que se sube por las paredes.

-Ay... Kamus... Dile que se tome una tila para los nervios... Ahora no... –ronroneo- A ti no es... Tu sigue ahí... que me gusta...

Kamus se echo a reír. Tras el, las caras de asombro se hicieron mas profundas. El frió Caballero de los Hielos... ¿se estaba riendo? Shión se acerco y le quito el móvil.

-Vuelve... INMEDIATAMENTE –grito poniéndose el aparato frente a la boca-. ¿Me escuchas bien?

Se hizo un silencio sepulcral, tanto en la sala del templo como al otro lado del teléfono.

-¿Papa...? –se escucho como algo o alguien caía al suelo-. Esto... ¿qué quieres?

Shión respiro hondo.

-Ya me has escuchado: vuelve ya –se escucho como alguien se quejaba-. ¿Con quien estas?

Kamus se alejo del Patriarca y se parapeto detrás de Milo y Aioria.

-Y ahora es cuando se teletransporta y lo mata –susurro.

Pero no ocurrió nada de eso.

-Papa... hay interferencias... –el sonido de un papel sonó moviéndose rápidamente-.... Nos vemos dentro de un mes.

Shión grito el nombre del Caballero pero este ya había colgado. El resto tragaron saliva. Mü no saldría vivo de aquella. Ni el ni quien se pusiera delante, en esos momentos, del Patriarca. Shión estampo el móvil contra el suelo y se giro furioso.

-¡¡¡TU!!! –señalo a Kamus-. Vete a buscarlo de inmediato. Y vosotros dos –indico a Milo y a Aioria- vais con el. Y mientras no aparezca, los tres estáis suspendidos de empleo y sueldo.

Los tres volvieron a tragar saliva y salieron corriendo de la sala. Cuanto antes salieran, mejor. Si Shión no mataba a Mü, lo harían ellos. Bajaron las escaleras algo mas tranquilos.

-Tenias que esconderte detrás de nosotros, maldito "tranchete" –le increpo Aioria dándole un golpe en la cabeza.

-Pero si yo no tengo la culpa –se masajeo la cabeza dolorida-. La culpa la tiene Mü y la persona con la que esta.

Se dirigieron en silencio al octavo templo para recoger el móvil de Milo y se dispusieron a salir del Santuario. En el ultimo tramo del templo de Aries, Milo llamo a Mü. La línea dio tres tonos.

-.... El móvil al que esta llamando esta apagado o fuera de cobertura en estos momentos. Inténtelo mas tarde –sonó una voz de hombre y se corto la comunicación.

Milo miro el móvil extrañado.

-¿Apagado? Pero si me ha dado tres tonos... –sonó un pitido dándole el saldo del móvil-... Y me ha cobrado... Será cabron el carnero.

Aioria saco su móvil y volvió a llamar. Otra vez dio tono. Pero esta vez....

-.... Este es el contestador automático de Mü de... de no se donde... si quiere dejar un mensaje, espere a la señal –el sonido de una flauta sonó en el oído de Aioria y después se corto.

Se miraron entre ellos. Lo tenia decidido. Cuando lo encontrasen, lo matarían. Cogieron un coche y se dirigieron a la ciudad. Pararon en la primera cabina de teléfono que encontraron. Esta vez, fue Kamus quien llamo.

-¿Si? –sonó una voz desconocida-. ¿Quién es?

Kamus se quedo sin habla.

-No es Mü –les dijo a los otros tres tapando el auricular.

-Pues pregúntale quien es y que se ponga Mü –le dijo enfadado Aioria.

Destapo el auricular.

-Eso quiero yo saber, ¿quién eres tu? ¿Dónde esta Mü?

-Esto... espera un momento –se escucho como el móvil pasaba de una mano a otra-. Toma, Mü. Es para ti.

Se escucho un suspiro y luego un breve silencio.

-¿Qué cojones queréis?

-Vuelve al Santuario tío, que si no lo haces, nos despiden.

-¿Cómo? Anda, déjate de tonterias, Kamus –parecía que Mü estaba molesto-, y déjame disfrutar de mis merecidas vacaciones en el mar.

-¿Disfrutar de vacaciones o del tío que ha cogido el teléfono? –grito Kamus.

-De ambas cosas –el tono de voz con la que contesto era melosa.

Kamus se quedo sin saber que contestarle y, al otro lado del auricular, pudo escuchar un placentero gemido. Milo le arranco el teléfono de las manos.

-Mü, dime que es un asunto de cama o te estrangulo.

-¿Milo?

-Contesta –le apremio serio.

-Lo es... lo es... Milo...

-Bien, que te diviertas y nos vemos dentro de un mes.

Y colgó ante las miradas atónitas de Aioria y Kamus. Lo cierto es que Milo había estado excesivamente tranquilo y silencioso con el tema. Era como si hubiera estado pensando en algo.

-¿Le has dejado salirse con la suya?

-¿Por qué no? –se encogió de hombros-. Nosotros vamos a buscarle a cualquier sitio donde podamos tomar el sol –sonrió maliciosamente-. Volveremos al Santuario al cabo de un mes, Mü se lleva la bronca y nosotros la satisfacción de unas vacaciones pagadas –alzo la cejas divertido- por "papá" Shión.

Los otros dos sonrieron asintiendo.