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Disclaimer: Los personajes de esta historia pertenecen a Naoko Takeuchi, utilizados por mi solo porque los amo y me hace feliz escribir de ellos =)

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REVIVE MIS SENTIDOS.

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1º "En la superficie"

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Estaba recorriendo con algo de prisa los pasillos…

Pensando que apenas dos horas antes había aterrizado su avión y solo alcanzó a darse una rápida ducha en su nuevo y pequeño hogar.

Estuvo contenta de llegar a un nuevo país, pudiendo adquirir un grado académico mas de su carrera, teniendo el dinero suficiente luego de reunir de su trabajo.

Su madre le dio de regalo algo mas, aunque a ratos le molestaba que teniendo veintiséis años, ella aun la tratase como niña. Pero sabía que aunque no fueran las mejores amigas del mundo, se preocupaba de ella.

Encontró un hervidor, tazas y cosas básicas en el baño, y ahora, agradecía el llevar en su bolso de mano sus útiles de aseo. Luego de su ducha tuvo que ponerse nuevamente la misma ropa, porque aun no enviaban su maleta, misteriosamente extraviada. Tomó sus nuevas llaves, aun sin un llavero distintivo, pero pensó que no era el momento de encargarse de eso. Agarró una libreta para apuntes poniéndola junto a un lápiz, sus documentos y su móvil en su bolso pequeño, un poco de dinero y salió corriendo de allí, en dirección al único lugar de esa ciudad, a que podía llegar sin perderse.

El problema fue que, una vez dentro del campus, volvió a sentirse atrapada en un laberinto, aunque, era un hermoso laberinto.

Observó maravillada la arquitectura del lugar, aunque ya lo había visto la vez que visitó la universidad para finalizar los trámites de su admisión, y la forma de crear ese lugar, solo la hizo enamorarse de los arquitectos que la formaron, estableciendo un castillo enorme, donde ella ahora tenía la dicha de estudiar.

Miró su reloj, y maldijo, estaba diez minutos atrasada a su clase introductoria, no era tanto tiempo, pero, sospecho que demoraría en encontrar la bendita sala.

Quizá llegaría al final, siendo motivo de burla para todos quienes estuvieran ya atentos a quien diera charla, siendo molestados por una alumna atrasada. Para su suerte, vió alguien que podría serle de ayuda. A unos pasos suyos divisó a un hombre de cabellera castaña que, le pareció, con actitud de estudiante. Si su suerte aun seguía, sería uno que conociera el lugar mejor que ella.

Acomodó su cabellera rubia ligeramente, avanzando los pasos restantes para alcanzarlo, y una vez a sus espaldas, tocó su hombro para llamar su atención. Él volteó, sonriendo ampliamente al notarla.

— Hola, ¿sabes donde es la charla introductoria para alumnos nuevos de post-grado? —Consultó amablemente, no dejando de sonreír, rogando por una respuesta útil.

— ¿Qué carrera? — Consultó él, devolviéndole la sonrisa.

— Historia del arte. — Indicó Mina.

— Lo lamento, soy de arquitectura. — Dijo, realmente desagradándole no darle una respuesta útil, pero entonces, sonrió torcido. —Pero si quieres, puedo enseñarte alguna otra cosa de interés, preciosa. — Agregó en sugerencia.

El descaro del comentario provocó un gesto asqueado en Mina, y no quiso continuar escuchando insinuaciones. Giró en dirección contraria y caminó aun mas de prisa, escuchando la risilla de fondo, del tipo con el que habló. Pero avanzó con el rostro tenso y sus puños apretados, estando increíblemente enojada.

Después de un par de vueltas comenzaba a perder su paciencia, entonces divisó a un guardia de seguridad, y en él, su esperanza.

— Disculpe… — Le llamó, luego repitiendo la misma pregunta que formuló anteriormente al otro hombre.

— Oh. Camine al final del pasillo, doble a la derecha, allí encontrará un patio bastante silencioso, lleno de árboles, y al final de él, una puerta doble tallada, es el auditorio, ahí encontrará a sus compañeros. — Finalizó, luego de hacer la mímica del recorrido, indicando con su brazo.

— Muchas gracias. — Dijo Mina, antes de salir disparada, intentando no olvidar las instrucciones y detenerse solo cuando llegara a destino.

Al final del pasillo indicado giró brusca, pero no tanto como el golpe que se dio contra un estudiante.

Ninguno cayó al suelo, pero se sintió tambalear, logrando al final equilibrarse exitosamente. A él lo vio apoyarse en la pared, tanteándola por soporte, y luego, avanzando por la orilla, simplemente alejándose.

Mina lo miró atónita.

No se había siquiera disculpado por tal torpeza hacia ella. Podría jurar que él ni se molestó en mirarla, aunque no tenía la certeza de aquello, porque él usaba gafas oscuras.

Era increíble la poca delicadeza que tenían los estudiantes de ese lugar. Primero uno que apenas la vio le proponía prácticamente llevarla a su cama, y ahora este otro imbécil le golpeaba y se iba como si hubiese chocado con un mueble. Además, la costumbre era que todo el mundo tuviera los ojos sobre ella, y él no fue capaz ni de disculparse.

Enojada, quiso ocupar los minutos que había perdido ya de su clase, en algo productivo que la hiciera sentir mejor. Volteó hacia el platinado, mirando como su cola de cabello se movía a la par del ritmo en que caminó.

— ¡Hey! ¡Fíjate por donde andas! — Le gritó. — ¡¿Cómo no ves que casi me botas?!" Siguió, notando que él, ni un más mínimo gesto de hacerle caso tuvo. — ¡Oye! ¡Estoy hablándote! — Dijo finalmente.

Y nada, él simplemente ignoró el ruido y siguió su camino, al parecer algo desorientado, hasta perderse por los pasillos del edificio.

Harta de las actitudes ajenas, siguió caminando hasta dar con la puerta, entró al auditorio y cerró de un golpe. Entonces volteó su cuerpo hacia el lado contrario y los vio: cada uno de los nuevos alumnos, los profesores y algunos a su lado que parecían algo mayores. Todos mirándola fijamente.

Solo atinó a sonreír.

Las miradas del resto, al inicio molestas, se suavizaron, invitándola a sentarse. Mina avanzó avergonzada y se sentó en el primer asiento que encontró.

— Como les decía. — Retomó el mayor de los docentes, un hombre que lucía totalmente serio y aterrador. — Por programa, iniciarán su investigación, a modo de tesis, obviamente, en la que trabajarán los dos años que dura este post grado. — Explicó. — Y para eso deben tener todos sus sentidos enfocados en ello. ¿Cuál es su nombre, señorita? — Preguntó repentino, dirigiéndose a la atrasada rubia.

— Ah, eh…mi nombre es Minako Aino. — Respondió incómoda.

— Señorita Aino, estará de acuerdo en la importancia del compromiso con lo que comenzarán. — Inquirió.

— Claro. — Dijo ella de forma simple.

El docente, simplemente se apartó de su mirada, volviendo a dirigirse al resto del alumnado.

— Entonces, pueden todos ustedes aprender del ejemplo de la señorita Aino. Quedan libres. — Indicó. — Les recomiendo que ocupen este tiempo en familiarizarse con el campus, no querrán perderse y llegar tarde a mis clases. — Finalizó, mirando fijo de nuevo a Mina, riéndose suavemente al verla sonrojarse de vergüenza tanto como por molestia.

Esperó a que saliera la mayoría de las personas, evitando que se rieran de ella o algo así. Pero se sintió observada, y de reojo notó unos puestos hacia su derecha que un chico estaba mirándola fijamente con sus ojos azul verdosos. Y ella que creía que con el imbécil de hace un rato, se saciaba de su cuota diario de mal rato.

— No te lo tomes personal. — Indicó él.

— ¿Disculpa? — Mina se giró levemente, para verlo de frente.

— El profesor Akihiko gusta incomodar a sus alumnos, quizá porque le diste una fácil oportunidad de marcarte. — Dijo relajado.

— Entonces supongo que solo debo sentir vergüenza de que todos mis compañeros se rían. — Dijo con un deje de ironía. Aunque, no le incomodó hablar con ese chico. Además le pareció simpático.

— Dudo que se preocuparan de reírse cuando sus caras bobas al notarte son un chiste mayor. — Defendió.

— ¿Qué? — Preguntó, no comprendiendo del todo.

Él sonrió extensamente.

— Dime que no te diste cuenta como babeaban los chicos cuando apareció una rubia con el cabello desordenado y agitada. — Apuntó.

Mina frunció el ceño, entendiendo ahora el punto que indicó.

— Oh, y supongo que tu te dedicaste a observar mi inteligencia. — Dijo de vuelta, lo notó volver a reír divertido.

— ¡Hey! No entiendo porqué te ofendes, eres linda, eso veo. No puedo juzgar tu inteligencia porque no llevas un cartel colgando con tu CI. — Finalizó.

Mina sonrió, disculpándose por ser grosera, él simplemente dijo que ahora podía saber que ella era divertida.

— Nos veremos por ahí, es un gusto...Minako Aino. — Se despidió, poniéndose de pie y dejándola allí.

Pero luego Mina notó que olvidó preguntarle su nombre.

Caminó reconociendo el lugar. Era acogedor, no porque pareciera un hogar, sino porque estaba enamorada del arte, y la arquitectura del campus, no pudo hacerla sino chillar de alegría al saber que pasaría una considerable cantidad de tiempo entre esas cuidadosamente construidas paredes.

Fue a la biblioteca, y apenas en la entrada, lo vio nuevamente. El hombre que casi la tiró al suelo antes de entrar al auditorio.

Él era imponente, con su cabello plateado y su gesto de autosuficiencia. Parecía mirar al vacío, mientras descansaba sus manos sobre unos papeles, aun usando sus gafas oscuras.

— Engreído — Murmuró Mina para sí misma, imaginando que era una especie de divo egocéntrico que no desperdiciaba su mirada en nadie porque seguro, vería al resto del mundo como insignificantes hormigas ente su magnificencia.

Se sintió tentada a acercarse y espetarle cuanto insulto se le cruzara por la cabeza. ¿Quién se creía? Además, le molestaba profundamente su apariencia, con rasgos tan pulcros, ropa de diseñador oscura contrastando fuertemente con él, y aun ignorando gente. Le parecía irritante.

Pero juntó todo de sí misma para contenerse. Primero, porque estaba en una biblioteca. Segundo, porque él no merecía la pérdida de su tiempo.

Finalmente entró, esquivando el camino directo al mesón central, queriendo evitar ser vista por ese sujeto. Saludó a la mujer mayor que le atendió.

Pidió una enciclopedia sobre arte barroco, inquieta por leer mas sobre eso, aunque, aun no tenía claro el tema que abordaría. Pero la mujer le dijo que debía consultar el catálogo de los computadores, indicándole donde estaban las máquinas.

— ¿Y luego retiro aquí? — Consultó.

— Con el recibo que imprima y su credencial de estudiante, ¿la tiene? — Dijo la mujer, Mina asintió y agradeció. La bibliotecaria le pidió que bajara la voz.

Fue a la máquina y buscó, haciendo todo como se le dijo cuando dio con el título que buscaba, regresando al mesón para entregar el papel y su credencial recién estrenada.

Ella repitió en voz alta el título del libro, así como los datos de Mina, corroborándolos, finalmente entregando el pedido.

Mina siguió la misma ruta absurda para salir de la biblioteca, exitosamente, sin toparse con el idiota de gafas.

Se dedicó el resto del día a recorrer espacio, encontrando gente amable que la ayudó, aunque no le era difícil hacerse conversaciones, al final prefirió seguir sola, aprovechando de confirmar horarios y clases, queriendo evitar a toda costa el incidente de la mañana.

Volvió cansada a su nuevo hogar, dándose cuenta que aun conservaba todo embalado. Propuso sacar lo urgente, pero antes necesitaba comida, recordando que en el camino de regreso vio un almacén. Se dispuso a ir por el primer comestible que se le cruzara.

Apenas salió del pequeño departamento, vio a una chica rubia subir hasta su piso.

— Hola. — Saludó contenta. — Al parecer somos vecinas. — Agregó.

La chica sonrió de vuelta.

— ¿Llegas recién hoy? — Preguntó y estiró su mano. — Soy Serena Tsukino. — Se presentó.

— Minako Aino. — Dijo aceptando el gesto. — ¡Es genial conocerte! — Chilló alegre. — Voy a comprar, pero, tenemos tiempo luego para conocernos. — Se disculpó, y luego salió acelerada, notando su estómago crujir de hambre.

Por el camino pensó que no pudo tener más suerte, por ser su vecina una chica alegre y simpática.

En el almacén se dio cuenta que había subestimado su capacidad, porque tenían una bodega bien abastecida, pudiendo comprar varias cosas. Definitivamente le sería de utilidad para sus futuras compras.

No había sido el día más agradable del mundo, pero dejaría de quejase, solo porque al fin estaba en su casa. Yaten no era un hombre relajado, pero le molestaba que por un día, no pudiera tener tranquilidad.

No era mucho pedir, él era un hombre que disfrutó de su estado actual, teniendo a sus treinta años una posición que le acomodaba en la universidad, teniendo su propio departamento lleno de comodidades, y nadie que le interrumpiese. A excepción de la mujer que iba a limpiarle el lugar un par de días a la semana.

Empezando desde temprano, llegaron varios reclamos a su oficina, y le colmaba la paciencia, que aun cuando dejó de hacer clases llegaran estudiantes consultando estupideces. Él dejó claro que se limitaba a la investigación y asistencia de post grados. Nada de clases.

Pero simplemente, quitó su saco y sus zapatos, reclinándose en la penumbra sobre su sofá.

Era increíble que aun estuviera mosqueado por el choque con esa estudiante, que luego se apareció en la biblioteca mientras él estaba pensando calmadamente sobre la consulta de uno de sus colegas.

Recordó su voz molesta y luego sacudió su cabeza, no queriendo darle mas importancia. No la merecía. Así como muchas cosas mas no merecieron su atención.

Se puso de pie para atender las grabaciones en su teléfono fijo, escuchando un mensaje de su ex esposa, indicándole sobre una propiedad que quería vender, y necesitaba aun su firma, siendo comprada por él, pero cedida a ella luego del divorcio.

No podía creer que ella, luego de todo lo ocurrido, no pudiera arreglárselas sola. No quería sentir rencor, pero, lo hacía.

Yaten se casó joven, pensando en ello como algo para toda la vida, pero cuando avanzó el tiempo y comenzaron los inconvenientes no hubo solución. Y tres años de soltería, no habían borrado el pesar de que la mujer que amó no fue capaz de apoyarlo cuando mas la necesitó.

Y por ello, se prometió que nunca aceptaría la compasión ni la ayuda de nadie, para nada de lo que debiera hacer.

Se volvió más arisco, y cualquier insinuación de su condición, la repelió. Negándose a seguir indicaciones que se le dieron a personas que pasaban por lo mismo que él. Yaten se valió de su ingenio y sus sentidos para arreglárselas a su manera en cada cosa, y hasta ahora no deseó cambiar nada, aceptándose a sí mismo, así como la forma en que eligió llevar su vida.

Levantó el teléfono, pero no la llamó, en su lugar, marcó a una tienda de comida, encargando algunos mariscos y ensaladas, antes de volver a sentarse en su sofá, encendiendo su equipo de música para relajarse al sonido de la ópera.

Veinte minutos después, la orden estaba en su puerta, y pagó para ir a su mesa en el camino memorizado a la perfección. Así como conocía cada parte de su hogar, siendo tan meticuloso en ello, que cuando la mujer de la limpieza le cambiaba de lugar algo, era motivo de reclamo.

Se sentó, abriendo los paquetes, y degustó su cena sin apuros, aun envuelto en la música mientras disfrutaba de una copa de vino que sirvió previamente.

Más tarde se fue a dormir, esperando que el nuevo día mejorara en su desarrollo. Así como pensó en hacer seriamente, el trabajo que uno de sus colegas ofreció, aunque era algo totalmente aparte de su actividad en la universidad, había pasado tiempo sin hacer algo que le relajase.

Al día siguiente entró más confiada al edificio, al lugar y a la hora correspondiente, esta vez. Incluso se sentó sintiéndose satisfecha de ser una de las primeras en llegar, por muy extraño que pareciera.

Miró nuevamente su horario, por el nombre de quien le haría clases, pero no alcanzó a hacer, cuando él entró al salón. Y para desgracia de Mina, era el viejo insoportable que el día anterior la dejó expuesta frente a todo el enorme auditorio. Ella solo quiso mantener la esperanza en que ese día la dejaría en paz.

Error.

— Señorita Aino, qué gusto verla instalada tan temprano en mi clase. — Le saludó.

Luego de saludar a la clase e introducir brevemente, el profesor Kira Akihiko comenzó a dictar cátedra.

Y no dio tregua. Durante las siguientes tres horas le dirigió todas sus preguntas, poniéndola a prueba. Y ella agradeció el estudiar arduamente, porque, aunque estuvo lejos de ser brillante, y muchas veces detestó quedarse noches estudiando en vez de salir con su entonces novio, lo hizo. Tenía su título profesional ganado, así que, replicó lo mejor que pudo, aunque no se salvó de todas.

Terminó al fin la clase. Luego que el Señor Akihiko se fuera, la mayoría también se retiró, pero ella permaneció. Respirando, admitiendo que salió viva de la primera batalla del año…ok, quizá la segunda.

— Así que dejaste ver tu cartel de CI. — Le interrumpieron.

Saltó de su asiento, viendo detrás, unos puestos más allá de ella. Allí estaba el chico con quien platicó brevemente el día anterior, luego de su entrada magistral en el auditorio. De alguna forma la enganchó con su mirada pícara y sus comentarios sorpresivos.

— Entonces puedes hacer algo más que mirarme el trasero. — Respondió riendo.

— Ah, no creas, puedo mirar tu lindo trasero y escucharte atentamente al mismo tiempo. — Dijo simple.

Era un cínico, descarado también.

¿Le decía simplemente así eso?

Pero hubo algo que hizo la diferencia, él fue sincero. Hubo muchas personas en su vida que fingieron interesarse en lo que ella era, solo para sacar una oportunidad de tenerla de otra forma, mirándola como un lindo objeto que ganarse, y luego guardarlo como un trofeo.

Mina odió sobretodo que la gente la viera como algo superficial que solo servía parar acostarse, o para alagarla a cumplidos sobre como lucía. Por otro lado, sabía que ella no era la mejor evitándolo, siendo bastante reservada con las cosas que realmente le interesaron. En cambió chilló las cosas que la divertían, poniéndose a si misma, en el exacto punto que detestó estar. Mina sabía de su propia culpa en ello. Sabia de su propia responsabilidad en muchas otras cosas de las que prefirió no ahondar en ese instante.

Aun allí estaba él admitiendo que en vez de fingir ponerle atención a sus palabras mientras su mente formulaba como llevársela, decía claro todo.

— Un hombre honesto, ¿eh? — Dijo finalmente.

Él asintió, sonriendo arrogante. Esperó que la rubia tomara así sus palabras, agradándole el actuar que ella adoptó. Y de paso, sintiéndose libre de continuar con su flirteo.

Mina se calmó, ya dejando de lado cuanto pudo su malhumor, admitiéndose a si misma que andaba enfadada por lo de la clase, y no con él. Quiso saber algo mas de su compañero, algo más que su deslenguada forma de tratarla.

— Ahora que sé qué tipo de hombre eres, ¿me dirás tu nombre? — Consultó.

— Te diré el trato: Acepta salir conmigo esta noche y sabrás mi nombre. — Indicó.

— ¿Así de fácil me ves? — Dijo Mina, aunque no pudo evitar reírse. Incluso algo nerviosa.

— No…o quizá sí. Pero sé que eres astuta, y ves en mi propuesta algo interesante. Así que dime, ¿dónde paso por ti? — Finalizó.

Mina rodó los ojos, pero, si, fue divertido.

— Acepto. Pero no pasarás por mí, nos reunimos en algún bar, no conozco mucho aun. — Indicó.

Él solo pudo sonreír, satisfecho de su victoria recién obtenida. Se puso de pie luego de indicarle el lugar y darle las indicaciones de cómo llegar. Caminó hasta la puerta y se detuvo.

— Soy Saijo. — Soltó antes de salir de allí, dejando a Mina sola.

No supo porqué aceptó, pero, tal vez había algo diferente en él. Y por una vez quiso no ver la misma rutina del hombre que se hacía el lindo pretendiéndola por simpatía y finalmente caer en el juego del suculento bocadillo.

Pasó por el resto de sus clases, en especial del taller principal, donde les dijeron que postularan lo antes posible por un docente guía. Trató de impregnarse de tanto como le fue posible, terminando rendida mentalmente al final de la jornada.

Solo deseó correr a su departamento y descansar el tiempo que pudiese antes de ir a su cita con Saijo.

Hubo un imprevisto en la salida del pasillo, allí estaba el hombre con el que tropezó en su primer día. Y ella no tenía intención en acercársele, mientras pudiera evitarlo.

Pero no tuvo opción, manteniéndose imperceptible pasó, aunque la puerta era demasiado estrecha, obligándole a empujarlo leve.

— Disculpa. — Dijo Mina de mala gana.

— ¿No te cansas de molestar? — Respondió él sin mirarla, quedándose en su exacto lugar.

— Necesito salir, eres tu quien molesta al interrumpir el paso. — Se defendió.

— Aino, aquí eres nueva, deberías callarte antes que tu lengua chillona te cause futuros conflictos. — Dijo sonriendo levemente. Se estaba burlando de ella.

Mina frunció el ceño.

— Eres el estudiante más idiota que he conocido. — Soltó. —Y he conocido muchos idiotas. — Agregó, luego alejándose apresurada hacia su hogar.

Rogó que esos roces incómodos e insultos no se repitieran más. Y seguía totalmente enojada que él no la mirara siquiera, cuidando seguramente su mirada en esas gafas de marca, haciéndola sentir como un insecto inferior.

No, ella no se sentiría menos por su causa. ¿Cómo sabía su nombre de todas formas? Esperaba no tener clases con él.

En su departamento, decidió no recostarse, mejor sacando algunas cosas de las cajas, así como revisando algunas cosas de internet, mientras llamaba a su madre, diciéndole que todo iba bien. Tampoco habló mucho con ella.

Decidió revisar la base de datos donde debía postular a los diferentes docentes para apoyo. Pero su conexión a internet apestaba, y no le salían imágenes, no pudiendo revisar bien el mapa del campus, así como no podía ver las fotografías de cada profesor.

Leyó los currículum de cada uno, notando un par que eran mas de su interés, por sus investigaciones. Aun no decidía totalmente el tema, pero tenía una idea formándose.

Las indicaciones era claras, postular solo a un profesor, escribiendo una breve reseña de sus intereses en cuanto a investigación, pero tenía toda la semana para dar su tema definitivo. En caso de no quedar con el que postuló, le darían las opciones restantes.

Finalmente terminó la postulación y envió sus intereses al docente elegido: Yaten Kou.


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Hola!

Hace tiempo que ando maquinando esta historia, pero me he vuelto demasiado perezosa, o quizá demasiado detallista en como armarla. Quizá en este momento mis musas decidieron darme de su magia y al fin poder terminar este inicio.

Ahora estoy muy entusiasmada con esto y espero, que también lo estén.

Y bienvenido a todo mundo a este nuevo arranque de mis ideas xD

Y agradezco a quienes ya habían leído de esto, y ayudado en cosas en que andaba dudosa. Es bueno siempre tener ese apoyo x)

Espero sus comentarios! ^0^

Besitos! =)